DAR CONSCIENTE

Para poder apreciar y sostener lo que recibo, necesito equilibrar lo que doy. Mi canal de dar siempre debe de estar limpio. Nos cuesta mucho trabajo recibir y, sin embargo, parece que en el dar no encontramos ninguna dificultad. Estamos acostumbrados a hacerlo, nos resulta fácil o, simplemente, no nos lo cuestionamos. Hemos sido educados para dar al prójimo, y lo hacemos, muchas veces, sin percibir lo que está implicando ese dar en nosotros, convirtiéndolo en una rutina incuestionable que, a la larga, puede llevarnos a un profundo desajuste de nuestra energía masculina y a una incómoda sensación de: "¿Y a mí quién me da?”

La armonía en el dar y el recibir responde a la necesidad de un justo equilibrio entre nuestro masculino y nuestro femenino. Un Curso de Milagros dice que ambos procesos son lo mismo, por tanto, para saber recibir tengo que saber dar y para saber dar tengo que saber recibir. Dos caras de una misma moneda que nos piden una revisión y purga de nuestros canales de vinculación y conexión con nosotros y con la vida.

Como ambos son la misma cosa, voy a centrarme en el proceso del dar por ser éste el que, con carácter general, desarrollamos con más facilidad. Hemos crecido con la creencia de que el dar al otro es lo primero, que eso nos hace muy felices. Damos y damos pero no siempre lo hacemos como debiéramos, o mejor dicho, desde donde debiéramos. No siempre nuestro canal de dar está limpio y purificado. Es importante que nos preguntemos desde dónde damos y por qué lo hacemos. Regalamos tiempo, compromiso, sonrisas, abrazos, muchas veces, sin la suficiente consciencia.

Convertimos el dar en un regalo envenenado cuando lo utilizamos como medio para escapar de nosotros mismos y de nuestra necesidad de poner límites. Cuando queremos que ese dar sirva para sentirnos queridos, aceptados y abrazos por el otro. Cuando dar se convierte en mi excusa para no ocuparme de mí y de mis problemas. Por supuesto, cuando doy esperando, incluso exigiendo, que eso que he entregado, de alguna manera, me sea devuelto. A través de un exceso en el dar y una mala regulación del mismo, bloqueo el recibir y la verdad es que para poder dar tengo que tener.

El dar consciente es aquel que no implica una renuncia, un sacrificio o una limitación interna. Es aquel que provoca alegría y plenitud en mí. Mi dar es limpio cuando, en la misma medida, me doy y cuando lo que doy no está contaminado por una creencia de escasez que me lleva a pensar que “me puedo quedar sin”.

La pureza en el dar viene determinada por la ausencia de condiciones, por el disfrute, y la naturalidad. Es un dar que no busca nada, que no necesita nada, y que no espera nada, pero para que pueda ser así, tengo que saber darme a mí en equilibrio con lo que doy, tengo que saber respetar mi límite y, tengo que ser consciente de por qué doy, desde dónde lo hago y cómo lo hago. Esas son las preguntas cuya respuesta me pueden servir para limpiar, ajustar y purificar mi canal del dar.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jamie Street

Photo by Jamie Street

ECLIPSE PENUMBRAL DE LUNA EN CÁNCER

10 de enero de 2020.
Eclipse penumbral de luna llena en Cáncer (grado 20).

Todos tenemos un área de nuestra vida particularmente complicado, ante el que, desde hace años, repetimos los mismos patrones y sobre el que sentimos dificultades especiales para avanzar. Es un área donde crecer no es sencillo, donde tenemos que trabajar y esforzarnos y sobre el que debemos responsabilizarnos. Ese área se corresponde con el lugar en el que tenemos, en nuestra carta natal, a Capricornio.

Desde el año 2008, momento en el que Plutón comenzó a transitar por Capricornio, todos, en mayor o menor medida, venimos transformando ese área de vida sobre el que tenemos dificultades para fluir, y todos, en mayor o menor medida, estamos experimentando un gran crecimiento y evolución en ese área o aspecto concreto de nuestra vida.

Si tenemos sensación de vacío, de desconexión, de que lo que tenemos en nuestra vida no es lo que, de verdad, le da sentido es porque nos encontramos ante un momento de profunda transformación en el que estamos aprendiendo a conectar nuestras necesidades más internas con lo que manifestamos en nuestra vida externa. Estamos cerrando una etapa y poniendo punto y final a eso que ya no nos sirve, que no se corresponde con la realidad que queremos construir y que no es el resultado de la vinculación con nuestras necesidades más personales. 

Estamos ante un nuevo ciclo en el que nuestro avance va a estar claramente condicionado por nuestra capacidad de trabajo, por nuestra paciencia y por nuestra habilidad para regular nuestros límites y nuestra energía. Entramos en una etapa de construcción, de creación de nuevas estructuras que sean el más puro reflejo del hogar que hemos construido en nuestro interior. 

El Eclipse y luna llena de esta semana nos hablan precisamente de eso. De la necesidad de conectar lo que ocurre en nuestro hogar interno (Cáncer) con lo que vemos manifestado fuera (Capricornio). Nuestro crecimiento exterior va a depender de la capacidad que tengamos para mantener orden y paz en nuestra casa interna. Lo externo debe responder no a lo que debiera ser, no a lo que se espera que fuera, no a lo que nos creíamos que tendría que ser, no a lo que los otros esperan de nosotros, no. Lo externo debe responder a lo que está ocurriendo en nuestro interior. 

2020 es un año para aprender a regularnos, a aceptar y a asumir nuestros límites, a ser responsables de lo que queremos crear y a saber que hacerlo lleva tiempo y trabajo. 2020 es un año para que optimicemos al máximo nuestros recursos, para no excedernos, para trabajar como hormiguitas sabiendo que todo, tarde o temprano, genera consecuencias. 2020 es un año que nos da solidez y la oportunidad de construir una nueva realidad mucho más acorde y en sintonía con las personas en las que, tras años de transformación interna, nos hemos convertido. 2020 nos ofrece la oportunidad de expandir nuestra capacidad para hacer realidad nuestros sueños. 2020 nos pide que demos forma a lo que, para cada uno de nosotros, en nuestro interior da sentido y verdad a nuestras vidas. El cómo manifieste toda su potencialidad este año que ahora empezamos, dependerá, claro, de nuestro nivel de consciencia y vibración.

Feliz luna llena,  

Almudena Migueláñez.

Photo by Ramiro Martínez

Photo by Ramiro Martínez

A SUS MAJESTADES

Queridos Reyes Magos,

Como todos los años, os escribo mi carta para contaros lo que me gustaría que me trajerais, y también para daros las gracias por todo lo que, durante este año pasado, me habéis regalado.

Mi mamá dice que vosotros no solo traéis regalos el 6 de enero. Dice que, durante todo el año, atendéis nuestras peticiones porque lo que a vosotros más os gusta es regalar y darnos todo lo que merecemos. Como sois magos, podéis hacer milagros y entregarnos lo que, de verdad, nos corresponde. Mi mamá también me ha dicho que para recibir, hay que saber dar. Así que yo, además de daros de cenar esta noche a vosotros y a vuestros camellos, os voy a dar las gracias por todo lo que me habéis regalado durante este año:

Gracias por haberme ayudado tanto a expandirme, porque he podido viajar a otros países para contar cosas que vosotros os sabéis muy bien. Gracias porque he tenido mucha salud y prosperidad, y porque me habéis regalado la capacidad para ser compasiva con otros pero también conmigo misma. Como sois astrólogos, estoy segura de que fuisteis vosotros quienes me hicisteis el regalo de poder dar mi primer curso de Astrología psicológica, ¡muchas gracias! Gracias porque este año he podido visitar a los amigos que viven lejos, porque he podido ir a la playa- ¡con lo que me gusta!, porque he podido elegir, descansar y continuar haciendo lo que más disfruto. Gracias porque durante todo el año me habéis recordado lo importante que es confiar, estar en paz y no creer en lo que pienso. Yo estoy segura de que vosotros tenéis algo que ver con Un Curso de Milagros, ¿verdad? Gracias por todas las oportunidades que me habéis regalado y por haber estado presentes durante todo el año.

Como ya os he dado las gracias, ahora puedo pediros mis regalos para este año. Le he tenido que decir a papá que me ayudara porque no sé explicar bien lo que quiero. Él dice que lo que os tengo que pedir es más capacidad para recibir, para regular mi energía, para escucharme y para saber cuándo debo parar y tener tiempos para mí, así que yo os lo pido, por favor, por favor, Reyes Magos. ¡Ah! y me gustaría poder terminar mi segundo libro, ¿me podéis traer magníficas ideas?

Mamá dice que es mi carta y que yo pida lo que quiera pero que cree que os podía pedir que me trajerais un chico guapo, inteligente, divertido, simpático y que me quiera mucho. Yo estoy de acuerdo con ella, así que, si podéis, eso también lo quiero. No hace falta que sea el mismo día 6, que aunque obráis milagros, supongo que necesitáis unos días más para encontrarle. Yo puedo esperar un poco, ¡muchas gracias!

Mi abuelita Julia decía que era mejor tener pocas cosas pero valiosas e importantes y que nunca me olvidara de pediros que regalarais mucha fe, esperanza y amor a las personas que están sufriendo y que continúan creyendo en el miedo.

Espero que encontréis bien mi casa y que os guste la comida que os hemos preparado. Mi zapato es el más pequeño de todos.

Gracias Reyes Magos.

PD. Este año el señor de barba blanca, un tal Noel me ha traído un regalito y lo he aceptado pero quería deciros que yo os quiero mucho, pero que mucho más a vosotros.

Almudena Migueláñez.

Ilustración by Atocha Sanz

Ilustración by Atocha Sanz



PUNTO Y FINAL

Estamos a las puertas de un nuevo año, y eso nos coloca ante un momento idóneo para mirar atrás y evaluar todo lo que ha acontecido en los pasados doce meses. Por estas fechas es lo que solemos hacer, revisamos y miramos atrás. Pero este año es especial, este año, quizá, deberíamos irnos más lejos, mucho más lejos y revisar qué es lo que, hasta ahora, hemos construido y logrado en nuestras vidas. Deberíamos hacerlo con honestidad y con cariño. Deberíamos analizar qué es lo que, de verdad, da sentido a nuestra vida y atrevernos a descartar todo lo demás.

Nos encontramos ante un momento de profundos cambios, de caída y derrumbamiento de viejas y obsoletas estructuras para iniciar un nuevo camino en el que podamos levantar y construir otras nuevas, mucho más alineadas y adaptadas a nuestras necesidades más internas. Todo ocurre como una potencialidad, y todo contiene una oportunidad para nuestra evolución, pero a la postre, es de nosotros de quien realmente depende el que esa potencialidad y esa oportunidad se manifiesten en su polaridad más elevada. Somos nosotros los que debemos responsabilizarnos de nuestras necesidades. Somos nosotros, y solo nosotros quienes podemos elegir entre el amor y el miedo, entre la confianza o la falta de fe. Somos nosotros los que podemos decidir acabar con todo lo que nos está impidiendo avanzar.

Desde hace días, vengo haciendo esa revisión de la que ahora te hablo, mirando dentro de mí, recordando lo que he logrado, y analizando todo aquello sobre lo que necesito responsabilizarme, sintiendo todo lo que debo dejar ir, lo que no quiero repetir nunca más, y lo que quiero y necesito comenzar, lo que, de verdad, da sentido y dirección a mi vida. En ese análisis, me he dado cuenta de muchas cosas, pero quizá, la más importante es la de que todo depende de mí y del tipo de relación que consigo establecer conmigo misma. Justo ayer, me preguntaron si podía dar algunas recomendaciones para el próximo año, y creo que la mejor forma de hacerlo es compartiendo contigo lo que yo, a mí misma, me recomiendo después de estos días de introspección y observación:

Cuida de ti, responsabilízate de lo que necesitas y trabaja por ello, escucha a tu corazón siempre y por encima de todo. Ponte metas que, de verdad, den sentido a tu existencia. No te creas lo que piensas, date tiempo, practica la compasión hacia ti y hacia todos. Confía, y cuando tu vida esté pintada de negro, confía más. Ten presente que todo es causal: si trabajas y has trabajado años atrás, tarde o temprano, obtendrás resultados, posiblemente, mucho mejores de los que alcances a imaginar. Perdónate y perdona, libera el pasado, entra en el nuevo año limpio de rencor, de rabia y de culpa. Relaciónate con tu miedo de forma distinta. Nunca olvides que el amor es la única fuerza capaz de transformarlo todo. Pon punto y final a lo que no te hace bien y que te impide realizarte plenamente. Di no, pon límites y vive siempre de todo corazón. Permítete ser vulnerable, no imaginas el poder que la vulnerabilidad esconde. Construye un hogar dentro de ti donde te sientas en paz, seguro y a salvo. Asume que eres el protagonista de tu historia y que el Universo quiere lo mejor para ti. Conecta lo que haces con lo que eres, lo que manifiestas con lo que sientes, sé consecuente. Mantén tus brazos abiertos y prepárate para todo lo que está por venir.

Feliz 2020.

Almudena Migueláñez.

Photo by Ryan Wong

Photo by Ryan Wong

DESEO

Deseo que descubras toda la luz que hay en ti. Deseo que puedas estar en paz y deseo de corazón que te puedas cumplir. Deseo que te realices y que expandas tus dones y tus talentos. Que tu vida esté llena de plenitud. Deseo que recibas todo el amor que mereces, que tu corazón siempre esté alegre, que cada día tengas más motivos para dar las gracias, que escuches lo que sientes y que nunca olvides lo valioso que eres.

Deseo que dejes de creer en el miedo, que nunca más vuelvas a padecer ni a sufrir. Deseo que tu vida sea plena y que seas infinitamente feliz. Deseo que te permitas equivocarte y que todos los días te acuerdes de ti. Deseo que no te asusten los límites y que puedas decir “no” cada vez que lo necesites. Deseo que te sientas seguro, que confíes en ti, que estés disponible y preparado para todo lo que el Universo tiene para ti. Deseo que puedas amar y ser amado, que en tu vida haya intimidad y muchos abrazos. Deseo que hayas sido bendecido con grandes amigos, que puedas viajar y descubrir. Deseo que tu vida esté llena de pasión, que tus sentimientos sean tu guía y que te permitas soltar el control.

Deseo que tu consciencia esté despierta. Deseo que creas firmemente en ella y que el símbolo de la Navidad te ilumine hoy y todos los días que están por venir. Deseo que te trates con cariño, que no te vuelvas a juzgar, deseo que recuerdes que sin ti no podrás. Deseo que puedas descansar, que siempre manifiestes abundancia, que nunca dejes de ilusionarte ni de sentir curiosidad.

Deseo que veas materializados tus sueños, que puedas crear. Deseo que recuerdes todo lo que has logrado y que siempre intentes mejorar. Deseo que te aceptes, te perdones y te valores. Deseo que tu vida sea completa y que seas todo lo que puedes ser, que nunca te dejes para mañana, que mantengas despierta tu inocencia, que sigas creyendo en los milagros, y por supuesto, en los Reyes Magos ©.

Feliz Navidad,

Almudena Migueláñez.

Photo by Joanna Kosinska

Photo by Joanna Kosinska

CONSCIENTE

La expansión de la consciencia es la progresiva revelación del Espíritu en nosotros a través del trabajo del Alma.
— Maria Flavia de Monsaraz

Despertar no es un cuento de hadas. Hacernos conscientes duele, a veces tanto, que preferimos seguir dormidos y anestesiados. Para poder encontrar la luz que habita dentro de cada uno de nosotros, antes, debemos de tener la valentía de afrontar nuestra oscuridad. Cuanto más escapamos de nuestra propia sombra, más inconscientes nos hacemos. Más alejados de la posibilidad de redención. Convertirnos en personas conscientes es un desafío para cada uno de nosotros y también una obligación. Tarde o temprano despertaremos, porque recuperar nuestra consciencia es un proceso inevitable, porque todo lo que experimentamos nos está invitando, a veces incluso forzando, a hacernos cada día más conscientes. Porque, en realidad, es la única razón por la cual encarnamos.

Se trata de caminar por el sendero del autoconocimiento. Se trata de volver a encontrarnos con nuestro maestro interno. Y para ello, necesitamos un fuerte compromiso y un interés sincero. Debemos transitar por todas nuestras experiencias con la firme certeza de que cada una de ellas esconde la oportunidad de despertarnos de ese profundo letargo que, poco a poco, y sin casi darnos cuenta, nos está matando. Se trata, al fin y al cabo, de volver al amor y de entregarnos por completo.

Ser conscientes es ser capaces de realizarnos, y para eso, necesitamos responsabilizarnos de nosotros mismos, porque solo si nos asumimos, podremos llegar a cumplirnos. La responsabilidad es la antesala de nuestra consciencia. Ser responsables significa que hemos integrado que nada nos es ajeno, que de nosotros depende que las cosas cambien, que lo externo por sí solo no va a poder salvarnos, que nosotros somos, o nuestros libertadores o nuestros propios verdugos, depende de lo que hayamos elegido. Ser responsables significa que hemos aprendido a respetar nuestros límites, a escuchar lo que sentimos, a ocuparnos de lo que necesitamos y a regular nuestra energía. Responsables y conscientes son dos palabras que dicen lo mismo.

Necesitamos reencontrarnos con nuestra parte consciente para poder comenzar una nueva vida. Para poder cumplirnos, para poder experimentarnos de forma plena, para poder exprimir nuestros talentos, para saber aceptar lo que es inevitable, para no volver a ser víctimas, para no dejarnos manipular, para que lo de fuera no pueda ser una excusa, para que el juicio no nos intoxique, para que cuando llegue la hora de recapitular, tengamos la certeza de que siempre fuimos íntegros, honestos con nosotros mismos, y respetuosos con nuestras necesidades. Para que nunca más vivamos a medias, para que estar aquí, de verdad, merezca la pena.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Noah Silliman

Photo by Noah Silliman

CEGUERA

Estamos ciegos porque nos creemos lo que vemos con nuestros ojos, porque no nos lo cuestionamos. Precisamente por eso es por lo que no vemos. Nada se nos puede revelar si no nos quitamos la venda de los ojos. Estamos ciegos por la fe tan profunda que hemos depositado en el miedo, por entronizar a nuestra razón, por creernos al ego.

Estamos ciegos porque no asumimos la responsabilidad de nuestros procesos, porque no queremos aceptar que de nosotros es de quien depende que las cosas que vemos fuera puedan empezar a ser de otra manera. Nos negamos a ver que "como es dentro es fuera y como es fuera es dentro". Buscamos remedios que nos anestesien y formas de sostener nuestra ceguera. Nos boicoteamos diciéndonos que no podremos, que es difícil, que es imposible, que aún nos queda mucho. Nos creemos lo que nos dice nuestro ruido interno. Cuanto más lo hacemos, más ciegos. Más separados de la vida que existe detrás del velo. Nuestra ceguera solo nos deja espacio para sobrevivir, para luchar y para reaccionar. Nos lleva a creer que podemos juzgar, que, pese a estar ciegos, podemos ver la verdad y por tanto sentenciar.

Nuestros ojos no ven porque nos hemos creído lo que es falso, lo que no es verdad. Esa es la única razón de nuestra ceguera. Nuestros ojos no ven porque le hemos dado todo nuestro poder a lo que pensamos y a las memorias de nuestro cuerpo emocional. Estamos ciegos debido a que nos creemos incapaces de confiar plenamente, de soltar el control, de despertar nuestra fe, de decirnos "yo puedo" y "por qué no".

Mirar dentro y encontrarnos de frente con nuestras miserias duele, comenzar a escucharnos, a darle nombre a lo que sentimos, a poner límites, a quitarnos mochilas y a ser nosotros mismos implica trabajo, cariño y responsabilidad, y por eso nos tapamos los ojos, cubrimos nuestra vida con un velo, buscamos excusas, lo retrasamos y nos lo negamos. Nuestra ceguera no nos deja ver la verdad. Nos impide darnos cuenta de que solo atravesando la oscuridad, solo caminando por donde nuestros ojos físicos son incapaces de ver, solo si decidimos quitarnos el manto del miedo, podremos despertar. Solo entonces seremos capaces de volver a ver con total claridad. Solo entonces nuestra vida cobrará un verdadero y profundo sentido.

Podemos dejar de ser ciegos, podemos volver a ver, podemos tener la vida que merecemos. Podemos y debemos. Para ello, necesitamos dejar de creer en el miedo, no reaccionar ante él. Necesitamos incorporar a nuestra vida la aceptación, el amor, la oportunidad y la fe. Necesitamos retomar nuestro poder y nuestra conexión con nuestro ser superior. Necesitamos volver a ser niños porque ellos, con su mirada confiada e inocente, sí pueden ver.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Ioana Casapu

Photo by Ioana Casapu