PAZ INTERIOR

Conseguimos estar en paz con nosotros mismos cuando no nos juzgamos, cuando no queremos ser algo diferente de lo que somos, cuando nos aceptamos por completo sin ningún tipo de fisura. Cuando no evadimos nuestros sentimientos, cuando nos negamos a reprimirlos, cuando no los saboteamos intentando comprenderlos, cuando los honramos lo suficiente como para sentirlos con la intensidad que merecen.

Estamos en paz con nosotros mismos cuando nos dejamos ser, cuando atendemos nuestras necesidades y les damos el reconocimiento de sagradas. Cuando no renunciamos a lo que somos en pro de lo que otros quieren que seamos. Cuando soltamos el futuro y respiramos en el presente con todo lo que contiene. Cuando no nos comparamos. Cuando aprendemos a estar cómodos en nuestra piel y a reconocer nuestros talentos y nuestros logros. Cuando no nos defendemos ni luchamos contra lo que está sucediendo en nuestro interior. Cuando generamos silencio, y cuando dejaron de darnos miedo la mente y sus incesantes discursos. Cuando no reaccionamos. Cuando reconocemos que estamos asustados, cansados, tristes, frustrados o enfadados. Cuando reconocemos que no podemos o que no sabemos. Cuando nos responsabilizamos de nosotros mismos y nos perdonamos. Cuando nos atrevemos a decir “no”, y cuando confiamos.

La paz interior es el regalo que obtenemos al comprometernos con nosotros mismos, al tener la intención de apoyarnos, de honrarnos, de sernos leales y de escuchar nuestro corazón.

La paz interior brota cuando soltamos la mente, cuando decidimos perdonar el pasado y desprendernos de las expectativas que depositamos en un futuro que aún no ha llegado.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Taufan Satyadharma

ERES MONTAÑA

No eres lo que piensas.

Eres mucho más grande que eso.

Eres mucho más grande que tu mente. Mucho más grande que los juicios y los miedos que brotan de ella. Por eso, no luches contra tus pensamientos, porque si lo haces, se harán más grandes, más resistentes. Te harán mucho daño. Porque si lo haces, poco a poco, te olvidarás de quién eres, de dónde vienes y de lo que estás hecho. Tu corazón cerrará la puerta y dirás adiós a la posibilidad de tener una vida plena.

En vez de creerte tus pensamientos, ¿por qué no los observas? Hazlo igual que si estuvieras asistiendo a una obra de teatro. Igual que si estuvieras sentado delante de una pantalla de cine. Tú no eres los personajes que ves, tampoco eres lo que dicen.

Eres una montaña, poderosa y firme, que no se tambalea porque las nubes hablen, porque los ríos fluyan. Eres una montaña que observa impasible. Y al hacerlo, estás regresando a tu centro, y desde ahí todo comienza a tener sentido. El sentimiento de paz, la quietud, el silencio y la claridad se despiertan.

Cuando eres montaña, le das un nuevo sentido a tu existencia, abres las puertas de tu corazón y de tu mente divina. Cuando eres montaña, todas tus preguntas encuentran respuestas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Sander Lenaerts

CON EL CORAZÓN

Con el corazón sé mucho más que con la mente. Con el corazón no merezco por lo que hago, merezco por lo que soy. Con el corazón no tengo que esforzarme en dar ni espero a que el otro me dé lo que con la mente me gustaría. Con el corazón no puedo distinguir entre dar y recibir.

Con la mente me defiendo y me protejo. Con el corazón, soy vulnerable y por tanto estoy disponible y abierto. Con la mente, genero rabia y rencor. Con el corazón, amor y perdón. Con la mente, retengo. Con el corazón, fluyo y suelto. La ansiedad es aliada de la mente porque me lleva a un futuro que me asfixia y que me llena de angustia. Con el corazón, estoy presente. Con el corazón, respiro en un ritmo armonioso y continuo. Genero calma y quietud. La mente me lleva a lo que no existe. El corazón a lo único que es real, al amor.

Con la mente, estoy perdido. Cuando quiero encontrar respuestas y le pregunto a ella, solo surgen dudas y más dudas. Solo confusión. Ya he aprendido que mi mente no es capaz de darme las respuestas que busco. Ya he aprendido que la claridad surge del silencio que genero a través de mi respiración.

Con el corazón, soy capaz de darle sentido y dirección a mi vida. Con el corazón, siento y al sentir, recuerdo que estoy vivo. Con el corazón, me conecto y me vinculo. Con el corazón, sé distinguir entre empatía y compasión. Con la mente me separo y deja de importarme el otro. Con el corazón puedo darme amor del bueno, del incondicional, puedo aceptarme total y completamente, sin embargo con la mente no hago otra cosa que juzgarme y que buscar mi imperfección.

Cuando vivo desde la mente, vivo desde el miedo. Cuando vivo desde el corazón, vivo desde el amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Aziz Acharki


ERES TÚ

No hagas, no luches, no controles. Suelta.

No quieras, no intentes, no pienses. Siente.

No esperes, no tengas expectativas, no des más de lo que puedes. Recibe.

No busques. Permite que te encuentre.

No te apegues, no te enganches, no retengas. Fluye.

No te creas el ruido de tu mente. No respondas a sus porqués ni a sus dudas. Haz espacio, cierra los ojos y confía.

No intervengas, no intentes cambiar lo que está ocurriendo. Observa.

No quieras eliminar, no puedes. Abraza e integra.

No reacciones. Solo es miedo. Tú eres algo mucho más grande que eso. Eres amor. Recuerda.

No creas en pruebas externas. El Universo no está fuera. Eres tú quien tiene el poder. Quien decide. Quien crea.

No esperes a que ocurra. No esperes al otro. No esperes a mañana. Es hoy. Eres tú. Es ahora.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Megha Ajith



VÍNCULOS

Dedicamos tanta atención a agradar a los demás, a ser lo que creemos que debemos de ser para que nos quieran y para ser aceptados, que en el camino nos olvidamos de ser nosotros mismos y de ocuparnos de nuestras verdaderas necesidades. En vez de afrontar nuestro miedo a la soledad y a no pertenecer, nos dejamos arrastrar por ellos y comenzamos a vendernos a cambio de nada.

Nos olvidamos de encontrar dentro lo que, con desesperación, buscamos fuera y no le damos valor al contacto y la conexión con nuestra casa interna. Dejamos de honrarnos, si es que alguna vez lo hicimos, y de reconocernos como seres completos, para comenzar a buscar algo que sirva de anestesia al vacío que sentimos. Tenemos relaciones que no nos llenan y en las que en realidad no estamos, pero preferimos quedarnos sostenidos en la ausencia antes que afrontar nuestros demonios y comenzar a sanar a nuestra pareja interna. No queremos decir "no" para que el otro no se moleste. No queremos decir "sí" a lo que sentimos no vaya a ser que los demás se asusten. No nos atrevemos a ser porque nos hemos olvidado de que lo que somos es sagrado.

Nuestras vidas se basan en los vínculos que creamos, es lo que poseemos y lo que nos llevaremos, sin embargo, el único vínculo que permite que todos los demás sean es el que mantenemos con nosotros mismos. Con cada renuncia que hacemos a nuestras necesidades, nos alejamos de nuestra capacidad para amar. Con cada intento de ser lo que no somos para que nos quieran, nos separamos de la posibilidad de recibir amor. Con cada negativa a permitirnos vivir la vida desde lo que sentimos y desde lo que necesitamos, nos encadenamos a vínculos que se alimentan de nuestra propia carencia y que se sustentan en la proyección.

Nuestra naturaleza vincular hace que necesitemos conexión, intimidad, apoyo y comunión con los otros, por eso es tan importante la forma y el lugar desde donde generamos nuestros vínculos. Por eso es tan importante no olvidarnos nunca de que el primer vínculo es el que mantenemos con nosotros mismos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Brittani Burns

RENACER

Que podamos dejar de creernos el miedo y abrazarlo con todo el amor que tengamos disponible. Que podamos soltar el control de la mente y entregarnos por completo a la incertidumbre de lo desconocido. Que podamos dejar de luchar y de juzgarnos. Que podamos dejar de defendernos. Que podamos vivir libres de sufrimiento. Que podamos silenciar la mente. Que podamos desprendernos de todo lo que nos hace daño, de todas las creencias limitantes que nos hacen sentir pequeños. Que podamos confiar tanto que jamás renunciemos a nosotros mismos. Que podamos desidentificarnos del ego.

Que podamos abrir nuestro corazón para recibir todo lo que nos pertenece y merecemos. Que podamos amar todas las partes de nuestro ser. Que podamos aceptar nuestra naturaleza divina para trascender la enfermedad y la muerte. Que podamos dejar de dar valor al sacrificio y recordemos al niño que todos llevamos dentro. Que podamos respetar lo que sentimos. Que podamos soltar la carga y entregársela a nuestro padre Divino.

Que podamos transformarnos y utilizar nuestros dones y talentos para cumplirnos. Que podamos respetarnos lo suficiente como para no violar nuestros límites. Que podamos abrirnos a la vulnerabilidad. Que podamos tener fe ciega para que así seamos capaces de ver. Que podamos reconocer nuestro brillo. Que podamos olvidarnos de las opiniones de los demás. Que podamos cambiar “tengo que” por “voy a jugar”.

Que podamos darle amor a nuestra oscuridad. Que podamos desprendernos del miedo a morir y podamos comenzar a vivir. Que podamos dejar de creer en la cruz. Que podamos volver a creer en la luz. Que podamos renacer y darle un nuevo sentido a nuestra vida.

Feliz Pascua de Resurrección.

Almudena Migueláñez.

Photo by Nghia Le

FINGE

Finge hasta que te lo creas.

Finge ser feliz aunque no lo seas. Finge con todas las ganas que puedas.

Finge que estás tocando tu sueño, que lo tienes en las manos, en la piel, que te está besando. Finge que ya eres esa persona que con la mente te gustaría ser. Respira igual, actúa igual, siente igual. Finge prosperidad si transitas por una experiencia de escasez. Sonríe aunque estes llorando. Finge amor aunque tengas miedo. Finge alegría y confianza. Finge que estás lleno de paz y de esperanza.

Pregúntate cómo serías si ya lo hubieses logrado. Cómo serías en este momento si tus deseos más profundos ya se hubieran manifestado.

Finge y vive siendo lo que anhelas, aunque todavía no sea. Finge y estarás cocreando. Estarás engañando a la mente, a tu ego y te estarás alineando. Si finges, llegará un momento en el que cambiará tu vibración y te lo creas.

Y si te lo crees, lo creas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jaanus Jagomagi