Estamos en búsqueda. Todos, en mayor o en menor medida, deseamos rescatar esa memoria de paz, plenitud y armonía que sabemos escondida en alguna parte de nuestro ser. Queremos recuperar nuestra Esencia. Hemos llegado a esta experiencia siendo seres completos que, con el paso de los años y con las constantes injerencias del miedo, dejamos de creer en nosotros y en nuestra verdadera naturaleza. Hemos perdido consciencia y nos hemos alejado de nuestro Espíritu, de lo que realmente somos.
El problema está en la manera en la que intentamos rescatarnos. Mi propósito de vida, como el de todos los seres humanos, es el de regresar al amor, es el de volver a ser lo que siempre fui, pero para lograrlo, no puedo centrarme en intentar cambiarme, en querer que mis defectos desaparezcan o en modificar todo aquello que considero un error en mí. No. Ni en ti ni en mí hay error.
En ese deseo de recuperar la plenitud y de poder vivir esta experiencia en toda su expresión y potencialidad, no podemos olvidar que regresar al amor solo puede hacerse a través del amor. Volver al Yo Soy y a la consciencia plena de que somos Espíritu, no se logra creyendo que somos defectuosos o que nos faltan partes. No se consigue huyendo de nuestra sombra o rechazando lo que sentimos. No se alcanza cuando creemos en la culpa, en el ego, y en el miedo.
El camino del Espíritu es el camino del amor y de la aceptación hacia nosotros mismos. Para regresar a casa, no tenemos que cambiar lo que somos, tenemos que abrazar, cuidar y amar todo lo que somos. Para recuperar la plenitud, necesitamos sentirnos inocentes, merecedores y dignos. Recordamos que somos Amor, y por tanto Espíritu, cuando vivimos desde la compasión hacia nosotros mismos y hacia los demás, cuando podemos ver luz en la oscuridad, cuando el agradecimiento aniquila la queja, cuando la fe y la confianza nos gobiernan, cuando dejamos de tenerle miedo al miedo, cuando vemos el regalo que supone estar aquí, en esta experiencia.
El camino del Espíritu no puede andarse cuando pretendemos cambiarnos, cuando nos tenemos miedo o cuando trabajamos sin cesar por modificarnos. Vivir siendo Espíritu es vivir siendo Amor, y el Amor no excluye ni separa, no quiere que cambies nada, tan solo quiere que te permitas ser todo lo que eres. El camino del Espíritu es el camino de la confianza sencilla y plena en lo Divino.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.