ENTENDER LA VIDA

La vida espiritual tiene que ver con la entrega, con la rendición, no con la comprensión. Siempre que aparezca esa parte de ti que quiere entender, saber el porqué, dale una patada y hazla desaparecer.
— Swami Chetanananda

Tenemos una inclinación natural, casi siempre inconsciente, a intelectualizar la vida y lo que sentimos. A todo le buscamos un por qué y un propósito. De todo, tenemos que aprender algo y de todo necesitamos entender su razón de ser y su origen. Nos relacionamos con la vida desde la premisa de que lo que somos no es suficiente, de que dentro de nosotros no podremos encontrar respuestas a ninguna de nuestras preguntas y de que necesitamos entendernos para así, después, encontrar la paz. En esa tendencia tan nuestra que nos lleva a la incesante búsqueda de información, a intentar comprender lo que nos sucede, a querer saber más y más, perdemos conexión con la verdadera fuente de sabiduría, con el maestro que vive en nuestro interior.

Vivimos esta experiencia encarnados en un cuerpo físico limitado y, generalmente, asustado. La mente del ego, de nuestra personalidad-cuerpo necesita comprender, entender, obtener información, saber por qué y para qué ocurre todo lo que ocurre. Esa mente utiliza la información como defensa ante la posibilidad de dejar que todo sea como es, de que todo fluya y de que, en nosotros, se despierte la entrega. La tendencia a la racionalización e intelectualización de la vida y la búsqueda constante de información que nos sirva para sanarnos, nos aleja del propio proceso de sanación. Creer que lo entendido y aprendido puede, por sí solo, transformar nuestra vida es un error que, además, genera mucha frustración: entiendo algo con la mente, tengo información, pero, dentro de mí, todo sigue igual.

Dicho esto, todos tenemos ego y, por tanto, todos, en mayor o menor medida, necesitamos información y comprender el cómo y el porqué. Eso, en sí mismo, no es ni bueno ni malo, pero, aislado, sirve de poco o nada si no lo convertimos en un canal de conexión con nuestro interior. Se trata de integrar, no solo de entender. Se trata de despertar, no solo de saber. Se trata de utilizar la información como un medio para que nuestro ego se sienta seguro y así nos podemos aislar del miedo de mirar en el interior.

Temporalmente somos ego, pero, intemporalmente, espíritu. Nuestro ego no sabe, tiene miedo, y quiere entender el porqué de las cosas. Nuestro espíritu lo sabe todo, es amor y no necesita aprender nada. Cuanta menos importancia le demos a las preguntas de nuestra mente, cuanto mejor utilicemos y canalicemos nuestra necesidad de saber, más espacio estaremos creando para que nuestro sabio interior despierte.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Colton Duke

Photo by Colton Duke












EL TIEMPO PERDIDO

No sabemos y no queremos perder el tiempo, como si hacerlo supusiese, de verdad, perderlo. Sentimos que si no producimos, si no estamos haciendo algo que nos lleve a un resultado tangible, medible y palpable, entonces, estamos tirando y desaprovechando eso que consideramos tan valioso y tan ilusorio como es el tiempo. Ese constante momento que parece escaparse de nuestras manos si no lo llenamos de haceres, quehaceres y deberes.

Mi mente me atormenta diciéndome que no hacer nada es una pérdida de tiempo, que dibujar un mandala o mirar por la ventana es una pérdida de tiempo. Mi mente me dice que no lea una revista, que dedique mi tiempo a algo más productivo como es leer un libro. Mi mente me dice que aburrirse es desperdiciar el tiempo. Así que, seducida y engañada por ella, hago cosas sin parar que justifiquen mi existencia, que me proporcionen la sensación de que valgo la pena. Así, me autoengaño, creyendo que por llenar mi tiempo de obligaciones, lo estaré utilizando de manera correcta y como se debe.

Se trata de no perder el tiempo, y en ese no querer perderte, me esfuerzo tanto, querido tiempo, que, al final, te pierdo. Parece que si no te utilizo para estar ocupada, te me vas de las manos, parece que no sé disfrutarte sin exprimirte y sin llenarte de actividades al máximo. Parece imposible verte como algo ilimitado.

El tiempo que nuestra mente considera perdido porque no ha sido productivo, nuestro corazón y nuestro femenino lo ha ganado. Ese tiempo perdido es la clave para el reencuentro con nosotros mismos. Cuando paramos, cuando no hacemos, cuando dedicamos tiempo a la nada, al no tiempo, a lo que existe ahora, a lo que cada uno necesitamos, sea hacer algo que en sí mismo pueda ser inútil o sea no hacer absolutamente nada, estamos convirtiendo el tiempo lineal en algo infinito. Se trata de aprender a desvincular el tiempo de la productividad y del futuro. Se trata de entender que el tiempo dedicado al no hacer, al ser, al sostener, al permitir, al placer es el tiempo que deja de ser limitado para convertirse, como si fuera un milagro, en un presente ilimitado.

Desvincularnos de la creencia que nos dice que todo tiene que tener un para qué, que todo tiene que servir para algo es fundamental para que podamos recuperar la sensación de plenitud y de presencia. Limpiar nuestro tiempo de expectativas, negarnos a la necesidad de llenarlo, desvincularnos de ese futuro que todavía no ha llegado, nos permite crear espacio para descubrir que si lo pensamos, el tiempo es ilimitado.

Feliz Pascua y Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo Kunj Parekh

Photo Kunj Parekh

PORQUE ME AMO

Porque me amo, cuido de mí, y porque me amo, me permito ser quien soy. Porque me amo, me acepto y me apruebo. Porque me amo, me sonrío y también me abrazo.

Porque me amo, escucho y atiendo mis necesidades. Porque me amo, he dejado de juzgarme y de culparme, y cuando, todavía me reconozco haciéndolo, con cariño y mucha calma, rectifico y me pido perdón. Así, puedo continuar caminando.

Porque me amo, me motivo, me doy aliento y me responsabilizo. Porque me amo, confío, me siento bien, y te sonrío. Porque me amo, puedo soltar el control y desprenderme. Porque me amo, me relajo, me doy placer y descanso.

Porque me amo, no me permito pensamientos que me hagan daño. Porque me amo, cada vez elijo mejor lo que creo y lo que hago. Porque me amo, permito y sostengo todo lo que siento. Porque me amo, me deseo una vida exenta de sufrimiento. Porque me amo, utilizo mi mente para sentirme bien. Porque me amo, acepto mi oscuridad y la veo como un poderoso recurso para mi transformación y para mi completa sanación. Porque me amo, sostengo mi vulnerabilidad y reconozco todas mis vergüenzas.

Porque me amo, regulo mi energía y pongo límites. Porque me amo, sé que decir “no”, a veces, es muy necesario. Porque me amo, no lucho. Porque me amo, acepto. Porque me amo, sé que me merezco todo lo bueno. Porque me amo, estoy cada vez más disponible para recibirlo. Porque me amo, me declaro inocente. Porque me amo, sé que el Universo siempre me cuida y me quiere.

Porque me amo, soy paciente y amable conmigo. Porque me amo, me trato con afecto y respeto. Porque me amo, no quiero darme lo que nunca daría. Porque me amo, disfruto de mi compañía. Porque me amo, no creo lo que me dice mi ego. Porque me amo, no sé qué significa sentirme sola. Porque me amo, no me deleito con pensamientos de miedo. Porque me amo, cada vez que aparecen, los entrego. Porque me amo, no me dejo para luego. Porque me amo, me siento libre. Porque me amo, no me reprimo, ni me escondo ni me tapo.

Porque me amo, intento no autoengañarme y no ponerme excusas. Porque me amo, estoy abierta al cambio, a lo nuevo, a soltar el pasado y a liberarme de mis resistencias. Porque me amo, me siento segura, y eso me da espacio para desprenderme de mi rigidez, para flexibilizar mi mente y para aceptar ayuda. Porque me amo, lo que sea que esté pasando dentro, no me lo guardo. Porque me amo, sé que abrirme a compartir es muy necesario. Porque me amo, doy gracias a diario.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Karl Magnuson

Photo by Karl Magnuson

EL PODER ESTÁ DENTRO

Cuando se domina lo exterior mediante lo interior, todo se arregla
— El TAO de la larga vida

En un abrir y cerrar de ojos, las estructuras externas se han derrumbado, los grandes sistemas que creíamos firmes y en los que, desde hace siglos, venimos depositando nuestro poder se han caído. No deberíamos olvidar, y más en este momento, que lo externo, no es más que un reflejo de lo interno, porque "como es dentro es fuera”, y porque todos, de alguna manera, y en mayor o menor medida, le vamos dando forma a lo que, después, manifestamos como sociedad.

Si lo de fuera está sufriendo una transformación tan extrema, quizá, todos nosotros tengamos también la oportunidad de implicarnos y comprometernos en una transformación interna. La realidad es que no estamos acostumbrados a estar con nosotros mismos. Tenemos una tendencia natural a escapar de lo que nos asusta y de lo que sentimos. Tendemos a poner parches y un “mejor mañana” a lo que tenga que ver con nuestra vulnerabilidad y con lo que sucede en nuestra casa interna. Nos engañamos con un “ahora no puedo”, no nos escuchamos o, por lo menos, no lo suficiente como para reconocernos y, así, poder amarnos.

No sabemos cuáles son nuestros recursos internos, hemos crecido creyendo que todo está allí afuera, y por eso, ahora que lo externo es incierto y se tambalea, es momento de preguntarnos qué está pasando dentro. Si tengo tres títulos universitarios y una nefasta relación interna, si creo que no soy válido y que no puedo, mis títulos, lo de fuera, no sirven porque no son reflejo de una estructura sólida y amorosa de mi casa interna, porque el punto de partida siempre está en mí, porque la prosperidad, el amor, el poder, la plenitud o lo que sea, nunca vinieron de fuera, porque lo de fuera solo puede reflejar lo que, previamente, yo he despertado, aceptado y permitido dentro. Porque si yo no reconozco mis recursos, nunca los voy a poder ver en su forma física. Porque la conexión entre lo que somos y lo que manifestamos es la clave para levantar macro estructuras firmes y duraderas.

Se nos ha enseñado que lo importante es producir, hacer, fabricar, ser válido, luchar, esforzarse y trabajar. Y esa enseñanza, así, aislada, se queda coja, muy coja. Le falta una parte, su otra polaridad. Y quizá, en estos momentos, lo que más necesitemos sea recordar que el hacer no puede existir sin el ser, que lo de fuera necesita espacio para lo de dentro y que las grandes estructuras precisan de un buen suelo interno. No pasa nada por parar, por dedicarnos un poco de tiempo. No pasa nada por tener miedo, por sentirnos vulnerables, por estar cansados, por escuchar lo que necesitamos, por decir "no puedo”, por no hacer, por no producir, por descansar, por ser imperfectos. No pasa nada, de verdad.

Necesitamos recuperar la fe y la confianza en nosotros, en nuestros recursos. Necesitamos mirarnos y ver si sabemos nutrirnos, si somos capaces de atendernos y de respetar nuestras necesidades. Si estamos cómodos con nuestra vulnerabilidad y también con nuestras debilidades. Necesitamos parar un momento, es una gran oportunidad. Necesitamos reconocernos y reencontrarnos y, sobre todo, necesitamos recuperar todo el poder que, hasta ahora, habíamos entregado a lo de fuera. Y necesitamos hacerlo porque vivir desde la conexión interna permite que lo externo funcione y permanezca.

El equilibrio entre intervenir y dar un paso atrás, entre parar y accionar, entre esforzarse y relajarse es fundamental para que todo fluya en perfecta armonía y orden. Solo tenemos que observar lo que está ocurriendo en la naturaleza, y así, podremos darnos cuenta de que el no hacer permite que todo fluya y se coloque.

Y ese es mi deseo, dar un paso atrás, dejar de intervenir para que todo fluya y se coloque.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Muhamad Rizal Firmansyah

Photo by Muhamad Rizal Firmansyah

HUMILDAD

SÉ HUMILDE, ponte a un lado, deja ir tus pensamientos atemorizantes, y permite que lo Divino tome el mando y se encargue. La humildad te convierte en invulnerable y te permite descubrir todo lo que tu Padre Divino tiene para darte. Ser humilde es aceptar que tú no sabes. Es entregarte por completo, diciéndole a la vida, a Dios o al Universo: Tú te encargas. Tú sabes.

NO HAGAS NADA, no insistas, no intentes. Es momento de regresar a casa, a tu casa interna. Es momento de atenderte y de cuidarte, de escuchar tus necesidades, de mirarte y de mimarte. De ser mamá contigo, de nutrirte y de abrazarte. Si cuidas de ti, también lo estás haciendo conmigo.

MIRA EL PRESENTE, lo que existe ahora. El futuro no ha llegado, es un invento. Debemos darnos cuenta. La experiencia que estamos viviendo nos pide consciencia. Solo un presente, así, consciente, vivido con gratitud y serenidad puede crear un futuro lleno de amor y de prosperidad. Quizá, lo que estamos viviendo nos está regalando la oportunidad de hacer un gran cambio como sociedad.

REVISA TUS PRIORIDADES. Demos valor a lo que perdura, a lo que siempre permanece, a los vínculos, a lo que el corazón dicta. A la salud y a la familia. A la solidaridad y a la amabilidad hacia el otro. A la unidad, a la consciencia de que somos una sola humanidad entrelazada a través del corazón, hasta ahora separada por la razón.

PERMITE que el UNIVERSO TE CUIDE. Dejemos que nos abrace, que se manifieste en nosotros a través de su poder y de su perfección. Es posible que con tanto foco en la producción, en lo material, en lo efímero, en tener razón, en la separación, nos hayamos olvidado de que es ese Universo en el que casi nunca pensamos, el que hace que el Sol salga, el que nos da aire para respirar, el que obra milagros. Quizá, es hora ya de devolver el poder a quien lo tiene que tener.

TEN PACIENCIA, es decir, paz interna. Dirijamos nuestra mente, mantengámosla pura, sosegada, y presente. Meditemos para que los pensamientos enfermos se transformen. Para que dejen de ser miedo y se conviertan, nos conviertan en un: "Yo soy la salud perfecta".

DA LAS GRACIAS, por esto y por todo. El agradecimiento nos da la posibilidad de encontrarnos con la oportunidad que se esconde detrás de cualquier circunstancia o proceso. El agradecimiento eleva nuestra vibración y nos libera del miedo. El agradecimiento nos impulsa y atrae hacia nosotros más motivos para ser agradecidos.

CAMBIA. Hagámoslo radicalmente, abandonemos las resistencias y comencemos a hacerlo distinto. Decidamos construir una nueva versión de nosotros mismos, inspirada, consciente, amable y solidaria. Cambiemos para que lo de fuera cambie.

BAILA, o pinta, o canta, o ríete a carcajadas. Haz lo que te despierte por dentro, mantén activo a tu niño interno. Es muy importante que no perdamos la inocencia, la sorpresa y el juego.

ORA, por todos aquellos que se están dejando la piel por servirnos y por cuidarnos. Por todos aquellos que han dicho adiós a esta experiencia. Por sus familiares, para que no sean arrastrados por la desolación y mantengan la serenidad y la esperanza.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by David Marcu

Photo by David Marcu

CALMA

Transitamos por un momento de profunda crisis y, por tanto, también de profunda oportunidad. De la noche a la mañana, casi como si de un sueño se tratara, todo lo que creíamos seguro y firme, ha comenzado a derrumbarse, a deshacerse igual que lo hace el hielo frente al sol. De pronto, todo se convierte en imprevisible, todo escapa a nuestro control, y no porque hasta ahora lo tuviéramos, sino porque, hasta ahora, no había sucedido nada que, de forma tan extrema y abrupta, rebasara los límites asumibles para nuestra mente inferior.

La sensación de ausencia de control y de no tener certezas desata el pánico en el cuerpo y en la mente. Nuestro ego vive de la sensación de control, se nutre de la soberbia de creer que dirige y manda. Nuestro ego piensa sin parar, planea las consecuencias de un negro futuro y si no estamos atentos, nos arrastra. Su miedo más intenso es el de la incertidumbre, se niega a entregarse, a ponerse a un lado para dejar que todo se coloque. Para él, la calma puede ser la muerte porque calma es sinónimo de fe y ni la confianza ni la fe pueden ser sus aliados. Todas las experiencias que vivimos, como individuos y como colectivo, son karma, individual y colectivo. Absolutamente nada es fruto de lo aleatorio ni de la casualidad. Estamos viviendo un resultado que tiene un origen, una causa y un motivo. Podríamos, sin necesitar de mucho esfuerzo, darnos cuenta de que la causa de un karma como el que estamos viviendo estos días no puede ser otro que el miedo del que todos somos responsables. Por eso es por lo que también transitamos un tiempo tan importante y tan transformador. Porque tenemos otra oportunidad, otra más.

Yo me pregunto para qué me sirve esta experiencia y cómo puedo utilizarla a mi favor, para el servicio a los demás, y para convertirla en Dharma. Siento que lo que estamos viviendo me sirve, y mucho, para ver dónde tengo depositada mi fe. Para darme cuenta de lo difícil que es para mí asumir que no tengo el control de nada. Siento que no dispongo de otra alternativa más que de la de estar presente, confiar en lo Divino y soltar la mente. Y doy gracias porque esa sea la única opción y la única alternativa, porque siento que esta situación me dice que todavía puedo cambiar muchas cosas, como persona y como miembro de esta sociedad.

Mantenernos en calma, entregarnos a la situación y crear vacío en nuestra mente cuando lo de fuera tiene fuerza de pandemia es un reto y una responsabilidad para todos nosotros. Elegir en qué creer y optar por la entrega y la confianza plena en que todo va a estar bien es un desafío que esconde un infinito poder para transformar y cambiar la realidad presente. Asumamos nuestra responsabilidad y convirtámonos en personas más amorosas, más agradecidas, más solidarias, más entregadas y más pacíficas con nosotros mismos y con los demás.

Que la salud plena, la sabiduría, la calma, el sosiego y la confianza inunden nuestros corazones. Que mostremos nuestra versión más elevada y que podamos, de una vez por todas, deshacernos del miedo que nos somete.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Johannes Plenio

Photo by Johannes Plenio


COHERENCIA INTERNA

Mis seis reflexiones de hoy:

- La mente que piensa no es capaz de controlar nada. Sé que tu ego te lo niega, lo rechaza y se resiste, pero la verdad es que no dispones de capacidad alguna para controlar las experiencias de la vida desde ese lugar. Lo que sí puedes gestionar y sí depende de ti es la actitud y el tipo de respuesta que ofreces ante el proceso por el que transitas. Una actitud optimista, conectada a pensamientos y sentimientos elevados y en sintonía con una fe absoluta, pueden modificar radicalmente las experiencias que vives, tanto que te lleven a la manifestación del milagro. El intento de control surge del miedo a dejarse ir y de la falta de confianza que padece nuestro ego. La cuestión aquí es si nos sentimos capaces de impedir que nos arrastren sus limitaciones eligiendo relajarnos y fluir o si, por el contrario, nos creemos ese miedo y vivimos sometidos a él. Al final, siempre se trata de lo mismo, de elegir.

- Las elecciones que hacemos esconden una profunda sabiduría. Nuestro poder se encuentra en lo que elegimos creer. En todo momento, tenemos libertad absoluta para pensar y creer lo que escojamos, y esa elección la llevamos a cabo entre dos polaridades: el miedo y el amor. El tipo de elecciones que hacemos dice mucho sobre el tipo de relación y el vínculo que hemos desarrollado con nosotros mismos, y sobre nuestro nivel de evolución espiritual y de conexión con lo Divino. Cuando, pese a los agentes externos, elegimos creer en amor, estamos diciéndole a la vida que sabemos reconocer, aceptar y permitir quiénes somos. Cuando elegimos creer en nuestros pensamientos-ego estamos diciéndole a la vida que no nos reconocemos como seres inocentes, infinitos y poderosos. Al final, de nuevo, se trata de una elección.

- Todos tenemos dos versiones de nosotros mismos: la versión miedo, esa que nos habla de escasez, limitaciones, preocupación, enfermedad o sufrimiento, y la versión amor, esa que nos recuerda que todo se nos ha dado y que está a nuestra disposición siempre y en cualquier momento. Después de identificar qué versión queremos ser y con cuál queremos identificarnos, necesitamos crear coherencia interna, y crear coherencia interna significa convertirnos dentro de nosotros en la versión elegida. La coherencia interna se despierta en el corazón cuando conectamos con sentimientos que nos dicen lo capaces que somos de generar amor, compasión, y plenitud y cuando conseguimos identificarnos y fusionarnos con ellos.

- El descubrimiento que más impacto, dolor y también poder ha generado en mí es el de saber que soy 100% responsable de mi realidad. Si soy responsable de lo que manifiesto significa que, al igual que soy capaz de crear realidades de miedo, soy capaz de crear realidades de amor. Asumida esa capacidad y también esa responsabilidad, puedo comenzar a jugar con mi poder para crear. Creo que es importante que dejemos de aceptar el papel de víctimas y nos coloquemos en el lugar que nos corresponde dentro de este gran enigma que es la vida.

- Todo aquello que te niegas a cambiar, lo estás eligiendo. Nos gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero en la mayoría de las ocasiones, solo es eso, un deseo que no traspasa nuestro cuerpo mental. Dejemos de ser reactivos y hagámonos pro activos. Si nos decidimos a ir más allá y nos implicamos con el cambio, si lo hacemos diferente, y conseguimos comprometernos con lo que, de verdad, queremos y necesitamos, marcaremos un antes y un después en nuestras vidas. No hay nada ni nadie que lo pueda hacer por nosotros. Que lo de fuera cambie, depende de que yo cambie y hay veces, en que ese cambio debe y necesita ser radical y que nos lleve al punto cero para comenzar de nuevo. Abrirnos a transitar nuevos caminos, hacerlo distinto nos permite descubrir nuevas posibilidades y aspectos de nosotros mismos hasta ahora desconocidos. No hay nada que permanezca estático, todo vibra y todo está en constante cambio, pero nuestras mentes intentan, con vehemencia, resistirse al cambio. Nuestros egos tienen miedo y buscan la ausencia de movimiento. Nuestras almas saben que nada permanece y que todas las posibilidades existen.

- Resistirse y luchar contra lo que te está sucediendo es una forma muy poderosa de retenerlo, entronizarlo, y de hacerlo cada vez más grande y más verdadero. Creemos que la resistencia y la lucha es la respuesta más adecuada ante situaciones que no deseamos, pero si nos enfrentamos es porque todavía necesitamos eso que negamos. A mayor resistencia, mayor persistencia. Sustituir resistencia por aceptación es lo que va abrir las puertas de la transformación e incluso de la disolución de aquello que mi ego no quiere reconocer. Resistirse no cambia nada, aceptar, lo cambia todo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Frank Holleman

Photo by Frank Holleman