Inspira

MIEDO

Quieres colarte en mis sueños, quieres que tenga más fe en ti que en ellos. Intentas mantenerme alerta, te alimentas del pasado y siempre andas preocupado por un futuro que no lo puedes tocar porque todavía no ha llegado. Parece como si me odiaras, me atormentas con dudas y preocupaciones. Me juzgas y me castigas. Me haces sentir pequeña, indefensa y muy, muy insegura. Crees en la soledad, en la muerte, en la escasez y en el abandono. En la separación y en la injusticia. Crees que los recursos son limitados, crees que no hay para todos.

Cuando me susurras al oido, no sé si me odias o si me estás pidiendo ayuda, por eso, necesito que hablemos, que me cuentes qué te ocurre. Creo que ha llegado el momento de que tú y yo solucionemos nuestras diferencias y podamos comenzar a relacionarnos en armonía. Necesito dejar de tenerte miedo y siento que ahí es donde se encuentra el problema verdadero.

Si a ti, miedo, te creo y me asustas, no te queda más remedio que crecer y convertirte en resistencia. Empiezo a entender que tan solo estás reclamando mi atención, que a tu manera, me estás pidiendo ayuda. Qué tonta he sido al creer que me odias. Tú eres una parte de mí llena de carencias, eres el resultado de una falta profunda de amor, y por tanto, es amor todo lo que buscas.

Quieres curarte pero tú solo no sabes cómo hacerlo. Es normal, eres miedo. Me necesitas a mí para que te rescate. Ahora lo comprendo, cuando te provoca ansiedad el futuro, me estás pidiendo que aprenda a vivir en el presente, cuando me dices que le tienes miedo a la muerte, necesitas que recuerde que nada muere. Creerte nos perjudica, a ti porque te hace más grande y a mí porque me hace insignificante. Reconocerte, abrazarte e integrarte, a ti te cura y a mí, me salva la vida.

Gracias miedo, por ser el mejor medio para recordar que soy Amor, y que lo tengo todo dentro.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Nathan Bingle

Photo by Nathan Bingle



DELANTE DEL ESPEJO

Casi toda mi vida sin prestarte atención, sin ni tan siquiera ser consciente de tu existencia. Casi toda mi vida fijándome en lo de ahí fuera, queriendo querer a los otros y anhelando que me quieran. Intentando lograr sueños y alcanzar metas, sin escuchar tus sentimientos y sin preguntarte por lo que, de verdad, necesitas. Casi toda mi vida sin saber nada de la mujer que, cada mañana, delante del espejo, me mira.

Después de años evitándote, teniéndote miedo, juzgándote y queriendo que fueras distinta, hoy, pese a que todavía tengo resistencias, empiezo a sentir que eres mi mejor amiga. Me enseñaron lo importante que era querer al otro, nunca me dijeron que amarme a mí misma era condición necesaria para poder amar al resto. Y amarte no me resulta fácil porque implica no querer cambiarte, aceptarte tal y como eres y reconocer tu luz solo en la medida en la que soy capaz de abrazar tu sombra. Me acostumbré a criticarte y a prestar atención a tus defectos mucho más que a tus virtudes y fortalezas. Crecí creyendo que lo importante era cambiarte para convertirte en alguien más aceptable para los otros. Lo siento, no me di cuenta de que nunca deberías de ser alguien diferente de quien, en realidad, eres.

Ahora soy capaz de darme cuenta del daño que te hice al no reconocer que eres importante y perfecta con todos tus defectos y con tus imperfecciones. Es verdad que todavía hoy me cuesta trabajo responsabilizarme de tus necesidades y de todo lo que sientes. Estoy aprendiendo a pedirte perdón cuando me pongo exigente contigo, cuando desconfío o cuando te cargo con mochilas y responsabilidades que no son tuyas y que nunca lo han sido. Por favor, no quiero que olvides que siempre te tengo presente y que cuando, delante del espejo, tus ojos que son los míos se cruzan, siento paz y cada día que pasa más alegría.

Creo que, quizá, lo más importante que hasta ahora he aprendido es que soy capaz de quererte en los momentos en los que creo que no te quiero. Te doy las gracias por ser como eres, por tu vitalidad y por tu optimismo. También por tu rabia, tu rigidez y por tu "mala leche”. Te doy las gracias por esa fuerza de voluntad que tienes y por lo vulnerable y libre que eres, por tu capacidad para transformar obstáculos en oportunidades, por tus dificultades para recibir, por tus miedos y por tus ansiedades.

Te quiero por ser no quien yo quería que fueses, sino por ser la persona que eres.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Cristina Gottardi

Photo by Cristina Gottardi



CUANDO TODO VA BIEN

Esta mañana dejé caer una lagrimita. Y no era de tristeza no, era de alegría. Esta mañana, tuve una profunda sensación de plenitud interna, de sentido, de anclaje y de consciencia. Mi mente solo necesitó el tiempo que tardó en secarse esa lágrima, para decirme con fuerza y descaro: no te confíes, a ver cuánto tiempo crees que va a durar ese estado…

Así es. La amenaza de que algo malo está por llegar, de que no se puede tener todo en la vida, de que es imposible que siempre vaya todo bien, nos impide relajarnos, y de verdad, construir una experiencia libre de miedo y de angustia. Estamos alerta. Una parte de nosotros cree que, de forma inesperada y aleatoria, las cosas pueden cambiar y volverse en nuestra contra. Como si desde arriba nos estuvieran mirando y diciendo: ahora que todo va bien, habrá que enviar algún que otro problema para equilibrar. Pero la Fuente no da ni quita, solo nos devuelve lo que, con amor o miedo, le pedimos. Y en el fondo, lo que ocurre es que cuando yo me siento plena, tengo miedo de que esa sensación no dure, tengo miedo de que si las cosas van tan bien ahora, en algún momento, habrá que compensar tanta plenitud con otro tanto de abatimiento y vacío.

En el fondo, nos da miedo el bienestar y cuando todo va bien, nos asusta que todo comience a ir muy mal. Nos auto boicoteamos. Sin querer, nosotros mismos nos negamos la posibilidad de una vida plena. ¿Y qué podemos hacer? Podemos dejar de escuchar el ruido y el “ ¿y si?” de nuestra mente y crear una nueva relación con nosotros mismos. Podemos perdonarnos por nuestras creencias limitantes y podemos declararnos inocentes y merecedores del bienestar y de la abundancia. Podemos aceptar que somos algo mucho más grande que el miedo y que es nuestro derecho disfrutar la plenitud en esta experiencia. Podemos darnos la posibilidad de creer que el Universo siempre conspira a nuestro favor en vez de hacerlo en nuestra contra. Podemos aceptar que no existe lo bueno y lo malo, que todo contiene luz, y podemos aprender a ver las situaciones de fuera como lo que son: experiencias, en vez de utilizarlas como baremo para determinar nuestros estados internos.

Hoy me he dado cuenta de que esa sensación de plenitud y de consciencia que me ha hecho llorar, me pertenece y no porque las cosas en mi vida estén yendo bien, sino al revés. Hacer crecer ese sentimiento dentro de mí, nutrirlo y cultivarlo es lo que está provocando que todo vaya bien.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Sippakorn Yamkasikorn

Photo by Sippakorn Yamkasikorn





INCERTIDUMBRE

Si existe una palabra capaz de definir el momento actual esa es incertidumbre. La sensación de no saber, de no tener control, de no pisar suelo firme, la constante inestabilidad, la preocupación colectiva y el desconcierto externos, hacen necesario un cambio radical en nuestra manera de vivir. El ego reacciona asustado cuando ahí fuera no encuentra ninguna certeza. En algunas ocasiones, el miedo le conduce a la ira o a la frustración, en otras, a replegarse atemorizado como si de un cangrejo se tratase. La incertidumbre hace que nos sintamos asustados, inseguros, indefensos y frustrados. De lo que necesitamos darnos cuenta es de que el hecho de que palpemos la incertidumbre con las manos no significa que no podamos encontrar certezas. Simplemente es que las estamos buscando en el lugar equivocado.

Margaret Drabble decía que cuando nada es seguro, todo es posible. Si lo de fuera no sirve, si no está siendo capaz de proporcionarnos la seguridad y certezas que necesitamos para vivir esta experiencia, a lo mejor, ha llegado el momento de dirigir nuestra atención a otro lugar, a otra parte de nuestro ser, capaz de transformar incertidumbre en seguridad, y miedo en amor y plenitud.

El suelo firme existe, claro que existe. La certeza también. Ambos están en nuestro interior y crecen cuando invertimos la atención y comenzamos a dirigirla hacia dentro. Cuando aprendemos a habitarnos y a reconocer que todos los recursos y potencialidades están y siempre han estado en nosotros. Cuando cultivamos la fe en quienes somos y en nuestro poder para crear, cuando reconocemos nuestra Divinidad y comenzamos a ver lo de fuera, solo y únicamente, como un espejo que nos muestra lo que necesitamos cambiar.

Estamos cansados, yo diría que exhaustos, es normal. El desafío y la limitación es casi constante, pero tengo la certeza de que somos capaces de ver luz entre tanta oscuridad. 2020 representa el derrumbamiento de un sistema obsoleto y caduco, la caída de estructuras y patrones internos que ya no podemos sostener por más tiempo. 2020 nos está obligando a cambiar, a encontrar seguridad en lo desconocido, a otorgarle valor a lo que hasta ahora dábamos por hecho, a reinventarnos y a aprender a habitarnos. 2020 nos está diciendo que, pese a la incertidumbre externa, podemos sentir seguridad y certeza. 2020 está siendo un maestro exigente que quiere que hagamos nuestros deberes. Es un maestro que, aunque ahora no podamos verlo, nos quiere. 2020 está removiendo la Tierra, estableciendo nuevos pilares y construyendo nuevas bases para el comienzo de una Nueva Era.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Aziz Acharki

Photo by Aziz Acharki



EL CAMINO DEL ESPÍRITU

Estamos en búsqueda. Todos, en mayor o en menor medida, deseamos rescatar esa memoria de paz, plenitud y armonía que sabemos escondida en alguna parte de nuestro ser. Queremos recuperar nuestra Esencia. Hemos llegado a esta experiencia siendo seres completos que, con el paso de los años y con las constantes injerencias del miedo, dejamos de creer en nosotros y en nuestra verdadera naturaleza. Hemos perdido consciencia y nos hemos alejado de nuestro Espíritu, de lo que realmente somos.

El problema está en la manera en la que intentamos rescatarnos. Mi propósito de vida, como el de todos los seres humanos, es el de regresar al amor, es el de volver a ser lo que siempre fui, pero para lograrlo, no puedo centrarme en intentar cambiarme, en querer que mis defectos desaparezcan o en modificar todo aquello que considero un error en mí. No. Ni en ti ni en mí hay error.

En ese deseo de recuperar la plenitud y de poder vivir esta experiencia en toda su expresión y potencialidad, no podemos olvidar que regresar al amor solo puede hacerse a través del amor. Volver al Yo Soy y a la consciencia plena de que somos Espíritu, no se logra creyendo que somos defectuosos o que nos faltan partes. No se consigue huyendo de nuestra sombra o rechazando lo que sentimos. No se alcanza cuando creemos en la culpa, en el ego, y en el miedo.

El camino del Espíritu es el camino del amor y de la aceptación hacia nosotros mismos. Para regresar a casa, no tenemos que cambiar lo que somos, tenemos que abrazar, cuidar y amar todo lo que somos. Para recuperar la plenitud, necesitamos sentirnos inocentes, merecedores y dignos. Recordamos que somos Amor, y por tanto Espíritu, cuando vivimos desde la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás, cuando podemos ver luz en la oscuridad, cuando el agradecimiento aniquila la queja, cuando la fe y la confianza nos gobiernan, cuando dejamos de tenerle miedo al miedo, cuando vemos el regalo que supone estar aquí, en esta experiencia.

El camino del Espíritu no puede andarse cuando pretendemos cambiarnos, cuando nos tenemos miedo o cuando trabajamos sin cesar por modificarnos. Vivir siendo Espíritu es vivir siendo Amor, y el Amor no excluye ni separa, no quiere que cambies nada, tan solo quiere que te permitas ser todo lo que eres. El camino del Espíritu es el camino de la confianza sencilla y plena en lo Divino.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Nick Dunlap

Photo by Nick Dunlap

TE QUIERO

Nos cuesta la vulnerabilidad.

Abrir nuestro corazón y permitirnos ser y vivir desde ahí es un riesgo que no queremos correr. Nos resulta difícil mostrar quiénes somos desde lo que sentimos. Exponernos da miedo porque nos aleja del control. Decir te quiero asusta, a veces incluso avergüenza, porque nos coloca sin defensas ante la vida y ante los otros. Nos hemos acostumbrado a dar prioridad a lo que pensamos. La mente, aunque nos haga sufrir, es nuestra zona de confort. Hemos dejado el corazón para otro momento. Esperamos a que sean los demás los que nos muestren sus sentimientos, y mientras, nos mantenemos protegidos en nuestra burbuja de invulnerabilidad.

Sin darnos cuenta, nos hemos ido acostumbrando a los “te quiero precipitados”. A esos que solo existen cuando hay despedidas, ausencias o muertes. Nos hemos alejado de nuestro niño interno y no deberíamos dejar que eso ocurriera. No podemos esperar al momento en que ya sea demasiado tarde. Vivir desde el corazón es urgente y necesario. Y lo es porque ese es el lugar en el que habita el Alma y al abrirnos al sentir, estamos dando la bienvenida a una nueva forma de vida. Mucha más plena, fluida, y consciente. Mucho más real y con mucho más sentido.

Necesitamos más abrazos de los que nos damos, más te quieros y más besos. Necesitamos más vulnerabilidad, más vínculo, más contacto, más apertura de corazón. Necesitamos permitirnos sentir lo que sentimos, sin resistencias y sin trampas. Necesitamos descubrir el poder infinito que se esconde detrás de una vida vivida de todo corazón, y para eso, debemos evaluar y sanar nuestros miedos, todas las resistencias y corazas que nos defienden del camino del Alma.

Estamos en esta experiencia para reencontrarnos con nuestra verdadera naturaleza. Y la única forma de recordar que somos una expresión del Amor Universal es convirtiéndonos en ese Amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Juan Pablo Rodríguez

Photo by Juan Pablo Rodríguez

MORIR

Aprender a vivir aceptando que hoy podemos morir es el mayor de los desafíos y la mejor recompensa. Aceptar la muerte, me da como regalo poder disfrutar plenamente la vida.
— Es lo que Tú quieras y me encanta. Editorial Incipit

Nuestro ego le tiene miedo a la muerte, la niega y la rechaza, no puede aceptarla porque hacerlo supondría reconocer que no tiene el control sobre nada. Nuestra mente prefiere no asumir lo inevitable, y al hacerlo, nos incapacita para poder vivir plenamente la vida. El miedo a morir es el miedo a lo desconocido, representa nuestra resistencia a soltar el control y a confiar. Nos asusta la muerte, pero no solo la física, también la muerte de una relación, de un trabajo, de una amistad o de cualquier experiencia, nos da miedo la impermanencia de las cosas, nos da pánico el cambio, nos aterra no saber lo que vendrá después. El miedo a la muerte nos encarcela, deteriora nuestra forma de vivir la vida porque la limita y la restringe. El miedo a la muerte nos enferma y nos somete, nos impide ser libres y experimentar de forma plena.

El día muere para que nazca la noche, el invierno representa la muerte necesaria para que la primavera comience. La vida es eso, un constante ciclo en el que todos los finales son, a la vez, principios. Todo es y existe en constante transformación y cambio. Todo es un ciclo, una espiral ascendente. Es así como evolucionamos, con cada muerte se produce la alquimia de una nueva vida, de una nueva consciencia, por eso, lo que acaba es un inicio, por eso, la muerte, en realidad, no es nada.

No podremos ser libres, no podremos tener una vida plena, si antes no hemos sido capaces de dejar ir el miedo que le tenemos a la muerte, a lo desconocido y a la impermanencia. Detrás de ese miedo, nos está esperando todo lo que buscamos, todo lo que, de verdad, necesitamos. Detrás del miedo a la muerte, está escondida, agazapada, pero con sus brazos abiertos, la vida.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jeremy Bishop

Photo by Jeremy Bishop