SAGRADO

Tus salvavidas: la entrega, la inocencia, la risa, el optimismo, el juego, la vulnerabilidad, la confianza ciega.

Tus desafíos: dejar de creerte lo que te dice tu mente, abrazar e integrar tu miedo, aprender a habitar tu cuerpo, ser tú mismo, atreverte a hacer lo que con el corazón sabes que quieres.

Tus responsabilidades: construir una sana relación contigo mismo, no cargar tus espaldas con lo que no es tuyo. Dejar de someterte a autoridades externas. Aprender a regularte y a decir “no”. Gestionar tus emociones. Trabajar por lo que quieres. Sanar la culpa. Dejar de juzgarte, de utilizar los ojos y la mente para entender la vida.

Tus talentos y tus dones: el poder para alquimizarlo todo, para transformar tu vida y convertirla en un viaje apasionante. La capacidad para identificarte con lo que de verdad eres y vibrar en amor, prosperidad, creatividad, salud, plenitud y dicha.

Tu misión de vida: vivirla al máximo con todo lo que contiene, porque con cada experiencia tienes la oportunidad de ser más amor, menos ego.

Tus logros: eres resiliente, has dejado de mendigar amor, de creer que no eres suficiente. Te has atrevido a soltar la carga de lo que los demás esperan que seas y has logrado ser quien de verdad eres. Has dejado de creerte el miedo, de prestar atención al ruido de tu mente, de hacer lo que no te hace feliz, lo que no quieres.

Eres libre, sagrado y completo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Kristine Cinate


PERMITIR

Lo espiritual no tiene que ver con lo que haces sino con el lugar desde donde eliges vivir. Somos espíritu, pero saberlo con la mente significa poco. A veces, nada. Intelectualizar lo espiritual puede hacer que lo convirtamos en algo lejano, que se encuentra fuera de nosotros, que está por llegar y que es limitado. Limitado porque todo aquello que analizamos con la mente está condicionado por nuestras creencias y por lo que ven nuestro ojos físicos.

Somos espíritu, nunca vamos a dejar de ser lo que somos. Lo sepamos o no, vivamos siéndolo o no, esa es nuestra verdadera naturaleza. Nuestro desafío es el de abandonar la idea de que tenemos que hacer algo para que lo espiritual se manifieste, y simplemente permitirlo. No tenemos que aprender sobre el amor, no tenemos que pasar pruebas para que nuestra divinidad dirija nuestra vida. Tenemos que silenciar la mente y crear espacio en nuestro interior para que lo que somos se manifieste.

Piensa en una cebolla. Su corazón está tapado por muchas capas. Tú eres algo así, algo parecido a una cebolla. Tu corazón, tu esencia, tu alma es luz, es amor, es un reflejo exacto del macro universo. Esa luz que habita en tu interior ya es, está ahí siempre, nunca va a dejar de brillar ni de iluminar, es ilimitada y completa, pero está tapada por capas y capas que llevan el nombre de memorias, creencias, patrones, pactos, miedos que te han hecho creer que estás separado de lo que eres.

Si tu foco está puesto en quitar cada una de esas capas, imagina todo lo que vas a tener que trabajar. Si tu foco está puesto en las capas que te separan del amor, tendrás mucho que aprender y mucho que hacer. Todo estará por llegar, seguirás conectado al miedo y a la sensación de separación, pero si eliges centrar tu atención en lo que de verdad eres, silenciar la mente y entregarle a tu divinidad todas esas capas de miedo, entonces comenzarán a ocurrir milagros. Entonces sabrás que nunca estuviste separado, que no tienes nada que aprender. Que se trata de ser.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.


SI TENGO UN PROBLEMA

Cuando vivimos desde la mente y tenemos un problema o hay algo en nuestro vida que nos preocupa, que creemos que está desajustado, que nos asusta, lo que solemos hacer es llevar toda nuestra atención a eso que nos está sucediendo, y esa atención, al venir del ego, está cargada de ansiedad, de miedo y de intento de control. Ocurre algo en nuestra vida que con la mente juzgamos como peligroso y entonces activamos millones de pensamientos para intentar controlar la experiencia, para intentar que desaparezca, para evitarla.

Cuando reaccionamos así ante algo que para nuestra mente es un desafío o un problema, generamos miedo, angustia y estrés. Lo hacemos porque desde el ego somos muy limitados y con la mente no sabemos soltar y fluir. Sin embargo, si recordamos que además de ego somos alma, si confiamos en que en nuestro interior existe una fuerza y una sabiduría que es la misma que hace que el sol salga o que podamos respirar sin ser conscientes de ello, entonces podremos afrontar nuestros desafíos desde un lugar completamente diferente.

Aquello donde yo pongo mi atención, crece. Si tengo un problema, si en mi vida hay algún desorden y yo llevo mi mente a ese lugar porque le doy vueltas en mi cabeza, porque me preocupo, porque quiero que se solucione y no sé qué hacer, eso que está desajustado crece, y mi ansiedad también. Sin embargo, si me hago consciente de que yo soy algo mucho más grande que mi personalidad y redirijo mi atención a la luz que existe en mi interior, si en mi mente me mantengo en la certeza de que, pese a la experiencia que estoy viviendo, yo soy amor, entonces estoy creando la posibilidad de que el desorden que hay en mi vida se transforme, que el caos, el problema o el desajuste, naturalmente vuelva a ser amor.

No somos conscientes del poder que tenemos, no somos conscientes de quiénes somos realmente, y por eso nos perdemos en intentar solucionar nuestra vida en vez de dejar que sea nuestra Divinidad quien se encargue de ella.

Que en tu mente solo haya espacio para el amor. Si estás enfermo, que tu atención esté puesta en la salud. Si en tu vida hay escasez, que tu atención esté puesta en la prosperidad.

Revisa qué quieres hacer crecer y redirige tu mente y tu atención a eso.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez

Photo by Jonatan Pie

TE ABRAZO

No te juzgo. Nunca lo he hecho y nunca lo voy a hacer. No te juzgo porque yo no tengo mente, no pienso, no separo, solo amo. Sé que a veces sientes que no te escucho. Lo sé porque, aunque tú no lo sientas, yo estoy contigo todo el tiempo. No puedo irme a ningún lugar porque lo abarco todo, y con esto lo que quiero decir es que tú no estás separado de mí. Tú eres Yo y Yo soy Tú, siempre y en todo momento.

Me divierten las formas que tienes de nombrarme, todas me gustan y ninguna de ellas es capaz de definirme por completo, soy ilimitado y constantemente evoluciono y crezco, por eso un nombre se me queda corto. Lo que sí quiero pedirte es que si me llamas Dios, por favor dejes de verme como un señor, ni soy una persona, ni tengo barba, ni espero nada de ti. No tienes que demostrarme nada, ni tienes que hacer cosas para que yo te ame. Te amo, sin más. Tampoco te considero pecador porque tú eres lo mismo que yo, recuerda que no hay separación.

Yo te acompaño, eres libre y soberano. Te lo di todo y por tanto no puedo darte más. Qué hacer con lo que te di, depende de ti. Cuando me pides cosas, lo haces como si eso que pides y necesitas no existiera ya en tu interior. Me pides como si yo lanzara regalos desde arriba, pero yo, que soy tú, solo reflejo lo que crees que eres. Si vibras en amor, ves amor. No es que yo te lo envíe, es que tú lo creas. Si vibras en miedo, ves miedo. No es que yo te lo envíe, es que tú, con el poder que te di, lo creas.

A veces, cuando te enfadas, me responsabilizas a mí de lo que te pasa, me reclamas que “me he llevado a las personas que quieres”, como si pudiera arrebatarte algo. Me dices que te envío aprendizajes y pruebas, pero yo no te enseño nada porque ya lo sabes todo. Es importante que te responsabilices de tu poder para que puedas cumplir con la misión que te encomendé.

No es necesario que seas tan formal cuando hablas conmigo, somos amigos. Cuéntame lo que quieras, siempre te escucho y siempre te respondo, pero para oírme tienes que irte al corazón y acallar tu mente. Me entristece tu sacrificio, tu sufrimiento y que te des golpes en el pecho diciéndote que eres culpable. Yo siempre te veo inocente. Te di una misión, la de expandirte y brillar, la de recordar que eres amor, por eso cada vez que hablas de sacrificios, luchas y culpas, estás renunciando a tu propósito y a mí. Cuando te veas tentado a creer en el juicio, en la escasez o en el miedo, recuerda que eso es producto de tu mente, no del amor que compartes conmigo.

Espero que esta carta llegue a tu corazón y que seas capaz de mirarte con los mismos ojos con los que yo te miro.

Te abrazo,

Papá Universo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Ryan Hutton

VE AL CORAZÓN

Aprendimos a relacionarnos con la vida y con nosotros mismos desde la mente, a intentar entender el porqué de lo que nos pasa. Aprendimos a preguntar y a esperar que fuera esa misma mente que pregunta sin cesar, la que nos dé claridad y respuestas. Aprendimos a aceptar las expectativas de los demás, incluso de la sociedad. Aprendimos a cargar con lo que no es nuestro y a hacerlo sin rechistar. Aprendimos a ser lo que debemos ser, lo que tenemos que ser. Aprendimos a quitarle importancia a lo que necesitamos y a lo que sentimos. Aprendimos a dejarnos para otro momento porque dimos más valor a los demás que a nosotros mismos. Aprendimos, con sumisión, a aceptar la culpa, el pecado, el sufrimiento y el sacrificio. Aprendimos que el miedo es real, que somos insuficientes, que no se puede tener todo en la vida y que las cosas hay que merecérselas. Aprendimos que es más importante hacer que ser, aunque lo que hagamos no tenga sentido.

Aprendimos muchas mentiras y nuestra responsabilidad es la de desaprender lo que no es verdad, y recuperar nuestro poder, para así cumplir con nuestra misión de vida.

Deja de fijarte en lo de fuera, en lo que te dice tu mente, en lo que ven tus ojos, en lo que te reclama la gente. Deja de luchar contra ti y ve a tu corazón. Lleva tu mirada dentro. Es ahí donde están todas las respuestas, donde encontrarás todo lo que estás buscando. Es en tu corazón donde hallarás sentido y dirección. Cierra los ojos y siente.

Tú eres amor, nunca fuiste miedo, el miedo solo está en la mente. Eres completo, lo tienes todo dentro, eres una extensión del macro Universo, pero solo si te comprometes contigo mismo y empiezas a verte como el alma que eres, podrás descubrirlo.

Todos buscamos hogar, aquello que nos hace sentir en casa, y tu hogar, tu casa está en tu interior, en tu corazón.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Thomas Oxford

LO QUE TÚ DECIDAS

¿Cuántas cosas dejamos de hacer por miedo? ¿Cuánto tiempo malgastamos pensando en lo que podría ocurrir si hiciésemos lo que de verdad deseamos? ¿Cuántas relaciones mantenemos por miedo? ¿Cuántos trabajos? El miedo es inherente al ser humano. Osho decía que donde hay vida, hay miedo. Nuestro desafío es el de aprender a utilizarlo a nuestro favor y como recurso para despertar nuestra valentía, en vez de continuar creyéndonoslo.

En esta dimensión todo está polarizado. Somos nosotros lo que, con nuestra mente, decidimos qué queremos creer. Yo puedo ver el miedo como una oportunidad, y para eso antes he tenido que desidentificarme de él e identificarme solo con el amor, o puedo verlo como una realidad que solo me somete y limita. ¿Y qué es el miedo? Lo que yo decida.

Si soy consciente de que solo el presente es real, de que estoy aquí de paso, de que nada me puede ocurrir, si estoy en paz con la muerte, entonces veré el miedo como una guía para crecer en esta experiencia. Entonces, lo podré utilizar como oportunidad a mi favor porque habré entendido que el miedo, que solo es ausencia de amor, me está indicando el camino, me está diciendo exactamente por dónde tengo que ir. Me está recordando que soy alma y que si hago lo que me asusta, si le doy la mano a lo que más miedo me da, me daré cuenta del poder ilimitado que habita en mi interior, y de que el miedo, al final, solo era una ilusión.

Pero si me identifico con la mente, con el ego, con lo que pienso y con lo que veo, entonces yo misma convertiré el miedo en algo real y tangible, se manifestará en mi cuerpo y también en el exterior. Entonces, viviré en el futuro incierto y en el pasado castrador, entonces no seré yo, dejaré a un lado mis necesidades y deseos para hacer crecer el miedo en mi interior. Depende de mí.

Pienso mucho en que hoy me puedo morir, en que hace años estuve enferma y en que tengo la responsabilidad de vivir de todo corazón, y esos pensamientos me dan impulso para no esperar a mañana, para no dejar de hacer lo que quiero hacer porque en mi mente haya miedo. Sí, tengo miedo, ¿y?

Piénsalo, estás aquí de paso. No dejes que tu mente te someta, no dejes que el miedo te gobierne. Tú eres soberano y libre, eres amor. Hazlo, aunque te mueras de miedo, pero hazlo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Ángel Santos

VASIJA

Nos hemos acostumbrado a vivir únicamente desde nuestra energía masculina. Hemos aprendido que lo que de verdad importa es hacer, producir, trabajar, accionar, luchar por mejorar, por cambiar, por aprender, por ser mejores personas. Nos han enseñado que si no hacemos, no tenemos derecho a obtener. Tenemos que hacer logros para merecer. Vivimos en la supremacía de la mente y de la energía Yang. Nos hemos creído que el merecimiento está condicionado a lo que hacemos. Nos hemos creído que somos insuficientes y que estamos separados.

El Universo del que formamos parte es energía dadora, es energía Yang, y esa energía masculina necesita de una vasija receptora que reciba, permita, acepte, integre y después, expanda. Si yo solo hago, si llevo mi energía siempre hacia fuera, si siempre me enfoco en lograr, en conseguir, en trabajar, no tengo espacio real para conectar con mi energía femenina, y ser vasija.

Para que el amor entre, para que la vida haga, para que haya armonía, para percibir milagros, para poder entender de verdad lo que significa ser inocente, necesitamos responsabilizarnos de esa otra parte de nosotros que tanto ninguneamos y a la que constantemente quitamos valor, nuestra energía femenina.

Ser vasija es dejar a un lado el hacer y entrar en el ser. Es sentir, es no oponer resistencia, no intentar entender ni controlar nada. Es aceptar, es observar, es descansar, es fluir, es dejar que las cosas sean como son, es confiar en que hay algo mucho más grande que nosotros mismos que sabe perfectamente lo que hace. Es abrir los brazos y el corazón para dejar que la vida se cumpla a través de nosotros. Es tener espacio en nuestro interior.

Si no soy capaz de recibir, nunca podré dar. Si no sé lo que tengo, no sé la cantidad ilimitada de amor que puedo compartir.

Honra tu energía femenina, te la dieron para algo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Farsai Chaikulngamdee