Tu ego te dice que te defiendas, que fuera hay guerra, que luches, que tu sacrificio traerá recompensa. Tu alma te invita a que mires dentro y sueltes lo de fuera. A que no pongas barreras, a que dejes de llevar una cruz a cuestas. Te dice que en vez de luchar, aceptes, que abandones el sacrificio y no renuncies a tu presente por un futuro que no existe.
Tu ego te dice que si tienes un problema es normal que te preocupes. Si un familiar está sufriendo o está enfermo cómo no ibas a preocuparte. Para tu ego el amor es compatible con el miedo. Tu alma te recuerda que no estás solo, que ella se ocupa. Te pide que le des el control y le entregues tu problema. Desde el corazón te susurra que si en tu interior tienes la certeza de que eres amor, no podrás tener miedo.
Tu ego juzga. Te dice que tienes la culpa y que eres una víctima. Tu alma ama. Sabe que eres inocente y responsable de lo que piensas, de lo que crees y de lo que haces. Sabe que tienes que ver con lo que te ocurre y que por tanto tienes todo el poder y capacidad para hacer cambios.
Tu ego cree que está separado, solo y abandonado. Mira hacia arriba creyendo que por ahí encontrará algo. Tu alma es esa otra parte de ti que no está arriba, sino dentro. Que nunca dejó de pertenecer al Universo. Tu alma es paz, plenitud, dicha, sabiduría y sosiego.
Tu ego no quiere sentir rabia ni vergüenza ni celos. Tu ego solo quiere ser bueno. Se cree lo que ve. La escasez, la enfermedad y la muerte. Tu alma abraza todo lo que eres sin distinción ni recelo. Tu alma es abundancia, salud y vida. No necesita ver para creer. Ella siempre ve.
Tu ego tiene miedo. Tu alma no sabe lo que es eso.
Tu ego es el traje que necesitas para transitar por esta experiencia, pero tú eres alma. Se trata de aprender a aplicar amor al miedo, de integrar al ego, en vez de creértelo y permitir que te someta.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.