No tienes poder ni control sobre las experiencias de tu vida. Querer saber cuándo o cómo ocurrirá, querer entender el porqué sucedió lo que sucedió, querer dirigir tu paso por aquí son maneras de ir en contra de la propia dinámica de la vida.
Esta experiencia te pide fe y confianza ciega, te pide que abandones el deseo de intentar controlar lo que sea que intentes controlar y lo sueltes, que lo entregues, que se lo des a algo que es mucho más grande que tú y que no puedes ver, que solo puedes sentir, que únicamente puedes percibir en tu interior con los ojos cerrados.
Aceptar que no tienes el control no significa que no tengas poder, porque sí que lo tienes, pero ese poder no está en las experiencias, está en tu mente. Allí eres libre y capaz.
Tu mente es el único lugar donde sí puedes tener el control. Tienes capacidad infinita para elegir qué tipo de pensamientos depositas en tu mente, en qué quieres creer y qué tipo de energía quieres que los impulsen, miedo o amor. La conexión con tu poder mental es lo que va a hacer que todas esas experiencias que intentabas controlar desde la ansiedad y el miedo, puedan cambiar.
Revisa lo que piensas, desde dónde piensas, lo que da origen a tus pensamientos. Revisa la información que consumes, si le aporta valor a tu vida o por el contrario se la resta. Revisa tus creencias, mira si hay amor en ellas. Ve al cuerpo, él te va a indica cuál es la vibración de tus pensamientos. Es en tu mente donde puedes comenzar a hacer cambios, cada vez que eliges pensar en amor en vez de en miedo estás elevando tu vibración, estás sanando, estás tomando el control.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.