La vida se nos muestra como un proceso continuo de experiencias y de constantes oportunidades de transformación, de reinvención y regeneración. La vida nos da la oportunidad de cambiar de piel y de renacer, y tiene como propósito servirnos como medio para reencontrarnos con nosotros mismos y con nuestro poder.
La vida, así es como yo la siento, quiere decirnos que no tenemos el control de los acontecimientos. La vida nos pide humildad, gratitud y aceptación de lo que nos sucede, pero la vida también nos invita a que elijamos cómo y de qué manera vivimos y cómo y de qué manera utilizamos las experiencias para nuestro mayor bien.
Hace tres años, al enfermar, me di cuenta, y así lo compartí en mi primer libro, de que, ante la presencia de acontecimientos difíciles, de experiencias dolorosas, de momentos de mucho miedo, siempre contamos y siempre contaremos, con la presencia interna de una fuerza absoluta de infinito amor, capaz de trascenderlo todo y de elevarnos por encima del miedo. Esa fuerza interna es nuestro Yo Divino, es esa parte de nosotros que refleja con exactitud a nuestro “Papá” Universal. Creo que todas las experiencias difíciles de la vida nos invitan a hacernos la misma pregunta: ante esta situación, ¿en qué quieres creer? ¿en el miedo de tu mente o en el amor? Cuando, pese al ruido interno, elegimos amor, estamos diciéndole sí a nuestro Yo Divino, le estamos abriendo las puertas para que, por fin, se ocupe de nosotros. Estamos, creo yo, sirviéndonos de la vida para reencontrarnos con nuestro poder interior. Estamos, seguro, recuperando el significado real de esta experiencia, que, desde mi humilde opinión, no es otro que el de regresar a la plenitud y al amor.
Tengo la absoluta certeza de que todas y cada una de las experiencias que manifestamos en la vida son el resultado de procesos previos, y creo, firmemente, que todo es karma, pero también sé, quizá me lo ha soplado Neptuno y Mercurio transitando por Piscis, que, por encima de todo, la vida nos pide trascender, entregar, confiar, y darle a ese Yo Divino toda nuestra experiencia, porque de esa forma, quizá, lo que vivimos cobre verdadero sentido y podamos descubrir lo que significa la paz interna y la plenitud.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.