PERDÓN POR EL PASADO

PERDÓN POR EL PASADO

El pasado existe en un lugar, en tu mente. A través de tu pensamiento lo traes a tu ahora y le das atención. Conviertes lo que ya fue en tu presente y de esa manera te niegas la vida, das un portazo a tu capacidad para crear, manifestar y vivir la abundancia natural que solo es en el momento presente, no puedes ser porque te consume lo que fue.

Escuchamos constamente que el ahora es lo único que somos y lo único que tenemos y que sólo si conseguimos ser en presencia podremos vibrar en la energía de nuestra Esencia.

Es una Verdad Universal que quien vive en el pasado es la mente del ego y que solo la Mente Superior, la del Alma conoce el presente, pero sin embargo, lograr el ahora sin habernos perdonado por el pasado se convierte en un reto difícilmente alcanzable.

He visto en ti y también en mi como, pese a nuestra intención por estar presentes, seguimos masticando los recuerdos del pasado y lo hacemos, por lo menos yo lo he hecho, porque todavía buscamos respuestas, porque todavía hoy nos sentimos culpables de lo que ocurrió, porque aún ahora pensamos que podríamos haberlo hecho mejor, porque sentimos rencor, porque vemos culpables, porque la herida sigue abierta en nuestro interior.

Ahora sé que sanar el pasado no es ahondar en él, no es intentar aclararlo, no es ni siquiera entenderlo. Sanar el pasado es perdonar el pasado. Sanar el pasado es comprometerte con el presente habiendo iluminado la oscuridad de lo que ya pasó. Sanar el pasado es mirarlo con los ojos del amor. Sanar el pasado es decidir que todo lo que ocurrió fue perfecto. Sanar el pasado es dejarlo ir.

Cuando manejamos el pasado desde el ego, nos mantenemos en el pasado.

Cuando manejamos el pasado desde el amor, deja de haber pasado y nos reconciliamos con el presente.


Feliz presente.
Almudena Migueláñez

APRENDIENDO

APRENDIENDO

He aprendido que el miedo solo es una parte de mi, pero no soy yo.
He aprendido que cuando me perdono estoy haciéndome fuerte, estoy creciendo por dentro.
He aprendido que mis juicios a otros son solo una huida porque no quiero ver lo mal que me trato. 
He aprendido que cuando estoy presente, respirando el ahora, todo tiene sentido.
He aprendido que sentir es mucho, mucho más sabio que pensar.
He aprendido que hay una fuerza superior, una energía infinita de Amor que pase lo que pase siempre me sostiene.
He aprendido que cualquier cosa que quiera transformar, antes la he tenido que aceptar.
He aprendido que siempre va a haber algo que no voy a poder saber.
He aprendido que cuando presto atención a mis pensamientos de miedo, los convierto en realidad.
He aprendido que dejar de luchar es lo más inteligente que puedo hacer.
He aprendido que cuando sobreprotejo al otro, le anulo y me anulo.
He aprendido que cuando presto atención a mis pensamientos de amor, los convierto en realidad.
He aprendido que una enfermedad no es más que otro medio para continuar mi camino de crecimiento y evolución consciente.
He aprendido que el otro, ese que me revuelve por dentro, es un espejo de mi misma.
He aprendido que ser quien realmente soy es lo único que puedo hacer.
He aprendido que cuando hago aquello que más me asusta, me libero de la trampa del ego.
He aprendido que cuando hago aquello que más me gusta, me transformo.
He aprendido que cuando abro los ojos no veo la realidad, cuando los cierro sí.
He aprendido que en el silencio es donde más verdad encuentro.
He aprendido que Dios me quiere y he aprendido que soy yo la que todavía no me quiero como Él me quiere.
He aprendido que ser mujer es una bendición.
He aprendido a dejar de intentar ser buena para ser completa y entonces es cuando más buena he sido.
He aprendido a respetar los ciclos y a ver la vida como procesos.
He aprendido que la casualidad no existe en ningún grado y que todo lo que hago, pienso y digo ahora son las líneas de mi próximo futuro.
He aprendido que tú y yo somos Uno y que lo que a ti te hago es lo que en realidad a mi me regalo.
He aprendido que el merecimiento es un acto de humildad. Rechazarlo, un acto de soberbia.
He aprendido que entregar es dejarme ayudar por quien realmente sabe lo que es mejor para mi.
He aprendido a cambiar rigidez por flexibilidad.
He aprendido que el dar no es sin el recibir y que el esperar lo convierte en condicional.
He aprendido que nada es bueno ni malo, que todo puede ser.
He aprendido a decidir cómo quiero vivir y he aprendido a asumir las consecuencias de lo que decido.
He aprendido a tratarme con cariño cuando no soy mi mejor versión y he aprendido que mi versión me facilita el camino para mi sanación.
He aprendido a reconocer mi vocación.
He aprendido que vivir solo depende de mi.

Y tú, ¿qué has aprendido?

Feliz presente.
Almudena Migueláñez

LA ENFERMEDAD

LA ENFERMEDAD

Poder entender la enfermedad como un medio para sanar, poder tratarla como la resolución de un conflicto interno y poder aprovechar la oportunidad de comprender de qué manera y cómo participamos en su creación parece verdaderamente difícil, casi imposible dentro de la estructura social, arquetípica, inconsciente y de miedo en la que vivimos.

Cuando enfermas, especialmente cuando has desarrollado un cáncer, se despiertan todas las alarmas, sirenas de muerte, miedo, sufrimiento, injusticia, depresión y lástima, mucha lástima porque pobrecito el que sea que ya siempre andará marcado por la enfermedad si es que consigue sobrevivir a ella. Pues no señores, ninguno de nosotros, hayamos tenido o tengamos una enfermedad y sobrevivamos o no a ella somos enfermos, nosotros somos salud, nunca deberíamos olvidarnos de eso, como tampoco de que hemos enfermado por algo y para algo. Lo que todavía no hemos logrado entender es que no necesitamos la enfermedad para aprender, pero este es otro tema.

Cuando enfermas, te dicen que hay que eliminar, quitar, matar, disolver, anular. Nos olvidamos del origen, únicamente vamos a la manifestación. Solo trabajar con lo que ya está en el cuerpo físico no puede proporcionarnos una verdadera sanación, curar no es lo mismo que sanar. Claro que es necesario curar el cuerpo físico, por supuesto que sí y ahí cada persona elige la forma de hacerlo, pero qué ocurre con el cuerpo mental, el emocional y el espiritual? Somos seres de naturaleza holística, somos una Unidad y la enfermedad no cae del cielo, ni es sólo un regalito genético, no señores, todo está interelacionado y todo se alimenta de todo. La enfermedad es ego.

Cuando enfermas, te dicen que hay que luchar contra la enfermedad, tenemos que salvar la vida y alargarla cueste lo que cueste, y yo, sinceramente creo que no hay que salvar la vida y no hay que salvarse de la enfermedad y mucho menos luchar contra ella porque la vida no se salva como si pudiera morir, la vida se vive porque en ella nunca morimos, la vida es inmortal en si misma y luchar contra la enfermedad es luchar contra nosotros mismos.

Si me dejo arrastrar por el miedo a morir, entonces solo voy a luchar para que esa enfermedad desaparezca. Si me permito trabajar con ese miedo a morir y suelto, me desapego de la muerte, entonces soy libre para poder entender qué me está queriendo decir la enfermedad, que por otro lado es mía, no es del médico, ni de Dios, ni consecuencia de la injusticia divina. Cuando ese gran miedo desaparece, puedo vivir presente, consciente y atenta a mis propias señales.

Cuando me permito ver la enfermedad como algo propio y potencialmente transformador y dejo de tenerle miedo es cuando puedo empezar a sanar, es cuando comenzamos a, como dicen los budistas, integrarnos con la enfermedad para poder entenderla. Es cuando puedo trabajar junto con los medios y herramientas de que dispongo, empoderada, sin dejarme arrastrar por lo que me dicen que es, en contacto con mi cuerpo, profundamente sabio y lleno de información y sin que me lleve la corriente del miedo de los otros, ya sean médicos, familiares o quien sea.

Cuando enfermas, consecuencia de alguna forma de miedo, curiosamente te sumerges en una estructura que se alimenta de ese mismo miedo, parece imposible salir de ahí. Miedo a decidir por ti misma, miedo a sufrir, miedo a que te hagan daño, miedo a que te quiten algo que no quieres que te quiten, miedo a decir NO, miedo a equivocarte porque todavía no has aprendido a confiar en tu voz interior que no es otra que la voz de tu alma, miedo a vivir enferma toda la vida, miedo a volver a enfermar, miedo a ser un protocolo. Justo ahí es cuando yo me pregunto cómo vamos a poder liberarnos de la enfermedad si no nos liberamos del miedo, si no dejamos de vivir encerrados, asustados por la muerte, por el dolor, por ser quienes somos, por experimentar desde el merecimiento y el amor incondicional hacia nosotros y hacia los otros.

El médico Lama tibetano Lobsang Rimponché dice que la enfermedad es consecuencia de la ignorancia y que el miedo es el asesino del corazón humano y yo, que en lo único en lo que me asemejo a un Lama es en la escasez temporal de pelo, solo puedo meditar para que despertemos y salgamos del pánico tan profundo en el que vivimos.

Feliz presente.
Almudena Migueláñez

DEFENDERSE

DEFENDERSE

Porque es otoño y la energía disponible me invita a recogerme, reflexionar y mirar aún más dentro de mí. Porque después de siete meses, cierro un capítulo importante de mi vida, en el que se me ha regalado la oportunidad de revisar, repensar y renacer y porque me gusta compartir contigo lo que, quizá, te puede ayudar, hoy quiero contarte desde donde ya no puedo ni quiero vivir:

No puedo vivir desde el miedo a morir y tampoco puedo hacerlo desde el
miedo a vivir.

No puedo vivir defendiendome de los fantasmas mentales que una vez creí o me hicieron creer.

No puedo vivir luchando contra la vida porque cuando lo hago, estoy luchando contra mi.

No puedo defenderme porque no hay ataque. No puedo luchar porque no hay ninguna guerra que ganar.

El miedo nos hace creer que debemos defendernos de lo que somos, de nuestras emociones, de nuestras necesidades, de las experiencias y siempre oportunidades. El miedo nos lleva a ver la guerra en la propia vida. Vivimos sujetos a un miedo aterrador a morir, y lo que es peor, tenemos pánico a vivir.

Nos defendemos de la enfermedad y enfermamos, estamos en alerta constante porque hay que evitar, sea como sea, que volvamos a caer, nos defendemos de la comida y engordamos, nos defendemos de los demás y nos aislamos, nos defendemos de sentir lo que sentimos y lloramos, nos defendemos del placer de vivir porque nos autocastigamos.

Nos defendemos y le ponemos el cerrojo a la VIDA.

Solo tienes que preguntarte de qué o quién te defiendes, luchando, ocultándote, negándote y cerrándote, para después, si quieres, aprender a aceptar y poco a poco ir mostrándote, afirmándote, abriéndote y amándote.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

TU DECISIÓN

TU DECISIÓN

Las decisiones que tomas provienen de tus creencias y a través de ellas puedes ver el tipo de valor que te das a ti mismo y a la vida, son el espejo a través del cual puedes verte y ver.

No existe decisión equivocada, cada una te abrirá una puerta distinta y te llevará a experimentar tus procesos de forma diferente. Tomamos decisiones a cada instante, la cuestión es si lo hacemos desde la libertad y el amor o por el contrario, lo que nos invita a decidir es el miedo y la inconsciencia.

Solo te pido una reflexión: ¿decidirías lo mismo si no tuvieses miedo?

Si no conozco mi verdadera naturaleza, si soy capaz de ignorar mi propósito de vida, si puedo pasar por alto las características esenciales del lugar en el que habito, ese que llamamos Universo, si pese a las constantes oportunidades que la vida me ofrece para vivir en el amor...si pese a todo ello, continúo basando mis decisiones en el miedo o en cualquiera de sus tentáculos-apego, falta de confianza,cesión de poder, deseo, culpa, sufrimiento, etc.- entonces, lamentablemente, manifestaré una vida inconsciente, anestesiada por el miedo y ajena por completo a la libertad y al poder que habita dentro de mi. Viviré, sin poder evitarlo, a remolque de lo que los otros creen, de sus necesidades y de sus miserias, de sus expectactivas y sus decisiones frustradas. Con cada elección estaré renunciando a una parte de mi.

Cuando decido desde el amor, cuando lo que me empuja es el valor propio, el respeto a mis sentimientos, la atención a la Verdad y la aceptación de mi responsabilidad, entonces es cuando, pase lo que pase, viviré empoderada, en paz, con consciencia y sabiendo que eso que experimento es el verdadero reflejo de eso que soy.

Que tu decisión sea consciente, que se base en lo que sientes y que lo que la motive no sea otra cosa que el amor hacia ti y hacia todo.

Almudena Migueláñez

EN RELACIÓN

EN RELACIÓN

¿Desde dónde te relacionas? ¿hay confianza e incondicionalidad en tu forma de relacionarte? ¿exiges,te asustas, rechazas, le culpas?

La manera que tenemos de vivir esta experiencia, de descubrir quiénes somos y de extraer el potencial transformador de cada uno de nuestros procesos es siempre a través de "la relación con". No me refiero solo a la relación con los otros, te hablo de la manera que tienes de conectar contigo mismo o del tipo de lazo que estableciste en tu primera y quizá, más importante relación: la relación con la vida. Si hay miedo, desafío, ausencia o compromiso, si la seguridad es tu manera de unirte, si hay desconfianza o por el contrario, crees y confías. Te hablo de la clase de vínculo que te conecta con todo y con todos.

Aprendemos a través del gran espejo de la vida y de sus personajes, reflejos todos ellos de nuestra propia historia. Poco a poco vamos descubriéndonos, despertando y para ello utilizamos, en ocasiones inconscientemente, "la relación con".

Es fundamental que conozcas y revises la forma que tienes de nutrir y nutrirte, de dar y recibir. Es importante que sepas desde donde partes cuando estableces cualquier tipo de relación. Es clave que te preguntes si lo haces desde la necesidad o la condición, desde el amor o desde el miedo.

El cómo dibujes y des forma a la relación que sostienes con tu familia, con tu trabajo, con el dinero, con Dios, contigo mismo, con el amor, con el padre, con la comida, con tus iguales, con tus amigos, con la madre, con tu ego, con tu cuerpo, con el aire que respiras, con tus emociones y tus sentimientos, con tu mente y con la Vida es y será siempre lo que te salve o te condene.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

NO TE NIEGUES

NO TE NIEGUES

Lo que guardas, no muere. Lo que guardas, te mata por dentro.

Todo aquello que escondes y que te niegas, eso que guardas dentro de ti porque te avergüenza, porque te asusta, porque crees que si lo muestras, hará que te deje de querer, eso que no permites ser no va a morir por intentar negártelo, sino todo lo contario. Lo que en realidad estás haciendo es darle vida, una vida en la sombra, sí, una vida tóxica, pero al fin y al cabo, una vida.

Hay partes de ti que no quieres reconocer y que te gustaría eliminar, a veces lo que sucede es que te da miedo no negarte y asumir la responsabilidad de ser quien eres y otras, simplemente, te acostumbraste a relacionarte con los otros y con la vida desde la auto negación porque resultaba más fácil o porque es lo que te enseñaron...sea como fuere, ocultarte no es el camino.

Hoy un gran amigo me decía que cuando nos negamos, el mundo se cierra para nosotros y creo que es completamente cierto.

Cuando te niegas, no puedes transformar ni aprender nada sobre ti.
Cuando te niegas, pierdes la posibilidad de ser completo.
Cuando te niegas, muestras mentira y al que muestras mentira, verá mentira y te devolverá mentira.
Cuando te niegas, le estás diciendo al mundo que no te reconoces, que no te aceptas y el mundo, tu mundo cerrará sus puertas.
Cuando te niegas, renuncias a una parte de ti y al hacerlo, eliminas de golpe cualquier posibilidad de crecimiento y evolución.
Cuando te niegas, luchas contra ti.
Cuando te niegas, te olvidas de que eso que escondes guarda el potencial de hacerte más grande, más tú, más de verdad.
Cuando te niegas, guardas y cuando guardas, acumulas, cronificas, bloqueas tu energía.
Cuando te niegas, enfermas. De alguna manera lo negado en ti tiene que hablarte, gritarte, polarizarse en dolor, desasosiego o en lo que sea necesario hasta que dejes de decirte NO.

Lo que guardas, no muere. Lo que guardas, te mata por dentro.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez