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EL TIEMPO PERDIDO

No sabemos y no queremos perder el tiempo, como si hacerlo supusiese, de verdad, perderlo. Sentimos que si no producimos, si no estamos haciendo algo que nos lleve a un resultado tangible, medible y palpable, entonces, estamos tirando y desaprovechando eso que consideramos tan valioso y tan ilusorio como es el tiempo. Ese constante momento que parece escaparse de nuestras manos si no lo llenamos de haceres, quehaceres y deberes.

Mi mente me atormenta diciéndome que no hacer nada es una pérdida de tiempo, que dibujar un mandala o mirar por la ventana es una pérdida de tiempo. Mi mente me dice que no lea una revista, que dedique mi tiempo a algo más productivo como es leer un libro. Mi mente me dice que aburrirse es desperdiciar el tiempo. Así que, seducida y engañada por ella, hago cosas sin parar que justifiquen mi existencia, que me proporcionen la sensación de que valgo la pena. Así, me autoengaño, creyendo que por llenar mi tiempo de obligaciones, lo estaré utilizando de manera correcta y como se debe.

Se trata de no perder el tiempo, y en ese no querer perderte, me esfuerzo tanto, querido tiempo, que, al final, te pierdo. Parece que si no te utilizo para estar ocupada, te me vas de las manos, parece que no sé disfrutarte sin exprimirte y sin llenarte de actividades al máximo. Parece imposible verte como algo ilimitado.

El tiempo que nuestra mente considera perdido porque no ha sido productivo, nuestro corazón y nuestro femenino lo ha ganado. Ese tiempo perdido es la clave para el reencuentro con nosotros mismos. Cuando paramos, cuando no hacemos, cuando dedicamos tiempo a la nada, al no tiempo, a lo que existe ahora, a lo que cada uno necesitamos, sea hacer algo que en sí mismo pueda ser inútil o sea no hacer absolutamente nada, estamos convirtiendo el tiempo lineal en algo infinito. Se trata de aprender a desvincular el tiempo de la productividad y del futuro. Se trata de entender que el tiempo dedicado al no hacer, al ser, al sostener, al permitir, al placer es el tiempo que deja de ser limitado para convertirse, como si fuera un milagro, en un presente ilimitado.

Desvincularnos de la creencia que nos dice que todo tiene que tener un para qué, que todo tiene que servir para algo es fundamental para que podamos recuperar la sensación de plenitud y de presencia. Limpiar nuestro tiempo de expectativas, negarnos a la necesidad de llenarlo, desvincularnos de ese futuro que todavía no ha llegado, nos permite crear espacio para descubrir que si lo pensamos, el tiempo es ilimitado.

Feliz Pascua y Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo Kunj Parekh

Photo Kunj Parekh

PORQUE ME AMO

Porque me amo, cuido de mí, y porque me amo, me permito ser quien soy. Porque me amo, me acepto y me apruebo. Porque me amo, me sonrío y también me abrazo.

Porque me amo, escucho y atiendo mis necesidades. Porque me amo, he dejado de juzgarme y de culparme, y cuando, todavía me reconozco haciéndolo, con cariño y mucha calma, rectifico y me pido perdón. Así, puedo continuar caminando.

Porque me amo, me motivo, me doy aliento y me responsabilizo. Porque me amo, confío, me siento bien, y te sonrío. Porque me amo, puedo soltar el control y desprenderme. Porque me amo, me relajo, me doy placer y descanso.

Porque me amo, no me permito pensamientos que me hagan daño. Porque me amo, cada vez elijo mejor lo que creo y lo que hago. Porque me amo, permito y sostengo todo lo que siento. Porque me amo, me deseo una vida exenta de sufrimiento. Porque me amo, utilizo mi mente para sentirme bien. Porque me amo, acepto mi oscuridad y la veo como un poderoso recurso para mi transformación y para mi completa sanación. Porque me amo, sostengo mi vulnerabilidad y reconozco todas mis vergüenzas.

Porque me amo, regulo mi energía y pongo límites. Porque me amo, sé que decir “no”, a veces, es muy necesario. Porque me amo, no lucho. Porque me amo, acepto. Porque me amo, sé que me merezco todo lo bueno. Porque me amo, estoy cada vez más disponible para recibirlo. Porque me amo, me declaro inocente. Porque me amo, sé que el Universo siempre me cuida y me quiere.

Porque me amo, soy paciente y amable conmigo. Porque me amo, me trato con afecto y respeto. Porque me amo, no quiero darme lo que nunca daría. Porque me amo, disfruto de mi compañía. Porque me amo, no creo lo que me dice mi ego. Porque me amo, no sé qué significa sentirme sola. Porque me amo, no me deleito con pensamientos de miedo. Porque me amo, cada vez que aparecen, los entrego. Porque me amo, no me dejo para luego. Porque me amo, me siento libre. Porque me amo, no me reprimo, ni me escondo ni me tapo.

Porque me amo, intento no autoengañarme y no ponerme excusas. Porque me amo, estoy abierta al cambio, a lo nuevo, a soltar el pasado y a liberarme de mis resistencias. Porque me amo, me siento segura, y eso me da espacio para desprenderme de mi rigidez, para flexibilizar mi mente y para aceptar ayuda. Porque me amo, lo que sea que esté pasando dentro, no me lo guardo. Porque me amo, sé que abrirme a compartir es muy necesario. Porque me amo, doy gracias a diario.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Karl Magnuson

Photo by Karl Magnuson

EL PODER ESTÁ DENTRO

Cuando se domina lo exterior mediante lo interior, todo se arregla
— El TAO de la larga vida

En un abrir y cerrar de ojos, las estructuras externas se han derrumbado, los grandes sistemas que creíamos firmes y en los que, desde hace siglos, venimos depositando nuestro poder se han caído. No deberíamos olvidar, y más en este momento, que lo externo, no es más que un reflejo de lo interno, porque "como es dentro es fuera”, y porque todos, de alguna manera, y en mayor o menor medida, le vamos dando forma a lo que, después, manifestamos como sociedad.

Si lo de fuera está sufriendo una transformación tan extrema, quizá, todos nosotros tengamos también la oportunidad de implicarnos y comprometernos en una transformación interna. La realidad es que no estamos acostumbrados a estar con nosotros mismos. Tenemos una tendencia natural a escapar de lo que nos asusta y de lo que sentimos. Tendemos a poner parches y un “mejor mañana” a lo que tenga que ver con nuestra vulnerabilidad y con lo que sucede en nuestra casa interna. Nos engañamos con un “ahora no puedo”, no nos escuchamos o, por lo menos, no lo suficiente como para reconocernos y, así, poder amarnos.

No sabemos cuáles son nuestros recursos internos, hemos crecido creyendo que todo está allí afuera, y por eso, ahora que lo externo es incierto y se tambalea, es momento de preguntarnos qué está pasando dentro. Si tengo tres títulos universitarios y una nefasta relación interna, si creo que no soy válido y que no puedo, mis títulos, lo de fuera, no sirven porque no son reflejo de una estructura sólida y amorosa de mi casa interna, porque el punto de partida siempre está en mí, porque la prosperidad, el amor, el poder, la plenitud o lo que sea, nunca vinieron de fuera, porque lo de fuera solo puede reflejar lo que, previamente, yo he despertado, aceptado y permitido dentro. Porque si yo no reconozco mis recursos, nunca los voy a poder ver en su forma física. Porque la conexión entre lo que somos y lo que manifestamos es la clave para levantar macro estructuras firmes y duraderas.

Se nos ha enseñado que lo importante es producir, hacer, fabricar, ser válido, luchar, esforzarse y trabajar. Y esa enseñanza, así, aislada, se queda coja, muy coja. Le falta una parte, su otra polaridad. Y quizá, en estos momentos, lo que más necesitemos sea recordar que el hacer no puede existir sin el ser, que lo de fuera necesita espacio para lo de dentro y que las grandes estructuras precisan de un buen suelo interno. No pasa nada por parar, por dedicarnos un poco de tiempo. No pasa nada por tener miedo, por sentirnos vulnerables, por estar cansados, por escuchar lo que necesitamos, por decir "no puedo”, por no hacer, por no producir, por descansar, por ser imperfectos. No pasa nada, de verdad.

Necesitamos recuperar la fe y la confianza en nosotros, en nuestros recursos. Necesitamos mirarnos y ver si sabemos nutrirnos, si somos capaces de atendernos y de respetar nuestras necesidades. Si estamos cómodos con nuestra vulnerabilidad y también con nuestras debilidades. Necesitamos parar un momento, es una gran oportunidad. Necesitamos reconocernos y reencontrarnos y, sobre todo, necesitamos recuperar todo el poder que, hasta ahora, habíamos entregado a lo de fuera. Y necesitamos hacerlo porque vivir desde la conexión interna permite que lo externo funcione y permanezca.

El equilibrio entre intervenir y dar un paso atrás, entre parar y accionar, entre esforzarse y relajarse es fundamental para que todo fluya en perfecta armonía y orden. Solo tenemos que observar lo que está ocurriendo en la naturaleza, y así, podremos darnos cuenta de que el no hacer permite que todo fluya y se coloque.

Y ese es mi deseo, dar un paso atrás, dejar de intervenir para que todo fluya y se coloque.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Muhamad Rizal Firmansyah

Photo by Muhamad Rizal Firmansyah

CALMA

Transitamos por un momento de profunda crisis y, por tanto, también de profunda oportunidad. De la noche a la mañana, casi como si de un sueño se tratara, todo lo que creíamos seguro y firme, ha comenzado a derrumbarse, a deshacerse igual que lo hace el hielo frente al sol. De pronto, todo se convierte en imprevisible, todo escapa a nuestro control, y no porque hasta ahora lo tuviéramos, sino porque, hasta ahora, no había sucedido nada que, de forma tan extrema y abrupta, rebasara los límites asumibles para nuestra mente inferior.

La sensación de ausencia de control y de no tener certezas desata el pánico en el cuerpo y en la mente. Nuestro ego vive de la sensación de control, se nutre de la soberbia de creer que dirige y manda. Nuestro ego piensa sin parar, planea las consecuencias de un negro futuro y si no estamos atentos, nos arrastra. Su miedo más intenso es el de la incertidumbre, se niega a entregarse, a ponerse a un lado para dejar que todo se coloque. Para él, la calma puede ser la muerte porque calma es sinónimo de fe y ni la confianza ni la fe pueden ser sus aliados. Todas las experiencias que vivimos, como individuos y como colectivo, son karma, individual y colectivo. Absolutamente nada es fruto de lo aleatorio ni de la casualidad. Estamos viviendo un resultado que tiene un origen, una causa y un motivo. Podríamos, sin necesitar de mucho esfuerzo, darnos cuenta de que la causa de un karma como el que estamos viviendo estos días no puede ser otro que el miedo del que todos somos responsables. Por eso es por lo que también transitamos un tiempo tan importante y tan transformador. Porque tenemos otra oportunidad, otra más.

Yo me pregunto para qué me sirve esta experiencia y cómo puedo utilizarla a mi favor, para el servicio a los demás, y para convertirla en Dharma. Siento que lo que estamos viviendo me sirve, y mucho, para ver dónde tengo depositada mi fe. Para darme cuenta de lo difícil que es para mí asumir que no tengo el control de nada. Siento que no dispongo de otra alternativa más que de la de estar presente, confiar en lo Divino y soltar la mente. Y doy gracias porque esa sea la única opción y la única alternativa, porque siento que esta situación me dice que todavía puedo cambiar muchas cosas, como persona y como miembro de esta sociedad.

Mantenernos en calma, entregarnos a la situación y crear vacío en nuestra mente cuando lo de fuera tiene fuerza de pandemia es un reto y una responsabilidad para todos nosotros. Elegir en qué creer y optar por la entrega y la confianza plena en que todo va a estar bien es un desafío que esconde un infinito poder para transformar y cambiar la realidad presente. Asumamos nuestra responsabilidad y convirtámonos en personas más amorosas, más agradecidas, más solidarias, más entregadas y más pacíficas con nosotros mismos y con los demás.

Que la salud plena, la sabiduría, la calma, el sosiego y la confianza inunden nuestros corazones. Que mostremos nuestra versión más elevada y que podamos, de una vez por todas, deshacernos del miedo que nos somete.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Johannes Plenio

Photo by Johannes Plenio


COHERENCIA INTERNA

Mis seis reflexiones de hoy:

- La mente que piensa no es capaz de controlar nada. Sé que tu ego te lo niega, lo rechaza y se resiste, pero la verdad es que no dispones de capacidad alguna para controlar las experiencias de la vida desde ese lugar. Lo que sí puedes gestionar y sí depende de ti es la actitud y el tipo de respuesta que ofreces ante el proceso por el que transitas. Una actitud optimista, conectada a pensamientos y sentimientos elevados y en sintonía con una fe absoluta, pueden modificar radicalmente las experiencias que vives, tanto que te lleven a la manifestación del milagro. El intento de control surge del miedo a dejarse ir y de la falta de confianza que padece nuestro ego. La cuestión aquí es si nos sentimos capaces de impedir que nos arrastren sus limitaciones eligiendo relajarnos y fluir o si, por el contrario, nos creemos ese miedo y vivimos sometidos a él. Al final, siempre se trata de lo mismo, de elegir.

- Las elecciones que hacemos esconden una profunda sabiduría. Nuestro poder se encuentra en lo que elegimos creer. En todo momento, tenemos libertad absoluta para pensar y creer lo que escojamos, y esa elección la llevamos a cabo entre dos polaridades: el miedo y el amor. El tipo de elecciones que hacemos dice mucho sobre el tipo de relación y el vínculo que hemos desarrollado con nosotros mismos, y sobre nuestro nivel de evolución espiritual y de conexión con lo Divino. Cuando, pese a los agentes externos, elegimos creer en amor, estamos diciéndole a la vida que sabemos reconocer, aceptar y permitir quiénes somos. Cuando elegimos creer en nuestros pensamientos-ego estamos diciéndole a la vida que no nos reconocemos como seres inocentes, infinitos y poderosos. Al final, de nuevo, se trata de una elección.

- Todos tenemos dos versiones de nosotros mismos: la versión miedo, esa que nos habla de escasez, limitaciones, preocupación, enfermedad o sufrimiento, y la versión amor, esa que nos recuerda que todo se nos ha dado y que está a nuestra disposición siempre y en cualquier momento. Después de identificar qué versión queremos ser y con cuál queremos identificarnos, necesitamos crear coherencia interna, y crear coherencia interna significa convertirnos dentro de nosotros en la versión elegida. La coherencia interna se despierta en el corazón cuando conectamos con sentimientos que nos dicen lo capaces que somos de generar amor, compasión, y plenitud y cuando conseguimos identificarnos y fusionarnos con ellos.

- El descubrimiento que más impacto, dolor y también poder ha generado en mí es el de saber que soy 100% responsable de mi realidad. Si soy responsable de lo que manifiesto significa que, al igual que soy capaz de crear realidades de miedo, soy capaz de crear realidades de amor. Asumida esa capacidad y también esa responsabilidad, puedo comenzar a jugar con mi poder para crear. Creo que es importante que dejemos de aceptar el papel de víctimas y nos coloquemos en el lugar que nos corresponde dentro de este gran enigma que es la vida.

- Todo aquello que te niegas a cambiar, lo estás eligiendo. Nos gustaría que las cosas fueran de otra manera, pero en la mayoría de las ocasiones, solo es eso, un deseo que no traspasa nuestro cuerpo mental. Dejemos de ser reactivos y hagámonos pro activos. Si nos decidimos a ir más allá y nos implicamos con el cambio, si lo hacemos diferente, y conseguimos comprometernos con lo que, de verdad, queremos y necesitamos, marcaremos un antes y un después en nuestras vidas. No hay nada ni nadie que lo pueda hacer por nosotros. Que lo de fuera cambie, depende de que yo cambie y hay veces, en que ese cambio debe y necesita ser radical y que nos lleve al punto cero para comenzar de nuevo. Abrirnos a transitar nuevos caminos, hacerlo distinto nos permite descubrir nuevas posibilidades y aspectos de nosotros mismos hasta ahora desconocidos. No hay nada que permanezca estático, todo vibra y todo está en constante cambio, pero nuestras mentes intentan, con vehemencia, resistirse al cambio. Nuestros egos tienen miedo y buscan la ausencia de movimiento. Nuestras almas saben que nada permanece y que todas las posibilidades existen.

- Resistirse y luchar contra lo que te está sucediendo es una forma muy poderosa de retenerlo, entronizarlo, y de hacerlo cada vez más grande y más verdadero. Creemos que la resistencia y la lucha es la respuesta más adecuada ante situaciones que no deseamos, pero si nos enfrentamos es porque todavía necesitamos eso que negamos. A mayor resistencia, mayor persistencia. Sustituir resistencia por aceptación es lo que va abrir las puertas de la transformación e incluso de la disolución de aquello que mi ego no quiere reconocer. Resistirse no cambia nada, aceptar, lo cambia todo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Frank Holleman

Photo by Frank Holleman



DE CREER A SER

Cuando cambiamos nuestra forma de percibir el mundo, es decir, cuando cambiamos nuestras creencias, cambiamos también la composición neuroquímica de nuestra sangre, lo que a su vez activa un cambio en las células corporales
— Doctor Bruce H. Lipton

Creemos más en la escasez que en la prosperidad. Creemos más, mucho más, en el miedo que en el amor. Creemos más en la enfermedad que en la salud, más en la oscuridad que en la luz, más en lo humano que en lo Divino. Creemos más en lo que ven nuestros ojos que en lo oculto y lo milagroso, y así nos va. El poder de la mente para crear nuestra realidad no es un invento barato que se ha puesto de moda con la corriente new age.

El poder de la mente para crear nuestra realidad aparece reflejado en cualquier texto sagrado que pongamos en nuestras manos, no es nuevo. Es oculto, magnífico y sorprendente, pero no nuevo. La primera Ley hermética dice que Dios es mente y que todos nosotros, como extensiones de lo Divino, creamos nuestra vida a través de ella. Tan solo un 5 % de esa mente que somos es consciente, el resto, el otro 95%, es subconsciente, y ese subconsciente es el que gobierna nuestra vida. Allí guardamos todas las creencias que, después, veremos materializadas en nuestra particular experiencia. Nuestras creencias son nuestras verdades más sagradas y se componen de pensamiento y de sentimiento. Como explica Joe Dispenza, nuestros pensamientos envían una señal eléctrica al campo cuántico y nuestros sentimientos atraen magnéticamente situaciones a nuestras vidas.

La habilidad de convertirnos en creadores conscientes de nuestra realidad comienza por el creer y culmina en el ser. Finaliza cuando eso que primero creímos y después sentimos, se transforma en lo que somos. No es lo mismo creer que merezco todo lo bueno, que vivir desde el merecimiento. No es lo mismo creer que soy salud que saberlo y que vivir sintiéndolo y permitiéndolo. No es lo mismo.

Revisar y sanar nuestras creencias, desvincularnos de las que nos limitan,de las creencias que se basan en el miedo, en la escasez, en la enfermedad o en la preocupación es el primer paso de un proceso que pretende convertir nuestra vida en un milagro. Revisamos, y a continuación, vamos a dibujar en nuestra mente nuevas creencias que vayan en sintonía con lo que queremos manifestar. Y esas nuevas creencias deberán siempre ir acompañadas de sentimientos de alta vibración. Cuanto más sentimos, más atraemos. En nuestra vida no siempre vamos a obtener lo que queremos, pero siempre vamos a conseguir aquello en donde hemos depositado toda nuestra atención. Sólo tenemos que mirar a nuestro alrededor para darnos cuenta de eso.

Si hemos logrado integrar creencia y sentimiento, es decir, si, por ejemplo, hemos logrado creer que somos prósperos y sentir la prosperidad en nuestro interior las cosas comenzarán a cambiar, pero, ¿y si damos un paso más? ¿y si no solo lo creemos y lo sentimos, sino que también vivimos "como si ya fuera”? Entonces, nuestro poder para crear se va a ver doblemente potenciado.

Si vivimos siendo aquello en lo que creemos, le estaremos diciendo al Universo del que formamos parte que, por fin, hemos recordado QUIÉNES SOMOS y que estamos listos para recibir todo lo bueno que nos corresponde por derecho propio.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Atlas Green

Photo by Atlas Green

EL ARTE DE PERMITIR

“Almu, permite que todo lo que es sea”. No sé cuántas veces, a lo largo de mi vida, habré escuchado esta frase. Lo que sí sé es la respuesta interna que siempre me provocaba. Desde luego, sentía rechazo, una profunda desconfianza y un pensamiento insistente que me decía: ¿Pero eso qué significa? ¿me convierto en una especie de ameba y no hago nada? ¿Cómo no voy a hacer nada? Almu, toda esta gente te está invitando a que sueltes el control y a que fluyas con la vida, pero eso para ti no es, tenlo claro, para ti no.

Por supuesto que para mí no, ¿cómo iba a introducirme en el arte de permitir si yo solo sabía vivir haciendo, produciendo, pensando, trabajando, fabricando, interviniendo, controlando y así, de paso, bloqueando e impidiendo? Hace muy poco tiempo que me he encontrado con la suficiente claridad interna como para entender y anclar, de verdad, el significado del arte de permitir.

Quizá, lo primero que haría sería poner en letra mayúscula la t de todo y la e de es: permite que "Todo lo que Es sea”. En mayúscula y en grande porque el arte de permitir tiene que ver con el arte de conectar y de dar espacio a lo Divino que existe en nosotros. El arte de permitir es la capacidad de abrirme a la experiencia de vivir siendo quien de verdad soy. Es ponerme a un lado, es apartarme del camino, es desvincularme de lo que piensa mi mente y de lo que dice mi miedo para generar así el suficiente vacío y que mi Yo Divino,-del que te hablé la pasada semana-, lo llene, tome las riendas y dirija mi vida.

"Todo lo que Es” se refiere a lo sagrado, lo grandioso, a ese poder ilimitado, infinitamente creador en el que habitamos y del que todos y cada uno de nosotros participamos. Permitir Todo lo que Es supone llegar a un estado de consciencia en el que sabemos, reconocemos y aceptamos que somos algo mucho más grande y poderoso que el miedo y las experiencias del ego. Para permitir, primero tenemos que aprender a relajarnos, tenemos que recordar lo que significaba confiar de verdad, tenemos que volver a sentirnos niños, inocentes, libres y presentes. Tenemos que volver a jugar.

A menudo me pregunto si, de verdad, permito que todo el amor, la felicidad, la plenitud, la salud, la prosperidad que Soy se manifiesten, si me siento lo suficientemente digna e inocente como para relajarme y soltar el férreo control de mi mente ¿Lo permito o me lo niego?

¿Lo permites o te lo niegas?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.




Photo by Gabriel Sánchez

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