No eres lo que piensas.
Eres mucho más grande que eso.
Eres mucho más grande que tu mente. Mucho más grande que los juicios y los miedos que brotan de ella. Por eso, no luches contra tus pensamientos, porque si lo haces, se harán más grandes, más resistentes. Te harán mucho daño. Porque si lo haces, poco a poco, te olvidarás de quién eres, de dónde vienes y de lo que estás hecho. Tu corazón cerrará la puerta y dirás adiós a la posibilidad de tener una vida plena.
En vez de creerte tus pensamientos, ¿por qué no los observas? Hazlo igual que si estuvieras asistiendo a una obra de teatro. Igual que si estuvieras sentado delante de una pantalla de cine. Tú no eres los personajes que ves, tampoco eres lo que dicen.
Eres una montaña, poderosa y firme, que no se tambalea porque las nubes hablen, porque los ríos fluyan. Eres una montaña que observa impasible. Y al hacerlo, estás regresando a tu centro, y desde ahí todo comienza a tener sentido. El sentimiento de paz, la quietud, el silencio y la claridad se despiertan.
Cuando eres montaña, le das un nuevo sentido a tu existencia, abres las puertas de tu corazón y de tu mente divina. Cuando eres montaña, todas tus preguntas encuentran respuestas.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.