Relaciones de pareja

TU BOCA Y LA MÍA

Te he soñado de mil maneras. Te he visto sonreír con mis ojos cerrados. Creo conocerte sin que todavía nos hayamos presentado. En algún momento, sostenida por mi miedo y por mi ausencia de certeza, he suplicado a mis guías y a los dioses que conocía que aparecieras, siempre con la sensación de no ser oída.

Atraerte sin hacer nada, permitir que vengas y que me encuentres, tantas veces me han rondado esas palabras…Palabras que nunca llegué a comprender, y ¿sabes por qué? Porque en realidad la puerta de mi corazón seguía cerrada. Porque llegué a creerme que no podía amar y mucho menos ser amada. Porque no tenía ni era lo suficiente. Porque no te ibas a querer quedar.

Hace poco me dijiste que eras tú el que me ibas a buscar, me dijiste que querías quererme y que necesitabas darte y poderme cuidar, pero yo solo lo acepte con la mente. Solo me hizo ilusión, una alegría perecedera y pasajera, llena de distancia porque no te tenía fe, porque no me valoraba lo suficiente.

Te pido perdón por todas las veces que te he llamado sin estar disponible y por no haberte dejado entrar. Y ya sé que las palabras no son suficientes y menos en estos casos, pero aun así quiero que sepas que mi corazón te dice el mismo sí que hace tiempo te dio mi mente. Estoy disponible y abierta, sonriendo ya por el día en el que tu boca y la mía se encuentren.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Taisiia Shestopal

GRANDEZA

¿Por qué nos asusta tanto mostrarnos tal y como somos?

No queremos que el otro nos vea, y de esa forma, estamos impidiendo que nos quiera.

El miedo al rechazo, a ser vulnerables, el miedo al abandono, el miedo a que el otro se entere en algún momento de cómo somos en realidad y que eso no le guste, nos impide crear relaciones de verdad. No nos podemos vincular si nos escondemos, si fingimos ser salgo que no somos, si todavía tenemos miedo a no gustar. No podemos amar cuando no nos atrevemos a compartirnos enteros, con nuestras flaquezas, con nuestras sombras y con nuestras debilidades, con nuestras heridas y nuestras necesidades.

Cuando creamos relaciones en las que intentamos que el otro se quede, en las que queremos solucionar nuestros asuntos por nuestra cuenta, en las que estamos bien si el otro está bien, y mal cuando se cae, en las que nos resistimos a que el otro pueda vernos de forma completa, no estamos pudiendo conectar con el verdadero sentido del amor en pareja. Lo que generamos entonces son relaciones en las que no hay intimidad real porque hay miedo e inseguridad. No hay espacio para la entrega ni para el compromiso firme con la otra persona porque el apego y las expectativas nos han arrebatado la libertad.

Para poder amar y tener espacio para ser amados necesitamos estar en paz con todo lo que somos a nivel individual. Aceptarnos nos regala la posibilidad de poder aceptar al otro y así abrirnos a la experiencia de amar. Hace tiempo leí que cuando buscamos una pareja, buscamos a alguien que apele a nuestra grandeza y no solo alguien en quien percibirla. Y nuestra grandeza no tiene que ver con nuestras perfecciones, éstas no son las que nos hacen dignos de recibir amor. Nuestra grandeza surge de nuestras debilidades y carencias, por eso solo desde el poder y la seguridad que nos otorga la vulnerabilidad y la indefensión, podremos acceder al amor.

Para ser parte de algo más grande que el "yo", para acceder a eso tan transformador y poderoso que todos buscamos y que se esconde en el “nos”, no podemos engañar al otro haciéndole creer que somos lo que no somos, no podemos cargarle con la responsabilidad de amar lo que nosotros no nos hemos atrevido a amar. No podemos esperar que nos regale su corazón cuando el nuestro está bloqueado y tiene miedo a la indefensión que implica amar y sentir.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Alejandra Quiroz

Photo by Alejandra Quiroz