Inspira

NADA QUE DECIR

Hace unos días, le decía a mi amiga Inés que, otros años, cuando llegaba el momento de volver a escribir la inspiración semanal, después de dos meses sin hacerlo, sentía que mi mente iba a mil por hora, que tenía muchas cosas que decir y muchos pensamientos que compartir. Sin embargo este año, esta semana, al pensar en el Inspira de hoy, en mi mente sólo aparecía un pensamiento con claridad: “no tengo nada que decir”. 

“Habla de esa ausencia, del necesario silencio, a lo mejor, en estos tiempos tan revueltos, es lo que más necesitamos para encontrar a nuestro Maestro interno”- Ésta fue la respuesta de mi amiga. Así que de eso va este Inspira, de lo que ocurre cuando te das cuenta de que tu mente no es capaz de ofrecerte ninguna certeza, cuando no tienes explicaciones, ni palabras, ni respuestas. 

Esa ha sido la tónica de mis últimos dos meses. Un verano lleno de ausencia. De ausencia de mente, de muchos “no sé” y de algunos “tal vez”. Mi constante diálogo interior por fin se ha rendido, se ha callado, ha decidido dejarme descansar y ha sido, quizá, una de las etapas más transformadoras de mi vida.

La ausencia de mente es capaz de hacernos despertar. Nos permite descubrir quiénes somos y de qué estamos hechos. Nos regala espacio para observar y no reaccionar, para saludar a nuestro maestro interno, para dejar que nuestras emociones sean tal y como son, para vernos y ver sin ningún tipo de creencia ni de juicio, sin velos y sin limitación. La ausencia de mente nos permite habitar en la certeza del presente, enraizados, conscientes de la grandiosidad del ahora. El vacío mental nos concede lucidez, y una gran plenitud interna, nos abre las puertas de la gratitud, de la compasión, del amor, de la claridad y de las certezas.

La mente es nuestro gran mecanismo de defensa. La utilizamos para protegernos del miedo que nos da lo desconocido, del fluir y de la entrega. Las explicaciones, las palabras, los razonamientos, y los debates internos nos invitan a la resistencia. A negarnos a aceptar el poder que se esconde detrás de un “no sé”.

Este tiempo me ha regalado la certeza de que todos tenemos la capacidad de sentirnos libres y plenos pese a las limitaciones, las pandemias, la incertidumbre y los miedos de fuera, pero para eso, necesitamos aquietar la mente, frenar nuestro ruido interno, cambiar palabras por silencios y comprometernos a dar autoridad al corazón y a nuestra serena y amorosa luz interna.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Jimmy Jaeh

Photo by Jimmy Jaeh



TIENES DERECHO

Tienes derecho a ser feliz.

También tienes derecho a estar triste, cansado y desanimado. Aunque te parezca que dadas tus circunstancias no tienes derecho a quejarte, en realidad sí lo tienes. Tienes derecho a tener un mal día, a equivocarte, a sentirte frustrado, a estar harto y a enfadarte. Tienes derecho a sentirte frágil, vulnerable y asustado. Tienes derecho a recibir ayuda y amor, a llorar y a experimentar todo lo que sientes, incluida la rabia, la ira o el rencor.

Tienes derecho a ser quien eres, a transformar tu sombra y a expandir tu luz. Tienes derecho a tener tu propio criterio y a buscar las maneras que te permitan cumplirte. Tienes derecho a decir “no”, a no tener respuestas y a no saber qué decir. Tienes derecho a cambiar de opinión.

Tienes derecho a caer y a caer otra vez. Y a levantarte y a volverte a caer. Tienes derecho al error, porque el error te permite recordar que eres un ser humano, imperfecto y perfecto a la vez.

Tienes derecho a ser libre, a no someterte y a expresarte a través de tus talentos y de tus dones. Tienes derecho a manifestar una vida saludable y próspera. Tienes derecho a recibir todo lo bueno que mereces. Tienes derecho al amor, no olvides que eso es lo único que eres.

Tienes derecho a afirmarte y a expresarte a través de tu creatividad. Tienes derecho a descansar y a relajarte. Tienes derecho a tener una buena vida, a crecer y a poder hacer realidad todos tus sueños. Tienes derecho a ejercer tu poder como co creador.

Todo aquello que es tu derecho también es tu responsabilidad. Es una invitación a que te conviertas en tu propia autoridad y a que aprendas a sostenerte, a darte lo que necesitas, a amarte y a confiar en ti.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Creedi Zhong

Photo by Creedi Zhong

RECUERDA

Recuerda que tu mente no está capacitada para darte las respuestas que andas buscando. Solo el silencio y la ausencia de pensamientos te proporcionarán el espacio que necesitas para escuchar a tu guía interna, sabia, eterna e infinita. Por eso, medita.

Recuerda que, temporalmente, estás aquí para experimentar, pero tú eres inmortal. Eres una extensión del Amor y, por eso, tu gran motivo, tu gran propósito en esta vida es el de creer con firmeza en tu verdadera naturaleza, para así, poder expandirte y servir. Recuerda que tú no estás aquí para padecer, para pasar pruebas ni para sufrir. Juega, sonríe y disfruta. Recuerda que cuanto más niño seas, más creatividad desarrollarás y más sentido encontrarás a esta experiencia.

Recuerda que cuidar de ti, atenderte, respetarte, sostenerte, responsabilizarte de tus necesidades y vivir conectado a tu vulnerabilidad representan las bases de tu hogar, y si dentro no hay una estructura, si no te habitas en paz, lo de fuera, los poderes y autoridades externas te someterán. 

Recuerda que tú eres la persona más importante de tu vida y que sin ti, no podrás. Cada vez que te criticas y te juzgas, cada vez que desconfías de ti, de tu poder y de tu valía, cada vez que te rechazas y no te escuchas estás alejándote de la posibilidad de sentirte pleno y feliz. La aceptación y el reconocimiento de ti mismo son dos requisitos imprescindibles para que tu vida, de verdad, tenga sentido. Recuerda que para que puedas dar de verdad, primero tienes que conocer lo que vas a entregar. Recuerda que no eres una media naranja, ni te faltan partes, ni necesitas de otra mitad. Eres un ser completo, has venido con todo dentro.

Recuerda que la razón de ser de tu miedo es que aprendas a dejar de creértelo y así poder transformarlo en amor. Recuerda que tu ego, tu mente y tu miedo son tu karma, por esa razón, cuánto menos te identifiques con ellos más rápidamente retornarás a la sensación de plenitud, de certeza, de sosiego y de paz interior.

Recuerda que no tienes el control sobre nada, que no puedes saber lo que ocurrirá mañana. Recuerda que solo tienes capacidad para decidir el tipo de actitud que adoptas ante cada experiencia de la vida. Recuerda que para abrirte a la posibilidad de una vida llena de milagros, primero tienes que aprender a fluir, tienes que creer sin ver. Tienes que tener fe. Una fe que mueva montañas.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Konstantin Kleine

Photo by Konstantin Kleine

MI QUERIDO SUEÑO

Mi querido sueño,

A veces, te llamo anhelo, otras deseo. A veces, te siento muy cerca y otras, sin embargo, muy lejos. Yo sé que tú, por tu naturaleza, estás deseando manifestarte en mi vida y dejar, así, de ser solo un sueño, pero parece que yo no te dejo. Sé que si te considero un sueño, si te deseo tanto es porque, en algún momento, sentí que no te merecía. He aprendido que lo que más deseamos también es lo que más nos asusta, y solo cuando dejamos de tenerle miedo a nuestro sueño, es cuando puede tomar forma y convertirse en algo real.

Seguro que conoces todas las excusas que te he ido poniendo. Que si todavía no es el momento, que si tengo algo que cambiar, que si el Universo a lo mejor quiere otra cosa para mí, que si no me lo merezco, que si tendré algo que sacrificar. Tú eres mi deseo y estás listo para hacerte real, por eso, imagino tu cara de sorpresa al ver cómo te rechazo y, a la vez, te digo que te quiero. Creerás que soy una loca cuando doy vueltas y vueltas en mi mente preguntándome cuándo llegarás. Sé que si pudieras hablar me dirías: estoy aquí desde hace tiempo, haz el favor de abrirme la puerta para poder entrar.

Te pido perdón. Discúlpame por haberte negado, por haber creído que no te merezco, que no soy digna de ti, por haberte dejado durante tanto tiempo en la indefinición, por haberte tenido miedo, por no haberte permitido dejar de ser un sueño y así poder mostrarme todo lo que tienes para mí. Te pido perdón por haberte mantenido separado de mí. Ya no te siento como un sueño, no. Ahora, te llamaría derecho, te diría que representas lo que merezco. Ahora sé que soy digna de ti, y que manifestándote en mi vida, yo soy más libre, más poderosa y más feliz. Ahora te siento, te imagino y te veo, pero no solo eso. Ahora sé que estás aquí, que ya existes y que estoy lista para permitirte y, después, vivirte.

Gracias por recordarme que lo que sueño y deseo puedo manifestarlo. Gracias por tu infinita paciencia, por mantenerte en mi mente, por tu capacidad para darle sentido a la vida, por ser el medio para crecer e ilusionarme. Gracias por dejar de ser un sueño, y convertirte en algo real y tangible.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Joshua Earle

Photo by Joshua Earle


MERECES

Mereces tener una vida plena y poder manifestar toda tu potencialidad. Mereces sentirte bien, disfrutar y estar paz. Mereces tener un trabajo que te guste y en el que puedas utilizar tus talentos y tus dones. Mereces ser amado y cuidado, escuchado y atendido. Mereces recibir consuelo y apoyo. Mereces tener intimidad. Mereces ser reconocido. Mereces todo el respeto del mundo. Mereces vivir una vida con sentido. 

Mereces ser libre y que el miedo no te atenace. Mereces brillar y dejar de vivir sometido. Mereces poder manifestar todo lo que sueñas y convertirte en creador de tu propia experiencia. Mereces amar y vincularte. Mereces descansar, jugar y disfrutar. Mereces dejar de sacrificarte y de luchar. Mereces todo lo que el Universo desea darte. Mereces los milagros y el bienestar. Mereces la salud plena, la abundancia y toda la prosperidad que puedas imaginar. Mereces una vida llena de oportunidades y vacía de sufrimientos. Mereces sentirte digno e inocente. Mereces, no por lo que haces, sino por lo que eres.

Mereces expandirte y crear. Mereces que tus deseos se hagan realidad. Mereces tener una vida fácil, sentirte seguro y siempre abastecido. Mereces ser escuchado y tratado con cariño. Mereces romance, abrazos, caricias y besos. Mereces vivir consciente y conectado a tu Divinidad. Mereces todo lo bueno y mucho más. Mereces querer y que te quieran. Mereces una vida repleta de experiencias, una vida intensa. Mereces alguien a tu lado capaz de reconocer tu grandeza. Mereces buenos amigos con los que contar. Mereces vivir sin preocupación y sin que tu ego te culpe y te amenace. Mereces toda la felicidad.

Mereces, no por tus sacrificios, tus logros o tus esfuerzos. Mereces por ser parte del Universo, pero si la Fuente desea darte todo lo mejor y tú no estás disponible para recibirlo, entonces el merecimiento pierde todo su sentido. Merecer es sentirte inocente y digno, abierto y receptivo. Es amarte tanto que te permitas vivir como un niño ©

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Alexandros Giannakakis

Photo by Alexandros Giannakakis



LIDERAZGO Y ÉXITO

Convertirse en líder es la elección más trascendente que uno puede tomar: es la decisión de salir de la oscuridad para llegar a la luz.
— Deepak Chopra

El éxito y el liderazgo no tienen que ver con el reconocimiento externo, el trabajo, o el dinero. El verdadero éxito es la consecuencia natural de una vida vivida desde el alma, desde la acción pasiva y conectada a la capacidad de permitir que todo nuestro potencial interno tome forma y se manifieste. Cuando transitamos por esta experiencia con la consciencia despierta, entonces, nos convertimos en personas exitosas. Podemos prosperar y hacer que sea real todo aquello que soñamos y que nos corresponde por derecho propio. Irradiamos luz sin sacrificios ni esfuerzos. Y es en esa luz donde nuestro líder interno, despierta.

Las personas exitosas que lideran desde el alma viven conectadas al significado más elevado de la palabra poder, asumen la responsabilidad de atender y cuidar de sus necesidades y disponen de una profunda consciencia de servicio. Un verdadero líder cultiva la generosidad que, en ningún caso, tiene que ver con lo que se tiene sino con la disponibilidad para compartir todo lo que se es. Ser generoso es ser desprendido, es saber que somos una fuente inagotable de amor y que al dar, recibimos.

Cuando vivimos desde el alma, el éxito y el liderazgo son consecuencias naturales y no buscadas. Por tanto, las experimentamos libres de enganches, dependencias y apegos. Vivir desde el alma implica el reconocimiento y la aceptación de nuestra verdadera naturaleza, saber que somos seres divinos experimentando en un cuerpo físico y los dueños y señores de nuestra vida y de nuestro destino. El verdadero líder deja que su Divinidad gobierne su vida y, por tanto, fluye y confía. Reconoce que es responsable de expandir amor, no le da autoridad al juicio, la queja, el miedo o el desánimo. Las personas que lideran desde el alma aceptan su poder para crear y saben que no son víctimas de nada. Viven libres y en calma.

El verdadero éxito es aquel que nos permite manifestarnos de forma completa y que nos lleva a brillar desde dentro. Liderar desde el alma implica dejar atrás la competencia, la sensación de separación y de ausencia de recursos. Una persona exitosa es optimista, y eso no significa que lo vea todo de color de rosa sino que tiene la certeza de que la vida está de su parte y de que detrás de todas las experiencias se esconden grandes oportunidades. Un líder ha encontrado su luz interna y ha decidido ponerla en servicio. Ha asumido su responsabilidad y su poder. También su libertad y su capacidad para crear y ser todo lo que es.

El éxito y liderazgo espiritual transcienden por completo la competitividad, el ego, el apego, y el deseo de reconocimiento. Son dos formas de servir y de expandir el amor que somos y que habita dentro.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Miguel Bruna

Photo by Miguel Bruna

RESISTENCIAS

Las resistencias son nuestra manera de negar lo que nos corresponde por derecho propio. Son nuestra forma, casi siempre inconsciente, de rechazar lo que más necesitamos o queremos. A través de ellas, confirmamos que no nos sentimos ni merecedores ni dignos. Las resistencias surgen en nosotros como consecuencia de una profunda desconfianza en el propio fluir de la vida. Desde niños, hemos aprendido, construido o comprado creencias que nos dicen que estamos solos, que, para lograr lo que deseamos, tenemos que esforzarnos mucho y luchar, que “hay que merecérselo”, que “Dios no está para tonterías sino para cosas importantes”, que “todos tenemos una cruz”, que el sufrimiento actual puede tener algún tipo de recompensa posterior o que los otros saben lo que necesitas mejor que tú mismo.

Sobre esas creencias tan limitantes, basamos nuestra forma de relacionarnos con la vida, y es ahí, donde surgen las resistencias. Comenzamos a fabricar una fuerte armadura en nuestro interior para defendernos de esta vida tan difícil y desafiante. Esa armadura nos intenta proteger del enemigo que está ahí fuera, en la enfermedad, en la escasez, en la separación o en cualquier acontecimiento que hemos juzgado como negativo. Entonces, comenzamos a resistirnos, a negarnos, a rechazar, a luchar, a taparnos los ojos ante lo que nos está sucediendo. Y huimos, queremos escapar y que todo pase, y pedimos ayuda a Dios, sin darnos cuenta de que, detrás de absolutamente todas las experiencias por las que transitamos, hay amor.

La realidad es que el Universo Dios siempre está trabajando a nuestro favor, siempre quiere lo mejor para cada uno de nosotros, ¿cómo iba a ser de otra manera si Él solo es amor y Yo Soy Él? El Universo no castiga y tampoco envía pruebas, por tanto, cuando nos resistimos con fuerza a la situación que tenemos delante, cuando luchamos contra ella, cuando nos defendemos con uñas y dientes, estamos negando la posibilidad de descubrir la luz que esconde. Estamos viviendo una vida que, en el fondo, creemos peligrosa. Nadie nos ha dicho que no hay nada ahí fuera, que no somos víctimas, sino todo lo contrario. Nadie nos ha dicho que nosotros somos los co-creadores de nuestra propia experiencia.

Las resistencias no nos dejan fluir, nos impiden descubrir nuestro poder y aniquilan la posibilidad de que el Universo pueda intervenir a nuestro favor porque la resistencia se caracteriza por la persistencia. Porque si yo tengo depositada toda mi atención en resistirme, en rechazar o en negar lo que me está ocurriendo, sin darme cuenta, lo estoy activando y construyendo. Porque allí donde coloco el pensamiento, coloco también la energía, y esa energía es el medio para crear mi realidad. Solo si dejamos de prestar atención, solo si abandonamos la resistencia, solo si el asunto deja de ser un problema, nuestra vida podrá comenzar a cambiar y a mostrarnos nuevas e infinitas posibilidades.

Cuánto más difícil sea la situación por la que estemos atravesando, más necesitamos comprometernos con la entrega, con el fluir y con el dejar ir. Con la aceptación plena y la ausencia total de resistencia. En el momento en el que nos quitamos los guantes de boxeo y decimos: “ok, adelante”, abrimos las puertas del Universo entero. Dejar ir nuestras resistencias implica cultivar la confianza en que la vida nos aprecia y nos quiere. Incluye el sentirnos dignos de todo lo mejor y agradecidos por cada experiencia. Dejar ir nuestras resistencias nos pide que seamos abiertos de corazón y mente, flexibles y que vivamos receptivos y disponibles.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Metin Ozer

Photo by Metin Ozer