Recibir

VASIJA

Nos hemos acostumbrado a vivir únicamente desde nuestra energía masculina. Hemos aprendido que lo que de verdad importa es hacer, producir, trabajar, accionar, luchar por mejorar, por cambiar, por aprender, por ser mejores personas. Nos han enseñado que si no hacemos, no tenemos derecho a obtener. Tenemos que hacer logros para merecer. Vivimos en la supremacía de la mente y de la energía Yang. Nos hemos creído que el merecimiento está condicionado a lo que hacemos. Nos hemos creído que somos insuficientes y que estamos separados.

El Universo del que formamos parte es energía dadora, es energía Yang, y esa energía masculina necesita de una vasija receptora que reciba, permita, acepte, integre y después, expanda. Si yo solo hago, si llevo mi energía siempre hacia fuera, si siempre me enfoco en lograr, en conseguir, en trabajar, no tengo espacio real para conectar con mi energía femenina, y ser vasija.

Para que el amor entre, para que la vida haga, para que haya armonía, para percibir milagros, para poder entender de verdad lo que significa ser inocente, necesitamos responsabilizarnos de esa otra parte de nosotros que tanto ninguneamos y a la que constantemente quitamos valor, nuestra energía femenina.

Ser vasija es dejar a un lado el hacer y entrar en el ser. Es sentir, es no oponer resistencia, no intentar entender ni controlar nada. Es aceptar, es observar, es descansar, es fluir, es dejar que las cosas sean como son, es confiar en que hay algo mucho más grande que nosotros mismos que sabe perfectamente lo que hace. Es abrir los brazos y el corazón para dejar que la vida se cumpla a través de nosotros. Es tener espacio en nuestro interior.

Si no soy capaz de recibir, nunca podré dar. Si no sé lo que tengo, no sé la cantidad ilimitada de amor que puedo compartir.

Honra tu energía femenina, te la dieron para algo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Farsai Chaikulngamdee

NO TENGAS MIEDO

No tengas miedo. Que no te asuste sentir y hacerlo con toda la intensidad y ganas que necesites. Si te regalé sentimientos fue para que los abrazaras y los permitieras ser. Si te di capacidad para sentir fue porque esa es la vía para encontrar paz, amor y plenitud. Cuando sientes, yo estoy ahí.

No tengas miedo. Confía en mí. Estoy sosteniéndote, nunca dejé de hacerlo. Dame eso a lo que te estás aferrando, a lo que te estás apegando. Entrégamelo, si me dejas, yo me encargo. No te asustes, soltar el control en realidad solo es dármelo. Solo es confiar en que yo me puedo ocupar de ti. No puedo fallarte porque te amo, porque tú formas parte de mí. Suelta, abandona la carga. Mi espalda es fuerte y mis recursos ilimitados.

No tengas miedo. Me gustaría ver que has dejado de juzgarte. Yo no lo hago. No puedo y cuando te veo enredado en tu mente, criticándote, solo quiero que vuelvas a ser un niño y que te trates como yo te trato, que te ames como yo te amo.

No tengas miedo. Te di libre albedrío para que puedas elegir tus pensamientos. No sigas pensando miedo, esa elección tiene consecuencias que no son buenas para ti. Honra tu poder, no lo malgastes. Eres tú quien crea la realidad. Yo hice mi parte creándote.

No tengas miedo. Puedes relajarte, descansar. Puede ser imperfecto. Puedes porque yo te quiero. Porque nunca te podré abandonar, porque hacerlo sería como desprenderme de una parte de mí y yo soy completo. Porque lo que tú llamas imperfección solo guarda mi reflejo.

No tengas miedo. Abre tus brazos. Permítete recibir. Yo sé que lo mereces todo. Nunca hubo ni habrá otra opción. Tú formas parte de mí. Yo doy incesante y constantemente para que tú puedas recibir. Para que después, cuando recuerdes que lo tienes todo dentro, puedas dar, crecer y compartir.

No tengas miedo. ¿Por qué te asusta brillar? Tienes dones y talentos. Eres luz aunque tú a veces creas que en ti solo hay oscuridad. Yo quiero verte disfrutar, quiero que exprimas todo ese potencial. Que creas en ti con la misma fe con la que yo lo hago. Quiero verte brillar porque así tu vida cobrará sentido y porque así yo podré seguir creciendo gracias a ti. Ya sabes, ese flujo constante de dar y recibir.

No te puedo obligar a que confíes en mí ni a que me dejes a cargo de tu cuidado, pero yo siempre estaré aquí, a tu lado, esperando el día en que te permitas coger mi mano.

De “Papá Universo” para ti. ©

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Liane Metzler

PREPARADO PARA RECIBIR

Estás preparado para recibir cuando has dejado de juzgarte y de querer ser alguien diferente de quien en realidad eres. Cuando no cuestionas tu inocencia y no dudas de que mereces. Cuando estás conectado, seas hombre o mujer, a tu energía femenina. Cuando incorporas a tu vida el placer, el juego, el disfrute y la entrega y sacas de ella el sufrimiento, el sacrificio, el sobreesfuerzo y la lucha. Cuando habitas en el presente y no te preocupas por el futuro.

Estás preparado para recibir cuando has encontrado “hogar” dentro de ti. Cuando hay paz y sosiego en tu casa interna, cuando te has liberado del ruido y del murmullo mental. Cuando has dejado de tenerle miedo a tu miedo. Cuando ya no necesitas controlar. Cuando has sido capaz de dirigir tu mirada dentro y de ocuparte de ti. Cuando eres humilde y aceptas ayuda. Cuando has hecho las paces con tu energía masculina, con tu padre, con el biológico y con el divino. Cuando entiendes que si no eres valiente y te atreves a abrirle los brazos a la vida y permitir que te dé lo que te pertenece, no tendrás nada para compartir.

Estás preparado para recibir cuando aceptas que eres hijo de algo más grande. Cuando sientes pertenencia. Cuando no te genera incomodidad que te den las gracias, que te valoren, que te regalen o que te reconozcan. Cuando practicas el autocuidado. Cuando no dudas de que lo tienes todo dentro. Cuando lo aceptas con alegría. Cuando das por hecho que tus deseos son órdenes para el Universo. Cuando has eliminado de tu mente la idea de que si recibes, estarás en deuda.

Saber recibir es el único medio para que podamos dar. Es la forma que tenemos de honrar a nuestra divinidad. Permitirnos ser niños, inocentes, merecedores y dignos, con los brazos abiertos para recibir es lo que nos permitirá cumplir con nuestro propósito de vida. Es lo que nos permitirá entregarnos y dar sin ninguna condición.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jared Erondu

SABER QUE SOMOS CUIDADOS

Cuando nos asustamos, todos, en mayor o en menor medida, queremos volver a ese lugar en el que sabíamos que formábamos parte, en el que nos sentíamos a salvo. Ese lugar, al que nuestra memoria inconsciente acude cuando esta experiencia se pone difícil y nos muestra su cara más desafiante, es el útero. Todos y cada uno de nosotros buscamos y necesitamos sentirnos seguros, saber que nos podemos relajar porque somos sostenidos, cuidados, amados y apoyados. Todos y cada uno de nosotros necesitamos de ese cobijo e incondicionalidad que representa el útero y el arquetipo de la madre, para disponer de una estructura interna sólida que nos permita afrontar esta vida y nuestro proceso de individuación desde la confianza y la alegría.

Hace unos días, pregunté en mis redes por las sensaciones y sentimientos que despertaba en nosotros el saber que somos cuidados. La respuesta fue casi unánime: saber que somos cuidados nos da seguridad, paz y alivio.

Vuestras respuestas me llevaron a reflexionar sobre la importancia de despertar y de alimentar en nuestro interior la certeza de que somos sostenidos, de que podemos relajarnos y fluir porque existe una fuerza invisible capaz de cuidarnos si se lo permitimos. Recordé también un ejercicio de UCDM que nos invita a descansar en el Universo Dios y a entregarnos a su cuidado.

Todo está dentro de todo. Si conocimos esa sensación de seguridad cuando estábamos en el vientre de nuestra madre, estoy segura de que somos capaces de soltar la mente y, poco a poco, recordar y sentir de nuevo que podemos descansar porque en todo momento somos abrazados y atendidos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Angela Duxbury

Photo by Angela Duxbury