Estamos a las puertas de un nuevo año, y eso nos coloca ante un momento idóneo para mirar atrás y evaluar todo lo que ha acontecido en los pasados doce meses. Por estas fechas es lo que solemos hacer, revisamos y miramos atrás. Pero este año es especial, este año, quizá, deberíamos irnos más lejos, mucho más lejos y revisar qué es lo que, hasta ahora, hemos construido y logrado en nuestras vidas. Deberíamos hacerlo con honestidad y con cariño. Deberíamos analizar qué es lo que, de verdad, da sentido a nuestra vida y atrevernos a descartar todo lo demás.
Nos encontramos ante un momento de profundos cambios, de caída y derrumbamiento de viejas y obsoletas estructuras para iniciar un nuevo camino en el que podamos levantar y construir otras nuevas, mucho más alineadas y adaptadas a nuestras necesidades más internas. Todo ocurre como una potencialidad, y todo contiene una oportunidad para nuestra evolución, pero a la postre, es de nosotros de quien realmente depende el que esa potencialidad y esa oportunidad se manifiesten en su polaridad más elevada. Somos nosotros los que debemos responsabilizarnos de nuestras necesidades. Somos nosotros, y solo nosotros quienes podemos elegir entre el amor y el miedo, entre la confianza o la falta de fe. Somos nosotros los que podemos decidir acabar con todo lo que nos está impidiendo avanzar.
Desde hace días, vengo haciendo esa revisión de la que ahora te hablo, mirando dentro de mí, recordando lo que he logrado, y analizando todo aquello sobre lo que necesito responsabilizarme, sintiendo todo lo que debo dejar ir, lo que no quiero repetir nunca más, y lo que quiero y necesito comenzar, lo que, de verdad, da sentido y dirección a mi vida. En ese análisis, me he dado cuenta de muchas cosas, pero quizá, la más importante es la de que todo depende de mí y del tipo de relación que consigo establecer conmigo misma. Justo ayer, me preguntaron si podía dar algunas recomendaciones para el próximo año, y creo que la mejor forma de hacerlo es compartiendo contigo lo que yo, a mí misma, me recomiendo después de estos días de introspección y observación:
Cuida de ti, responsabilízate de lo que necesitas y trabaja por ello, escucha a tu corazón siempre y por encima de todo. Ponte metas que, de verdad, den sentido a tu existencia. No te creas lo que piensas, date tiempo, practica la compasión hacia ti y hacia todos. Confía, y cuando tu vida esté pintada de negro, confía más. Ten presente que todo es causal: si trabajas y has trabajado años atrás, tarde o temprano, obtendrás resultados, posiblemente, mucho mejores de los que alcances a imaginar. Perdónate y perdona, libera el pasado, entra en el nuevo año limpio de rencor, de rabia y de culpa. Relaciónate con tu miedo de forma distinta. Nunca olvides que el amor es la única fuerza capaz de transformarlo todo. Pon punto y final a lo que no te hace bien y que te impide realizarte plenamente. Di no, pon límites y vive siempre de todo corazón. Permítete ser vulnerable, no imaginas el poder que la vulnerabilidad esconde. Construye un hogar dentro de ti donde te sientas en paz, seguro y a salvo. Asume que eres el protagonista de tu historia y que el Universo quiere lo mejor para ti. Conecta lo que haces con lo que eres, lo que manifiestas con lo que sientes, sé consecuente. Mantén tus brazos abiertos y prepárate para todo lo que está por venir.
Feliz 2020.
Almudena Migueláñez.