Inspira

AMARTE

Amarte es mucho más grande que quererte, mucho más transformador, mucho más potente. Amarte me deja sin escondites y sin ganas de ocultarme. Me libera del miedo y me empuja a superarme. Me pide ser mejor persona, me obliga a quererte libre, me impide desear cambiarte.

Amarte es un regalo que me hace responsabilizarme porque me recuerda que los vínculos hay que alimentarlos y que tú no estás en mi vida para rescatarme. Salvarme es cosa mía, tú solo puedes sujetarme. Amarte es posible porque no te necesito, porque sé que no me perteneces, porque nunca voy a retenerte y porque no quiero que seas distinto. Amarte me enseña que desearte todo lo mejor puede suponer que no sea conmigo. Amarte significa que puedo vivir sin ti pero que elijo vivir contigo.

Amar no puede implicar conflicto, no contiene expectativas y por eso no conoce el sufrimiento. Amar nos permite construir lo que, de forma individual, jamás podríamos. Amarte es sentirme libre para volar y es dejar que tú vueles. Es compartir lo que soy con lo que tú eres. Es darte lo que necesitas para ser más grande. Es recibir lo que lo que tú estás preparado para regalarme.

Amarte es el superlativo de quererte, es la plenitud más absoluta. Amarte se hace sin renuncias ni sacrificios, sin peros ni a veces. Amarte es librarme de las trampas de mi mente, es no juzgarte, no apegarme, no interpretarte. Amarte no es posible sin amarme, es un reflejo de la incondicionalidad y del respeto que estoy aprendiendo a darme. Para amar no hay que esforzarse.

Amar inspira, crea, sana, expande y conecta. Amarte es tenerte fe, es crecer como persona, es dejar que mi corazón me muestre que incondicionalidad y amor son la misma cosa.

Amar, sin duda, tiene nombre de Alma. Es sinónimo de gozo, de totalidad, de paz y de armonía.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Sebastien Gabriel

Photo by Sebastien Gabriel








UNA MENTE MILAGROSA

Los milagros surgen de un estado mental milagroso, o de un estado de estar listo para ellos.
— Capítulo 1. Un Curso de Milagros

Una mente milagrosa es una mente recta que no reconoce el miedo, que solo cree en la Verdad, que únicamente es capaz de ver amor y oportunidad. Una mente milagrosa sirve, no intenta dominar, nunca se resiste. Es el medio para que tu vida cobre verdadero sentido y para que descubras la infinita capacidad que tienes para crear. Una mente milagrosa es una mente compasiva, que no ve guerra ni conflicto, que no busca ganar, sino estar en paz. Es una mente completamente disponible para creer en lo bueno. No juzga, no critica y no se preocupa. Es la mente que nunca tiene miedo.

Una mente milagrosa es el vehículo perfecto para llenar nuestra vida de milagros, a través de ella podemos verlos y experimentarlos. Una mente milagrosa es serena, no boicotea, no bloquea emociones y no prohibe sentimientos. Una mente milagrosa es el medio para poder crear de forma consciente. Es la herramienta que nos ha regalado el Universo. Es la vía para que seamos capaces de dar forma a nuestros sueños.

A una mente milagrosa no le asusta lo desconocido, no es controladora. Es clara, firme y bondadosa. Es una mente que permite, que es receptiva y optimista. La mente milagrosa no solo obra milagros sino que también sabe recibirlos. Es una mente que cree en el poder ilimitado de un gracias y que ve en el perdón el medio para liberarnos. Es una mente que confía y que no se queja, que es amable y cariñosa. La mente milagrosa no piensa como piensa el ego. La mente milagrosa sabe y siente. Mira hacia arriba y hacia dentro.

Una mente milagrosa no piensa porque al cesar los pensamientos, desaparecen las resistencias y es entonces cuando podemos ver milagros. Es en la ausencia de pensamiento donde todo es posible, donde crear es un maravilloso juego y un regalo.

La mente milagrosa no se construye, no se trabaja y tampoco se logra. La mente milagrosa surge en nosotros cuando asumimos el firme compromiso de no volver a creer en el miedo, de no engancharnos a pensamientos que duelen y que son falsos. La mente milagrosa se manifiesta cuando estamos preparados, cuando volvemos a ser niños, cuando cambiamos obsesión por confianza, cuando el ahora sustituye al ayer y al mañana, cuando los sentimientos ya no asustan y cuando permitimos que lo Divino y lo oculto tengan importancia.

Deseo que tu vida esté llena de milagros, que tu corazón esté abierto para recibirlos y que nunca olvides que los mereces y que siempre los has merecido.

Feliz presente y feliz semana.

Almudena Migueláñez.

Photo by Emily Henry

Photo by Emily Henry

ALQUIMIA

Los obstáculos más grandes, las experiencias más desafiantes son también nuestras grandes oportunidades. Nuestras sombras más oscuras y nuestros miedos más profundos esconden siempre infinitas posibilidades. Eso que no queremos enfrentar, que mantenemos en un dañino letargo es lo que puede proporcionarnos la mayor transformación y la más profunda sanación.

Que todo contiene todo, que el Yin no es sin el Yang puede resultarnos fácil de entender a nivel mental, pero la verdad es que cuando nuestra oscuridad grita, cuando nuestras experiencias nos golpean y cuando nuestra mente nos fusila con pensamientos y creencias que nos atormentan, nos sentimos tan abatidos y tan asustados que nos creemos incapaces de ver la salida, de encontrar la seguridad suficiente para saber que nuestra oscuridad tan solo es la otra cara de nuestra luz.

Es en los momentos de mayor tiniebla cuando más comprometidos debemos estar con nosotros mismos. Es en los momentos de mayor inseguridad cuando más valentía y coraje necesitamos mostrar.

Nuestra oscuridad es nuestra gran oportunidad para transformarnos. Es nuestro mayor desafío porque, constantemente, nos está invitando a enfrentar lo que más miedo nos da. Nuestra oscuridad es el resultado de una profunda falta de amor hacia nosotros mismos, y surge como consecuencia de querer ser sin ser, de tapar, de ocultar, de reprimir, de juzgar y de prohibir lo que somos, por eso, cuanto más amor, más respeto y más cariño le demos, más fácilmente nos va a mostrar toda la luz que esconde dentro. Transformar nuestra sombra es la única posibilidad, y para ello, debemos utilizar nuestro poder alquímico.

Alquimizamos cuando dejamos de cuestionarnos el por qué de las cosas y comenzamos a preguntarnos por el para qué, cuando vemos oportunidad en vez de desolación, cuando nos entregamos con los ojos cerrados a lo que nos está ocurriendo y a lo que estamos sintiendo, cuando la intensidad de nuestras emociones deja de ser un obstáculo y se convierte en el camino para experimentarnos, cuando soltamos el control y dejamos ir nuestras resistencias, cuando confiamos en que todo lo que está ocurriendo es lo que necesitamos para recuperar la armonía en nuestras vidas, cuando sabemos que alcanzar la luz es lo mismo que abrazar nuestra oscuridad, cuando dejamos de escapar, y sustituimos esquivar por afrontar, cuando, pese al miedo, nos abrimos al cambio y cuando el desapego y la intuición se convierten en nuestras armas.

Para renacer a una nueva vida, primero tenemos que morir. No podemos vivir si antes no nos permitimos dar muerte.

Podemos hacerlo, podemos permitir, soltar y confiar. Eso es alquimizar.

Feliz presente y feliz Luna Nueva,

Almudena Migueláñez.

Photo by Yousef Al Nasser

Photo by Yousef Al Nasser

DEFENSAS

El miedo a afirmarnos nos protege de nuestra individualidad, de la posibilidad de descubrir quiénes somos y qué necesitamos. El miedo a afirmarnos está ocultando toda nuestra potencialidad como individuos y surge como consecuencia de la ausencia de fe en nuestro poder personal y en nuestra capacidad para impulsarnos como seres autónomos. Defendernos de nuestro yo genera rabia y mucha frustración.

El miedo a la muerte pretende alejarnos de lo desconocido y de todo aquello que se escapa al control de nuestra mente inferior, nos impide fluir y confiar. El miedo a la muerte es nuestra forma de defendernos de lo inevitable, es nuestra manera de negarnos la posibilidad de creer en lo que está más allá de lo que nuestros ojos pueden ver. El miedo a la muerte nos exige que aprendamos a aceptar que nada permanece, que todo está en constante transformación. El miedo a la muerte nos enseña a encontrar seguridad en la entrega y en la ausencia de control.

El miedo a recibir me dice que no te sientes digno, que no te crees capaz. El miedo a recibir nos defiende de la inocencia y del merecimiento, nos invita a creer que no tenemos derecho. El miedo a recibir esconde culpa, juicio y ausencia de dignidad. Si te asusta recibir, ese miedo es una confirmación de que lo que más necesitas es abrir tu corazón y permitir.

El miedo al fracaso nos incita a no actuar y a no accionar. El miedo al fracaso nos defiende del poder que se esconde en la experimentación y en la equivocación. Es la consecuencia de una autoexigencia desmedida y de una gran falta de amor. El miedo al fracaso se sana cuando reconocemos que lo que para el ego es un error, para el alma es una oportunidad.

El miedo al rechazo me obliga a ponerme trajes, a generar sombras y a ocultar partes de mí. El miedo al rechazo me lleva a prostituirme y a ser solo lo que los demás esperan de mí. La ausencia profunda de reconocimiento y de contacto con quien yo soy, me lleva a defenderme de mi mismo. El miedo al rechazo es la forma que tengo de gritar: “tal y como soy, no soy válido”.

El miedo a la vida oculta una inseguridad muy profunda, es esa memoria uterina que nos invita a regresar constantemente a nuestra zona de seguridad. El miedo a la vida nos impide experimentar, avanzar, transformarnos y descubrir que, de verdad, podemos relajarnos y caminar. El miedo a la vida aniquila cualquier posibilidad de que regresemos al amor, nos defiende de lo único que es nuestro verdadero propósito y nuestra mayor obligación: vivir.

El miedo busca defendernos, protegernos de algo que el ego considera potencialmente peligroso. El miedo es un importante indicador de lo que debemos sanar en nuestro interior. Mi mayor miedo siempre fue el de no ser capaz, sanarlo me llevó a descubrir mi potencial.

¿Cuál es tu mayor miedo? ¿Qué crees que necesitas sanar?

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Ahmed Rizkhaan

Photo by Ahmed Rizkhaan

BREVES

-Mentalizar tus EMOCIONES no sirve, negarlas tampoco. Solo cuando somos capaces de permitirlas, de aceptarlas y de no juzgarlas es cuando podremos trascenderlas y elevar así nuestra consciencia. La emoción es un impulso que, reprimido y no gestionado, se convierte en una sombra interna que duele y nos enferma.

-Si queremos encontrar la VERDAD que existe detrás de cada una de nuestras experiencias, necesitamos poder desvincularlas de lo que pensamos y de lo que creemos. No debemos entregar a la mente lo que no le corresponde. No debemos dejarla que “campe a sus anchas”. Sanarla es encontrarnos cara a cara con nuestro poder ilimitado, y saber utilizarla en nuestro beneficio es lo que nos va a permitir co-crear con el Universo.

-Lo que anhelas te anda buscando. Nuestras aspiraciones todavía son SUEÑOS porque no hemos encontrado la manera de materializarlos. Y un anhelo o un sueño toma forma y se manifiesta cuando somos capaces de honrarlo, cuando deja de asustarnos y cuando, con amor y merecimiento, abrimos nuestro corazón para permitirlo.

-Darnos la oportunidad de equivocarnos, de caernos y de rectificar, permitirnos experimentar, DESCUBRIR quiénes somos y qué necesitamos son formas maravillosas de darnos amor incondicional. Cuando aprendemos a darnos permiso es cuando todo comienza a funcionar.

-Estoy segura de que nunca dejarías de querer a una persona por estar herida; te harías más fuerte para que pudiera apoyarse en tu hombro, y eso, precisamente, es lo que tú más necesitas de ti, APOYARTE y nunca abandonarte. Cuando sangras, cuando tu corazón grita es cuando más te necesitas. No deberíamos negarnos lo que a los demás regalaríamos. No deberíamos darnos lo que jamás a otro daríamos.

-Nuestro compromiso, objetivo y PROPÓSITO en la vida debería de ser vivirla. Experimentarla del todo, sin permitir que se nos escape de las manos, sin dejar que nos pase por delante. Las consecuencias de creernos el miedo a la muerte son graves, las consecuencias de creernos el miedo a la vida son las que nos llevan a estar muertos aunque respiremos.

-Para que puedas RECIBIR lo que tengo para regalarte, debes dejar de fijarte en lo que nunca seré capaz de darte. Si nuestro dar es condicionado, si damos esperando recibir algo a cambio, nunca podremos ver lo que el otro tiene para darnos. El dar condicionado es ego, genera frustración y separación. Es la consecuencia de no saber darnos lo que necesitamos.

-MERECES, claro, pero no por lo que logras o por lo que haces. Tú mereces por lo que eres. No tienes que demostrar nada, tampoco tienes que hacer, dar o lograr para merecer recibir u obtener. Merecemos sin razones, merecemos por existir y por formar parte de la corriente natural del dar y el recibir.

Me despido de este Inspira con un GRACIAS por leerme y por estar ahí.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Felipe Salgado

Photo by Felipe Salgado

NO ES LA MENTE

No, no es la mente la que va a darte las respuestas que necesitas. No es capaz, no puede.

Queremos entender, nos preguntamos el porqué, buscamos soluciones a nuestros problemas utilizando la centrifugadora de la mente, y la mente no es capaz, no puede, no sabe responderte. ¿Por qué?, verás:

Tu mente existe no para ayudarte a ti sino para que tú la ayudes a ella. La mente inferior, la mente del ego es karma, es una manifestación y también una consecuencia. Tú y yo pensamos cosas distintas porque tú y yo tenemos karmas individuales diferentes, pero tú y yo también tenemos pensamientos similares porque tú y yo participamos de karmas grupales. Nuestros pensamientos son el resultado de las limitaciones del miedo y nos acompañan para que seamos valientes y nos atrevamos a sanarlos, para que así, llegado el momento, puedan servirnos a nuestros propósitos más elevados. La mente y lo que pensamos son una parte de nosotros que necesitan atención, transformación, cariños y cuidados. En realidad, es la mente la que nos necesita para salir del oscuro pozo en el que se encuentra, para abandonar el miedo, las limitaciones y todas sus resistencias.

Sin darnos cuenta, estamos buscando respuestas en el lugar equivocado. Nuestra mente está condicionada y responde a las necesidades del ego, su jefe y dueño. Nuestra mente duda, juzga, sospecha y se asusta. Nuestra mente elige, a veces confía pero a veces no. El pensamiento de la mente, sus conclusiones y sus creencias son limitadas. Cuando le planteamos un problema, ella lo va a mirar a través de un filtro, a través de una mirilla. No es capaz de ver lo que hay alrededor, ni por supuesto, lo que hay detrás. No dispone de toda la información, solo de una parte. Sin darnos cuenta, le estamos pidiendo ayuda y respuestas a quien más ayuda necesita y a quien menos sabe.

Al entregarle a la mente nuestros problemas estamos dándole un poder y una responsabilidad que ni puede ni debería de asumir. Si necesitamos respuestas, si tenemos dudas, si no sabemos cuál es el camino a seguir, debemos soltar la mente, dejémosla descansar, no le demos una responsabilidad que se le queda grande. Si necesitamos respuestas, escuchemos a nuestra Mente Superior, a la mente que todo lo sabe, la que ve más allá de las limitaciones del miedo, la que conoce lo que el ego nunca conocerá. Es la mente que siente, la mente que ve, la única que es capaz de devolvernos las certezas y la seguridad que andamos buscando.

Esa mente no se piensa. Esa mente necesita de silencio, de sosiego, de confianza y de paciencia. Es la mente que surge de nuestro acuerdo con la Divinidad y con lo que nuestro corazón dice. Es la Mente Superior que habita en nosotros para indicarnos el camino y la dirección. Es la mente que habla cuando cerramos los ojos y nos entregamos para escuchar lo que el Universo quiere decirnos.

Si tienes preguntas, si no sabes cuál es el camino, no pienses, así permitirás que la respuesta que necesitas te llegue.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Matthew Henry

Photo by Matthew Henry

A MI NIÑA INTERIOR

Qué fácil resulta a veces olvidarme de ti, de lo que sientes y de lo que gritas. Qué fácil resulta a veces dejarte a un lado y poner por delante cien mil excusas. Eres incondicional, no vas y vienes, no sabes quererme a veces, solo eres capaz de hacerlo siempre. Sientes, necesitas y lloras. También ríes y juegas. Tienes heridas que, si las abrazo, se convierten en benditas. Eres inocencia en forma de niña. Eres alegría infinita. Eres quien me permite descubrir el significado del amor hacia mí misma.

No quisiera olvidar nunca lo importante que eres en mi vida, tú representas mi capacidad de asombro, la confianza y la entrega plena. Me ayudas a ver qué es lo que, de verdad, necesito; qué es lo que realmente importa. Y aun así, querida mía, todavía hoy renuncio a ti sin casi darme cuenta. Cuando te trato mal, te ninguneo, te rechazo, o simplemente no te veo, tú permaneces fiel, en silencio, aletargada, esperando a que yo me de cuenta de mi error. Yo, que para ti soy papá y mamá en una sola persona.

Mi querida niña, te pido perdón por no saber sostenerte y atenderte como mereces y como necesitas, por no honrarte y por todas las veces que me olvido de cuidarte. Te pido perdón por no entender que sin ti no podré ir a ninguna parte, no podré crecer, ni llegar a descubrir que la plenitud es lo tú me regalas por quererte.

Espero que me perdones, ahora sé que cuando no confío en mí, cuando me digo “no puedo”, cuando me castigo, cuando me juzgo o cuando no me atiendo, tú lo recibes porque eres mi espejo. Sufres, te sientes indefensa y no entiendes.

Mi perdón quiere regalarte un compromiso que recordaré a diario. Hoy me comprometo a mirarte, a escucharte y a abrazarte, a mantenerte siempre presente, a escuchar tus risas, tus enfados, tus llantos,…todas tus heridas. Quiero vivir la vida y que vayamos de la mano.

Mi querida niña, me comprometo a aprender a quererte de la misma forma que el Universo nos quiere.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Annie Spratt

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