HOY TE PIDO

Que te llame Fuente, Universo, Dios o Vida a ti, te da lo mismo. Ya sé que eres mucho más que un nombre, de por sí insuficiente y limitado, y que una palabra no es capaz de definirte. Existes aunque mi mente, a veces, dude y no lo crea. No vas ni vienes, estás siempre. Creerte es la única condición para que yo pueda sentirte y verte. Siempre estás a mi favor, nunca en mi contra, no puedes. Eres la más grande expresión de Amor. Jamás me juzgas, por eso, tampoco tienes que perdonarme por nada. No tienes cara, no eres un señor con barba. Eres impersonal, no tienes favoritos, tampoco me envías pruebas, ni pandemias, ni sufrimientos ni desafíos. Me has dado la autoridad para que yo elija mis experiencias y mis creencias. No estás separado de mí, no estás fuera, no estás allá arriba esperando a que yo vuelva. Tú, Universo estás en todo lo que ha sido creado, te expandes a través de mí y de mis experiencias. Tú y Yo somos Uno, nos diferenciamos solo por nuestro nivel de consciencia.

Te reflejo y manifiesto cuando amo, confío, suelto, entrego, cuando permito y me responsabilizo de lo que creo y de lo que sueño. Cuando miro con compasión y no me juzgo. Cuando no me fijo en lo que veo, sino en lo que siento. Cuando dejo de identificarme con el miedo. Cuando estoy en silencio. Cuando, con humildad, acepto que soy un reflejo tuyo y que lo tengo todo dentro. Cuando me habito, me cumplo y me acepto. Cuando no te tengo miedo, cuando reconozco que tengo derecho a los milagros porque yo soy uno de ellos. Cuando te los pido sabiendo que mi deseo ya está cumplido. Cuando dejo que la inocencia sea el pilar que me sostiene. Cuando, a través del silencio, te escucho.

Y a ti, Papá Universo, hoy te pido capacidad para confiar y para entregarme. Valentía para no creerme mis pensamientos de miedo. Sosiego y paz interna. Hoy te pido poder ver con tus ojos todas las experiencias por las que transito. Quiero que mi percepción de las cosas sea distinta. Hoy deposito en tus manos todos mis deseos. Quiero dejar de defenderme y de juzgarme. Quiero quererme como Tú me quieres. Hoy te pido ayuda para ser capaz de crear espacio en mi corazón y estar dispuesta a recibir todo lo bueno de la vida. Que pueda saber que merezco por ser quien soy, sin sacrificios ni esfuerzos. Hoy te pido que te encargues de todo aquello que mi ego considera un problema. Te pido que me sostengas, que yo pueda descansar y experimentar el Cielo en la tierra. Hoy te pido guía, que des luz a mi corazón y serenidad a mi mente. Que todos podamos desaprender el miedo y regresar a casa, a la plenitud y a la dicha. Hoy te pido ayuda para recordar que me amas y que no tengo que buscar nada. Quiero tener presente que soy tu reflejo y que solo por eso, lo tengo todo dentro.

Hoy te pido milagros para mí y para todos. Hoy abro mi corazón para que Tú intervengas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by David Monje

Photo by David Monje

TU CORAZÓN PONDRÁ LAS ALAS

No te impacientes, mantente presente, consciente de lo que estás viviendo ahora. No quieras llegar ya, lo importante no es la meta sino cada paso del camino. No dudes de ti, no creas que puedes encontrar el maestro fuera, tú eres el Gurú de tu propia vida, tú eres el único capaz de darte las respuestas que necesitas. Puede ser que ahora no lo veas y que, temporalmente, debas buscar herramientas fuera, pero recuerda que son solo eso, apoyos que te regala el Universo para que descubras que la Verdad siempre ha estado dentro.

No olvides que puedes soltar el control y relajarte, que si, pese al miedo, te atreves a fluir, la Vida comenzará a mostrarte su mejor parte. No olvides que siempre te está escuchando y está cuidando de ti, que te ama y desea que te responsabilices y seas feliz. No creas que tu miedo te hace imperfecto ni que te faltan partes, no creas lo que los demás dicen de ti. No creas. Abandona tus creencias, son ellas las que te hacen limitado. Su ausencia, te convierte en alguien libre y muy sabio. No des esperando algo a cambio porque entonces no estarás dando. No huyas de lo que sientes, de lo que necesitas, de lo que tu corazón te dicta. No escapes de ti mismo, no te tengas miedo. No luches, no quieras ir en contra de lo que está ocurriendo. Acepta para que puedas comenzar a hacer cambios, para que puedas sentirte en paz y pleno.

Ni por un momento te permitas perder la esperanza ni abandonar tus sueños, imagina y hazlo en grande. Vuela con tu mente. Tu corazón pondrá las alas. No te sobra nada, no hay errores en ti, no tienes que cambiar ni esforzarte por ser mejor persona, tienes que amarte sin condición y comprobar que ya eres todo lo que creías que te faltaba. No abandones tu curiosidad ni tu capacidad para sorprenderte, para sentirte niño, despreocupado e inocente. Juega y permite lo que sientes. No te apegues al pasado, no te castigues ni te culpes. Lo hiciste como pudiste, dítelo, para que no lo olvides.

No te pongas trajes, no finjas, no quieras ser lo que nunca fuiste. Ser un fraude es la peor de las enfermedades. No te presiones, no seas exigente contigo, no te cargues con mochilas que no te corresponden. No niegues tu luz ni tu brillo, no le tengas miedo a la envidia de los otros. Puedes y debes ser tú mismo, manifestar tus talentos y compartir tus dones.

No olvides pedir milagros y estar abierto a recibirlos. No te creas tu ruido interno. Ese murmullo tuyo lo cura el silencio. No digas sí cuando lo que necesitas es un no rotundo. No guardes dentro de ti lo que sientes. Lo que guardas no muere, te mata lentamente. Por favor, no dejes de quererte por ningún motivo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Barth Bailey

Photo by Barth Bailey

ELIJO

Elijo creer en lo que me hace bien, en lo que me da paz, en todo aquello que alimenta a mi alma. Escojo pensar que, al final, aunque ahora no lo pueda ver, todo va a salir bien. Elijo creer que soy mucho más grande que la pequeñez de mi miedo, y mucho más sabia cuando me atrevo a confiar en mi intuición. Elijo permitirme brillar, cultivar la fe y responsabilizarme de mí y de mi necesidad. Elijo no juzgarme y no permitir que, desde fuera, me hagan creer que no puedo. Elijo esforzarme por ver el vaso siempre medio lleno, la luz que se esconde en cualquier forma de oscuridad.

Elijo transformar pena en compasión, envidia en reconocimiento y admiración, rabia en poder de afirmación. Elijo convertir mi miedo en amor, mi frustración en creatividad y acción, mi culpa en merecimiento, mi tristeza en aceptación, mi soberbia en humildad, mi deseo de control en capacidad para soltar, mi debilidad en vulnerabilidad, mi desconfianza en fe, mi victimismo en responsabilidad, mi queja en agradecimiento, mi deseo de tener razón en paz interior. Elijo cambiar preocupación por ocupación, pasado y futuro por momento presente, rigidez mental por flexibilidad en mi corazón, necesidad de aprobación por reconocimiento interior, autoexigencia por aprobación, soledad por amor a mi niña interna, información y ruido externo por silencio y meditación.

Elijo confiar en la vida, relajarme y permitir que se ocupe de mí. Elijo equilibrar mi energía Yang y mi energía Yin, sabiendo que dar es igual de importante que recibir. Escojo escuchar a mi cuerpo y no volver a huir. Elijo, aunque me dé miedo, ser valiente y permitirme todo lo que siento, que mis emociones hablen y que sean mi guía para indicarme el mejor camino. Elijo ponerme al servicio de mi Alma, aceptar que no estoy aquí para pasar pruebas, sino para ser feliz.

Elijo aceptar que no todo el mundo quiere mi ayuda y que no siempre caigo bien. Elijo liberarme de la necesidad de gustar a otros, de tener que agradar, de ser lo que espero o esperan de mí. Elijo renunciar a querer entenderlo todo, ahora me gusta mucho más vivir sabiendo que no sé nada. Definitivamente, elijo creer en mí.

Y al final, después de mucho elegir, ya no necesitas seguir haciéndolo porque lo que hasta ahora solo era elección, ha pasado a convertirse en Verdad, en la única opción.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Tony Detroit

Photo by Tony Detroit

MIEDO

Quieres colarte en mis sueños, quieres que tenga más fe en ti que en ellos. Intentas mantenerme alerta, te alimentas del pasado y siempre andas preocupado por un futuro que no lo puedes tocar porque todavía no ha llegado. Parece como si me odiaras, me atormentas con dudas y preocupaciones. Me juzgas y me castigas. Me haces sentir pequeña, indefensa y muy, muy insegura. Crees en la soledad, en la muerte, en la escasez y en el abandono. En la separación y en la injusticia. Crees que los recursos son limitados, crees que no hay para todos.

Cuando me susurras al oido, no sé si me odias o si me estás pidiendo ayuda, por eso, necesito que hablemos, que me cuentes qué te ocurre. Creo que ha llegado el momento de que tú y yo solucionemos nuestras diferencias y podamos comenzar a relacionarnos en armonía. Necesito dejar de tenerte miedo y siento que ahí es donde se encuentra el problema verdadero.

Si a ti, miedo, te creo y me asustas, no te queda más remedio que crecer y convertirte en resistencia. Empiezo a entender que tan solo estás reclamando mi atención, que a tu manera, me estás pidiendo ayuda. Qué tonta he sido al creer que me odias. Tú eres una parte de mí llena de carencias, eres el resultado de una falta profunda de amor, y por tanto, es amor todo lo que buscas.

Quieres curarte pero tú solo no sabes cómo hacerlo. Es normal, eres miedo. Me necesitas a mí para que te rescate. Ahora lo comprendo, cuando te provoca ansiedad el futuro, me estás pidiendo que aprenda a vivir en el presente, cuando me dices que le tienes miedo a la muerte, necesitas que recuerde que nada muere. Creerte nos perjudica, a ti porque te hace más grande y a mí porque me hace insignificante. Reconocerte, abrazarte e integrarte, a ti te cura y a mí, me salva la vida.

Gracias miedo, por ser el mejor medio para recordar que soy Amor, y que lo tengo todo dentro.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Nathan Bingle

Photo by Nathan Bingle



DELANTE DEL ESPEJO

Casi toda mi vida sin prestarte atención, sin ni tan siquiera ser consciente de tu existencia. Casi toda mi vida fijándome en lo de ahí fuera, queriendo querer a los otros y anhelando que me quieran. Intentando lograr sueños y alcanzar metas, sin escuchar tus sentimientos y sin preguntarte por lo que, de verdad, necesitas. Casi toda mi vida sin saber nada de la mujer que, cada mañana, delante del espejo, me mira.

Después de años evitándote, teniéndote miedo, juzgándote y queriendo que fueras distinta, hoy, pese a que todavía tengo resistencias, empiezo a sentir que eres mi mejor amiga. Me enseñaron lo importante que era querer al otro, nunca me dijeron que amarme a mí misma era condición necesaria para poder amar al resto. Y amarte no me resulta fácil porque implica no querer cambiarte, aceptarte tal y como eres y reconocer tu luz solo en la medida en la que soy capaz de abrazar tu sombra. Me acostumbré a criticarte y a prestar atención a tus defectos mucho más que a tus virtudes y fortalezas. Crecí creyendo que lo importante era cambiarte para convertirte en alguien más aceptable para los otros. Lo siento, no me di cuenta de que nunca deberías de ser alguien diferente de quien, en realidad, eres.

Ahora soy capaz de darme cuenta del daño que te hice al no reconocer que eres importante y perfecta con todos tus defectos y con tus imperfecciones. Es verdad que todavía hoy me cuesta trabajo responsabilizarme de tus necesidades y de todo lo que sientes. Estoy aprendiendo a pedirte perdón cuando me pongo exigente contigo, cuando desconfío o cuando te cargo con mochilas y responsabilidades que no son tuyas y que nunca lo han sido. Por favor, no quiero que olvides que siempre te tengo presente y que cuando, delante del espejo, tus ojos que son los míos se cruzan, siento paz y cada día que pasa más alegría.

Creo que, quizá, lo más importante que hasta ahora he aprendido es que soy capaz de quererte en los momentos en los que creo que no te quiero. Te doy las gracias por ser como eres, por tu vitalidad y por tu optimismo. También por tu rabia, tu rigidez y por tu "mala leche”. Te doy las gracias por esa fuerza de voluntad que tienes y por lo vulnerable y libre que eres, por tu capacidad para transformar obstáculos en oportunidades, por tus dificultades para recibir, por tus miedos y por tus ansiedades.

Te quiero por ser no quien yo quería que fueses, sino por ser la persona que eres.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Cristina Gottardi

Photo by Cristina Gottardi



CUANDO TODO VA BIEN

Esta mañana dejé caer una lagrimita. Y no era de tristeza no, era de alegría. Esta mañana, tuve una profunda sensación de plenitud interna, de sentido, de anclaje y de consciencia. Mi mente solo necesitó el tiempo que tardó en secarse esa lágrima, para decirme con fuerza y descaro: no te confíes, a ver cuánto tiempo crees que va a durar ese estado…

Así es. La amenaza de que algo malo está por llegar, de que no se puede tener todo en la vida, de que es imposible que siempre vaya todo bien, nos impide relajarnos, y de verdad, construir una experiencia libre de miedo y de angustia. Estamos alerta. Una parte de nosotros cree que, de forma inesperada y aleatoria, las cosas pueden cambiar y volverse en nuestra contra. Como si desde arriba nos estuvieran mirando y diciendo: ahora que todo va bien, habrá que enviar algún que otro problema para equilibrar. Pero la Fuente no da ni quita, solo nos devuelve lo que, con amor o miedo, le pedimos. Y en el fondo, lo que ocurre es que cuando yo me siento plena, tengo miedo de que esa sensación no dure, tengo miedo de que si las cosas van tan bien ahora, en algún momento, habrá que compensar tanta plenitud con otro tanto de abatimiento y vacío.

En el fondo, nos da miedo el bienestar y cuando todo va bien, nos asusta que todo comience a ir muy mal. Nos auto boicoteamos. Sin querer, nosotros mismos nos negamos la posibilidad de una vida plena. ¿Y qué podemos hacer? Podemos dejar de escuchar el ruido y el “ ¿y si?” de nuestra mente y crear una nueva relación con nosotros mismos. Podemos perdonarnos por nuestras creencias limitantes y podemos declararnos inocentes y merecedores del bienestar y de la abundancia. Podemos aceptar que somos algo mucho más grande que el miedo y que es nuestro derecho disfrutar la plenitud en esta experiencia. Podemos darnos la posibilidad de creer que el Universo siempre conspira a nuestro favor en vez de hacerlo en nuestra contra. Podemos aceptar que no existe lo bueno y lo malo, que todo contiene luz, y podemos aprender a ver las situaciones de fuera como lo que son: experiencias, en vez de utilizarlas como baremo para determinar nuestros estados internos.

Hoy me he dado cuenta de que esa sensación de plenitud y de consciencia que me ha hecho llorar, me pertenece y no porque las cosas en mi vida estén yendo bien, sino al revés. Hacer crecer ese sentimiento dentro de mí, nutrirlo y cultivarlo es lo que está provocando que todo vaya bien.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Sippakorn Yamkasikorn

Photo by Sippakorn Yamkasikorn





INCERTIDUMBRE

Si existe una palabra capaz de definir el momento actual esa es incertidumbre. La sensación de no saber, de no tener control, de no pisar suelo firme, la constante inestabilidad, la preocupación colectiva y el desconcierto externos, hacen necesario un cambio radical en nuestra manera de vivir. El ego reacciona asustado cuando ahí fuera no encuentra ninguna certeza. En algunas ocasiones, el miedo le conduce a la ira o a la frustración, en otras, a replegarse atemorizado como si de un cangrejo se tratase. La incertidumbre hace que nos sintamos asustados, inseguros, indefensos y frustrados. De lo que necesitamos darnos cuenta es de que el hecho de que palpemos la incertidumbre con las manos no significa que no podamos encontrar certezas. Simplemente es que las estamos buscando en el lugar equivocado.

Margaret Drabble decía que cuando nada es seguro, todo es posible. Si lo de fuera no sirve, si no está siendo capaz de proporcionarnos la seguridad y certezas que necesitamos para vivir esta experiencia, a lo mejor, ha llegado el momento de dirigir nuestra atención a otro lugar, a otra parte de nuestro ser, capaz de transformar incertidumbre en seguridad, y miedo en amor y plenitud.

El suelo firme existe, claro que existe. La certeza también. Ambos están en nuestro interior y crecen cuando invertimos la atención y comenzamos a dirigirla hacia dentro. Cuando aprendemos a habitarnos y a reconocer que todos los recursos y potencialidades están y siempre han estado en nosotros. Cuando cultivamos la fe en quienes somos y en nuestro poder para crear, cuando reconocemos nuestra Divinidad y comenzamos a ver lo de fuera, solo y únicamente, como un espejo que nos muestra lo que necesitamos cambiar.

Estamos cansados, yo diría que exhaustos, es normal. El desafío y la limitación es casi constante, pero tengo la certeza de que somos capaces de ver luz entre tanta oscuridad. 2020 representa el derrumbamiento de un sistema obsoleto y caduco, la caída de estructuras y patrones internos que ya no podemos sostener por más tiempo. 2020 nos está obligando a cambiar, a encontrar seguridad en lo desconocido, a otorgarle valor a lo que hasta ahora dábamos por hecho, a reinventarnos y a aprender a habitarnos. 2020 nos está diciendo que, pese a la incertidumbre externa, podemos sentir seguridad y certeza. 2020 está siendo un maestro exigente que quiere que hagamos nuestros deberes. Es un maestro que, aunque ahora no podamos verlo, nos quiere. 2020 está removiendo la Tierra, estableciendo nuevos pilares y construyendo nuevas bases para el comienzo de una Nueva Era.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Aziz Acharki

Photo by Aziz Acharki