Poder para crear

REVISA

Nos hemos creído que podemos controlar nuestras experiencias. Que juzgar los actos de los otros es algo normal. Juzgamos sin ni siquiera pararnos a respirar y a sentir lo que estamos haciendo. Nos hemos creído que la vida es difícil, que existe lo bueno y lo malo. Que lo científico y lo empírico pueden ir por delante de lo espiritual. Nos hemos creído que juzgarnos a nosotros mismos es lo normal. Que en esta vida hay que luchar, que nadie regala nada, que no te puedes fiar del que tiene mucho, que somos pecadores y que todos tenemos una cruz. Nos hemos creído que no se puede tener todo en la vida y que si las cosas van bien tendrá que ocurrir algo malo para equilibrar.

Nos hemos creído que estamos separados de los demás, que lo que les ocurre no tiene nada que ver con nosotros porque nosotros “no somos así”, porque somos diferentes, más sabios, mejores personas, más evolucionados. Tampoco participamos de lo que ocurre fuera o de la oscuridad que inunda las jerarquías y los sistemas. Nos hemos creído que no tenemos ninguna responsabilidad.

Nos hemos creído que los hombres no lloran, que sentir no es importante y que si nos lo permitimos solo puede ser para un rato, no vaya a ser que perdamos el control y nuestra vulnerabilidad se abra paso. Nos hemos creído que lo bueno está por llegar, que esta experiencia está hecha a base de pruebas que tenemos que pasar. Nos hemos creído que tenemos capacidad para ayudar porque seguimos sin estar preparados para servir. Nos hemos creído que la compasión solo la experimentan las personas que están “muy elevadas”, así no tenemos que dejar de empatizar.

Nos hemos creído que somos culpables, que no somos dignos, que no nos podemos relajar. Sin pestañear, nos hemos creído el discurso, el miedo y el ruido de nuestra mente. Nos lo hemos creído sin darnos la oportunidad de cuestionar, de poner lo que pensamos en frente y mirarlo sin reaccionar, de revisar nuestras creencias y de elegir con responsabilidad qué pensamientos queremos que vivan en nuestro interior.

Necesitamos dejar de creernos nuestras creencias o por lo menos replanteárnoslas y verlas de nuevo, porque la mayoría de ellas son solo miedo, están enfermas y una creencia enferma no necesita que la creas, necesita que la sanes.

Cuantas menos creencias alberguemos, más libres seremos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Mateusz Klein

QUIERO

Quiero que te atrevas a sentir lo que sientes, que no te tengas miedo, que no niegues tus emociones y que no te dejes para otro momento. Quiero que te quieras, que te reconozcas tal y como eres. Quiero que te permitas ser esa persona maravillosa que yo veo en ti y que tú, muchas veces, no aprecias y no valoras. Quiero que te honres, que te coloques en el lugar que te corresponde, que no tengas miedo a decir lo que piensas, lo que sientes, lo que eres. Quiero que nunca digas sí por miedo a decir no. Quiero que no renuncies a ti, que no te ataques, que nunca te menosprecies, que te pongas en valor.

Quiero que seas agua, que fluyas, que no te resistas, que estés cómodo habitándote en tu vulnerabilidad, que conviertas tu herida en sagrada, que integres tu dolor y respetes tu tristeza, tu rabia o tu ira igual que abrazas tu alegría, tu plenitud o tu paz. Quiero que te escuches y que no vuelvas a decirte que no puedes, que es difícil o que no te lo mereces. Quiero verte libre, quiero que arriesgues y que lo intentes. El no siempre lo tienes. Quiero que confíes en ti, que no te permitas ser víctima y que no te creas los juicios ni la culpa.

Quiero que no renuncies a lo que sueñas, y que te permitas recibir tus deseos con inocencia. Quiero que elijas lo que es bueno para ti y lo que necesitas. Quiero que des solo cuando lo sientes, que no esperes nada y que no tengas expectativas. Quiero que seas muy feliz y que elijas pensar y creer aquello que te hace bien. Quiero que conectes con tu luz interna y que puedas ver tu enorme poder. Quiero que recuperes tu creatividad, tu curiosidad, tu inocencia y tu capacidad para sorprenderte. Quiero que reconozcas tus talentos y tus dones. Quiero que te cumplas y que puedas desarrollar toda tu potencialidad.

Quiero que ames sin necesidad. Que ames libre y de verdad. Quiero que te amen, que te cuiden, que te abracen, que te toquen, que sientas placer y gozo. Quiero que encuentres sentido, que aceptes y que te aceptes. Que estés en paz con tus errores y con tus equivocaciones. Quiero que te hables bonito, que te des cariño y mimos. Quiero que encuentres descanso en ti mismo y que te responsabilices de la capacidad que tienes para crear tu realidad.

Quiero que no te sometas, que puedas elegir amor en vez de miedo, que pienses con libertad. Quiero que no te conviertas en lo que los demás esperan de ti. Quiero que vivas esta vida siendo quien realmente eres, porque cuanto más seas tú, más luz tendrás para compartir.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Ifan Bima

Photo by Ifan Bima

COHERENCIA INTERNA

Mis seis reflexiones de hoy:

- La mente que piensa no es capaz de controlar nada. Sé que tu ego te lo niega, lo rechaza y se resiste, pero la verdad es que no dispones de capacidad alguna para controlar las experiencias de la vida desde ese lugar. Lo que sí puedes gestionar y sí depende de ti es la actitud y el tipo de respuesta que ofreces ante el proceso por el que transitas. Una actitud optimista, conectada a pensamientos y sentimientos elevados y en sintonía con una fe absoluta, pueden modificar radicalmente las experiencias que vives, tanto que te lleven a la manifestación del milagro. El intento de control surge del miedo a dejarse ir y de la falta de confianza que padece nuestro ego. La cuestión aquí es si nos sentimos capaces de impedir que nos arrastren sus limitaciones eligiendo relajarnos y fluir o si, por el contrario, nos creemos ese miedo y vivimos sometidos a él. Al final, siempre se trata de lo mismo, de elegir.

- Las elecciones que hacemos esconden una profunda sabiduría. Nuestro poder se encuentra en lo que elegimos creer. En todo momento, tenemos libertad absoluta para pensar y creer lo que escojamos, y esa elección la llevamos a cabo entre dos polaridades: el miedo y el amor. El tipo de elecciones que hacemos dice mucho sobre el tipo de relación y el vínculo que hemos desarrollado con nosotros mismos, y sobre nuestro nivel de evolución espiritual y de conexión con lo Divino. Cuando, pese a los agentes externos, elegimos creer en amor, estamos diciéndole a la vida que sabemos reconocer, aceptar y permitir quiénes somos. Cuando elegimos creer en nuestros pensamientos-ego estamos diciéndole a la vida que no nos reconocemos como seres inocentes, infinitos y poderosos. Al final, de nuevo, se trata de una elección.

- Todos tenemos dos versiones de nosotros mismos: la versión miedo, esa que nos habla de escasez, limitaciones, preocupación, enfermedad o sufrimiento, y la versión amor, esa que nos recuerda que todo se nos ha dado y que está a nuestra disposición siempre y en cualquier momento. Después de identificar qué versión queremos ser y con cuál queremos identificarnos, necesitamos crear coherencia interna, y crear coherencia interna significa convertirnos dentro de nosotros en la versión elegida. La coherencia interna se despierta en el corazón cuando conectamos con sentimientos que nos dicen lo capaces que somos de generar amor, compasión, y plenitud y cuando conseguimos identificarnos y fusionarnos con ellos.

- El descubrimiento que más impacto, dolor y también poder ha generado en mí es el de saber que soy 100% responsable de mi realidad. Si soy responsable de lo que manifiesto significa que, al igual que soy capaz de crear realidades de miedo, soy capaz de crear realidades de amor. Asumida esa capacidad y también esa responsabilidad, puedo comenzar a jugar con mi poder para crear. Creo que es importante que dejemos de aceptar el papel de víctimas y nos coloquemos en el lugar que nos corresponde dentro de este gran enigma que es la vida.

- Todo aquello que te niegas a cambiar, lo estás eligiendo. Nos gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero en la mayoría de las ocasiones, solo es eso, un deseo que no traspasa nuestro cuerpo mental. Dejemos de ser reactivos y hagámonos pro activos. Si nos decidimos a ir más allá y nos implicamos con el cambio, si lo hacemos diferente, y conseguimos comprometernos con lo que, de verdad, queremos y necesitamos, marcaremos un antes y un después en nuestras vidas. No hay nada ni nadie que lo pueda hacer por nosotros. Que lo de fuera cambie, depende de que yo cambie y hay veces, en que ese cambio debe y necesita ser radical y que nos lleve al punto cero para comenzar de nuevo. Abrirnos a transitar nuevos caminos, hacerlo distinto nos permite descubrir nuevas posibilidades y aspectos de nosotros mismos hasta ahora desconocidos. No hay nada que permanezca estático, todo vibra y todo está en constante cambio, pero nuestras mentes intentan, con vehemencia, resistirse al cambio. Nuestros egos tienen miedo y buscan la ausencia de movimiento. Nuestras almas saben que nada permanece y que todas las posibilidades existen.

- Resistirse y luchar contra lo que te está sucediendo es una forma muy poderosa de retenerlo, entronizarlo, y de hacerlo cada vez más grande y más verdadero. Creemos que la resistencia y la lucha es la respuesta más adecuada ante situaciones que no deseamos, pero si nos enfrentamos es porque todavía necesitamos eso que negamos. A mayor resistencia, mayor persistencia. Sustituir resistencia por aceptación es lo que va abrir las puertas de la transformación e incluso de la disolución de aquello que mi ego no quiere reconocer. Resistirse no cambia nada, aceptar, lo cambia todo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Frank Holleman

Photo by Frank Holleman