PERMITIR

Lo espiritual no tiene que ver con lo que haces sino con el lugar desde donde eliges vivir. Somos espíritu, pero saberlo con la mente significa poco. A veces, nada. Intelectualizar lo espiritual puede hacer que lo convirtamos en algo lejano, que se encuentra fuera de nosotros, que está por llegar y que es limitado. Limitado porque todo aquello que analizamos con la mente está condicionado por nuestras creencias y por lo que ven nuestro ojos físicos.

Somos espíritu, nunca vamos a dejar de ser lo que somos. Lo sepamos o no, vivamos siéndolo o no, esa es nuestra verdadera naturaleza. Nuestro desafío es el de abandonar la idea de que tenemos que hacer algo para que lo espiritual se manifieste, y simplemente permitirlo. No tenemos que aprender sobre el amor, no tenemos que pasar pruebas para que nuestra divinidad dirija nuestra vida. Tenemos que silenciar la mente y crear espacio en nuestro interior para que lo que somos se manifieste.

Piensa en una cebolla. Su corazón está tapado por muchas capas. Tú eres algo así, algo parecido a una cebolla. Tu corazón, tu esencia, tu alma es luz, es amor, es un reflejo exacto del macro universo. Esa luz que habita en tu interior ya es, está ahí siempre, nunca va a dejar de brillar ni de iluminar, es ilimitada y completa, pero está tapada por capas y capas que llevan el nombre de memorias, creencias, patrones, pactos, miedos que te han hecho creer que estás separado de lo que eres.

Si tu foco está puesto en quitar cada una de esas capas, imagina todo lo que vas a tener que trabajar. Si tu foco está puesto en las capas que te separan del amor, tendrás mucho que aprender y mucho que hacer. Todo estará por llegar, seguirás conectado al miedo y a la sensación de separación, pero si eliges centrar tu atención en lo que de verdad eres, silenciar la mente y entregarle a tu divinidad todas esas capas de miedo, entonces comenzarán a ocurrir milagros. Entonces sabrás que nunca estuviste separado, que no tienes nada que aprender. Que se trata de ser.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.