Quieres colarte en mis sueños, quieres que tenga más fe en ti que en ellos. Intentas mantenerme alerta, te alimentas del pasado y siempre andas preocupado por un futuro que no lo puedes tocar porque todavía no ha llegado. Parece como si me odiaras, me atormentas con dudas y preocupaciones. Me juzgas y me castigas. Me haces sentir pequeña, indefensa y muy, muy insegura. Crees en la soledad, en la muerte, en la escasez y en el abandono. En la separación y en la injusticia. Crees que los recursos son limitados, crees que no hay para todos.
Cuando me susurras al oido, no sé si me odias o si me estás pidiendo ayuda, por eso, necesito que hablemos, que me cuentes qué te ocurre. Creo que ha llegado el momento de que tú y yo solucionemos nuestras diferencias y podamos comenzar a relacionarnos en armonía. Necesito dejar de tenerte miedo y siento que ahí es donde se encuentra el problema verdadero.
Si a ti, miedo, te creo y me asustas, no te queda más remedio que crecer y convertirte en resistencia. Empiezo a entender que tan solo estás reclamando mi atención, que a tu manera, me estás pidiendo ayuda. Qué tonta he sido al creer que me odias. Tú eres una parte de mí llena de carencias, eres el resultado de una falta profunda de amor, y por tanto, es amor todo lo que buscas.
Quieres curarte pero tú solo no sabes cómo hacerlo. Es normal, eres miedo. Me necesitas a mí para que te rescate. Ahora lo comprendo, cuando te provoca ansiedad el futuro, me estás pidiendo que aprenda a vivir en el presente, cuando me dices que le tienes miedo a la muerte, necesitas que recuerde que nada muere. Creerte nos perjudica, a ti porque te hace más grande y a mí porque me hace insignificante. Reconocerte, abrazarte e integrarte, a ti te cura y a mí, me salva la vida.
Gracias miedo, por ser el mejor medio para recordar que soy Amor, y que lo tengo todo dentro.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.