EN LA MOCHILA

¿Alguna vez has tenido la sensación de que la vida pesa demasiado? Yo sí, muchas. En realidad, si me paro a pensarlo, casi todo el tiempo he tenido esa sensación. Es similar a sentir que llevas una mochila de piedras a la espalda, que por más que te esfuerces, eres incapaz de vaciar. Deshaces una, después de mucho trabajo y muchos golpes (emocionales), y sin haber tenido tiempo para reponerte, aparece otra más grande.

Los años y la experiencia no hacen que tengas más habilidad, hacen que cada día estés más cansado. La esperanza que te ayudaba a levantarte de nuevo, comienza a desaparecer. Miras arriba (como si por encima de ti hubiera algo), y piensas: “basta ya, ¿no? ¿Esto va a ser así siempre?”

Si pongo a un lado el cansancio y todas las experiencias desafiantes que me han hecho desconfiar de la posibilidad de una vida fácil y tranquila, puedo darme cuenta de que parte de esa mochila que llevo a las espaldas es mi responsabilidad.

No puedo controlar lo que me ocurre, en la mayoría de las ocasiones ni siquiera puedo entenderlo, o aunque pueda, no quiero hacerlo, no quiero “rascar” más. No quiero saber el porqué, ni tampoco quiero gastar más energía entendiendo. Pero lo que sí puedo hacer es ver el tipo de respuesta que ofrezco ante lo que me está sucediendo. Si hago caso a las leyes herméticas, fuera no hay nada. Y si fuera no hay nada, esa carga, esos desafíos que tengo delante (y en mis hombros) de alguna manera tienen que ver conmigo.

Si por un momento imagino que yo soy “la metástasis de Almudena”, me doy cuenta de que ella, Almudena, siempre ha luchado, siempre ha puesto toda su fuerza de voluntad en enfrentarme, a mí y a otras experiencias. Veo que está agotada, desanimada y sorda. No me escucha. Yo, enfermedad (divorcio, escasez económica, despido, …), que me he subido a su mochila ya tres veces, no necesito su sobresfuerzo, no la necesito exhausta, la necesito tranquila, con confianza y sin miedo. Cuando digo sin miedo, me refiero a que necesito que Almudena sepa sostenerse emocionalmente.

La respuesta que damos a lo que nos ocurre, ¿es capaz de transformar eso que nos está pasando? No me atrevo a responder con un sí rotundo (antes era mucho más tajante que ahora, y como consecuencia, más soberbia), pero mi experiencia me está demostrando que la ausencia de reacción (= ausencia de mental y por tanto de juicio y de preocupación) es capaz de hacer milagros.

Llegamos a la edad adulta sin tener ni idea de cómo sostenernos emocionalmente. Muchos de nosotros adolecemos de seguridad emocional. Nos hemos habituado a responder a nuestras experiencias a través de la huída y/o la lucha. Cambiar la relación que tenemos con lo que nos ocurre, implica cambiar la relación que tenemos con nuestras emociones y con nuestra mente (la que no para de hablar).

Pienso en cómo Hércules dio muerte a la Hidra. No lo consiguió con su espada, lo consiguió arrodillándose.

Un abrazo,

Almudena.

(Agradezco mucho tu comentario, tu like y que compartas este Inspira)

Photo by Aperture Vintage