Inspira

TU "YO DIVINO"

La vida se nos muestra como un proceso continuo de experiencias y de constantes oportunidades de transformación, de reinvención y regeneración. La vida nos da la oportunidad de cambiar de piel y de renacer, y tiene como propósito servirnos como medio para reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestro poder.

La vida, así es como yo la siento, quiere decirnos que no tenemos el control de los acontecimientos. La vida nos pide humildad, gratitud y aceptación de lo que nos sucede, pero la vida también nos invita a que elijamos cómo y de qué manera vivimos y cómo y de qué manera utilizamos las experiencias para nuestro mayor bien.

Hace tres años, al enfermar, me di cuenta, y así lo compartí en mi primer libro, de que, ante la presencia de acontecimientos difíciles, de experiencias dolorosas, de momentos de mucho miedo, siempre contamos y siempre contaremos, con la presencia interna de una fuerza absoluta de infinito amor, capaz de trascenderlo todo y de elevarnos por encima del miedo. Esa fuerza interna es nuestro Yo Divino, es esa parte de nosotros que refleja con exactitud a nuestro “Papá” Universal. Creo que todas las experiencias difíciles de la vida nos invitan a hacernos la misma pregunta: ante esta situación, ¿en qué quieres creer? ¿en el miedo de tu mente o en el amor? Cuando, pese al ruido interno, elegimos amor, estamos diciéndole sí a nuestro Yo Divino, le estamos abriendo las puertas para que, por fin, se ocupe de nosotros. Estamos, creo yo, sirviéndonos de la vida para reencontrarnos con nuestro poder interior. Estamos, seguro, recuperando el significado real de esta experiencia, que, desde mi humilde opinión, no es otro que el de regresar a la plenitud y al amor.

Tengo la absoluta certeza de que todas y cada una de las experiencias que manifestamos en la vida son el resultado de procesos previos, y creo, firmemente, que todo es karma, pero también sé, quizá me lo ha soplado Neptuno y Mercurio transitando por Piscis, que, por encima de todo, la vida nos pide trascender, entregar, confiar, y darle a ese Yo Divino toda nuestra experiencia, porque de esa forma, quizá, lo que vivimos cobre verdadero sentido y podamos descubrir lo que significa la paz interna y la plenitud.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Robin Benad

Photo by Robin Benad


ERES LIBRE

Aquello en lo que no crees, no puede darte miedo.

Si crees en la escasez en cualquiera de sus formas, entonces la escasez tiene el poder de asustarte. Si crees en la enfermedad en cualquiera de sus formas, entonces la enfermedad, no solo es capaz de asustarte, sino también de materializarse. Sin embargo, si no depositas tu fe en ninguna de las dos, entonces, ninguna de las dos puede tener poder sobre ti. Aquello en lo que creemos determina, no solo lo que experimentamos, sino también lo que sentimos.

El punto de partida, el inicio de todo y de cualquier cosa, el origen o la causa siempre se encuentra en la mente. Ella representa el lugar del que todo surge, es nuestro medio para crear. Es en la mente donde todo comienza y desde ella es desde donde vamos a materializar nuestra realidad. Modificar cualquier aspecto de nuestra vida implica acudir a la mente y ver qué es lo que está ocurriendo allí. Ahí es donde nosotros podemos intervenir, ahí es donde podemos, de verdad, empoderarnos y convertirnos en creadores conscientes de nuestra realidad. Disponemos de capacidad para escoger qué pensar y en qué creer. Lo que creemos es nuestra elección, más o menos consciente, pero nuestra elección. Somos completamente libres de elegir creer en lo que queramos y el tipo de pensamientos que elegimos, depende ,en última instancia, del tipo de relación que sostenemos con nosotros mismos.

Somos duales, y por eso solo somos capaces de crear dos tipos de pensamientos: de amor y de miedo. Nuestros pensamientos de miedo representan la ausencia de amor que hay en nuestro interior, en los recovecos de nuestra mente, en las profundidades de nuestro inconsciente. Esos pensamientos son una llamada de auxilio, una petición desesperada de amor y compasión. Los pensamientos de miedo brotan para ser observados, para que los miremos, nos desidentifiquemos de ellos y dejen de provocarnos reacción. Los pensamientos de miedo surgen para que, en vez de miedo, les demos amor.

Los pensamientos de amor abren las puertas de nuestra consciencia y son el medio para manifestar lo Divino que hay en cada uno de nosotros. Un pensamiento de amor me permite despertar sentimientos elevados, frecuencias que conectan con la vibración del Alma, de esa chispa sagrada que todos tenemos en nuestro corazón y que participa del Alma Universal. Los pensamientos de amor nos permiten trascender los pensamientos del ego. Los pensamientos de amor son los catalizadores para despertar la imaginación, ese gran poder creador, y para, progresivamente, ir dejando espacio para que nuestra Mente Uno se manifieste.

Estoy aprendiendo a mirar los pensamientos desde arriba, a observarlos, a ver su impermanencia, y eso me lleva a descubrir que dentro de mí sí hay algo inmutable, permanente, que nunca cambia, que, a mí y a ti, nos hace sagrados e inmortales.

Te invito a que, si te apetece y puedes, reflexiones sobre la relación que mantienes con lo que piensas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Andy Do

Photo by Andy Do

EXENTA DE SUFRIMIENTO

Que seas feliz. Que te puedas cumplir. Que tu vida esté exenta de sufrimiento. Que vivas en paz. Que materialices todos tus deseos.

Que creas en ti, que confíes en tu poder personal, que nunca vuelvas a creer en el miedo. Que manifiestes abundancia, que para ti la prosperidad deje de ser un sueño. Que tu vida esté exenta de sufrimiento.

Que obres milagros, que los permitas, que tu mente esté preparada para manifestarlos. Que la fe siempre sea tu punto de partida. Que te respetes, que te seas fiel, que te cuides, que siempre te protejas. Que sueltes el control y mantengas la certeza de que todo está bien. Que no te asusten los pensamientos de preocupación, que puedas sostener la incomodidad en vez de escapar de ella. Que creas en lo que no puedes ver. Que dejes de creer en lo que ves. Que tu mente esté libre de tormento. Que tu vida esté exenta de sufrimiento.

Que puedas ser todo lo que eres, que te manifiestes totalmente. Que permitas tu vulnerabilidad, que conectes con su poder, que aceptes todas tus vergüenzas. Que nunca te rechaces, que no vuelvas a juzgarte. Que des de la misma forma que recibes. Que no te hagas daño, que te sientas inocente, que confíes en que la Fuente creadora te quiere. Que juegues, rías y, cuando lo necesites, llores. Que seas libre, que vivas presente, que dejes ser a tus emociones. Que conviertas tu sombra en luz, que seas salud. Que en tu vida no haya sufrimiento.

Que no te culpes, que siempre te sientas digno e inocente. Que sepas que puedes. Que respetes tus límites, que potencies y compartas tus dones, que sueltes el sacrificio, que te entregues. Que seas feliz. Que te puedas cumplir. Que tu vida esté exenta de sufrimiento. Que vivas en paz. Que materialices todos tus deseos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Arisa Chattasa

Photo by Arisa Chattasa





COMO SI YA FUERA

Lo que sientes que eres lo eres, y lo que eres se te da. Asume, pues, la sensación que sería la tuya si obrases ya en posesión de tu deseo, y ese deseo, entonces, se tendrá que cumplir. Vive, pues, sintiendo que eres quien deseas ser, y que serás.
— Neville

Todos, de alguna forma, en algún momento, hemos tenido o tenemos un anhelo, un sueño por cumplir, un deseo no satisfecho. Si existe algo que todavía tiene la forma de sueño es porque en alguna parte de nuestra mente lo creemos inalcanzable, imposible de conseguir, arriesgado o peligroso.

Todo aquello que somos capaces de soñar y de ver con los ojos cerrados, todo aquello que podemos imaginar, existe ya como potencialidad. La pregunta es cómo convertir eso que ya es en alguna parte de nosotros, en una realidad tangible.

Materializar un sueño es una tarea que pide un cambio radical en cuanto a la forma que tenemos de ver la vida. Para dar estructura al anhelo, primero tenemos que cultivar la fe en que nuestra voluntad es la misma que la del Padre Universal. Tenemos que interiorizar y sentir que nuestro deseo es compartido por la Fuente de la que formamos parte. Tenemos que crear unidad porque eso es lo que, progresivamente, nos permitirá ver lo que soñamos como algo propio y natural, no como algo externo y difícil de alcanzar.

Para materializar un sueño, tenemos que negarnos con firmeza e insistencia a que los pensamientos de miedo y resistencia que brotan de nuestra mente interfieran en nuestra capacidad creadora. Debemos abandonar la costumbre de creernos lo que pensamos, debemos dejar atrás la idea de que “a lo mejor no será posible”, de que “ a lo mejor no estoy preparado”, de que “puede ser que el Universo desee para mí otra cosa”.

Nuestra capacidad creadora surge naturalmente cuando jugamos al “como si ya fuera”. Cuando nos permitimos ser, en el presente, las personas que seremos cuando nuestro sueño se llame realidad. Cuando, energéticamente, nos alineamos con lo que anhelamos. El “como si ya fuera” nos pide que convirtamos nuestro deseo en algo natural, que, en vez de cuestionarlo y dudarlo, lo experimentemos aquí y ahora. Nos pide que lo honremos y que salgamos de nuestra zona de confort. Que nos identifiquemos con su vibración, que lo sintamos, lo disfrutemos y que, después, lo soltemos. Lo dejemos ir sin que nos importe el cómo ni el cuándo, pero desde la absoluta certeza de que ya está tomando forma y de que su materialización completa se dará cuando deba darse.

Nuestro poder creador, ese inmenso regalo que nos ha hecho “Papá Universo” y que compartimos con Él, surge de manera natural, cuando volvemos a ser niños, cuando jugamos a imaginar, cuando creemos en los milagros y cuando no cuestionamos que es un derecho natural manifestar toda nuestra potencialidad.

Si tienes un sueño, debes saber que, dentro de ti, tienes el poder de convertirlo en realidad.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Tk Hammonds

Photo by Tk Hammonds

TÚ MISMO

Puedes ser tú mismo si has aprendido a reconocerte de forma plena, si te has permitido abrazar todas tus partes, si las aceptas y si las amas incondicionalmente. Si te aprecias y te respetas, si escuchas tus necesidades y si eres capaz de atenderlas. Si te has reconciliado con la persona que ves en el espejo y si estás en paz con ella. Si no pretendes ser alguien diferente de quien, de hecho, eres y si, por encima de todo, te quieres.

Puedes ser tú mismo si ha dejado de importante lo que los demás esperan y opinan de ti. Si has asumido la responsabilidad de honrarte y de cuidarte. Si te has deshecho de todo lo que te aleja de ti, de todo aquello que, de alguna manera, te separa de quién realmente eres. Puedes ser tú mismo cuando te asumes y cuando eres capaz de verte de manera completa, con tus luces y con tus sombras. Cuando tu oscuridad y tus vergüenzas han dejado de asustarte, y cuando no tienes ninguna intención de ocultarte. Eres tú mismo cuando caminas acompañado de lo que sientes, cuando te permites ser vulnerable y cuando, pese a todo, continúas creyendo en quién eres.

Ser tú mismo es aceptarte y expandirte. Es permitirte habitar en el ser maravilloso que eres. Es el resultado y la consecuencia de un acto constante de reconocimiento y de apreciación interna, de dejar que brille tu esencia. Ser tú mismo es responsabilizarte de ti, es regularte, sabiendo hasta dónde llegas y aceptando cuáles son tus límites. Ser tú mismo no debería de ser una posibilidad sino una obligación incuestionable, porque si lo que quieres es ser alguien diferente de lo que ya eres y tener una vida distinta de la que tienes, entonces deberías tener presente que para crecer y transformarte, primero tienes que reconocerte, aceptarte y amarte tal y como ahora eres. Porque solo la opción de permitimos, de sostenemos y de apreciarnos tal y como somos puede, de verdad, servirnos para vivir esta experiencia con el mayor sentido y de la manera más intensa y plena.

Lo que nos está impidiendo ser nosotros mismos es el miedo a no ser aceptados y amados por los otros, es la creencia de que lo que somos no es ni válido ni suficiente, y es ahí donde está el problema. Condicionamos nuestro reconocimiento interno a que los demás nos reconozcan, dejamos a un lado nuestras necesidades y nuestra esencia creyendo que importa mucho más responder a los juicios y a las proyecciones que existen fuera. Ahí está el problema. Como dice el Maestro Thich Nhat Hanh: "Ser hermoso significa ser tú mismo. No necesitas ser aceptado por otros. Necesitas ser aceptado por ti mismo".

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Craig Philbrick

Photo by Craig Philbrick


DAR CONSCIENTE

Para poder apreciar y sostener lo que recibo, necesito equilibrar lo que doy. Mi canal de dar siempre debe de estar limpio. Nos cuesta mucho trabajo recibir y, sin embargo, parece que en el dar no encontramos ninguna dificultad. Estamos acostumbrados a hacerlo, nos resulta fácil o, simplemente, no nos lo cuestionamos. Hemos sido educados para dar al prójimo, y lo hacemos, muchas veces, sin percibir lo que está implicando ese dar en nosotros, convirtiéndolo en una rutina incuestionable que, a la larga, puede llevarnos a un profundo desajuste de nuestra energía masculina y a una incómoda sensación de: "¿Y a mí quién me da?”

La armonía en el dar y el recibir responde a la necesidad de un justo equilibrio entre nuestro masculino y nuestro femenino. Un Curso de Milagros dice que ambos procesos son lo mismo, por tanto, para saber recibir tengo que saber dar y para saber dar tengo que saber recibir. Dos caras de una misma moneda que nos piden una revisión y purga de nuestros canales de vinculación y conexión con nosotros y con la vida.

Como ambos son la misma cosa, voy a centrarme en el proceso del dar por ser éste el que, con carácter general, desarrollamos con más facilidad. Hemos crecido con la creencia de que el dar al otro es lo primero, que eso nos hace muy felices. Damos y damos pero no siempre lo hacemos como debiéramos, o mejor dicho, desde donde debiéramos. No siempre nuestro canal de dar está limpio y purificado. Es importante que nos preguntemos desde dónde damos y por qué lo hacemos. Regalamos tiempo, compromiso, sonrisas, abrazos, muchas veces, sin la suficiente consciencia.

Convertimos el dar en un regalo envenenado cuando lo utilizamos como medio para escapar de nosotros mismos y de nuestra necesidad de poner límites. Cuando queremos que ese dar sirva para sentirnos queridos, aceptados y abrazos por el otro. Cuando dar se convierte en mi excusa para no ocuparme de mí y de mis problemas. Por supuesto, cuando doy esperando, incluso exigiendo, que eso que he entregado, de alguna manera, me sea devuelto. A través de un exceso en el dar y una mala regulación del mismo, bloqueo el recibir y la verdad es que para poder dar tengo que tener.

El dar consciente es aquel que no implica una renuncia, un sacrificio o una limitación interna. Es aquel que provoca alegría y plenitud en mí. Mi dar es limpio cuando, en la misma medida, me doy y cuando lo que doy no está contaminado por una creencia de escasez que me lleva a pensar que “me puedo quedar sin”.

La pureza en el dar viene determinada por la ausencia de condiciones, por el disfrute, y la naturalidad. Es un dar que no busca nada, que no necesita nada, y que no espera nada, pero para que pueda ser así, tengo que saber darme a mí en equilibrio con lo que doy, tengo que saber respetar mi límite y, tengo que ser consciente de por qué doy, desde dónde lo hago y cómo lo hago. Esas son las preguntas cuya respuesta me pueden servir para limpiar, ajustar y purificar mi canal del dar.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jamie Street

Photo by Jamie Street

A SUS MAJESTADES

Queridos Reyes Magos,

Como todos los años, os escribo mi carta para contaros lo que me gustaría que me trajerais, y también para daros las gracias por todo lo que, durante este año pasado, me habéis regalado.

Mi mamá dice que vosotros no solo traéis regalos el 6 de enero. Dice que, durante todo el año, atendéis nuestras peticiones porque lo que a vosotros más os gusta es regalar y darnos todo lo que merecemos. Como sois magos, podéis hacer milagros y entregarnos lo que, de verdad, nos corresponde. Mi mamá también me ha dicho que para recibir, hay que saber dar. Así que yo, además de daros de cenar esta noche a vosotros y a vuestros camellos, os voy a dar las gracias por todo lo que me habéis regalado durante este año:

Gracias por haberme ayudado tanto a expandirme, porque he podido viajar a otros países para contar cosas que vosotros os sabéis muy bien. Gracias porque he tenido mucha salud y prosperidad, y porque me habéis regalado la capacidad para ser compasiva con otros pero también conmigo misma. Como sois astrólogos, estoy segura de que fuisteis vosotros quienes me hicisteis el regalo de poder dar mi primer curso de Astrología psicológica, ¡muchas gracias! Gracias porque este año he podido visitar a los amigos que viven lejos, porque he podido ir a la playa- ¡con lo que me gusta!, porque he podido elegir, descansar y continuar haciendo lo que más disfruto. Gracias porque durante todo el año me habéis recordado lo importante que es confiar, estar en paz y no creer en lo que pienso. Yo estoy segura de que vosotros tenéis algo que ver con Un Curso de Milagros, ¿verdad? Gracias por todas las oportunidades que me habéis regalado y por haber estado presentes durante todo el año.

Como ya os he dado las gracias, ahora puedo pediros mis regalos para este año. Le he tenido que decir a papá que me ayudara porque no sé explicar bien lo que quiero. Él dice que lo que os tengo que pedir es más capacidad para recibir, para regular mi energía, para escucharme y para saber cuándo debo parar y tener tiempos para mí, así que yo os lo pido, por favor, por favor, Reyes Magos. ¡Ah! y me gustaría poder terminar mi segundo libro, ¿me podéis traer magníficas ideas?

Mamá dice que es mi carta y que yo pida lo que quiera pero que cree que os podía pedir que me trajerais un chico guapo, inteligente, divertido, simpático y que me quiera mucho. Yo estoy de acuerdo con ella, así que, si podéis, eso también lo quiero. No hace falta que sea el mismo día 6, que aunque obráis milagros, supongo que necesitáis unos días más para encontrarle. Yo puedo esperar un poco, ¡muchas gracias!

Mi abuelita Julia decía que era mejor tener pocas cosas pero valiosas e importantes y que nunca me olvidara de pediros que regalarais mucha fe, esperanza y amor a las personas que están sufriendo y que continúan creyendo en el miedo.

Espero que encontréis bien mi casa y que os guste la comida que os hemos preparado. Mi zapato es el más pequeño de todos.

Gracias Reyes Magos.

PD. Este año el señor de barba blanca, un tal Noel me ha traído un regalito y lo he aceptado pero quería deciros que yo os quiero mucho, pero que mucho más a vosotros.

Almudena Migueláñez.

Ilustración by Atocha Sanz

Ilustración by Atocha Sanz