Consciencia y espiritualidad

NO TENGAS MIEDO

No tengas miedo. Que no te asuste sentir y hacerlo con toda la intensidad y ganas que necesites. Si te regalé sentimientos fue para que los abrazaras y los permitieras ser. Si te di capacidad para sentir fue porque esa es la vía para encontrar paz, amor y plenitud. Cuando sientes, yo estoy ahí.

No tengas miedo. Confía en mí. Estoy sosteniéndote, nunca dejé de hacerlo. Dame eso a lo que te estás aferrando, a lo que te estás apegando. Entrégamelo, si me dejas, yo me encargo. No te asustes, soltar el control en realidad solo es dármelo. Solo es confiar en que yo me puedo ocupar de ti. No puedo fallarte porque te amo, porque tú formas parte de mí. Suelta, abandona la carga. Mi espalda es fuerte y mis recursos ilimitados.

No tengas miedo. Me gustaría ver que has dejado de juzgarte. Yo no lo hago. No puedo y cuando te veo enredado en tu mente, criticándote, solo quiero que vuelvas a ser un niño y que te trates como yo te trato, que te ames como yo te amo.

No tengas miedo. Te di libre albedrío para que puedas elegir tus pensamientos. No sigas pensando miedo, esa elección tiene consecuencias que no son buenas para ti. Honra tu poder, no lo malgastes. Eres tú quien crea la realidad. Yo hice mi parte creándote.

No tengas miedo. Puedes relajarte, descansar. Puede ser imperfecto. Puedes porque yo te quiero. Porque nunca te podré abandonar, porque hacerlo sería como desprenderme de una parte de mí y yo soy completo. Porque lo que tú llamas imperfección solo guarda mi reflejo.

No tengas miedo. Abre tus brazos. Permítete recibir. Yo sé que lo mereces todo. Nunca hubo ni habrá otra opción. Tú formas parte de mí. Yo doy incesante y constantemente para que tú puedas recibir. Para que después, cuando recuerdes que lo tienes todo dentro, puedas dar, crecer y compartir.

No tengas miedo. ¿Por qué te asusta brillar? Tienes dones y talentos. Eres luz aunque tú a veces creas que en ti solo hay oscuridad. Yo quiero verte disfrutar, quiero que exprimas todo ese potencial. Que creas en ti con la misma fe con la que yo lo hago. Quiero verte brillar porque así tu vida cobrará sentido y porque así yo podré seguir creciendo gracias a ti. Ya sabes, ese flujo constante de dar y recibir.

No te puedo obligar a que confíes en mí ni a que me dejes a cargo de tu cuidado, pero yo siempre estaré aquí, a tu lado, esperando el día en que te permitas coger mi mano.

De “Papá Universo” para ti. ©

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Liane Metzler

COHERENCIA

Estos días, andaba agobiada pensando que se acercaba el domingo y no tenía suficiente claridad como para escribir. Sentía que no tenía nada que decir, pero ese agobio, en vez de interpretarlo como una invitación a aceptar mi límite y a respetarlo, yo lo entendí como una imposición que me llevó a obligarme a mí misma a sentarme delante de mi libreta y escribir y borrar durante más de una hora, desesperada, obviamente, porque las ideas no terminaban de encajar. Cerré los ojos, respiré y me di cuenta de que había vuelto a convertir el INSPIRA, algo que solo funciona si sale del corazón, en una obligación.

Casi constantemente, y debido a mi tendencia a priorizar el deber frente a la necesidad, tengo que parar y revisar el lugar desde donde hago las cosas, y esa revisión no tiene solo que ver con la responsabilidad que he asumido de escribir todas las semanas, también tiene que ver con otros muchos aspectos de mi vida externa que me exigen una revisión del tipo de energía que los impulsa. Porque la motivación es importante. Porque el origen, el porqué y las razones que nos impulsan para hacer lo que hacemos son importantes. Son fundamentales. Porque escribir por obligación aunque no tenga nada que decir convierte lo que escribo en algo sin espíritu, insignificante y vacío. Porque hacer, hacer y producir sin que esa acción esté alineada conmigo no tiene ningún sentido. Porque "el deber ser" y "el tengo que" no pueden ir nunca por separado del "es". Porque uno es la consecuencia del otro. Porque si dentro no se mueve nada, si el corazón no habla, lo de fuera no tiene la base que necesita para funcionar.

Vivir sin pararnos a pensar desde dónde estamos viviendo, cuál es el motor que nos impulsa, qué nos motiva y nos lleva a accionar convierte nuestra experiencia en algo vacío de contenido, ausente de conexión y de corazón, porque lo que la da sentido es la autenticidad que surge de ser desde dentro.

Respetemos los momentos en los que no tenemos nada que decir, ningún consejo que dar, nada que hacer, respetemos que nuestras necesidad internas pueden no tener que ver con lo que hemos decidido esperar de nosotros o con lo que creemos que debemos ser y hacer. Respetemos lo que somos y lo que pasa en nuestro interior para que lo que decidamos hacer, materializar, o producir vaya de la mano de nuestro impulso interno. Que siempre pueda haber coherencia entre lo de dentro y lo de fuera.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Vincent Ledvina

ACEPTA TU LUZ

Hoy escribí a un amigo para felicitarle la Pascua de Resurrección. Me respondió sorprendido que "no sabía que yo fuese creyente”. Su respuesta me hizo pensar sobre lo apegados que muchas veces estamos a nuestras creencias y cuánto nos identificamos con los juicios de nuestra mente. Yo creo en todo aquello que me da la oportunidad de reencontrarme conmigo misma y con la luz que habita en mi interior. Creo en cualquier herramienta que la Vida pone a mi disposición para empoderarme y ser capaz de desprenderme del miedo. Creo en todo lo que despierta un sentimiento elevado dentro de mi corazón.

Me fascina el lenguaje simbólico de la Astrología, la energía disponible que tenemos con cada Solsticio y Equinoccio y el mensaje de Un Curso de Milagros o de la Kabbalah. La invitación del Budismo a practicar la compasión me ha ayudado a descubrir que soy capaz de sentir amor por personas que con mi ego siempre he juzgado. Las celebraciones como la Navidad, el Día de Muertos, la Luna Wesak o la Semana Santa las veo y me gusta vivirlas como portales que tengo a mi disposición para, más allá de mis creencias, adentrarme en el mundo de lo espiritual, que no es otro que el de la conexión con mi Luz interna.

Para mí, la Semana Santa siempre ha sido una oportunidad para la introspección, el silencio y la revisión. Y estos días, en los que he estado muy desconectada de lo de fuera, me he dado cuenta de muchas cosas, pero hay una, para mí muy importante, que me gustaría compartir contigo:

Siempre que tengo oportunidad y a cualquiera que me quiera escuchar le digo, con independencia del proceso en el que se encuentre, que la aceptación es el punto de partida para cualquier cosa. Repito y repito que solo aceptando todo lo que nos ocurre, nuestras emociones, nuestros miedos, nuestras heridas, solo aceptándolo todo, podremos transformarnos. Y estos días, concretamente ayer, después de un tiempo de meditación y de oración, me di cuenta de que tengo una gran capacidad para aceptar mi miedo, mi sufrimiento, mi dolor y mi oscuridad, pero que nunca me he atrevido a aceptar mi luz, a reconocer con humildad que soy Amor. Nunca, hasta ayer, me había parado a pensar en la importancia de aceptar y de darle permiso a nuestra Luz para que nos guíe y gobierne nuestra vida.

Si solo acepto mi oscuridad, únicamente estoy reconociendo una parte de mí. Si aprendo a aceptar que soy Amor, podré permitirlo y dejar espacio para que transforme mi vida. Y para mí ese es el mensaje de esta Semana Santa: aceptar la Luz que habita en mi interior, y la capacidad que tengo para amar, para ser compasiva, para no juzgar, para cumplirme y para vivir una vida plena.

Aceptar que soy Luz me permite elegirla y así renacer a ella.

¿Aceptas que eres Amor?

Feliz presente y feliz Pascua.

Almudena Migueláñez.

Photo by Zachary Young

Photo by Zachary Young