Sentir

SENTIR

No he encontrado nada más poderoso ni más sanador que sentir. Sentirlo absolutamente todo y con toda la intensidad posible.

Sentir con el corazón abierto de par de par.

Con el corazón hecho pedazos.

Con el corazón roto. Da igual.

Sentir para que podamos liberarnos de la prisión de la mente y del juicio, para que podamos dejar a un lado cualquier intento de control, para que podamos recuperar la conexión con nosotros mismos. Sentir para dejar de vivir anestesiados. Para decir adiós al miedo de ser quienes realmente somos.

Ser honestos con lo que sentimos es un acto de amor hacia nosotros mismos. No juzgar nuestros sentimientos y atrevernos a transitar por ellos desde el cariño y el respeto es lo único que podemos hacer para encontrar paz y sosiego, para darle sentido a todo aquello que con la mente nunca lo tuvo.

Sentir duele, es incómodo y genera un profundo alivio. Sentir tristeza, miedo, vacío, rencor o lo que sea que esté pasando en el corazón es un acto de valentía, uno de los más grandes, diría yo, y ese acto de sentir sin tapujos es el que nos abre las puertas de la transformación. Es el que nos hace fuertes, nos convierte en rocas. Nos hace humanos y compasivos, poderosos y vulnerables al mismo tiempo.

Cada vez que nos negamos a prohibir nuestros sentimientos, cada vez que mostramos interés por lo que sentimos, cada vez que llevamos nuestra mirada al corazón, con independencia de lo que allí esté ocurriendo, estamos más cerca de saber lo que es el amor.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Alex Green

HOGAR

Hay lugares que son hogar y por eso tienen el poder de curar. Hay lugares que guardan la capacidad de devolverte a tu casa interna, a tu centro, de encajarte de nuevo y de recordarte que el sentido que creías haber perdido, lo puedes recuperar. 

Hay lugares que guardarás siempre en la retina, en la piel y en los sentidos. Hay lugares en los que ni siquiera necesitas estar para tener la certeza de que son tu refugio. Tu hogar. Para mí eso es el mar, su olor, su enormidad, el silencio que traen las olas cuando se rinden en la arena y su color plata al ser iluminado por el sol. 

El mar es el lugar donde mis heridas cicatrizan, donde mi corazón se recupera y donde la ausencia es sustituida por pertenencia e inspiración. El mar es guardián, no solo de mis pensamientos, sino de momentos que se llaman únicos, de sentimientos de todo tipo y de infinidad de recuerdos. Es el lugar donde siempre vuelvo. 

Ese lugar, que para mí es el mar, y que para ti puede ser cualquier otro sitio, refleja la atención que le hemos dado a nuestro hogar interno. Y hoy, que respiramos la energía de la Luna Nueva en Cáncer* de ayer, me pregunto si sabemos habitarnos, si estamos conectados  a nuestra agua interna, a nuestros sentimientos y a nuestra vulnerabilidad. Me pregunto si tenemos una casa interna a la que regresar y donde sentirnos seguros y en paz. 

Necesitamos encontrar nuestro refugio, ese lugar que, dentro y fuera, nos hace sentir vínculo y raíz, que nos conecta con quienes somos y con nuestras necesidades, que nos devuelve la estabilidad y la fortaleza interna. Necesitamos sostenernos en todo aquello que para nosotros represente familia, casa, hogar.

Feliz verano y feliz Luna Nueva.

Almudena Migueláñez.

* Cáncer representa el proceso que nos habla de la familia, de los vínculos, de la atención a nuestras necesidades, de la importancia de conectar con nuestros sentimientos. Cáncer nos invita a habitarnos, a crear hogar interno, a nutrirnos y a ejercer de madres con nosotros mismos. Cáncer es vínculo, es raíz, es vulnerabilidad. Cáncer nos permite crear ese centro interno que nos pone en eje, nos da fuerza y estabilidad.

Photo by Sean Oulashin

Photo by Sean Oulashin

INSPIRA

Ten prisa por vivir la vida. No pienses. No te quedes enganchado en tu discurso interno. Suelta. Camina ligero. Despréndete del peso infinito de tu ruido interno. Medita y conviértete en un testigo de ti mismo. Así, serás consciente y completamente libre. Así, tu mente Divina, la dueña de la Verdad y de la certeza, despertara y transformará por completo tu vida.

Mira dentro. No continúes escapando. Huir de ti mismo nunca es el camino. ¿Por qué te tienes miedo? Afróntate y observa lo que te está pasando. Mírate sin juicio, solo desde el respeto y desde el cariño. No puedes seguir creyéndote el miedo. Hacerlo solo te devolverá soledad, debilidad y una angustia extrema. No puedes continuar hasta que no honres todo lo que eres. No puedes. Juega. Quizá no lo creas, pero permitirte ser un niño puede ser tu gran salvavidas. Siente. No escapes. Son tus sentimientos, todos, los que pueden guiar tu camino, los que te darán solidez y fortaleza interna. Sentir, empodera.

Responsabilízate de tus necesidades y de tus sueños. No continúes esperando a que ocurra algo, a que se dé el milagro. No te quedes de brazos cruzados. No existe un Universo fuera. Tú eres el único que puede crear esos sueños. Afírmate, no quieras ser una copia. Sé quien realmente eres. Mantente receptivo y abierto. Disponible. Dile a la vida: "permito que lo que busco, me encuentre".

Brilla. Tu luz se necesita y más en este momento en el que la oscuridad y el miedo avanzan con prisa. No te quedes en lo superficial, en lo que el otro te puede dar. Lo más poderoso de una relación es que seas libre y puedas generar la intimidad suficiente para poderte transformar. En la intimidad hay algo único, sagrado. Algo difícil de explicar.

Trabaja con el miedo, conócele para que te puedas liberar de él. Salir corriendo no le va hacer desaparecer. Será justo al revés. Recuerda que aquello a lo que te resistes, persiste. Abrázate, ámate, cuídate. A lo mejor ni sabes por dónde puedes empezar a hacerlo. Comienza por cambiar lo que te dices en el espejo, sustituye reproche y juicio por perdón y reconocimiento.

Muestra tu mejor versión. La más elevada. La que te hace ser más grande, más generoso, más compasivo. Sonríe aunque tu mente te diga que no tienes motivos. Los tienes, aunque solo sea uno, pero es desde ahí, desde donde podrás crear razones y motivos infinitos.

Expira, deja ir con tu exhalación el caos y el ruido de tu mente. Inspira y recoge, con tu inhalación, la vida. Vuela con tu corazón y con tu mente.

Feliz verano,

Almudena Migueláñez

Photo by Josh Massey

Photo by Josh Massey

EL CUERPO DEL DOLOR

Sentir duele. Da mucho miedo.Ignoramos lo que sentimos, lo mentalizamos, lo juzgamos, lo rechazamos, lo intentamos comprender, y así, poco a poco, año tras año, vida tras vida, vamos construyendo nuestro cuerpo de dolor. Un enorme depósito de emociones bloqueadas, sentimientos prohibidos, vergüenzas reprimidas, heridas abiertas, miedos, culpas, frustraciones y rencores que nunca nos permitimos y que, sin duda, necesitamos atrevernos a sentir para poder ser libres, porque nuestro cuerpo de dolor, toda esa memoria de sentimientos no sentidos se proyecta en nuestras vidas recordándonos que solo cuando nos arriesgamos a transitar por nuestras sombras, podremos encontrar de nuevo nuestra luz.

No hemos sido educados para sentir, para hacer real el dolor o el miedo sino para cambiar lo que sentimos, para esforzarnos en construir una personalidad adecuada y compatible con lo que "debemos de ser" y eso, indudablemente, nos ha ido alejando de nuestro poder y de nuestra capacidad para responsabilizarnos de nosotros mismos, de lo que sentimos y de lo que somos. No sentirnos nos ha impedido amarnos.

Y yo estos días, en los que he transitado por mi herida -bendita Luna Llena- y he hecho reales en mi cuerpo sentimientos enormes de dolor, de tristeza, de muerte, de soledad y de pérdida, me he dado cuenta de que sentir duele, duele mucho, pero también transforma y libera. Me ha hecho volver a sentir que estoy viva, que estoy llena. Mi miedo inconsciente a sentir dolor había bloqueado mi corazón. Mi miedo guardado e inconsciente a la muerte, a la pérdida, de alguna manera, me había sacado de la vida. Con la mente, siempre he sabido que la luz espera a que abracemos la oscuridad para poder verla. Soltar la mente y transitar por esa oscuridad, por esas emociones que estaban tan guardadas, que son tan intensas y dolorosas, y hacerlo solo sintiendo con el cuerpo, con los sentidos, con la piel, con la respiración ha sido una de las experiencias más poderosas y reveladoras de mi vida.

Hacernos el regalo de sentir sin límites, de honrar y abrazar nuestra herida, de convertirla en sagrada, de amar todo lo que somos, de permitirnos ser desde la vulnerabilidad es quizá uno de los mayores desafíos de nuestra vida. También es, seguro, lo que nos conducirá a liberar nuestros demonios y lo que nos permitirá volver a sentir que somos Luz.

Kafka decía que al amar es probable que perdamos, pero al final, el amor volverá.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Volkan Olmez

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