Inspira

CONFÍA EN TI

Confía en ti, porque te lo debes. Porque si no te tienes fe, si no crees que eres valioso, capaz e importante, te faltará el impulso y la fuerza que necesitas para vivir esta experiencia.

Confía en ti y en lo que sientes, porque si no te permites ser quien eres, si no te atreves a mostrarte y a vivir desde tu vulnerabilidad, no sé si podrás encontrar sosiego y paz.

Confía en ti para que puedas atender tus necesidades, para que no te dejes para otro momento, para que te tengas en estima, cariño y respeto.

Confía en ti, porque así será mucho más sencillo poner límites. Porque así podrás cumplirte y tener la certeza de que dentro de ti se encuentran todas las respuestas y todo eso que andabas buscando fuera.

Confía en ti, porque al hacerlo estás honrando los dones y talentos que te han sido dados. Porque al hacerlo, podrás vincularte desde la libertad y no desde la necesidad. Porque al hacerlo, estarás creando espacio para que tu vida se llene de milagros.

Confía en ti para que puedas soltar el control y relajarte, para que puedas desapegarte del ruido de tu mente y para que el miedo nunca más te paralice.

Confía en ti y así podrás darle la vuelta a esta experiencia. Otorgarle sentido. Tomar las riendas.

Confía en ti, porque sino, ¿serás capaz de confiar en la vida?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Johannes Plenio

SENTIR

No he encontrado nada más poderoso ni más sanador que sentir. Sentirlo absolutamente todo y con toda la intensidad posible.

Sentir con el corazón abierto de par de par.

Con el corazón hecho pedazos.

Con el corazón roto. Da igual.

Sentir para que podamos liberarnos de la prisión de la mente y del juicio, para que podamos dejar a un lado cualquier intento de control, para que podamos recuperar la conexión con nosotros mismos. Sentir para dejar de vivir anestesiados. Para decir adiós al miedo de ser quienes realmente somos.

Ser honestos con lo que sentimos es un acto de amor hacia nosotros mismos. No juzgar nuestros sentimientos y atrevernos a transitar por ellos desde el cariño y el respeto es lo único que podemos hacer para encontrar paz y sosiego, para darle sentido a todo aquello que con la mente nunca lo tuvo.

Sentir duele, es incómodo y genera un profundo alivio. Sentir tristeza, miedo, vacío, rencor o lo que sea que esté pasando en el corazón es un acto de valentía, uno de los más grandes, diría yo, y ese acto de sentir sin tapujos es el que nos abre las puertas de la transformación. Es el que nos hace fuertes, nos convierte en rocas. Nos hace humanos y compasivos, poderosos y vulnerables al mismo tiempo.

Cada vez que nos negamos a prohibir nuestros sentimientos, cada vez que mostramos interés por lo que sentimos, cada vez que llevamos nuestra mirada al corazón, con independencia de lo que allí esté ocurriendo, estamos más cerca de saber lo que es el amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Alex Green

INTENCIONES

Quiero que no me asuste el miedo para así poder abrazarlo y sentirlo. Quiero poner limites sin sentirme culpable y sin creer que por respetarme, me van a rechazar o a dejar de querer. Quiero aprender que decir “no”, casi siempre, es un acto de amor. Quiero confiar tanto en mí que nunca más me atreva a ponerme en duda. Quiero que mi corazón y lo que siento siempre sean mi guía. Quiero estar abierta a recibir y quiero vivir desde mi energía femenina.

Quiero aceptar mis necesidades sin juzgarlas y sin ponerlas las segundas de la lista. Quiero darme en la misma medida en la que doy. Quiero relacionarme con personas disponibles y generar vínculos reales, en los que haya verdad, intimidad, libertad y atención. Quiero dejar de creerme lo que me dice mi mente, silenciarla y convertirla en un espacio de quietud y de paz. Quiero creer que puedo relajarme, que es seguro hacerlo, que estoy sostenida y que, si suelto el control, nada malo puede pasarme. Quiero sentir que lo merezco todo, pero no por lo que hago, sino simplemente por lo que soy.

Quiero valorarme y amarme sin creer que está mal hacerlo. Quiero permitir que cuiden de mí. Quiero que deje de parecerme extraño que me quieras. Quiero ser capaz de no desear más para que lo que sueño se pueda hacer real. Quiero dar, pero no por obligación. Quiero dar solo si es espontáneo y si sale de mi corazón. No quiero que me asuste pedir ayuda. Quiero que el placer, el disfrute, la alegría o la diversión no sean una excepción. Quiero dejar de intentar agradar a los demás, quiero recordar siempre que soy vulnerable y que “en mi indefensión, radica mi seguridad”.

Saber lo que queremos nos da dirección. Tener intención es lo que nos abre el camino de la manifestación.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Yann Bervas

PAZ INTERIOR

Conseguimos estar en paz con nosotros mismos cuando no nos juzgamos, cuando no queremos ser algo diferente de lo que somos, cuando nos aceptamos por completo sin ningún tipo de fisura. Cuando no evadimos nuestros sentimientos, cuando nos negamos a reprimirlos, cuando no los saboteamos intentando comprenderlos, cuando los honramos lo suficiente como para sentirlos con la intensidad que merecen.

Estamos en paz con nosotros mismos cuando nos dejamos ser, cuando atendemos nuestras necesidades y les damos el reconocimiento de sagradas. Cuando no renunciamos a lo que somos en pro de lo que otros quieren que seamos. Cuando soltamos el futuro y respiramos en el presente con todo lo que contiene. Cuando no nos comparamos. Cuando aprendemos a estar cómodos en nuestra piel y a reconocer nuestros talentos y nuestros logros. Cuando no nos defendemos ni luchamos contra lo que está sucediendo en nuestro interior. Cuando generamos silencio, y cuando dejaron de darnos miedo la mente y sus incesantes discursos. Cuando no reaccionamos. Cuando reconocemos que estamos asustados, cansados, tristes, frustrados o enfadados. Cuando reconocemos que no podemos o que no sabemos. Cuando nos responsabilizamos de nosotros mismos y nos perdonamos. Cuando nos atrevemos a decir “no”, y cuando confiamos.

La paz interior es el regalo que obtenemos al comprometernos con nosotros mismos, al tener la intención de apoyarnos, de honrarnos, de sernos leales y de escuchar nuestro corazón.

La paz interior brota cuando soltamos la mente, cuando decidimos perdonar el pasado y desprendernos de las expectativas que depositamos en un futuro que aún no ha llegado.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Taufan Satyadharma

ERES MONTAÑA

No eres lo que piensas.

Eres mucho más grande que eso.

Eres mucho más grande que tu mente. Mucho más grande que los juicios y los miedos que brotan de ella. Por eso, no luches contra tus pensamientos, porque si lo haces, se harán más grandes, más resistentes. Te harán mucho daño. Porque si lo haces, poco a poco, te olvidarás de quién eres, de dónde vienes y de lo que estás hecho. Tu corazón cerrará la puerta y dirás adiós a la posibilidad de tener una vida plena.

En vez de creerte tus pensamientos, ¿por qué no los observas? Hazlo igual que si estuvieras asistiendo a una obra de teatro. Igual que si estuvieras sentado delante de una pantalla de cine. Tú no eres los personajes que ves, tampoco eres lo que dicen.

Eres una montaña, poderosa y firme, que no se tambalea porque las nubes hablen, porque los ríos fluyan. Eres una montaña que observa impasible. Y al hacerlo, estás regresando a tu centro, y desde ahí todo comienza a tener sentido. El sentimiento de paz, la quietud, el silencio y la claridad se despiertan.

Cuando eres montaña, le das un nuevo sentido a tu existencia, abres las puertas de tu corazón y de tu mente divina. Cuando eres montaña, todas tus preguntas encuentran respuestas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Sander Lenaerts

CON EL CORAZÓN

Con el corazón sé mucho más que con la mente. Con el corazón no merezco por lo que hago, merezco por lo que soy. Con el corazón no tengo que esforzarme en dar ni espero a que el otro me dé lo que con la mente me gustaría. Con el corazón no puedo distinguir entre dar y recibir.

Con la mente me defiendo y me protejo. Con el corazón, soy vulnerable y por tanto estoy disponible y abierto. Con la mente, genero rabia y rencor. Con el corazón, amor y perdón. Con la mente, retengo. Con el corazón, fluyo y suelto. La ansiedad es aliada de la mente porque me lleva a un futuro que me asfixia y que me llena de angustia. Con el corazón, estoy presente. Con el corazón, respiro en un ritmo armonioso y continuo. Genero calma y quietud. La mente me lleva a lo que no existe. El corazón a lo único que es real, al amor.

Con la mente, estoy perdido. Cuando quiero encontrar respuestas y le pregunto a ella, solo surgen dudas y más dudas. Solo confusión. Ya he aprendido que mi mente no es capaz de darme las respuestas que busco. Ya he aprendido que la claridad surge del silencio que genero a través de mi respiración.

Con el corazón, soy capaz de darle sentido y dirección a mi vida. Con el corazón, siento y al sentir, recuerdo que estoy vivo. Con el corazón, me conecto y me vinculo. Con el corazón, sé distinguir entre empatía y compasión. Con la mente me separo y deja de importarme el otro. Con el corazón puedo darme amor del bueno, del incondicional, puedo aceptarme total y completamente, sin embargo con la mente no hago otra cosa que juzgarme y que buscar mi imperfección.

Cuando vivo desde la mente, vivo desde el miedo. Cuando vivo desde el corazón, vivo desde el amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Aziz Acharki


VÍNCULOS

Dedicamos tanta atención a agradar a los demás, a ser lo que creemos que debemos de ser para que nos quieran y para ser aceptados, que en el camino nos olvidamos de ser nosotros mismos y de ocuparnos de nuestras verdaderas necesidades. En vez de afrontar nuestro miedo a la soledad y a no pertenecer, nos dejamos arrastrar por ellos y comenzamos a vendernos a cambio de nada.

Nos olvidamos de encontrar dentro lo que, con desesperación, buscamos fuera y no le damos valor al contacto y la conexión con nuestra casa interna. Dejamos de honrarnos, si es que alguna vez lo hicimos, y de reconocernos como seres completos, para comenzar a buscar algo que sirva de anestesia al vacío que sentimos. Tenemos relaciones que no nos llenan y en las que en realidad no estamos, pero preferimos quedarnos sostenidos en la ausencia antes que afrontar nuestros demonios y comenzar a sanar a nuestra pareja interna. No queremos decir "no" para que el otro no se moleste. No queremos decir "sí" a lo que sentimos no vaya a ser que los demás se asusten. No nos atrevemos a ser porque nos hemos olvidado de que lo que somos es sagrado.

Nuestras vidas se basan en los vínculos que creamos, es lo que poseemos y lo que nos llevaremos, sin embargo, el único vínculo que permite que todos los demás sean es el que mantenemos con nosotros mismos. Con cada renuncia que hacemos a nuestras necesidades, nos alejamos de nuestra capacidad para amar. Con cada intento de ser lo que no somos para que nos quieran, nos separamos de la posibilidad de recibir amor. Con cada negativa a permitirnos vivir la vida desde lo que sentimos y desde lo que necesitamos, nos encadenamos a vínculos que se alimentan de nuestra propia carencia y que se sustentan en la proyección.

Nuestra naturaleza vincular hace que necesitemos conexión, intimidad, apoyo y comunión con los otros, por eso es tan importante la forma y el lugar desde donde generamos nuestros vínculos. Por eso es tan importante no olvidarnos nunca de que el primer vínculo es el que mantenemos con nosotros mismos.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Brittani Burns