IMAGINA

Sé que eres capaz. Vístete con el traje de tu niño interior. Imagina. 

Imagina que en este momento, aquí, ahora, tienes un Padre que te quiere como nadie jamás te ha querido nunca. Imagina que ese Padre es bondadoso, poderoso, incondicional y que no te juzga ni te juzgará. Esto es muy importante. Tu Padre no es capaz de juzgar, por tanto tampoco te tiene que perdonar. No es que vea tus defectos y se esfuerce en evitarlos, no. Es que no los ve, tiene ceguera de juicio, de miedo y de castigo. Recuerda que estás imaginando. 

Ese Padre que ahora está contigo, te quiere así, tal y como tú eres. Te quiere con tus miserias, tus miedos, tus errores y tus carencias. Te diré más. No solo te quiere sino que además te desea todo lo mejor. No un poquito, no una parte, no esto sí y aquello no. No. Te desea todo lo mejor. Te desea lo que tú te deseas desde el corazón. Continúa imaginando, por favor. Total, solo se trata de imaginar. Es domingo, permítetelo. 

Imagina qué sentimiento tan inmenso saber que tienes un Padre que te quiere siempre, pase lo que pase, seas quien seas, hagas lo que hagas. Un padre que te puede querer a ti y a todos los demás. Que te da sin límites y que te cuida sin límites. Un Padre que tiene todo lo que le pides siempre, que no tiene que ir a comprarlo, ni esperar para dártelo. No tiene dificultades en el reparto, ni problemas de abastecimiento. Siempre tiene. Es infinitamente abundante. Te lo imaginas, ¿no? Sí, te lo imaginas porque sigues vestido con el traje de tu niño interior. 

¿Cómo te sientes? Puedo ver tu cara. Esa sonrisa ilusionada.

Si ahora fueras un niño, no tendrías ninguna dificultad en creer lo que te estoy diciendo, no tendrías que cerrar los ojos ni esforzarte en imaginar. Si ahora fueras un niño, sabrías que no tienes límites, que eres poderoso, sabio y abundante, sabrías que pides y se te da. Pero ha pasado el tiempo. Has ganado en edad, en miedo, en juicio, en duda y desconfianza. Mochilas en tu espalda, dolores en tu corazón.

Por eso insisto en que no dejes de imaginar. Imagina que eres un niño, por favor.

Ya sé que la mente adulta no entiende y que tus creencias niegan tu imaginación, pero no permitamos que el adulto tome el control. Imaginemos, juguemos, bailemos. Pongámonos el traje del niño interior. Recuperemos la esencia de quienes somos, nuestra inocencia y verdadera naturaleza. Nuestra ilimitada capacidad para crear. Nuestro contacto con el Universo, con el Padre que también es la madre que nos parió. Recuperémonos de la fatiga de años de miedo, de escasez, de juicios y desvalorización. Cicatricemos nuestras heridas adultas aplicando la energía que sale de nuestro corazón. Devolvámonos la fe inmensa que teníamos cuando éramos niños y que perdimos cuando dimos autoridad a la lógica y a la razón.

No dejes de imaginar. Imagina que ahora eres un niño, por favor. 

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

AMARME

Amarme quiere decir que me deseo lo mejor, que siento tanto respeto hacia mí mismo que no soy capaz de prohibirme ni de limitarme. Amarme es permitirme ser quien soy, siempre y en todo momento. Es no rechazar mi luz ni mis dones. Amarme es ser humilde, es decir, reconocerme como un ser capaz, digno y poderoso. 

Amarme es tratarme con compasión. Es mirarme con los mismos ojos con los que me mira el Universo, y aquí, creo yo, es donde está el problema, en mi falta de fe en que soy amado incondicionalmente. Si dudo del amor de mi Padre, ¿cómo voy a amarme?

Amarme es nunca juzgarme. Ser incondicional, estar conmigo pase lo que pase. Es ver mi oscuridad con cariño. Es saber bien-tratarme.

Amarme es aprender a poner límites, a decir "no" sin arrugarme.

Amarme es confiar en mí y saberme suficiente. Es dejar ya de sentirme egoísta por amarme. Es liberarme de la carga de los trajes, asumir mis responsabilidades y soltar las que no me corresponden.

Amarme es alentarme, es no castigarme con pensamientos incesantes. Es regalarme tiempos de placer y de descanso. Es emocionarme, así, sin más, emocionarme. Es proponerme metas alcanzables. Es hablarme y escucharme.

Amarme es abrazarme. Es cuidarme, es ser paciente conmigo y darme tiempo, no atosigarme. Es dejar a mi vulnerabilidad que se muestre. Es saber que sé, que puedo y que merezco. 

Amarme es darme espacio en la vida, escucharme y apoyarme. Amarme es no tenerme miedo. Es verme entero y no en mitades. Amarme es siempre, no a veces o depende.

Amarme es ser valiente y, pese a todo, creer en mí.

Es ser agradecida conmigo. Es verme como un niño inocente. 

Amarme es saber que puedo amar y que estoy abierto a amarte. Es recibirte y darte. Es darme.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

CONVERSACIONES

- Yo me llamo Ego, ¿tú?

- Me llamo Alma.

- Seré sincero, Alma. Estoy hablando contigo porque me he leído un libro de autoayuda y no dejan de decir que conocerte es reencontrarte con la plenitud y con no sé qué. Además, tengo una amiga muy pesada que no para de hablar de ti y me generas curiosidad, pero solo curiosidad. Te adelanto que soy difícil. A mí me va el miedo, el pasado y el futuro, las luchas, la sensación de injusticia. Estoy todo el día pensando, clasificando, separando. Soy una máquina de pensar. Todo el día dale que te pego. Me provoca mucho placer juzgar y lo que más me divierte es crear culpa. La culpa me encanta, ¿a ti no te va?

- No, a mí no, yo solo veo inocencia.

- Pues deberías ponerte gafas, guapa porque aquí todos somos culpables. 

- Todos somos inocentes y también responsables. Disculpa, Ego ¿qué es el miedo? ¿podrías explicármelo?

- Empezamos bien, no te veo yo muy espabilada a ti ¡eh! vaya pregunta más tonta. El miedo es mi hogar,  mi territorio. El miedo es la realidad, ¿pero tú en qué mundo vives? Mira Alma, en esta vida o luchas y te esfuerzas o te comen. ¿Cómo no voy a tener miedo? ¿Tú has visto cómo está el mundo? ¿y la cantidad de gente que muere de cáncer? por Dios. A ver, explícame, ¿por qué Dios lo permite, ¿eh? ¿por qué? Y no digamos ya todos estos ladrones, que si me los dejaran a mí, ya verías tú...¡ya verías tú! Yo tengo miedo a todo, hay veces que me da por el miedo a la muerte y otras por el miedo a la vida, depende del día y de mi estado de ánimo. Es que hay días Alma que son muy difíciles. Cuando las cosas van bien fuera, voy tirando, pero en cuanto algo se estropea, yo me hundo, me hundo...Me vas a dejar ciego con tanta luz. Tengo que cerrar los ojos.

- Ego, solo si te mantienes con los ojos cerrados, podrás verme. Con los ojos abiertos, no puedes ni verme ni sentirme. Yo tengo para ti las 7 Leyes Universales, a través de ellas puedes comenzar a ver la vida de la misma forma que la veo yo. Yo no sé lo que es el miedo porque no forma parte de mi naturaleza, solo tú tienes esos pensamientos. Yo no pienso, yo solo sé la verdad. Yo no sufro porque no me resisto, no perdono porque no juzgo, no espero nada porque ya lo tengo todo. Tampoco muero, eso solo lo haces tú cuando yo decido que ha llegado el momento.

-Jajajaja, sí claro, tienes superpoderes y eres vidente ¿no? No me está gustando nada que creas que eres tú quien toma las decisiones. Aquí quien manda soy yo, que para eso me llamo Ego.

-Sí tengo superpoderes, como tú los llamas y también soy vidente, lo veo todo. Soy inmortal, obro milagros y solo sé amar.

- Uy a mí el amor, fatal, fatal. Toda la vida dando y luego a mí nunca me dan.

- Yo doy amor incondicional, ¿tú eres capaz?

- Ah no, no. Yo si doy, quiero que me den, estaría bueno, sino no doy. Oye, tú eres demasiado perfecta me parece a mí. Hay algo que no entiendo, ¿tú puedes hacer que yo sea plenamente feliz? 

-Sí.

-¿Y cuánto cuesta? ¿qué tengo que hacer? 

- No cuesta nada. No cobro. Solo necesito que me dejes un poco de espacio, ocupas demasiado. Piensas demasiado, tienes demasiadas creencias limitantes y tanto, tanto miedo que necesito que sueltes un poco el control y que solo vivas en el presente. Eso es lo que tienes que hacer. De todo lo demás, ya me encargo yo. 

- ¿Así de fácil? ¿y encima gratis? tiene que haber truco.

- Ya sé que eres muy desconfiado y que tienes tanta culpa que te cuesta trabajo entregarme a mí todos tus deseos, problemas y desdichas, pero si no te permites intentarlo, nunca podrás descubrirme, ¿sabes por qué? porque tú eres: "ver para creer", pero Yo Soy: "CREER PARA VER".

Conversaciones entre el ego y el alma.

Feliz presente, 

Almudena Migueláñez

TU CUERPO

¿Por qué me tratas así? ¿por qué no me quieres? ¿te das cuenta de que ni siquiera me escuchas, de que sólo me juzgas? Sé lo que me vas a decir ahora, pero no me sirve, lo siento. Hacer dieta y obligarme a correr a diario no son sinónimos de atención ni de amor hacia mí, tu cuerpo.

Creo que tienes demasiada soberbia y detrás de ella, mucho miedo. Miedo a confiar en mí. En cuanto muestro cualquier mínima queja, me abres la boca y me metes un químico para que me calle. Cuando te pido parar porque estoy cansado, me dices que no es el momento, que no tienes tiempo. Cuando te pido azúcar, me das acelgas porque según tú son mucho más sanas que lo que yo te estoy pidiendo.

Soy tu cuerpo y no soy tonto. Estoy empezando a cansarme. Me gustaría mucho que me conocieras, pero para eso primero tendrías que tener la valentía de escucharme. Aunque te parezca imposible de creer, yo sé lo que hago. Tengo memoria y reflejo todo lo que ocurre en tu vida. Aunque no te guste, soy importante.

Verás, cuando te pido azúcar, es muy importante que me la des, si es de buena calidad muchísimo mejor, gracias. Dame azúcar, no me des acelgas porque aunque tú no lo creas, existe una razón por la que te pido dulce y es que estoy triste. Recuerda que no soy tonto. Cuando te pido dormir, por favor no me mantengas despierto. Si no duermo el tiempo que necesito no puedo poner en funcionamiento a todos los órganos que dependen de mí, no puedo hacer que tu cerebro funcione al día siguiente. Si me castigas, yo me defiendo. Si me cuidas y me respetas, funciono perfectamente y tengo capacidad para encontrar el equilibrio. Lo saben hasta los chinos (me refiero a esos señores que me ponen agujas. Acupu no se qué se llama). Parece mentira que siendo un simple cuerpo tenga que recordarte lo importante que es que tú y que yo nos entendamos. 

El otro día escuché a los dueños de varios cuerpos amigos que hablaban de la importancia de cuidar el Espíritu. Entre tú y yo, al tal "Espíritu" ese yo no le conozco de nada, pero te diré algo: sin mí va ser muy, pero que muy difícil que puedas cuidar de nadie, ni del Espíritu ni de la vecina del sexto. Si a mí no me cuidas, la cosa se va a poner muy fea. Y cuidarme es tratarme con amor. 

Sufro mucho cuando me miras con desprecio. Cuando me criticas. Cuando dices que estoy gordo y que no te gusto. Sufro mucho. Sufro cuando paralizas mis procesos de cura. Sufro porque no me das ninguna oportunidad. Sufro cuando cargas a mis espaldas con problemas que no son nuestros. Sufro cuando te obsesionas con intentar cambiarme. Cuando me obligas a hacer cientos de flexiones para que la tripa cambie. Sufro no por hacer cientos de flexiones, no. Sufro porque me obligas a hacerlas porque hay una parte de mí que no quieres, que odias. Sufro porque no me aceptas, por eso sufro. A lo mejor si me quisieras, la barriga empezaba a deshincharse. 

Sufro cuando señalas mis defectos y me maltratas con excesos. Cuando desde el hígado miro hacia arriba y veo entrar litros de alcohol sin control, sufro. Parte de mi maquinaria se estropea. Cuando me paseo por la quinta planta y los pulmones me comentan la cantidad de porquería que les has dado hoy, sufro. Sufro porque para ti no soy importante. Porque mis mensajes no te llegan. Porque cuando grito no entiendes que te estoy pidiendo auxilio. Sufro porque intento explicarme pero tú no quieres escucharme. Sufro porque no sabes que lo que piensas, sientes o haces, me puede estar haciendo daño. Grito y grito y tú solo sabes ponerme a dieta, darme una pastilla o llevarme al gimnasio. Sufro y por eso no me queda más remedio que gritarte, cada vez con más fuerza y desgarro. ¿Por qué no me escuchas? Cuando enfermo es porque ya no puedo más. Mi dolor es la consecuencia de la falta de tu amor.

Cuando me obligas a una dieta restrictiva y me castigas, me protejo porque te tengo miedo. Por eso, pasado el tiempo vuelvo a engordar. Mis lumbares gritan porque crees que nadie te sostiene y tienes miedo a no tener. Mis pulmones son tu tristeza. Mis adicciones, tus represiones y tus culpas. Mis rodillas, tu flexibilidad. Mis pechos, tu profección, también tu placer. Mi hígado, tu laboratorio. El lugar donde depositas tu rabia. Y yo te lo intento explicar, pero no me escuchas. 

Tengo memoria, retengo todo. Guardo todos tus abusos y desprecios, también tu cariño y tu respeto. Mi problema es que yo sí soy limitado. Tengo un punto y final y si abusas de mí, si no sabes colocarme en el lugar que me corresponde, entonces, querido amigo, no me queda más remedio que luchar y enfermarme.

Me encanta que me lleves a hacer ejercicio, no que me mates a trabajar y no des tiempo a que los músculos descansen. Me encanta que aprendamos a comer en equilibrio, no que continuamente me estés prohibiendo. No me gusta el adiestramiento militar. Me encanta que estés alegre, los pulmones y tu sangre te lo agradecen. Cuando te afirmas, tu hígado aplaude. Si conectas con tu voluntad, tus riñones funcionan muy bien y tu pelo crece. Cuando estás abierto a tu vulnerabilidad, tu corazón y tus brazos se abren.

Soy el templo en el que habitas. Me encanta que me des las gracias por todas las funciones que cumplo, no que me juzgues porque tengo celulitis. Por cierto, ahora que estoy pudiendo expresarme, la celulitis la manifiesto por tu tendencia a guardar emociones del pasado y por tu miedo a comprometerte. 

Gracias por leerme. Tu cuerpo, en representación de tus órganos, glándulas y fluidos. 

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

PENSAMIENTOS

Señores pensamientos,

La pasada semana me puse en contacto con las emociones y hoy me gustaría poder hablar con ustedes. Son muchos, demasiados, alrededor de 60 mil pensamientos pasando a diario por mi cabeza y por mi despacho. Por esta razón, agradecería que eligieran un representante que se pueda encargar de trasladar al resto de pensamientos trabajadores mis peticiones. 

Es bien sabido por todos la difícil relación que mantienen ustedes con mis emociones. Sinceramente creo que ya es hora de que comiencen a relacionarse de un modo más adulto y amoroso con ellas y mi intención con esta carta es pedirles por favor que, cuanto antes, abandonen el juicio y comiencen a comportarse como pensamientos respetuosos, cariñosos y amables. Estoy más que convencida de su capacidad para lograrlo y no me gustaría tener que tomar medidas para hacer cumplir lo que considero que es justo y necesario para el buen funcionamiento de mi empresa.

La mayor parte de ustedes han estado durante toda la vida llamando a la puerta de mi despacho para trasladarme información de miedo y juicio. Desde luego, la responsabilidad es solo mía por haber creído sus mensajes y haber llegado a considerarlos verdad. En estos años me han trasladado desde su centro de operaciones, mi plexo solar, dudas, justificaciones, preocupaciones, valoraciones que, no se lo tomen a mal por favor, no me sirven para nada. Por este motivo, creo que ha llegado el momento de introducir cambios en la dirección y en el tipo de relación que mantenemos ustedes y yo. 

No me gustaría que creyeran que estoy enfadada y quiero pedirles que no se preocupen por sus puestos de trabajo, no voy a despedir a nadie. Lo que sí les adelanto es que no habrá subida de sueldo para todos aquellos pensamientos que se resistan al cambio. Otros empresarios me han hablado de que al introducir la meditación en sus vidas, ustedes, especialmente los pensamientos de categoría miedo, han comenzado a cursar baja voluntaria. Si eso es lo que, llegado el momento, desean, no tendré problema alguno en aceptar su renuncia.

Como les he dicho en muchas ocasiones, los necesito. Son importantes para mí, nunca lo duden. Son una mano de obra fundamental para ayudarme a funcionar correctamente en la tercera dimensión y un gran medio para co-crear, pero considero que ha llegado el momento de que demos un paso más, de que crezcamos juntos y de que se sometan a nuevas directrices, más productivas y saludables.

Desde hoy deberán sustituir miedo por confianza, juicio por aceptación y duda por seguridad. 

Tengo muy presente que cuando me hablan de miedo o me envían críticas, solo están intentando llamar mi atención para que yo sea compasiva con ustedes. Quiero que sepan que los acepto a todos y los amo incondicionalmente. Quiero que sepan también que a partir de ahora voy a ser yo quien los dirija y no ustedes a mí, como ha venido sucediendo hasta ahora. El motivo de este cambio contractual se debe a que cuando ustedes dirigen mi vida yo me hago muy pequeña, limitada, me asusto y creo que todo es un conglomerado de problemas, asuntos por resolver y limitaciones infinitas. Cuando soy Yo la que tomo las riendas, los dirijo con firmeza y compasión, se abren ante mí todas las posibilidades, me hago grande e ilimitada y ustedes, señores pensamientos, son mucho más bonitos, mejores trabajadores y todo fluye en armonía y paz. 

También les informo de que a partir de hoy, como presidenta y única accionista de esta empresa, realizaré diariamente una práctica meditativa, lo que podrá ocasionar cambios en su vibración, en su tamaño y en su fuerza. Les aseguro que los cambios serán para mejor. 

Recuerden que todos juntos, emociones (segunda planta), pensamientos (tercera planta) y Yo (cuarta, quinta, sexta y séptima planta) somos un gran equipo.

Feliz día y a trabajar.

Su presidenta y dueña.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

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EMOCIONARME

Queridas emociones,

Ya he aprendido a distinguiros de los sentimientos. Vosotras sois electricidad pura, una respuesta química. Sois totalmente espontáneas y automáticas. Vuestros amigos los sentimientos se diferencian de vosotras porque ellos evalúan conscientemente las situaciones. A vosotras no os da tiempo a evaluar nada. Se podría decir que sois bastante más primitivas y básicas que los sentimientos. No os enfadéis, no es un insulto.

El hecho de consideraros primitivas no me invita de ninguna manera a reprimiros, podéis estar tranquilas. Antes lo hacía y os diré algo: las cosas no me iban muy bien. Cuanto más os prohibía más ansiedad padecía, más enfermedad y más falta de paz interior. 

¿Sois primitivas? sí, ¿y? Sinceramente creo que, en general, os tenemos mucho miedo. Como los adultos somos así, intentamos controlaros y estamos tan engañados que nos hemos autoconvencido de que tenemos capacidad de sobra para lograrlo. Nos creemos superhéroes en controlar emociones. Pensamos que por no mostraros vais a desaparecer. Imagino vuestras carcajadas al leer esto. Desaparecer...

Vosotras no desaparecéis ni cambiáis de forma porque nosotros, dando autoridad al miedo, nos empeñemos en taparos o en controlaros. De hecho, y corregidme si me equivoco, cuando os prohibimos, os volvéis locas, os hacéis más fuertes, más grandes, más incontroladas y resistentes.

A veces, no solo pretendemos ocultaros sino que también queremos entenderos. No nos damos cuenta de que lo que necesitáis es que os dejemos en paz. Sí, eso. Que os dejemos tranquilas. Que os respetemos, que os demos espacio y que nos limitemos a observaros, sin juicio, sin intentar nada, sin racionalizaros, sin mente. Solo necesitáis que creamos un vosotras. En la capacidad tan poderosa que tenéis de enseñarnos, de darnos información y de mostrarnos el camino del reencuentro con nuestro poder personal.

Os voy a explicar lo que sucede. Los adultos juzgamos todo el tiempo, de la mañana a la noche y tenemos nuestro propio criterio sobre lo que es "bueno" y lo que es "malo", sobre lo que es "digno" e "indigno", sobre lo que podemos mostrar y lo que no y, en virtud de esos criterios rancios y limitados, os juzgamos y decidimos qué emociones podemos tener y cuáles no. Lo sé, nos complicamos mucho la vida. A algunas de vosotras os consideramos buenas, dignas, positivas y entonces os dejamos ser. Os entronizamos. A otras, sin embargo, os tachamos de negativas, de horribles. Sois muy feas. Os encerramos en un cuarto oscuro, os intentamos reprimir y ocultar. Toda esa rabia, tristeza, resentimiento, apego, celos, cólera, juzgadas y encerradas. Conociéndoos como os conozco, no me gustaría estar en la piel de quien actúa así con sus propias emociones.

Cuando os intentamos controlar, os hacéis más grandes y resistentes. Cuando os intentamos ocultar, os hacéis más y más visibles. Cuando os intentamos entender, aniquilamos la posibilidad de entenderos. Cuando os juzgamos, estamos reflejando el miedo que tenemos a ser todo lo que somos. Cuando creemos que hay emociones que no sirven, que son negativas, que nos hacen daño demostramos que no conocemos las Leyes Universales. No sabemos que todo está polarizado. Que si no permito mi tristeza, nunca llegaré a tocar con mis manos la alegría.

Queridas emociones, me comprometo a fortalecer mi conexión con vosotras, a llamaros más por teléfono. Me comprometo a escucharos, pero no a algunas. Me comprometo, pese al miedo, a escucharos a todas. Prometo no juzgaros, no escupiros las creencias que me enseñaron sobre vosotras. Prometo respetaros y observaros. Prometo trataros de igual forma que trataría a un niño emocionado. 

Gracias por todo lo que me enseñáis y por abrirme el camino para recordar quién soy. 

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

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EGO ESPIRITUAL

YO TE VOY A AYUDAR. Si pienso que tengo capacidad para ayudarte es porque mi ego cree que tú no puedes y yo sí. Que yo sé algo que tú no sabes. Interfiero en tu proceso personal, limito tu infinita capacidad y te hago creer que me necesitas. Lo único que nosotros podemos hacer es SERVIR. Y servir no es otra cosa que vivir conectados a nuestro propio proceso y acompañar, siempre de igual a igual, los procesos de los otros. Ayudar, genera dependencia. Servir, empodera.

YO SOY MUY ESPIRITUAL. Mentira. Tú no eres más espiritual que yo ni tampoco lo eres menos. El ser espiritual no se gradúa, no es ni mucho ni poco. Todos somos espirituales porque todos somos Espíritu. Lo único que nos diferencia de forma temporal es el traje de nuestra personalidad. Todos venimos del mismo lugar y estamos grabados con el mismo sello. El del Amor. 

YO NO COMO CARNE Y ES OBVIO QUE SI TÚ CUIDARAS UN POCO DE TI, TAMPOCO LA COMERÍAS. Juicio. Es el ego el que considera que lo mío está bien y lo tuyo está mal y lo cierto es que ni lo mío es la verdad absoluta ni lo tuyo tampoco. La forma que tú tienes de cuidar de ti es igual de importante y respetable que la que tengo yo de hacerlo. Lo que es magnífico es que tú hagas, comas, pienses y vivas de la forma que te haga sentir en paz, libre y empoderado y que permitas que los demás hagan lo mismo. Esto se llama respeto, pero para respetar hay que respetarse.

YO, QUE SOY TÚ MAESTRA DE REIKI, SÉ CUÁNDO ESTÁS PREPARADO PARA HACER UN CURSO DE REIKI. Falso. Tú, sinceramente, no tienes ninguna capacidad para saber nada sobre el camino trazado por el Ser Superior de otra persona. Tú solo puedes disfrutar del privilegio de compartir algo como la Energía Reiki. Un profesor no es un Maestro. Un Maestro es una persona que vive dentro y comparte fuera y que sabe que no tiene nada que enseñar. Un Maestro es el que con su presencia consigue despertar la maestría del que tiene en frente. Consigue que el otro sepa ser su propio Maestro, su propia autoridad.

ESTAMOS AQUÍ PARA CRECER ESPIRITUALMENTE. Incorrecto. El ego cree que somos imperfectos y que necesitamos crecer, trabajar, esforzarnos, avanzar, pero el Alma ya es completa aquí y ahora. En realidad para lo que estamos aquí es para volver al Amor. No debemos olvidar quiénes somos y que tenemos todo dentro. Nuestra labor no es crecer. Nuestra labor es PERMITIRNOS Ser quienes somos. Cuando nos permitimos, nos expandimos.

ESTAMOS AQUÍ PARA APRENDER. No. No estamos aquí para aprender. Nuestro Ser Superior ya lo sabe todo. Estamos aquí para DESAPRENDER lo que hemos creído que somos y que se llama ego y RECORDAR lo que de VERDAD es nuestra naturaleza. 

DESDE QUE VOY A ESA TERAPEUTA Y TOMO FLORES DE BACH NO TENGO MIEDO. Lo siento mucho. Sí. Sí, tienes miedo. Siempre vas a tener miedo porque eres humano y tienes mente. El miedo tiene una función. Si te has creído que puedes llegar a no tener miedo, cambia de terapia. Lo que importa no es el miedo sino cómo te relacionas con él. 

NOSOTROS NO MORIMOS. NOSOTROS PASAMOS A OTRO ESTADO. Sí y no. Claro que morimos. Nuestro cuerpo físico muere, desaparece, fin. Es nuestro Ser Superior, nuestra Esencia la que pasa a otro estado, a otra vibración.

NO DEBERÍAS DESEAR. SI DESEAS VAS A PROVOCAR QUE NO OCURRA. EL DESEO ES EGO. ¿Y? Cualquier práctica, técnica, libro, terapeuta que me invite a rechazar una parte de mí, aunque sea un deseo, me está invitando a negarme y a no vivir integrado. Y si no vivo integrado, no vivo en armonía y tampoco vibro en amor.

ES MEJOR QUE ESPERES. EL SEXO SIN AMOR HACE QUE TU VIBRACIÓN BAJE y NO ES MUY RECOMENDABLE. Esto en mi idioma se llama miedo. Miedo al placer, miedo a disfrutar de ti y de tu cuerpo. Tu vibración baja no por practicar sexo sino por creerte que estás haciendo algo dañino o negativo. 

TODO LO QUE TE OCURRE ES CULPA TUYA. Nuestro Ser Superior o Alma es inocencia. Tú eres inocente. Todo lo que nos ocurre es la consecuencia o reflejo de algo porque todo es Karma. Pero nosotros somos inocentes. El Karma nos debería dar responsabilidad sobre nuestra vida, no culpa.

NO COBRO. ES LA VOLUNTAD. A lo mejor si te pones en valor, das valor a lo que tú haces, conectas con el merecimiento y la abundancia dejas de creerte el miedo al dinero. 

DURANTE 21 DÍAS HAZ AFIRMACIONES, POSITIVAS, EN PRESENTE PERO SI PIENSAS EN ALGO NEGATIVO LAS AFIRMACIONES YA NO TE SERVIRÁN. Bueno, puedes relajarte, de verdad. Las afirmaciones por si solas no generan nada más que frustración. Magnetizamos por vibración, no por repetir como papagayos "soy Amor".

¿Y si nuestro objetivo no fuera otro que el de empoderarnos y recordar? Recordar que lo tenemos todo dentro y permitirnos vivir la vida que merecemos vivir. En el camino de reencuentro con nuestra Esencia utilicemos todas las herramientas que la vida ponga a nuestro alcance, pero hagámoslo sin depositar en ellas lo que únicamente es nuestro.

Nadie sabe más que tú, nadie tiene más poder que tú, nadie es más espiritual que tú. No permitas que te lo hagan creer. No dejes que tu ego o el de otros te lleven a pensar que te falta algo o que todavía no estás preparado. No seas esclavo de una técnica, de una persona, de una terapia o de un libro. Utiliza todo aquello que te sirva para recordar que eres grande, inocente, libre y poderoso.

El Universo está dentro de ti, no fuera. 

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.