DEFENDERSE
Porque es otoño y la energía disponible me invita a recogerme, reflexionar y mirar aún más dentro de mí. Porque después de siete meses, cierro un capítulo importante de mi vida, en el que se me ha regalado la oportunidad de revisar, repensar y renacer y porque me gusta compartir contigo lo que, quizá, te puede ayudar, hoy quiero contarte desde donde ya no puedo ni quiero vivir:
No puedo vivir desde el miedo a morir y tampoco puedo hacerlo desde el
miedo a vivir.
No puedo vivir defendiendome de los fantasmas mentales que una vez creí o me hicieron creer.
No puedo vivir luchando contra la vida porque cuando lo hago, estoy luchando contra mi.
No puedo defenderme porque no hay ataque. No puedo luchar porque no hay ninguna guerra que ganar.
El miedo nos hace creer que debemos defendernos de lo que somos, de nuestras emociones, de nuestras necesidades, de las experiencias y siempre oportunidades. El miedo nos lleva a ver la guerra en la propia vida. Vivimos sujetos a un miedo aterrador a morir, y lo que es peor, tenemos pánico a vivir.
Nos defendemos de la enfermedad y enfermamos, estamos en alerta constante porque hay que evitar, sea como sea, que volvamos a caer, nos defendemos de la comida y engordamos, nos defendemos de los demás y nos aislamos, nos defendemos de sentir lo que sentimos y lloramos, nos defendemos del placer de vivir porque nos autocastigamos.
Nos defendemos y le ponemos el cerrojo a la VIDA.
Solo tienes que preguntarte de qué o quién te defiendes, luchando, ocultándote, negándote y cerrándote, para después, si quieres, aprender a aceptar y poco a poco ir mostrándote, afirmándote, abriéndote y amándote.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez