Morir

DOY MUERTE

Hoy doy muerte al miedo a vivir, a arriesgar, a ser yo misma, a decir lo que pienso, a sentir lo que siento.

Hoy doy muerte a todas esas creencias que aprendí, que acepté sin cuestionar, que me limitan y me encarcelan. Hoy doy muerte a mis dudas sobre quien soy. Doy muerte a los pensamientos que me atormentan, a los que me dicen que la enfermedad es real, que el sacrificio tiene recompensa, que no puedo, que no soy capaz, que no me fie, que no suelte el control.

Hoy doy muerte a cualquier memoria de culpa, de no merecimiento que pueda existir en mi interior. Doy muerte a esa tendencia tan mía de dejarme para más tarde, de no confiar en mi intuición, de asumir responsabilidades de otros, de cargar mis espaldas sin atreverme a decir “no”. Hoy doy muerte a la impaciencia, a la frustración, a la víctima, a la queja. Doy muerte al juez que habita en mi interior, a todas las trabas que me pongo para no sentir, para no abrazar mi vulnerabilidad.

Hoy doy muerte al miedo a no tener, a no poder amar, a no ser libre, a no ser capaz de manifestar lo que deseo. Doy muerte al miedo a mi poder, a la cruz y al sufrimiento. Hoy doy muerte a todo lo que me separa del amor, de esa luz que habita en mi corazón. Hoy elijo morir y dejar ir a la persona que no puedo seguir siendo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Bruno Van Der Kraan

MORIR

Aprender a vivir aceptando que hoy podemos morir es el mayor de los desafíos y la mejor recompensa. Aceptar la muerte, me da como regalo poder disfrutar plenamente la vida.
— Es lo que Tú quieras y me encanta. Editorial Incipit

Nuestro ego le tiene miedo a la muerte, la niega y la rechaza, no puede aceptarla porque hacerlo supondría reconocer que no tiene el control sobre nada. Nuestra mente prefiere no asumir lo inevitable, y al hacerlo, nos incapacita para poder vivir plenamente la vida. El miedo a morir es el miedo a lo desconocido, representa nuestra resistencia a soltar el control y a confiar. Nos asusta la muerte, pero no solo la física, también la muerte de una relación, de un trabajo, de una amistad o de cualquier experiencia, nos da miedo la impermanencia de las cosas, nos da pánico el cambio, nos aterra no saber lo que vendrá después. El miedo a la muerte nos encarcela, deteriora nuestra forma de vivir la vida porque la limita y la restringe. El miedo a la muerte nos enferma y nos somete, nos impide ser libres y experimentar de forma plena.

El día muere para que nazca la noche, el invierno representa la muerte necesaria para que la primavera comience. La vida es eso, un constante ciclo en el que todos los finales son, a la vez, principios. Todo es y existe en constante transformación y cambio. Todo es un ciclo, una espiral ascendente. Es así como evolucionamos, con cada muerte se produce la alquimia de una nueva vida, de una nueva consciencia, por eso, lo que acaba es un inicio, por eso, la muerte, en realidad, no es nada.

No podremos ser libres, no podremos tener una vida plena, si antes no hemos sido capaces de dejar ir el miedo que le tenemos a la muerte, a lo desconocido y a la impermanencia. Detrás de ese miedo, nos está esperando todo lo que buscamos, todo lo que, de verdad, necesitamos. Detrás del miedo a la muerte, está escondida, agazapada, pero con sus brazos abiertos, la vida.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jeremy Bishop

Photo by Jeremy Bishop