Compasión

AMA

Descansa. Tómate el tiempo que necesites. Nadie te juzga, no lo olvides. No importa lo que tardes, lo importante es quien eres mientras estás haciendo tu camino. Respeta tus necesidades, sé madre y padre de ellas. No las cuestiones ni las aplaces. Recuerda que si no te das lo que necesitas, no podrás tocar lo que deseas.

Honra tus sombras, tienen un enorme regalo para darte. Aunque tu mente no lo entienda, tener miedo no es el problema. Solo piensa qué pasará cuando no te lo creas. No esperes a que aparezca esa persona. Hazte feliz. Esa es la forma de que te pueda ver y de atraerla. No te defiendas. Solo tu mente cree en el ataque. Lo de fuera refleja. No dediques atención a la guerra, al miedo o a la escasez. Lo que crees, creas. Donde diriges tu atención y tu mente crece y puede convertirse en resistencia. Siente. Da igual lo que sea. No te juzgues. No te ataques. No te agredas. El Universo del que formas partes no da puntada sin hilo, te creó perfecto, él te acepta y te ama. Haz tú lo mismo contigo.

Eres poderoso y capaz, pero si te dejas arrastrar por el miedo y las opiniones de los demás, si no tomas las riendas y no crees firmemente en ti, la corriente te puede arrastrar. Estamos aquí de paso, no merece la pena que te lo tomes tan en serio, que te preocupes tanto. Si vamos a morir, por qué no vivir del todo, exprimiendo cada experiencia al máximo. Quizá, si amamos más, si prestamos más atención a los demás, si nos apoyamos más, si meditamos más, si disfrutamos y jugamos más, si servimos y agradecemos más, si dejamos de permitir que otros nos digan lo que tenemos que hacer, quizá, digo yo, podamos despertar y darle un nuevo sentido y significado a nuestra vida.

Todo lo tienes dentro. No lo olvides, eres sagrado. Ama y haz lo que te dé la gana.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by johannes-plenio

SOSTENER

“No puedes estar así, anímate. Tienes que salir de donde estás. Tienes que recuperarte. Depende de ti. Si quieres, puedes hacerlo. No te quiero ver triste. Por favor no llores. No merece la pena. Sonríe. No entiendo por qué te pones así, no me parece que sea tan importante. A mí también me ha pasado y lo superé. Tienes que aprender a aceptar. Mi consejo es que dejes de pensarlo. Ella no se merece que tú estés así. Olvídate, es lo mejor que puedes hacer”

Le tenemos tanto miedo al dolor, a la vulnerabilidad y a lo que sentimos, que cuando vemos a alguien sufrir, no nos paramos a pensar en lo que esa persona está necesitando de nosotros, sino en la manera de que deje de sentir lo que siente. Hemos aprendido que los sentimientos no son importantes, que no sirven. Aquellos que hemos juzgado como peligrosos, tenemos que eliminarlos cuanto antes de nuestra vida y de la vida del otro. Nos incomoda no saber qué decir, no entender lo que está sucediendo. Nos aterra no saber qué hacer porque no sabemos sostener, y por esa razón, para suplir nuestra carencia, muchas veces, regalamos consejos sin que nos los hayan pedido, si vemos lágrimas, pedimos sonrisas y si hay rabia, intentamos anestesiarla diciendo que no sirve para nada. Sin darnos cuenta, nos convertimos en un libro de autoayuda, no ponemos el foco en el otro, no estamos presentes, no podemos ver que tan solo necesita un apoyo, un hombro.

Cuando una persona a la que queremos está sufriendo, cuando tiene dolor, cuando se siente arrasada por la desesperanza, seguramente no esté buscando fórmulas mágicas que la saquen de donde está, probablemente tampoco quiera consejos ni necesite escuchar lo que nos ocurrió en una situación similar. Seguramente, esa persona solo necesita que le demos amor. Que la sostengamos y la apoyemos para que pueda encontrar la suficiente fortaleza interna como para sentir lo que siente y después dejarlo ir. Probablemente, esa persona necesita poder llorar en paz sin sentirse juzgada u observada y sin pensar que al hacerlo, el otro puede estar pasándolo mal.

Podemos ponernos a un lado y preguntar: ¿en qué te puedo ayudar?, ¿qué necesitas de mí en este momento? Quizá, esa sea la forma más poderosa de servicio hacia el otro. Quizá, ahí podremos conectar con el significado de la compasión y podremos descubrir que sostener, acompañar, y escuchar pueden ser las llaves para la cura del Alma, para regresar al Amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez

Photo by Paolo Bendandi

Photo by Paolo Bendandi

EXENTA DE SUFRIMIENTO

Que seas feliz. Que te puedas cumplir. Que tu vida esté exenta de sufrimiento. Que vivas en paz. Que materialices todos tus deseos.

Que creas en ti, que confíes en tu poder personal, que nunca vuelvas a creer en el miedo. Que manifiestes abundancia, que para ti la prosperidad deje de ser un sueño. Que tu vida esté exenta de sufrimiento.

Que obres milagros, que los permitas, que tu mente esté preparada para manifestarlos. Que la fe siempre sea tu punto de partida. Que te respetes, que te seas fiel, que te cuides, que siempre te protejas. Que sueltes el control y mantengas la certeza de que todo está bien. Que no te asusten los pensamientos de preocupación, que puedas sostener la incomodidad en vez de escapar de ella. Que creas en lo que no puedes ver. Que dejes de creer en lo que ves. Que tu mente esté libre de tormento. Que tu vida esté exenta de sufrimiento.

Que puedas ser todo lo que eres, que te manifiestes totalmente. Que permitas tu vulnerabilidad, que conectes con su poder, que aceptes todas tus vergüenzas. Que nunca te rechaces, que no vuelvas a juzgarte. Que des de la misma forma que recibes. Que no te hagas daño, que te sientas inocente, que confíes en que la Fuente creadora te quiere. Que juegues, rías y, cuando lo necesites, llores. Que seas libre, que vivas presente, que dejes ser a tus emociones. Que conviertas tu sombra en luz, que seas salud. Que en tu vida no haya sufrimiento.

Que no te culpes, que siempre te sientas digno e inocente. Que sepas que puedes. Que respetes tus límites, que potencies y compartas tus dones, que sueltes el sacrificio, que te entregues. Que seas feliz. Que te puedas cumplir. Que tu vida esté exenta de sufrimiento. Que vivas en paz. Que materialices todos tus deseos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Arisa Chattasa

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