SOSTENER

“No puedes estar así, anímate. Tienes que salir de donde estás. Tienes que recuperarte. Depende de ti. Si quieres, puedes hacerlo. No te quiero ver triste. Por favor no llores. No merece la pena. Sonríe. No entiendo por qué te pones así, no me parece que sea tan importante. A mí también me ha pasado y lo superé. Tienes que aprender a aceptar. Mi consejo es que dejes de pensarlo. Ella no se merece que tú estés así. Olvídate, es lo mejor que puedes hacer”

Le tenemos tanto miedo al dolor, a la vulnerabilidad y a lo que sentimos, que cuando vemos a alguien sufrir, no nos paramos a pensar en lo que esa persona está necesitando de nosotros, sino en la manera de que deje de sentir lo que siente. Hemos aprendido que los sentimientos no son importantes, que no sirven. Aquellos que hemos juzgado como peligrosos, tenemos que eliminarlos cuanto antes de nuestra vida y de la vida del otro. Nos incomoda no saber qué decir, no entender lo que está sucediendo. Nos aterra no saber qué hacer porque no sabemos sostener, y por esa razón, para suplir nuestra carencia, muchas veces, regalamos consejos sin que nos los hayan pedido, si vemos lágrimas, pedimos sonrisas y si hay rabia, intentamos anestesiarla diciendo que no sirve para nada. Sin darnos cuenta, nos convertimos en un libro de autoayuda, no ponemos el foco en el otro, no estamos presentes, no podemos ver que tan solo necesita un apoyo, un hombro.

Cuando una persona a la que queremos está sufriendo, cuando tiene dolor, cuando se siente arrasada por la desesperanza, seguramente no esté buscando fórmulas mágicas que la saquen de donde está, probablemente tampoco quiera consejos ni necesite escuchar lo que nos ocurrió en una situación similar. Seguramente, esa persona solo necesita que le demos amor. Que la sostengamos y la apoyemos para que pueda encontrar la suficiente fortaleza interna como para sentir lo que siente y después dejarlo ir. Probablemente, esa persona necesita poder llorar en paz sin sentirse juzgada u observada y sin pensar que al hacerlo, el otro puede estar pasándolo mal.

Podemos ponernos a un lado y preguntar: ¿en qué te puedo ayudar?, ¿qué necesitas de mí en este momento? Quizá, esa sea la forma más poderosa de servicio hacia el otro. Quizá, ahí podremos conectar con el significado de la compasión y podremos descubrir que sostener, acompañar, y escuchar pueden ser las llaves para la cura del Alma, para regresar al Amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez

Photo by Paolo Bendandi

Photo by Paolo Bendandi