HOY ES UN DÍA IMPORTANTE

Hoy es un día importante y lo es por muchas razones. Hoy es el día en el que tienes una gran oportunidad para poner fin a todo aquello que no te sirve, que te hace daño, que te aleja de la Vida, que te oprime y te encarcela.

Hoy es un día importante y lo es porque en este momento tienes delante de ti un papel en blanco, la posibilidad de desprenderte de tus máscaras, de arrancar tus trajes, de cerrar la puerta a todo lo falso que has ido construyendo dentro de ti. Hoy puedes decidir no ponerte más disfraces.

Hoy es un día importante y lo es porque la tensión que hay arriba en los cielos es la tensión que también hay abajo en la Tierra, en tu suelo, en tu plexo. Y es esa tensión interna la que te trae una pregunta: ¿a qué esperas? ¿qué tiene que ocurrirte para que decidas terminar con todas tus resistencias?

Hoy es un día importante para que pares, mires dentro de ti y reflexiones sobre qué es lo que te está impidiendo lograr la paz, sobre lo que te está alejando de ser feliz;  es un momento perfecto para que desaceleres y des muerte a esa lucha interna. Para que digas a la vida: tengo intenciones. Para que observes y saques de tu camino lo que ya no quieres, lo que no eres.  

Hoy es un día importante para que te abraces, para que pongas delante de ti tus resistencias, miedos, quejas, lamentos, preocupaciones y tristezas. Para que las veas y con todo el amor que seas capaz, las abraces. ¿Por qué? porque solo cuando te des amor podrás libertarte, porque un niño no mejora cuando no recibe incondicionalidad. Porque tu niño, hoy, que es un día importante, te está esperando para que le ames, para que le abraces. Te está pidiendo ayuda para poder por fin liberarte, te está diciendo que su miedo, su angustia y su chantaje desaparecerán cuando de una vez, decidas abrazarle.

El Universo sigue, no para, no puede, ¿te imaginas que el sol no saliera mañana? sin embargo, tu Universo interno no podrá mostrarte el sol mañana si hoy, que es un día importante, no te amas, te abrazas y te desprendes de todo lo que ya no es importante. 

Observa, abraza, ama, suelta,entrega.

Feliz eclipse.

Almudena Migueláñez

 

 

¿AUTOESTIMA?

Nunca le he dado mucha importancia a la autoestima, quizá porque es una energía que solo existe en el plexo solar y que, por lo general, resulta difícil de dirigir y controlar: con rapidez nos puede llevar a la vanidad o a la infravaloración y autoexigencia más burda.

En la autoestima hay implícita una clasificación de lo que valoramos y de lo que rechazamos, de lo que consideramos bueno y "digno de" y de lo que no. La autoestima valora aquello que ve interesante, bonito y grandioso en ti, y al hacerlo, como todo tiene su opuesto, niega y excluye otra parte de lo que eres. La autoestima contiene un juicio que te condena a una definición limitada de ti mismo. La autoestima es ego.

No niego que en una primera fase de evolución pueda ser necesaria una cierta estima que nos proporcione un inicial contacto y valoración de nosotros mismos y que nos pueda ser útil para conectar con una forma superior y más pura de relación interna,  pero si únicamente aprendemos a vernos desde ahí, nunca llegaremos a descubrirnos como seres completos, más allá de los límites contaminados y llenos de filtros y juicios del ego. Lo que la autoestima hoy valora como positivo en ti, puede ser que mañana lo exagere y lo exprima tanto que se transforme en tóxico o en defecto y carencia. 

Por el contrario, la autoaceptación realista, consecuencia de un profundo conocimiento de quiénes somos, de nuestra naturaleza, nuestras potencialidades, polaridades, sombras, miedos y quiebras mentales es, sin duda, mucho más transformadora y auténtica que la mera autoestima.  

La aceptación de uno mismo es amor completo, es la reconciliación interior con todas las partes de nuestro ser. Es la consecuencia de una experiencia de reconocimiento e incondicionalidad interna mucho más elevada y profunda que la autoestima. La autoaceptación es, como dice una buena amiga mía, humildad. Es entender que eres algo mucho más grande que lo que tu ego cree, es entender que los filtros y criterios de la autoestima no siempre son verdaderos, es la autoconfianza plena en la autenticidad de quien eres.

La autoaceptación provoca relajación, ausencia de juicio. Provoca plenitud y abundancia, alegría de ser y una fe profunda en uno mismo.

¿Has probado a aceptarte total y completamente de la misma manera que te acepta el Universo?

Feliz presente.

Almudena Migueláñez.

PLUSCUAMPERFECTO

Más que perfecto, así es todo lo que sucede en nuestras vidas, pluscuamperfecto.

Sé que tienes deseos, objetivos, anhelos, yo también los tengo. Y sé que gran parte de tu esfuerzo de hoy te gustaría que fuera tu recompensa de mañana. Lo que sucede es que a veces mañana no hay recompensa, o no es la que esperabas y entonces tu ego, vestido con el traje de justiciero impaciente, te dice que eres una víctima del azar, que la vida tiene algo de injusto, que no lo lograste por causa del otro, que lo hiciste mal, que tienes que esforzarte más, o vete tú a saber.

Lo realmente importante es que primero consigas identificar si tus anhelos y deseos son los que hacen vibrar a tu corazón, si son los que te hacen querer estar vivo y continuar.

¿Sabes qué hace que tu corazón vibre? ¿sabes que te hace realmente feliz? Este es el primer paso. Si has conseguido hacer "clic" y localizar eso que es una verdad para tu corazón, entonces inevitablemente se manifestará. Pero se manifestará en el momento perfecto para ti, y ese momento no tiene por qué ser el que tu ego considera, de hecho, generalmente no tiene relación directa.

En el Universo no existe el azar porque el Universo es pluscuamperfecto. Todo existe y todo ocurre por una razón y todo lo que en este preciso momento te está sucediendo es lo que te tiene que suceder, ni más ni menos. Si todavía no has logrado ver en tu vida lo que ya vibra en tu corazón, si todavía no se ha manifestado no es porque lo estés haciendo mal, ni porque se hayan olvidado de ti, no. Es porque todavía hay una pieza del puzzle que está por encajar y encajará, aunque tu ego no lo crea, encajará. 

Lo que a tu corazón le hace vibrar es lo mismo que a tu Alma le hace vibrar, es una sola cosa y tu Alma es la parte de ti conectada con el Todo pluscuamperfecto. Tu ego no tiene ni idea, pero tu Alma sí y si conoces eso que amas desde el Alma, ten presente que su manifestación será perfecta porque tu Alma sabe mucho más de ti que tú, porque tu Alma te ama mucho más de lo que tú te amas a ti. Pero tu Alma no necesita de tu impaciencia,  ni de tu juicio, ni de tus dudas, tu Alma necesita que vivas presente, vibrando en lo que deseas y dejando que todo sea pluscuamperfecto.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

 

 

 

 

 

EL OTRO

"Una vez preguntaron a un Maestro espiritual:

Maestro, ¿cómo debo tratar a los otros?

El Maestro respondió: no existen los otros"

El otro, el otro, el otro...¿te das cuenta del tiempo que pasamos pensando en el otro?

El otro no entiende, el otro se equivoca, el otro no me quiere, el otro me ha hecho daño, el otro podría hacer mejor las cosas...En realidad no hay otro, no, no lo hay. Eso que tus ojos están viendo fuera de ti sólo es un reflejo de lo que hay dentro, ni más ni menos. Tu familia es un espejo, tu mujer otro, tu jefe, tu amiga y tus hijos un reflejo a través del que puedes aprender, si quieres, claro. Sin embargo, si te das cuenta, la mayor parte del tiempo lo dedicamos a escupir hacia fuera lo que no somos capaces de reconocer dentro de nosotros, siempre es el otro.

El Universo, que es infinitamente sabio y que nos ama incondicionalmente, de la misma forma que un padre ama a su hijo, quiere siempre y en última instancia lo mejor para nosotros, quiere que nos sintamos plenos y que vibremos en la frecuencia del Amor incondicional. Lo que sucede es que el Universo, como buen padre, sabe que para que sus hijos sean capaces por ellos mismos de alcanzar su plenitud, necesitan primero aprender y revisar muchas cosas y como, por desgracia, todavía sus hijos somos un poco analfabetos emocionales y tenemos mucho miedo a ser quienes somos, a dejar de juzgarnos, a dejarnos guiar por nuestra intuición, y en definitiva a soltar el ego, entonces, nuestro querido Padre nos dice: "ok, no entendiste que si te juzgas no puedes ser feliz, no entendiste que tu necesidad constante de controlar y tener la razón tampoco te sirve, hijo mío, no entendiste nada!,  así que voy a ver de que forma te puedo enseñar todo lo que tienes que transformar dentro de ti. Para ello, te regalo una Ley: como es dentro es fuera, como es fuera es dentro, a ver si así, a través de todo lo que hay fuera de ti, puedes ver todo lo que hay dentro y transformarte".

Y nosotros, que no nos fiamos mucho, lo que le decimos a nuestro Padre es: "no, no, no papá, ¿me estás diciendo que ese hombre que me está juzgando y que es un cretino está en mi vida porque yo me juzgo todo el tiempo? no, no, no..." y así construimos el cuento de nuestra vida, una historia en la que, para bien o para mal, el protagonista siempre es el otro.

Si quieres que te quieran, quiérete. 

Si quieres que te respeten, respétate e integra tu autoridad.

Si quieres que te hablen desde el corazón, háblate desde el corazón.

Si quieres querer al otro, quiérete.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

¿ POR QUÉ?

Me gustaría preguntarte algo: ¿por qué te agredes? ¿cuál es la razón por la que te tratas tan mal? ¿cuál es el motivo por el que todavía hoy, continúas haciéndote daño? Quizá, ni siquiera eres consciente de que te estás agrediendo...

Te agredes cada vez que no escuchas lo que sientes y también cada vez que, escuchándote, no te atiendes.

Te agredes cuando no te permites ir más allá de tus creencias. Te limitas y te agredes.

Te agredes siempre que te prohibes el placer y cada vez que quieres ser perfecto. Cada vez que quieres ser quien no eres, te agredes.

Te agredes cuando deseas para ti en pequeñito, cuando te conformas con lo mínimo, cuando haces caso al miedo y cuando con un "no puedo" te niegas a salir del fango en el que vives.

Te agredes cuando te piensas mal, cuando te hablas mal, cuando te importa más tener razón que estar en paz.

Te agredes cuando no sabes equilibrar, balanceándote entre el recibir y el dar.

Te agredes haciendo un trabajo que no te gusta, conviviendo con quien no amas y soportando lo que nunca desearías que otro al que amas, soportara.

Te agredes con cada juicio, con cada necesidad guardada, con cada victimismo y cada lamento.

Te agredes y mucho, al no aceptar, al no soltar, al no liberarte.

Te agredes cuando te niegas a perdonarte y cuando decides no perdonarle.

Te agredes al no mirarte, al no mimarte, al no abrazarte.

Da igual el camino que escojas, siempre vas a ir contigo, así que, ¿por qué te agredes? 

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

 

COMPASIÓN MEJOR QUE EMPATÍA

Ya lo sabes, empatizar es ponerse en el lugar del otro para así poder comprenderle y por tanto poder ayudarle. Empatizar está de moda, empatizar mola, ¿no?

Pues no. Desde mi punto de vista desde luego que no. Cuando empatizamos, intentamos ponernos en la piel del otro, y al hacerlo nos salimos de nuestra piel y perdemos la conexión con nosotros mismos, de esta manera va a resultar casi imposible poder ser un soporte para que el otro se sienta mejor o simplemente para que el otro tenga el suficiente apoyo para hacer el proceso que tenga que hacer. Al empatizar nos exponemos a que la otra persona, por sus necesidades y sus dificultades, nos intente absorber una energía de la que, evidentemente, nunca deberíamos desprendernos. 

Al empatizar y salirme de mi para entrar en ti, me quedo en una especie de limbo desde donde si tu lloras, yo empatizo y lloro.,, donde si tu estás sufriendo, yo empatizo y sufro, donde si tú estás enfadado, yo empatizo y siento ese enfado...Fantástico, y una vez que he llorado, me he enfadado, me he solidarizado y me he agotado por intentar llegar a ti, ¿qué? ¿sucede algo? ¿se produce algún tipo de transformación? en la mayoría de las ocasiones, como mucho, la otra persona siente una ligera y breve sensación de acompañamiento.

Cuando empatizo es porque necesito y deseo acercarme al otro, estoy intentando responder a una necesidad mía de comprender las razones por las que se siente como se siente, o por las que ha llegado a una situación concreta. Cuando empatizo, aunque duela, estoy hablando desde el ego. 

En realidad, que yo entienda o no al otro no es relevante, ¿qué importa que yo te entienda? Lo que importa es que yo sea capaz de, aunque no te entienda, darte la nutrición, el amor, el cobijo que tu necesitas para poder transformarte. Si suelto mi necesidad de comprenderte y ayudarte entonces es cuando puedo darte todo lo que yo soy, es cuando puedo desplegar toda mi compasión hacia ti. En un tú a tú empático, el diálogo se produce desde el segundo y tercer chakra. En un tú a tu compasivo, el diálogo se produce desde el chakra corazón.

Para que yo pueda emanar amor, tengo que mantenerme en eje, dentro de mi piel, no puedo irme a ese limbo del que antes te hablé. Para que yo pueda aportarte eso que todos los seres humanos necesitamos para cualquier proceso de nuestra vida, esa sensación de amor, abastecimiento, seguridad y poder, tengo que proyectarme mucho más allá de la empatía.

Cuando decidí dejar de ser empática para poder trabajar la compasión en mi fue cuando me di cuenta del miedo tan grande que tenía a lo que el otro pensara, a que creyera que no soy una buena amiga o que no soy una buena terapeuta o que soy fría porque no empatizo. Cuando superamos la empatía y nos liberamos de querer comprender a todo el mundo es cuando el mecanismo natural de la compasión comienza a ponerse en marcha. 

"El verdadero amor compasivo del budismo no tiene nada que ver con la lástima o el sentimentalismo ya que no alcanzan para apoyar a otro a lograr la victoria en la vida. No sirven para aliviar realmente el sufrimiento...". Daisaku Ikeda, filósofo japonés.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

 

 

CON FE, CONFÍA

CON FE, CONFÍA

Alcanzar la perfección espiritual es lo que tu alma se trae entre manos. Es la razón última por la que tú  y yo estamos aquí. 

Nuestro sistema energético, a través de las enseñanzas de los siete chakras principales, nos invita constantemente a realizar un camino de consciencia que, progresivamente, nos conduzca a un mayor entendimiento de nosotros mismos, a una mayor comprensión de la naturaleza de la Energía que nos sostiene y a una mejor y más limpia relación con el Universo-Dios del que formamos parte.

Hacerme adulta espiritual implica, necesariamente, profundizar y sanar la forma que tengo de relacionarme con el Universo. Surge entonces dentro de mi una insistente invitación, que proviene de mi quinto chakra, a confiar en algo Superior, a elevar mi vibración y a entregarle y entregarme. Surge, inevitablemente, el preguntarme por el tipo de fe que tengo en ese Dios, Universo del que tanto hablo.  

La fe no es una elección, la fe es una de las características que definen a nuestro Ser Superior, intrínseca a su propia naturaleza y que solo se nos muestra y que solo brilla en nosotros si somos personalidades capaces de sostener una vida sin limitadas creencias y sin miedos enfermizos a soltar el control, a no saber, a merecer o a no ver con los ojos físicos. Despertar la fe es el camino natural de nuestra evolución y los pasos que debemos dar son aquellos que nos saquen de las terribles creencias de un Universo separado de nosotros, incapaz de abastecernos, justiciero y personal, para encontrar, mucho más allá de religiones y pensamientos, el espacio de certezas, de Verdad y confianza plena que existe en cada uno de nosotros y que, irremediablemente, nos abrirá las puertas a una vida plena y extremadamente feliz.

Me hago esta reflexión, preguntándome si realmente soy consciente de que formo parte de algo mucho mayor que lo que ven mis ojos. Preguntándome si soy capaz de entregarme sin resistencias. Preguntándome si siento que me merezco recibir todo lo bueno. Preguntándome si estoy preparada para vivir sin quejarme, sin miedo, sin sufrimiento. Preguntándome si permito que el Universo me muestre todo lo que tiene para mi. Preguntándome si aún no me he dado cuenta de que tener fe en la gran Energía Divina es tener fe en mi.

La vibración de un confía nos permite una nueva forma de vida, por eso te invito a una profunda inspiración con la palabra fe, a que observes lo que se mueve dentro de ti y a que reflexiones sobre el tipo de relación que sostienes con el Universo y sobre cómo te sentirías si le entregaras eso que ahora mismo te atormenta.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez