Vínculos

VÍNCULOS

Dedicamos tanta atención a agradar a los demás, a ser lo que creemos que debemos de ser para que nos quieran y para ser aceptados, que en el camino nos olvidamos de ser nosotros mismos y de ocuparnos de nuestras verdaderas necesidades. En vez de afrontar nuestro miedo a la soledad y a no pertenecer, nos dejamos arrastrar por ellos y comenzamos a vendernos a cambio de nada.

Nos olvidamos de encontrar dentro lo que, con desesperación, buscamos fuera y no le damos valor al contacto y la conexión con nuestra casa interna. Dejamos de honrarnos, si es que alguna vez lo hicimos, y de reconocernos como seres completos, para comenzar a buscar algo que sirva de anestesia al vacío que sentimos. Tenemos relaciones que no nos llenan y en las que en realidad no estamos, pero preferimos quedarnos sostenidos en la ausencia antes que afrontar nuestros demonios y comenzar a sanar a nuestra pareja interna. No queremos decir "no" para que el otro no se moleste. No queremos decir "sí" a lo que sentimos no vaya a ser que los demás se asusten. No nos atrevemos a ser porque nos hemos olvidado de que lo que somos es sagrado.

Nuestras vidas se basan en los vínculos que creamos, es lo que poseemos y lo que nos llevaremos, sin embargo, el único vínculo que permite que todos los demás sean es el que mantenemos con nosotros mismos. Con cada renuncia que hacemos a nuestras necesidades, nos alejamos de nuestra capacidad para amar. Con cada intento de ser lo que no somos para que nos quieran, nos separamos de la posibilidad de recibir amor. Con cada negativa a permitirnos vivir la vida desde lo que sentimos y desde lo que necesitamos, nos encadenamos a vínculos que se alimentan de nuestra propia carencia y que se sustentan en la proyección.

Nuestra naturaleza vincular hace que necesitemos conexión, intimidad, apoyo y comunión con los otros, por eso es tan importante la forma y el lugar desde donde generamos nuestros vínculos. Por eso es tan importante no olvidarnos nunca de que el primer vínculo es el que mantenemos con nosotros mismos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Brittani Burns

EL PODER DEL VÍNCULO

El poder innegable de la unión, de los lazos que creamos a través del corazón y que son, sin duda, un reflejo de nuestra energía femenina, muchas veces prohibida y demasiadas veces cuestionada, no solo por las viejas y temerosas estructuras, sino por nosotros mismos. En algún momento dijimos sí al miedo a entregarnos. Acordamos protegernos de la incertidumbre propia de la vida, rechazamos nuestra vulnerabilidad como elemento clave para el desarrollo de nuestra creatividad. Aprendimos a llevar siempre traje, nos olvidamos del placer de vivir desnudos, del contacto de nuestra piel con otra piel. Comenzó a asustarnos el tiempo vacío de deberes y de quehaceres. Nos alejamos del poder que existe en el sentir, en el vínculo y la conexión. Bloqueamos el recibir y la intuición. Aprendimos a ser súbditos del control.

Transitamos por un largo periodo de sequía. Hombres y mujeres hemos creído y crecido en el desierto del hacer, del tener que, del buscar, de la individualidad. La productividad ha desvalorizado, hasta aniquilar, el poder que se esconde en el no hacer. Hemos demonizado, básicamente por miedo, el gran valor que tiene la vulnerabilidad, los vínculos y los afectos.

Nuestra conexión con la vida y con los otros se lleva a cabo desde el sentir. La capacidad para vincularnos es la esencia de nuestro Yin. Debemos nutrir, valorar y ensalzar los vínculos porque solo a través de ellos podemos acceder al verdadero sentido de la vida. El reconocimiento de nuestra individualidad es el paso previo y necesario para, después, podernos vincular. Lo que ha ocurrido es que en vez de utilizar el descubrimiento del “yo” para reconocernos como seres completos y así poder abrirnos al descubrimiento del “nos”, lo hemos usado para construir un armazón de excesiva autonomía y de no necesidad. Por supuesto que no deberíamos depender de los otros para ser y sentirnos completos; por supuesto que no somos mitades a las que les faltan partes, por supuesto que no. Pero sí debemos reconocer que, el siguiente paso, después de vernos como individuos completos, es el de vincularnos para trascender.

Si no hemos hecho nuestro proceso de individuación, creeremos que necesitamos a los otros para ser felices, y entonces, no podremos generar verdaderos vínculos que nos permitan descubrir lo que está más allá de nuestra individualidad, tampoco les daremos el valor que merecen, ni podrán ser el vehículo para nuestro crecimiento y transformación. Sin embargo, si hemos aprendido a no necesitar y a reconocernos autónomos y capaces, es cuando el poder del vínculo podrá cobrar sentido. Porque desde la puesta en valor de lo que soy, puedo descubrir el gran valor de lo que somos. Porque no necesitamos a los otros para ser y sentirnos completos, pero sí para darnos cuenta de que, además de lo que somos, podemos, debemos y necesitamos ser mucho más. Los vínculos nos permiten trascender la individualidad previamente alcanzada. Nos llevan a descubrir el poder escondido que habita en el “nosotros”. Nos conectan a un sentido más elevado de la vida.

Son los lazos y los vínculos los que nos hacen sentir que estamos vivos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Annie Spratt

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