No, no es la mente la que va a darte las respuestas que necesitas. No es capaz, no puede.
Queremos entender, nos preguntamos el porqué, buscamos soluciones a nuestros problemas utilizando la centrifugadora de la mente, y la mente no es capaz, no puede, no sabe responderte. ¿Por qué?, verás:
Tu mente existe no para ayudarte a ti sino para que tú la ayudes a ella. La mente inferior, la mente del ego es karma, es una manifestación y también una consecuencia. Tú y yo pensamos cosas distintas porque tú y yo tenemos karmas individuales diferentes, pero tú y yo también tenemos pensamientos similares porque tú y yo participamos de karmas grupales. Nuestros pensamientos son el resultado de las limitaciones del miedo y nos acompañan para que seamos valientes y nos atrevamos a sanarlos, para que así, llegado el momento, puedan servirnos a nuestros propósitos más elevados. La mente y lo que pensamos son una parte de nosotros que necesitan atención, transformación, cariños y cuidados. En realidad, es la mente la que nos necesita para salir del oscuro pozo en el que se encuentra, para abandonar el miedo, las limitaciones y todas sus resistencias.
Sin darnos cuenta, estamos buscando respuestas en el lugar equivocado. Nuestra mente está condicionada y responde a las necesidades del ego, su jefe y dueño. Nuestra mente duda, juzga, sospecha y se asusta. Nuestra mente elige, a veces confía pero a veces no. El pensamiento de la mente, sus conclusiones y sus creencias son limitadas. Cuando le planteamos un problema, ella lo va a mirar a través de un filtro, a través de una mirilla. No es capaz de ver lo que hay alrededor, ni por supuesto, lo que hay detrás. No dispone de toda la información, solo de una parte. Sin darnos cuenta, le estamos pidiendo ayuda y respuestas a quien más ayuda necesita y a quien menos sabe.
Al entregarle a la mente nuestros problemas estamos dándole un poder y una responsabilidad que ni puede ni debería de asumir. Si necesitamos respuestas, si tenemos dudas, si no sabemos cuál es el camino a seguir, debemos soltar la mente, dejémosla descansar, no le demos una responsabilidad que se le queda grande. Si necesitamos respuestas, escuchemos a nuestra Mente Superior, a la mente que todo lo sabe, la que ve más allá de las limitaciones del miedo, la que conoce lo que el ego nunca conocerá. Es la mente que siente, la mente que ve, la única que es capaz de devolvernos las certezas y la seguridad que andamos buscando.
Esa mente no se piensa. Esa mente necesita de silencio, de sosiego, de confianza y de paciencia. Es la mente que surge de nuestro acuerdo con la Divinidad y con lo que nuestro corazón dice. Es la Mente Superior que habita en nosotros para indicarnos el camino y la dirección. Es la mente que habla cuando cerramos los ojos y nos entregamos para escuchar lo que el Universo quiere decirnos.
Si tienes preguntas, si no sabes cuál es el camino, no pienses, así permitirás que la respuesta que necesitas te llegue.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.