Inspira

2021

Deseo que tengas fe en los Milagros y que nunca dejes de creer en los Reyes Magos. Que cada día te quieras más y permitas a tu niño interno jugar. Deseo que consigas mirarte con cariño y que puedas ver la luz que hay en ti. Que aceptes tus imperfecciones, tus defectos y toda tu oscuridad. Deseo que tomes la decisión de cambiar, de hacerlo diferente, de cumplirte, de dirigir tu vida, de ser tu propio Maestro, de no someterte, de nunca renunciar a tu necesidad. Deseo que confíes en ti y que no esperes más, que vivas presente y en paz, con ilusión, optimismo e inocencia. Deseo que seas firme con aquello que quieres manifestar. 2021, si estás enfocado, te puede ayudar.

Deseo que tu vida sea fácil, que todo lo bueno llegue sin sacrificios ni esfuerzos. Deseo que no te hayas vuelto a juzgar. Deseo que te olvides de la culpa y de la falta de dignidad. Deseo que te sientas merecedor, que te puedas afirmar y que te atrevas a mostrar todo el amor que vive en tu interior. Deseo que estés abierto a recibir y que te permitas ser feliz. Deseo que asumas tu poder, que te responsabilices de él y que lo puedas ejercer. Deseo que tengas intimidad, que recibas abrazos y mucho amor, que puedas compartir, que te rías porque sí, sin ninguna razón, que dejes bailar a tu Alma y a tu cuerpo, que te digan “te quiero” y que lo puedas decir. Deseo que disfrutes de la magia de un atardecer, del espectáculo de ver amanecer y del silencio de una ola cuando acaba de romper. Deseo que la meditación sea tu bendita adicción, que alimentes tu curiosidad y que tu vida esté llene de sentido.

Con todo mi corazón, deseo que seas libre. Que tengas libertad para ser quien realmente eres, para probar, para errar, para caerte y volverte a levantar, para vivir la vida que necesitas y quieres. Deseo que la libertad sea tu soporte y que te lleve a convertir tus sueños en realidad. Deseo que vueles, que siempre utilices tu imaginación y que no dudes de tu intuición. Deseo que te des cuenta del ser maravilloso que eres y que no te presiones con tantas metas y propósitos.

Deseo que hayas logrado habitarte, que estés cómodo con tu vulnerabilidad, que atiendas tus necesidades y que el desafío de 2020 lo hayas convertido en oportunidad. Deseo que veas todo lo que, hasta ahora, has logrado, que te ames, que te mimes, que te abraces, que te escuches, y que no te olvides de confiar. Deseo que siempre te inspire la fe, que puedas soltar la mente y el control y que nunca reprimas lo que sientes.

Deseo que seas todo lo que puedes ser, que tu vida esté exenta de sufrimiento y que tu corazón, mensajero de tu Alma, te guíe y te dé luz.

Feliz Año Nuevo y felices Reyes.

Almudena Migueláñez.

Photo by Johannes Plenio

Photo by Johannes Plenio

ADIÓS 2020

Querido 2020,

Es evidente que no viniste a hacer amigos, no viniste a brillar. Viniste a hacer el trabajo sucio. En el fútbol serías el mediocentro defensivo, el que no es reconocido, el que con su trabajo y esfuerzo ayuda a que, al final, el equipo pueda ganar. Seguro que sabes que casi nadie habla bien de ti, mucha gente está sufriendo debido a tu dureza, has traído muerte, y aunque sabemos que es inevitable, vivirla de esa manera tan cruda, genera una profunda herida en el corazón. Todos quieren que te vayas, que dejes de ser 0 para convertirte en 1. Queremos borrarte de la mente, queremos volver a lo de antes, retroceder y regresar a lo que para nuestra mente limitada representa la normalidad. Imagino cómo nos estás mirando, quieres recordarnos que has sido importante y necesario. Has venido a mostrarnos lo que hasta ahora nos negábamos a ver. Tu labor ha sido la de guiarnos y la de enseñarnos todo lo que, en nuestro interior, debía de morir.

Has sido un padre severo, serio, limitante, destructor y castrador, has traído devastación, pero tu destrucción tenía como objetivo que pudiéramos levantar una estructura interna mucho más solida, coherente, y con dirección.

Ahora que ya puedo verte con distancia y perspectiva, reconozco tu misión y tu maestría. Quizá, si no lleváramos tantos años creyendo en la separación, tantos años desconectados de nuestro poder personal, tantos años sometidos al miedo y a lo externo, quizá, hubiésemos podido construir otra realidad.

Yo te doy gracias por tu tirón de orejas, porque para mí, has sido un enorme Maestro. Con tu seriedad y limitación, me has forzado a afrontar el vacío que todavía existía en mi interior. Me has puesto delante un patrón que me iba a matar si yo no conseguía dejarlo morir. Me has ayudado a lidiar con mi fragilidad y a crear una estructura interna que jamás pensé que podría levantar. Por tu dureza, yo he aprendido compasión y solidaridad con el dolor de los demás. He aprendido a amar mi oscuridad y a confiar en mí. Me has enseñado a transformar mi miedo en poder personal. Me has recordado que no tengo el control, que no puedo vivir sin estar en paz con el hecho de que voy a morir. Me has hablado de responsabilidad, de humildad y de aceptación. Me has mostrado lo que tiene importancia y lo que no. Me has obligado a derrumbar creencias y a aprender a vivir “solo por hoy”. Has venido a decirme que la cima de la montaña no se alcanza creyendo en el miedo, que soy yo la responsable de atender mis necesidades y de crear mi destino, que pensar no es el camino y que la fe y la confianza no son ciegas, no. Son las únicas que me proporcionan visión.

Cuando llegaste, tú ya conocías el porqué de tu misión. Sabías que el Año que está por relevarte es una revolución. Sabías que a partir de 2021 iban a producirse grandes cambios y se nos iba a proponer una nueva forma de vivir. Tu obligación, por tanto, era la de mostrarnos todo lo que no nos podíamos llevar al siguiente Año. Para renacer, hay que morir.

Gracias por la oportunidad que me has brindado, y por todo lo que me has enseñado. Gracias porque tu oscuridad y tu constante limitación y desafío, me ha hecho un poco más consciente y un poco más humana. Adiós 2020.

Deseo profundamente que los corazones donde ahora solo hay sufrimiento, puedan, poco a poco, llenarse de paz, de luz, y de sosiego.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Kyle Johnson

Photo by Kyle Johnson

SOMOS ALMA

Mi Alma y mi ego deben de caminar juntos para que así esta experiencia adquiera verdadero sentido. Mi Alma y mi ego forman una Unidad en la que el ego debería de estar al servicio del Alma. El problema es que, habitualmente, a quien damos autoridad, con quien nos identificamos es con nuestra personalidad. Nos creemos el miedo y todo lo que pensamos. Juzgamos, buscamos, queremos ser diferentes de lo que somos, dudamos, damos valor a lo que no vale nada, atención a la preocupación y al qué pasará mañana. Y al hacerlo, sentimos separación y desasosiego. Es normal, nos hemos identificado con la parte de nosotros que necesita sanar y que no nos puede salvar.

Es el Alma la que se debe de encargar. La que tiene que tomar las riendas de nuestra vida y expandirse y crecer a través de nuestro ego o personalidad. El Alma es la parte de nosotros que no piensa, que es inmortal, que sabe y siente, que es capaz de guiar. Que está disponible siempre. Es la parte de nosotros que refleja las cualidades de la Divinidad. El Alma es la Verdad, es pureza, intuición y presencia. El Alma no busca nada. El Alma ama. El Alma es sabiduría y consciencia.

El ego es ausencia de amor, es falta, vacío, escasez y preocupación. Es miedo de diferentes formas. Es emoción, somatización, cuerpo y mente. El ego es la parte de nosotros que tiene nombre, edad, y pasado. El ego reacciona y es resultado de la dualidad. Nuestro ego no es malo, es necesario, pero hay que saber colocarlo en su lugar. Y esa es la clave de nuestra transformación: poder desvincularnos del ego y, progresivamente, ir identificándonos con el Alma, con el Amor. Al hacerlo, el ego sana y nosotros volvemos a casa, dejamos de buscar, sentimos plenitud, sosiego y mucha paz. Todo empieza a marchar y a llenarse de sentido. Se desvanece la sombra y comenzamos a brillar, por eso, sabernos Alma, nos salva.

La pregunta es: si hasta ahora creímos en el miedo, ¿por qué no comenzar a creer que somos Amor?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Cristina Gottardi

Photo by Cristina Gottardi

ME HE DADO CUENTA

Me he dado cuenta de que no hay nada ahí fuera capaz de hacerme sentir completamente plena. Me he dado cuenta de que la felicidad es una elección interna que no tiene que ver con lo que me ocurre ni con las circunstancias externas. Me he dado cuenta de que solo se puede ser paciente cuando existe confianza y presencia y de que el miedo es la oportunidad para descubrir cuál es mi verdadera Esencia.

Me he dado cuenta de que si prohibo mi vulnerabilidad, dejo de ser auténtica, y de que aceptar mis sentimientos es la clave para alcanzar paz interna. Me he dado cuenta de que no soy lo que pienso y de que mi mente no es capaz de darme las respuestas. Me he dado cuenta de que mi verdadera transformación comenzó cuando dejé de resistirme y de luchar. Cuando acepté que no sé y que no tengo el control de las experiencias. Me he dado cuenta de que con los ojos cerrados encuentro muchas más respuestas. Me he dado cuenta de que dejar de sentir rencor es una elección y de que la culpa me hace muy pequeña.

Me he dado cuenta de que estar presente se consigue cuando el cuerpo y la mente están conectados, y de que poner límites y decir “no” me ayuda a quererme. Me he dado cuenta de que si juzgo, me estoy juzgando y de que todo lo que doy se me devuelve. Me he dado cuenta de que puedo relajarme, de que no tengo que demostrar nada a nadie, de que no necesito ser alguien diferente para que me amen. Me he dado cuenta de que lo que soy es suficiente, de que cuando busco, no puedo encontrar y de que cuando suelto y dejo ir, todo, a su debido tiempo, se da.

Me he dado cuenta de que mi mente no puede entender el Universo y de que los milagros están ocurriendo todo el tiempo. Me he dado cuenta de cómo cambia mi energía cuando agradezco, cuando medito y cuando estoy en silencio. Me he dado cuenta de que la dualidad es perfecta, de que mi ego y mi sombra son mis grandes maestros. Me he dado cuenta de cómo han ido cambiando mis prioridades, ahora doy valor a lo que antes consideraba insignificante. Me he dado cuenta del poder de una conversación, de un abrazo, de algo tan sencillo como un paseo por el campo. Me he dado cuenta de que no tener expectativas me ha salvado la vida.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jonathan Pendleton

Photo by Jonathan Pendleton

HOY TE PIDO

Que te llame Fuente, Universo, Dios o Vida a ti, te da lo mismo. Ya sé que eres mucho más que un nombre, de por sí insuficiente y limitado, y que una palabra no es capaz de definirte. Existes aunque mi mente, a veces, dude y no lo crea. No vas ni vienes, estás siempre. Creerte es la única condición para que yo pueda sentirte y verte. Siempre estás a mi favor, nunca en mi contra, no puedes. Eres la más grande expresión de Amor. Jamás me juzgas, por eso, tampoco tienes que perdonarme por nada. No tienes cara, no eres un señor con barba. Eres impersonal, no tienes favoritos, tampoco me envías pruebas, ni pandemias, ni sufrimientos ni desafíos. Me has dado la autoridad para que yo elija mis experiencias y mis creencias. No estás separado de mí, no estás fuera, no estás allá arriba esperando a que yo vuelva. Tú, Universo estás en todo lo que ha sido creado, te expandes a través de mí y de mis experiencias. Tú y Yo somos Uno, nos diferenciamos solo por nuestro nivel de consciencia.

Te reflejo y manifiesto cuando amo, confío, suelto, entrego, cuando permito y me responsabilizo de lo que creo y de lo que sueño. Cuando miro con compasión y no me juzgo. Cuando no me fijo en lo que veo, sino en lo que siento. Cuando dejo de identificarme con el miedo. Cuando estoy en silencio. Cuando, con humildad, acepto que soy un reflejo tuyo y que lo tengo todo dentro. Cuando me habito, me cumplo y me acepto. Cuando no te tengo miedo, cuando reconozco que tengo derecho a los milagros porque yo soy uno de ellos. Cuando te los pido sabiendo que mi deseo ya está cumplido. Cuando dejo que la inocencia sea el pilar que me sostiene. Cuando, a través del silencio, te escucho.

Y a ti, Papá Universo, hoy te pido capacidad para confiar y para entregarme. Valentía para no creerme mis pensamientos de miedo. Sosiego y paz interna. Hoy te pido poder ver con tus ojos todas las experiencias por las que transito. Quiero que mi percepción de las cosas sea distinta. Hoy deposito en tus manos todos mis deseos. Quiero dejar de defenderme y de juzgarme. Quiero quererme como Tú me quieres. Hoy te pido ayuda para ser capaz de crear espacio en mi corazón y estar dispuesta a recibir todo lo bueno de la vida. Que pueda saber que merezco por ser quien soy, sin sacrificios ni esfuerzos. Hoy te pido que te encargues de todo aquello que mi ego considera un problema. Te pido que me sostengas, que yo pueda descansar y experimentar el Cielo en la tierra. Hoy te pido guía, que des luz a mi corazón y serenidad a mi mente. Que todos podamos desaprender el miedo y regresar a casa, a la plenitud y a la dicha. Hoy te pido ayuda para recordar que me amas y que no tengo que buscar nada. Quiero tener presente que soy tu reflejo y que solo por eso, lo tengo todo dentro.

Hoy te pido milagros para mí y para todos. Hoy abro mi corazón para que Tú intervengas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by David Monje

Photo by David Monje

TU CORAZÓN PONDRÁ LAS ALAS

No te impacientes, mantente presente, consciente de lo que estás viviendo ahora. No quieras llegar ya, lo importante no es la meta sino cada paso del camino. No dudes de ti, no creas que puedes encontrar el maestro fuera, tú eres el Gurú de tu propia vida, tú eres el único capaz de darte las respuestas que necesitas. Puede ser que ahora no lo veas y que, temporalmente, debas buscar herramientas fuera, pero recuerda que son solo eso, apoyos que te regala el Universo para que descubras que la Verdad siempre ha estado dentro.

No olvides que puedes soltar el control y relajarte, que si, pese al miedo, te atreves a fluir, la Vida comenzará a mostrarte su mejor parte. No olvides que siempre te está escuchando y está cuidando de ti, que te ama y desea que te responsabilices y seas feliz. No creas que tu miedo te hace imperfecto ni que te faltan partes, no creas lo que los demás dicen de ti. No creas. Abandona tus creencias, son ellas las que te hacen limitado. Su ausencia, te convierte en alguien libre y muy sabio. No des esperando algo a cambio porque entonces no estarás dando. No huyas de lo que sientes, de lo que necesitas, de lo que tu corazón te dicta. No escapes de ti mismo, no te tengas miedo. No luches, no quieras ir en contra de lo que está ocurriendo. Acepta para que puedas comenzar a hacer cambios, para que puedas sentirte en paz y pleno.

Ni por un momento te permitas perder la esperanza ni abandonar tus sueños, imagina y hazlo en grande. Vuela con tu mente. Tu corazón pondrá las alas. No te sobra nada, no hay errores en ti, no tienes que cambiar ni esforzarte por ser mejor persona, tienes que amarte sin condición y comprobar que ya eres todo lo que creías que te faltaba. No abandones tu curiosidad ni tu capacidad para sorprenderte, para sentirte niño, despreocupado e inocente. Juega y permite lo que sientes. No te apegues al pasado, no te castigues ni te culpes. Lo hiciste como pudiste, dítelo, para que no lo olvides.

No te pongas trajes, no finjas, no quieras ser lo que nunca fuiste. Ser un fraude es la peor de las enfermedades. No te presiones, no seas exigente contigo, no te cargues con mochilas que no te corresponden. No niegues tu luz ni tu brillo, no le tengas miedo a la envidia de los otros. Puedes y debes ser tú mismo, manifestar tus talentos y compartir tus dones.

No olvides pedir milagros y estar abierto a recibirlos. No te creas tu ruido interno. Ese murmullo tuyo lo cura el silencio. No digas sí cuando lo que necesitas es un no rotundo. No guardes dentro de ti lo que sientes. Lo que guardas no muere, te mata lentamente. Por favor, no dejes de quererte por ningún motivo.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Barth Bailey

Photo by Barth Bailey

ELIJO

Elijo creer en lo que me hace bien, en lo que me da paz, en todo aquello que alimenta a mi alma. Escojo pensar que, al final, aunque ahora no lo pueda ver, todo va a salir bien. Elijo creer que soy mucho más grande que la pequeñez de mi miedo, y mucho más sabia cuando me atrevo a confiar en mi intuición. Elijo permitirme brillar, cultivar la fe y responsabilizarme de mí y de mi necesidad. Elijo no juzgarme y no permitir que, desde fuera, me hagan creer que no puedo. Elijo esforzarme por ver el vaso siempre medio lleno, la luz que se esconde en cualquier forma de oscuridad.

Elijo transformar pena en compasión, envidia en reconocimiento y admiración, rabia en poder de afirmación. Elijo convertir mi miedo en amor, mi frustración en creatividad y acción, mi culpa en merecimiento, mi tristeza en aceptación, mi soberbia en humildad, mi deseo de control en capacidad para soltar, mi debilidad en vulnerabilidad, mi desconfianza en fe, mi victimismo en responsabilidad, mi queja en agradecimiento, mi deseo de tener razón en paz interior. Elijo cambiar preocupación por ocupación, pasado y futuro por momento presente, rigidez mental por flexibilidad en mi corazón, necesidad de aprobación por reconocimiento interior, autoexigencia por aprobación, soledad por amor a mi niña interna, información y ruido externo por silencio y meditación.

Elijo confiar en la vida, relajarme y permitir que se ocupe de mí. Elijo equilibrar mi energía Yang y mi energía Yin, sabiendo que dar es igual de importante que recibir. Escojo escuchar a mi cuerpo y no volver a huir. Elijo, aunque me dé miedo, ser valiente y permitirme todo lo que siento, que mis emociones hablen y que sean mi guía para indicarme el mejor camino. Elijo ponerme al servicio de mi Alma, aceptar que no estoy aquí para pasar pruebas, sino para ser feliz.

Elijo aceptar que no todo el mundo quiere mi ayuda y que no siempre caigo bien. Elijo liberarme de la necesidad de gustar a otros, de tener que agradar, de ser lo que espero o esperan de mí. Elijo renunciar a querer entenderlo todo, ahora me gusta mucho más vivir sabiendo que no sé nada. Definitivamente, elijo creer en mí.

Y al final, después de mucho elegir, ya no necesitas seguir haciéndolo porque lo que hasta ahora solo era elección, ha pasado a convertirse en Verdad, en la única opción.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Tony Detroit

Photo by Tony Detroit