COHERENCIA

Estos días, andaba agobiada pensando que se acercaba el domingo y no tenía suficiente claridad como para escribir. Sentía que no tenía nada que decir, pero ese agobio, en vez de interpretarlo como una invitación a aceptar mi límite y a respetarlo, yo lo entendí como una imposición que me llevó a obligarme a mí misma a sentarme delante de mi libreta y escribir y borrar durante más de una hora, desesperada, obviamente, porque las ideas no terminaban de encajar. Cerré los ojos, respiré y me di cuenta de que había vuelto a convertir el INSPIRA, algo que solo funciona si sale del corazón, en una obligación.

Casi constantemente, y debido a mi tendencia a priorizar el deber frente a la necesidad, tengo que parar y revisar el lugar desde donde hago las cosas, y esa revisión no tiene solo que ver con la responsabilidad que he asumido de escribir todas las semanas, también tiene que ver con otros muchos aspectos de mi vida externa que me exigen una revisión del tipo de energía que los impulsa. Porque la motivación es importante. Porque el origen, el porqué y las razones que nos impulsan para hacer lo que hacemos son importantes. Son fundamentales. Porque escribir por obligación aunque no tenga nada que decir convierte lo que escribo en algo sin espíritu, insignificante y vacío. Porque hacer, hacer y producir sin que esa acción esté alineada conmigo no tiene ningún sentido. Porque "el deber ser" y "el tengo que" no pueden ir nunca por separado del "es". Porque uno es la consecuencia del otro. Porque si dentro no se mueve nada, si el corazón no habla, lo de fuera no tiene la base que necesita para funcionar.

Vivir sin pararnos a pensar desde dónde estamos viviendo, cuál es el motor que nos impulsa, qué nos motiva y nos lleva a accionar convierte nuestra experiencia en algo vacío de contenido, ausente de conexión y de corazón, porque lo que la da sentido es la autenticidad que surge de ser desde dentro.

Respetemos los momentos en los que no tenemos nada que decir, ningún consejo que dar, nada que hacer, respetemos que nuestras necesidad internas pueden no tener que ver con lo que hemos decidido esperar de nosotros o con lo que creemos que debemos ser y hacer. Respetemos lo que somos y lo que pasa en nuestro interior para que lo que decidamos hacer, materializar, o producir vaya de la mano de nuestro impulso interno. Que siempre pueda haber coherencia entre lo de dentro y lo de fuera.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Vincent Ledvina

UNA VIDA CON PROPÓSITO

¿Cuál es mi propósito de vida? Quizá, ésta sea la pregunta que más veces me han hecho y ante la que únicamente encuentro una respuesta: ninguno. Y con ninguno me refiero a ninguno de los propósitos que nuestro ego piensa. Nuestra mente nos engaña haciéndonos creer que el estado natural de nuestra vida es anodino y vacío de propósito. Nuestro ego nos dice que estamos aquí para llevar a cabo grandes misiones que ni siquiera nos sentimos capaces de definir y que le restan significado a nuestras experiencias cotidianas. Continuar creyendo que existe ese gran propósito de vida que se nos revelará más adelante cuando estemos preparados es un gran error.

En cada proceso y con cada experiencia tenemos la oportunidad de elegir, de escoger cómo queremos vivir, qué queremos pensar y de qué forma queremos responder, y ahí es donde, de verdad, se despliega nuestra misión que no es otra que la de ser capaces de vivir cada experiencia eligiendo amor en vez de miedo. Y claro, para nuestra mente, que tiene pánico de que nos liberemos y comencemos a ejercer nuestro poder, ese propósito es un gran enemigo al que tacha de insignificante, cuando en realidad no lo es. Claro que no lo es. Ser capaces de no reaccionar ante el miedo y de recordar que somos seres completos, que lo tenemos todo dentro y que nunca dejamos de pertenecer, no es una misión insignificante, es nuestro gran propósito de vida.

Necesitamos desprendernos de esa idea tan poco real que tenemos sobre el motivo de nuestra existencia para que podamos comenzar a vivir nuestra misión con cada experiencia. Necesitamos dejar de preguntarnos ya sobre nuestro propósito para poder vivir ahora y de forma completa.

Yo quiero descubrir el amor, el poder, la dicha y la paz que habitan en mí y quiero que experimentar cada una de esas energías se convierta en mi misión de vida.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Eberhard Grossgasteiger

Photo by Eberhard Grossgasteiger

ASOMBRARSE

La mente moderna ha perdido toda capacidad de asombrarse. Ha perdido toda capacidad de mirar en lo misterioso, en lo milagroso por el conocimiento, porque cree que sabe
— Osho

Ayer pasé un rato mirando al hijo de una amiga de cinco años que observaba fascinado como un grupo de hormigas iban y venían en fila intentando transportar un diminuto trozo de miga de pan.

Esa capacidad de reaccionar con sorpresa, de asombrarnos ante pequeñas cosas es una virtud que muchos, al hacernos adultos, hemos ido perdiendo, o bien porque nos hemos dejado arrastrar por la inercia, por las preocupaciones y el ruido de nuestra mente, o bien porque nos hemos creído que ya lo tenemos todo aprendido. Olvidar que dentro de nosotros seguimos siendo niños ha ido matando cualquier posibilidad de asombro y de sorpresa ante las pequeñas y grandes cosas de la vida.

Asombrarnos es hacernos conscientes de todo lo maravilloso, de todo lo grandioso y bonito que existe; implica no dar por supuesto nada y recuperar nuestra habilidad para reaccionar con sorpresa e ilusión, y para eso, debemos despertar la conexión con ese niño que habita en nuestro interior y que es capaz de maravillarse al escuchar una canción que pone en palabras todo lo que siente, que se queda embobado viendo un amanecer o un cuadro, o que se sigue asombrando por las reacciones de su cuerpo cuando besa.

Recuperemos nuestra capacidad para asombrarnos, hagámoslo poco a poco, recordando que cuando éramos pequeños todo, hasta observar una hormiga, nos provocaba sorpresa y asombro. Estoy segura de que hacerlo, nos devolverá felicidad, milagros y alegría.

¿Qué despierta tu asombro?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Artem Sapegin

Photo by Artem Sapegin

SABER QUE SOMOS CUIDADOS

Cuando nos asustamos, todos, en mayor o en menor medida, queremos volver a ese lugar en el que sabíamos que formábamos parte, en el que nos sentíamos a salvo. Ese lugar, al que nuestra memoria inconsciente acude cuando esta experiencia se pone difícil y nos muestra su cara más desafiante, es el útero. Todos y cada uno de nosotros buscamos y necesitamos sentirnos seguros, saber que nos podemos relajar porque somos sostenidos, cuidados, amados y apoyados. Todos y cada uno de nosotros necesitamos de ese cobijo e incondicionalidad que representa el útero y el arquetipo de la madre, para disponer de una estructura interna sólida que nos permita afrontar esta vida y nuestro proceso de individuación desde la confianza y la alegría.

Hace unos días, pregunté en mis redes por las sensaciones y sentimientos que despertaba en nosotros el saber que somos cuidados. La respuesta fue casi unánime: saber que somos cuidados nos da seguridad, paz y alivio.

Vuestras respuestas me llevaron a reflexionar sobre la importancia de despertar y de alimentar en nuestro interior la certeza de que somos sostenidos, de que podemos relajarnos y fluir porque existe una fuerza invisible capaz de cuidarnos si se lo permitimos. Recordé también un ejercicio de UCDM que nos invita a descansar en el Universo Dios y a entregarnos a su cuidado.

Todo está dentro de todo. Si conocimos esa sensación de seguridad cuando estábamos en el vientre de nuestra madre, estoy segura de que somos capaces de soltar la mente y, poco a poco, recordar y sentir de nuevo que podemos descansar porque en todo momento somos abrazados y atendidos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Angela Duxbury

Photo by Angela Duxbury

OPORTUNIDAD Y REGALO

Con demasiada facilidad, me olvido de la oportunidad y del regalo que la vida representa. Esta semana, regresé al mar y generalmente, cuando estoy un tiempo en contacto con la naturaleza, mi mente se relaja, parece como si mis pensamientos se derritieran y eso, además de paz, me proporciona mucha claridad.

Uno de estos días, paseando por la playa, esa claridad me llevó a darme cuenta de que si había conseguido sobrevivir a la enfermedad, o si todavía continuaba estando por aquí, no era por mis logros, ni por mis esfuerzos, ni por mis intentos. Era, solo y exclusivamente, porque mi Alma lo permite. Al recordar eso, me di cuenta también de que ese regalo tan inmenso conlleva la responsabilidad de cambiar mi forma de vivir para hacerla cada vez más consciente y más próxima y alineada con la naturaleza de mi Esencia, que no es otra que la del amor y la compasión.

Es como si mi Alma me susurrara: “Seguimos aquí, pero no malgastes la oportunidad que te estoy dando de ser feliz, de disfrutar con toda la intensidad de la que seas capaz, de vivir desde el corazón, de soltar, de ser libre en tu mente, de desprenderte, de entregarme el control y también la carga, de dejar de creer en el miedo y comenzar, de verdad a creer en Mí”.

Muchas veces, cuando tenemos claridad y se despierta esa sensación tan poderosa de certeza interna, suelen ocurrir pequeños grandes milagros, que se nos muestran como un guiño del Universo para darnos confirmación.

Ese mismo día, hablando con una persona que vive en la zona donde me he alojado esta semana, me dijo: "Aquí lo tenemos claro, no tenemos grandes cosas, no ahorramos y sabemos que muchos piensan que somos irresponsables y locos, pero aquí vivimos sabiendo que a lo mejor mañana no estamos, y por eso, nuestra prioridad es vivir al máximo y hacerlo hoy. No esperar a mañana".

Vivamos entregados y con la consciencia de que la vida es una constante oportunidad y un infinito regalo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Genevieve Dallaire

Photo by Genevieve Dallaire

PREPARARSE

Hace unos días, una persona me preguntó cómo debía prepararse para determinado evento astrológico que sucederá dentro de unos meses. Mi respuesta fue que sería mejor, en vez de prepararse, estar disponible y abierta a la experiencia.

Esta pregunta, me hizo reflexionar mucho sobre el tipo de relación que mantenemos con la vida y con sus propuestas. Cuando no confiamos en ella, cuando no nos sentimos sus hijos, vamos a tener la necesidad de defendernos, de estar alerta, de sobreesforzarnos o de prepararnos para lo que pueda venir. Esa forma de vivir nos mata por dentro, porque, además de ser agotadora y miedosa, nos va a impedir experimentar la plenitud, el sosiego y la felicidad que surgen en nuestro interior cuando elegimos confiar, cuando cultivamos la certeza de que, aunque nuestro ojos no puedan ver, todo tiene un propósito mayor, conectado al amor.

Construir un vínculo sólido con la vida, basado en la inocencia, la confianza y la entrega es lo que nos va a permitir relajarnos y fluir y eso, a su vez, impulsará un cambio de inmenso valor en nuestro interior. Habremos abierto el camino para que nuestras experiencias comiencen a cambiar, para respirar milagros y para que le podamos dar un sentido elevado a nuestro paseo por aquí.

No es lo mismo vivir creyendo que existe un Universo, Dios o como lo queramos llamar fuera de nosotros, que vivir sabiendo que nosotros participamos de esa energía y somos ese Universo. La creencia de separación nos lleva al miedo y al desasosiego. La creencia de Unidad nos otorga el poder de crear.

Revisa la forma que tienes de relacionarte con la vida y las creencias que sostienen tu vínculo con ella. Observa si te defiendes o si, por el contrario, caminas relajado, despreocupado, abierto y disponible.

"…Ese espíritu despreocupado es un rasgo fundamental en las tibetanas; una aceptación que no implica fatalismo sino una profunda confianza en la vida". - Las Montañas de Buda.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Vincent Ledvina

Photo by Vincent Ledvina

UN MOMENTO ÚNICO

No ha sido nada fácil. En mi mente, el verano siempre ha significado alegría, placer, diversión, descanso, disfrute, mar, mucho mar, reconexión y también, una oportunidad para darle claridad a mi mente y sosiego a mi Alma. Sin embargo, este verano no ha tenido casi nada de eso. En lo externo sí, en el color de la piel también, pero en lo interno ha sido invierno. Sé que no he sido la única, he hablado con muchas personas que se están sintiendo tristes, frustradas, angustiadas, abrumadas y con una ansiedad difícil de manejar, y aunque no hay fórmulas mágicas, el saber que todos, en mayor o menor medida, estamos transitando por un proceso intenso de purificación y de transformación interna, puede ayudarnos a vivir esta etapa con esperanza y optimismo.

Este proceso, al que podemos no encontrarle ningún sentido, que desde luego es desafiante y que nos exige mucha fe y mucho autocuidado, contiene un enorme regalo si no nos dejamos arrastrar por lo que nos dice nuestra mente y si gestionamos nuestras emociones desde la responsabilidad.

En esos momentos en los que únicamente percibes oscuridad y tu mente solo escupe miedo, yo me he sujetado en la certeza interna de que, aunque no lo pudiera ver, esa oscuridad y mi mente son solo una ilusión, porque detrás de todo ese caos, siempre se esconde luz, la luz de nuestro corazón, de nuestra Alma. Bien agarrada a esa certeza, he buscado entregarme por completo a todas las sensaciones y sentimientos que han ido brotando. Entregarme, sentir y dejar ir, poco apoco, con paciencia, y con cariño.

Es como si "Papá Universo", como si nuestra Luz interna nos estuviera permitiendo ver lo apegados que estamos a nuestra mente ego, la importancia y valor que le damos al miedo, la tendencia a someternos y a no creer en nosotros, en nuestro poder y en nuestra luz. Parece como si "Papá Universo" nos animara a desprendernos de una vez por todas de las ataduras y prisiones internas en las que vivimos. Buscamos despertar a nuestra Mente Divina, a nuestra mente acuariana, buscamos sentirnos libres, reconociendo nuestra verdadera naturaleza y dándole un nuevo sentido a nuestra vida, y para eso, estamos teniendo que ver todo lo que nos separa de lo que somos. Estamos en un momento único, aprovechémoslo.

No te olvides de que tu luz permanece intacta, de que siempre puedes acudir a ella con tu mente y con tu intención. No te olvides de que todo pasa, tu malestar también, y de que todo lo que estás viviendo solo busca ayudarte a desprenderte de tu ego para que puedas sentirte feliz y pleno. No te olvides de que todos estamos conectados y si nos pensamos con compasión, nos sentiremos más fuertes y mejor. No te olvides de que tú no eres lo que te dice tu mente. No te olvides de que fuera no está la respuesta, porque allí solo hay caos y desinformación. No te olvides de que es dentro de ti, en tu corazón donde encontrarás guía, certeza, sentido y dirección.

- Sr. Miyagui, me preocupa eso de la sombra. ¿Es también necesaria como nuestra luz o hay que trascenderla?

- Todo cuerpo bajo el sol proyecta sombra. El problema no es la sombra sino creer que solo somos un cuerpo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Kyle Cottrell

Photo by Kyle Cottrell