aceptación

RÍNDETE

Por favor, ríndete. Deja ya de luchar. Abandona ese enfrentamiento que sostienes con la realidad y, de una vez por todas, acéptala. Solo desde ahí, desde la aceptación es posible que las cosas puedan cambiar. Hasta que no dejemos de luchar contra lo que está siendo, no podremos comenzar a andar. No podremos transformar nuestra vida ni nuestra realidad.

No hay ataque, de verdad. La guerra solo está dentro de ti. La vida no quiere dañarte, no quiere hacerte sufrir. Es justo al contrario. La vida quiere que salgas del pozo en el que estás y que seas feliz. Te da herramientas, sí, pero trabajar y creer en ellas depende solamente de ti.

No necesitas defenderte, nadie va a por ti, ni el otro, ni el Universo, ni ningún dios. Eres tú el que está en guerra consigo mismo al no aceptar. Eres tú contra ti, y ya va siendo hora de firmar la paz. Ríndete, por favor, cuanto antes, mejor. Si no hay un “alto el fuego”, si no cuelgas los guantes de boxeo, lo que te está ocurriendo nunca se podrá transformar.

Verás, todo es Karma, es decir, todo y cualquier cosa es consecuencia o resultado de algo previo, todo tiene un origen, una causa. Aquello que nos sucede y que no nos gusta, que nos asusta, que juzgamos como negativo o que nos produce dolor es una realidad causal que nos está mostrando solo una cara, pero que consigo guarda una grandísima oportunidad. El Karma nos puede conducir al Dharma. Ahora bien, esa oportunidad escondida no se nos puede revelar si antes no hemos sido capaces de entregarnos -sin máscaras- a la realidad.

Cuando nos negamos a rendirnos y nos aferramos a luchar, cuando no decimos un sí, aunque sea bajito, a confiar en que lo que nos está sucediendo tiene una utilidad, un aprendizaje y otra polaridad, generamos fuertes resistencias que nos llevan a atraer más de lo que menos queremos. Así es como funciona nuestra energía.

Rendirnos, abandonar cualquier resistencia mental, dejar de juzgar y aceptar nos abre una puerta enorme que tiene el nombre de oportunidad. Nos da espacio para recuperar nuestro poder, para accionar, para transformar y para poder descubrir que todo, hasta lo que creemos peor, tiene otra cara, otra polaridad.

Nuestras resistencias y desconfianzas, nuestras evasivas paro no rendirnos ante la cruda realidad no son más que limitaciones de la mente, que no nos deja descansar, que tiene miedo, que busca razones, que quiere culpables a los que juzgar, que pregunta “por qué” cuando la realidad es que las respuestas siempre le han dado igual. ¡Ay! si en vez de “por qué”, un día la mente se preguntara “para qué esta realidad”.

Entregarse o rendirse por completo a algo es un acto valiente, transformador, que nos saca del sufrimiento, que nos lleva a ver que tenemos otra oportunidad. Rendirse a la realidad es aceptar, es confiar, es dejar de luchar. Rendirse a la realidad es caminar “en sintonía con”, en vez de hacerlo “en contra de”.

Toda transformación pasa por una previa rendición ante lo que la realidad me está mostrando.

Y yo, para terminar la Inspiración de hoy, quiero invitarte a una reflexión:

¿Qué ocurriría si dejaras de juzgar la realidad que, en este momento, tienes delante?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Joshua Jordan

Photo by Joshua Jordan



¿AUTOESTIMA?

Nunca le he dado mucha importancia a la autoestima, quizá porque es una energía que solo existe en el plexo solar y que, por lo general, resulta difícil de dirigir y controlar: con rapidez nos puede llevar a la vanidad o a la infravaloración y autoexigencia más burda.

En la autoestima hay implícita una clasificación de lo que valoramos y de lo que rechazamos, de lo que consideramos bueno y "digno de" y de lo que no. La autoestima valora aquello que ve interesante, bonito y grandioso en ti, y al hacerlo, como todo tiene su opuesto, niega y excluye otra parte de lo que eres. La autoestima contiene un juicio que te condena a una definición limitada de ti mismo. La autoestima es ego.

No niego que en una primera fase de evolución pueda ser necesaria una cierta estima que nos proporcione un inicial contacto y valoración de nosotros mismos y que nos pueda ser útil para conectar con una forma superior y más pura de relación interna,  pero si únicamente aprendemos a vernos desde ahí, nunca llegaremos a descubrirnos como seres completos, más allá de los límites contaminados y llenos de filtros y juicios del ego. Lo que la autoestima hoy valora como positivo en ti, puede ser que mañana lo exagere y lo exprima tanto que se transforme en tóxico o en defecto y carencia. 

Por el contrario, la autoaceptación realista, consecuencia de un profundo conocimiento de quiénes somos, de nuestra naturaleza, nuestras potencialidades, polaridades, sombras, miedos y quiebras mentales es, sin duda, mucho más transformadora y auténtica que la mera autoestima.  

La aceptación de uno mismo es amor completo, es la reconciliación interior con todas las partes de nuestro ser. Es la consecuencia de una experiencia de reconocimiento e incondicionalidad interna mucho más elevada y profunda que la autoestima. La autoaceptación es, como dice una buena amiga mía, humildad. Es entender que eres algo mucho más grande que lo que tu ego cree, es entender que los filtros y criterios de la autoestima no siempre son verdaderos, es la autoconfianza plena en la autenticidad de quien eres.

La autoaceptación provoca relajación, ausencia de juicio. Provoca plenitud y abundancia, alegría de ser y una fe profunda en uno mismo.

¿Has probado a aceptarte total y completamente de la misma manera que te acepta el Universo?

Feliz presente.

Almudena Migueláñez.