Desear solo no basta. La mayoría de las veces nos quedamos únicamente en eso, en desear, pero sin saber muy bien porqué no logramos que ese deseo se convierta en realidad.
Lo más importante del deseo es cómo me relaciono con él.
A veces, cuando deseamos mucho algo, nuestro deseo viene acompañado de la misma cantidad de miedo a manifestarlo. Es un miedo sutil, escondido, inconsciente, y muy poderoso.
Deseo mucho tener pareja y a la vez tengo mucho miedo a que mi deseo no se manifieste, o que ocurra y me vuelvan a abandonar, así que mejor continuar deseando algo que yo misma no me permito.
Deseo mucho estar sano, pero mi mente, y por lo tanto mi atención está puesta en la enfermedad que tengo. Además sí, es verdad, una parte de mí desea recuperar la salud, pero otra cree que es imposible que eso suceda porque “ya me ha dicho el médico que es una enfermedad incurable.”
Desear es una oportunidad para ver nuestros apegos, miedos y resistencias. Para ver nuestra falta de fe y lo alejados que estamos de la certeza del merecer. Cuando conseguimos dejar de ver lo que anhelamos como un deseo, como algo que está por llegar, es cuando resulta más sencillo manifestar, ¿no crees?
Si mi deseo tiene que ver con la prosperidad es porque estoy experimentando la escasez, pero todo está polarizado, si vivo en uno de los polos, el otro también existe en mi interior. Y ahí es donde está nuestro principal desafío. La alegría o libertad que siento cuando imagino que soy próspera me recuerda que en alguna parte de mi ser ya sé lo que significa la prosperidad. Por eso, necesito dejar de ver esa experiencia como algo externo a mí, como un deseo que viene de fuera, y revisar el vínculo que tengo, en este caso, con la prosperidad. Porque a lo mejor la deseo mucho, pero mi padre me enseñó que el dinero te corrompe, y además siempre faltaba en casa. Ese “pero” que muchas veces va unido al deseo es el que hay que descubrir, porque cuando reconocemos esos patrones, resistencias, miedos y apegos que se esconden detrás de nuestro deseo, es cuando de verdad tenemos el espacio para cambiar nuestra vibración y transformar el deseo en una realidad que siempre existió en nuestro interior.
Un abrazo,
Almudena Migueláñez.
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Photo by Jiunn-Yih Lau.
