Espíritu

OPORTUNIDAD Y REGALO

Con demasiada facilidad, me olvido de la oportunidad y del regalo que la vida representa. Esta semana, regresé al mar y generalmente, cuando estoy un tiempo en contacto con la naturaleza, mi mente se relaja, parece como si mis pensamientos se derritieran y eso, además de paz, me proporciona mucha claridad.

Uno de estos días, paseando por la playa, esa claridad me llevó a darme cuenta de que si había conseguido sobrevivir a la enfermedad, o si todavía continuaba estando por aquí, no era por mis logros, ni por mis esfuerzos, ni por mis intentos. Era, solo y exclusivamente, porque mi Alma lo permite. Al recordar eso, me di cuenta también de que ese regalo tan inmenso conlleva la responsabilidad de cambiar mi forma de vivir para hacerla cada vez más consciente y más próxima y alineada con la naturaleza de mi Esencia, que no es otra que la del amor y la compasión.

Es como si mi Alma me susurrara: “Seguimos aquí, pero no malgastes la oportunidad que te estoy dando de ser feliz, de disfrutar con toda la intensidad de la que seas capaz, de vivir desde el corazón, de soltar, de ser libre en tu mente, de desprenderte, de entregarme el control y también la carga, de dejar de creer en el miedo y comenzar, de verdad a creer en Mí”.

Muchas veces, cuando tenemos claridad y se despierta esa sensación tan poderosa de certeza interna, suelen ocurrir pequeños grandes milagros, que se nos muestran como un guiño del Universo para darnos confirmación.

Ese mismo día, hablando con una persona que vive en la zona donde me he alojado esta semana, me dijo: "Aquí lo tenemos claro, no tenemos grandes cosas, no ahorramos y sabemos que muchos piensan que somos irresponsables y locos, pero aquí vivimos sabiendo que a lo mejor mañana no estamos, y por eso, nuestra prioridad es vivir al máximo y hacerlo hoy. No esperar a mañana".

Vivamos entregados y con la consciencia de que la vida es una constante oportunidad y un infinito regalo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Genevieve Dallaire

Photo by Genevieve Dallaire

EL CAMINO DEL ESPÍRITU

Estamos en búsqueda. Todos, en mayor o en menor medida, deseamos rescatar esa memoria de paz, plenitud y armonía que sabemos escondida en alguna parte de nuestro ser. Queremos recuperar nuestra Esencia. Hemos llegado a esta experiencia siendo seres completos que, con el paso de los años y con las constantes injerencias del miedo, dejamos de creer en nosotros y en nuestra verdadera naturaleza. Hemos perdido consciencia y nos hemos alejado de nuestro Espíritu, de lo que realmente somos.

El problema está en la manera en la que intentamos rescatarnos. Mi propósito de vida, como el de todos los seres humanos, es el de regresar al amor, es el de volver a ser lo que siempre fui, pero para lograrlo, no puedo centrarme en intentar cambiarme, en querer que mis defectos desaparezcan o en modificar todo aquello que considero un error en mí. No. Ni en ti ni en mí hay error.

En ese deseo de recuperar la plenitud y de poder vivir esta experiencia en toda su expresión y potencialidad, no podemos olvidar que regresar al amor solo puede hacerse a través del amor. Volver al Yo Soy y a la consciencia plena de que somos Espíritu, no se logra creyendo que somos defectuosos o que nos faltan partes. No se consigue huyendo de nuestra sombra o rechazando lo que sentimos. No se alcanza cuando creemos en la culpa, en el ego, y en el miedo.

El camino del Espíritu es el camino del amor y de la aceptación hacia nosotros mismos. Para regresar a casa, no tenemos que cambiar lo que somos, tenemos que abrazar, cuidar y amar todo lo que somos. Para recuperar la plenitud, necesitamos sentirnos inocentes, merecedores y dignos. Recordamos que somos Amor, y por tanto Espíritu, cuando vivimos desde la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás, cuando podemos ver luz en la oscuridad, cuando el agradecimiento aniquila la queja, cuando la fe y la confianza nos gobiernan, cuando dejamos de tenerle miedo al miedo, cuando vemos el regalo que supone estar aquí, en esta experiencia.

El camino del Espíritu no puede andarse cuando pretendemos cambiarnos, cuando nos tenemos miedo o cuando trabajamos sin cesar por modificarnos. Vivir siendo Espíritu es vivir siendo Amor, y el Amor no excluye ni separa, no quiere que cambies nada, tan solo quiere que te permitas ser todo lo que eres. El camino del Espíritu es el camino de la confianza sencilla y plena en lo Divino.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Nick Dunlap

Photo by Nick Dunlap

ENTENDER LA VIDA

La vida espiritual tiene que ver con la entrega, con la rendición, no con la comprensión. Siempre que aparezca esa parte de ti que quiere entender, saber el porqué, dale una patada y hazla desaparecer.
— Swami Chetanananda

Tenemos una inclinación natural, casi siempre inconsciente, a intelectualizar la vida y lo que sentimos. A todo le buscamos un por qué y un propósito. De todo, tenemos que aprender algo y de todo necesitamos entender su razón de ser y su origen. Nos relacionamos con la vida desde la premisa de que lo que somos no es suficiente, de que dentro de nosotros no podremos encontrar respuestas a ninguna de nuestras preguntas y de que necesitamos entendernos para así, después, encontrar la paz. En esa tendencia tan nuestra que nos lleva a la incesante búsqueda de información, a intentar comprender lo que nos sucede, a querer saber más y más, perdemos conexión con la verdadera fuente de sabiduría, con el maestro que vive en nuestro interior.

Vivimos esta experiencia encarnados en un cuerpo físico limitado y, generalmente, asustado. La mente del ego, de nuestra personalidad-cuerpo necesita comprender, entender, obtener información, saber por qué y para qué ocurre todo lo que ocurre. Esa mente utiliza la información como defensa ante la posibilidad de dejar que todo sea como es, de que todo fluya y de que, en nosotros, se despierte la entrega. La tendencia a la racionalización e intelectualización de la vida y la búsqueda constante de información que nos sirva para sanarnos, nos aleja del propio proceso de sanación. Creer que lo entendido y aprendido puede, por sí solo, transformar nuestra vida es un error que, además, genera mucha frustración: entiendo algo con la mente, tengo información, pero, dentro de mí, todo sigue igual.

Dicho esto, todos tenemos ego y, por tanto, todos, en mayor o menor medida, necesitamos información y comprender el cómo y el porqué. Eso, en sí mismo, no es ni bueno ni malo, pero, aislado, sirve de poco o nada si no lo convertimos en un canal de conexión con nuestro interior. Se trata de integrar, no solo de entender. Se trata de despertar, no solo de saber. Se trata de utilizar la información como un medio para que nuestro ego se sienta seguro y así nos podemos aislar del miedo de mirar en el interior.

Temporalmente somos ego, pero, intemporalmente, espíritu. Nuestro ego no sabe, tiene miedo, y quiere entender el porqué de las cosas. Nuestro espíritu lo sabe todo, es amor y no necesita aprender nada. Cuanta menos importancia le demos a las preguntas de nuestra mente, cuanto mejor utilicemos y canalicemos nuestra necesidad de saber, más espacio estaremos creando para que nuestro sabio interior despierte.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Colton Duke

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