Yo pido, tú pides, él pide. Todos pedimos, pedimos y pedimos a eso que llamamos Universo, Vida, Dios, da lo mismo. Pedimos porque nos han hablado de la Ley de la Atracción, porque conocemos aquello del "pide y se te dará", porque creemos en los Reyes Magos y porque no creemos nada en nosotros mismos, porque ni siquiera nos conocemos. ¿Y qué hacemos? pedimos.
Vamos a la Iglesia y en forma de oración pedimos por nuestro hijo, nuestro marido o por recobrar la cordura y dejar de hacernos daño los unos a los otros. Meditamos y pedimos ayuda para saber poner límites, para manifestar abundancia económica. Pedimos por ese trabajo que nos va a hacer super felices, para que nuestra salud mejore o porque pronto aparezca nuestro hombre ideal.
Pedimos porque creemos que nos falta, que somos escasos, que necesitamos de una fuerza externa que nos conceda, que nos regale, que nos quiera lo suficiente como para otorgarnos lo que pedimos, lo que nos falta, lo que no sabemos si merecemos pero, ¿sabes qué pasa? que como es dentro es fuera. Pedimos porque nuestra premisa es que existe algo por ahí arriba que nos puede dar lo que hoy no tenemos. Que tiene la facultad de concedernos deseos.
Y lo que yo me pregunto es si has pensado alguna vez a quién estás enviando tu petición. Si te has parado a sentirlo. Si sabes cómo funciona esa inmensa manifestación de amor incondicional que es el Universo. Porque si lo sabes, creo yo, lo primero que harías sería cancelar cualquier petición y olvidarte ya de centrar tu atención en pedir y pedir. Porque si lo sientes, te darías cuenta de que el Universo está dentro de ti, que eres tú.
El Universo no es un Rey Mago, no. No te da a ti porque te lo merezcas y a mí no porque no haya hecho los suficientes méritos. Tampoco espera nada de ti, no necesita que te culpes, que te esfuerces, que te mates para devolverle lo que te ha dado. No considera que lo que pides sea imposible y que no pueda dártelo. El Universo es incondicional e ilimitado.
Lo que sucede es que cuando pides, lo que el Universo escucha no es la petición que sale de tu mente y de tu boca. Lo que escucha es tu vibración porque el Universo es energía y vibra, igual que tú. El macro Universo devuelve las vibraciones que salen de tu micro Universo interno. No devuelve peticiones porque no juzga. Únicamente da y refleja lo que tu energía le pide.
Cuando pides no puedes darte cuenta de que dentro de ti tienes toda la gama de vibraciones que estás intentando conseguir. Cuando pides abundancia, tu vibración puede estar diciendo "no llego a fin de mes". Cuando pides salud, tu vibración puede estar diciendo "tengo pánico a enfermar". Cuando pides y tu vibración es la de "no tengo", la de "me falta", lo que le estás diciendo al Universo sin saberlo es precisamente eso: ausencia y falta, y el Universo, que es de una justicia que pasma, te lo devuelve. Pide y se te dará. Como es fuera es dentro.
¿Qué crees que ocurriría si en vez de pedir encontrar una pareja consciente y con la que tener una relación de amor incondicional, te ocuparas de aumentar tu consciencia y amarte incondicionalmente? ¿Qué crees que ocurriría si en vez de pedirle al Universo manifestar abundancia económica, consiguieras ahora mismo sentir abundancia dentro de ti y dar las gracias todos los días por todo lo que tienes? ¿Qué crees que ocurriría si en vez de pedir por la paz, te ocuparas de vivir tú en paz y no crear una discusión cuando las cosas no van como quieres? ¿Qué crees que ocurriría si en vez de pedir un mejor trabajo, te enfocaras en sentir que lo mereces y en reconocer tus aptitudes, agradeciendo y visualizando que ese nuevo trabajo ya es tuyo?
Te lo dije el domingo pasado, no eres defectuoso. No te falta nada. Para que puedas materializar y dar forma a lo que deseas, debes darte cuenta de que esa vibración ya la tienes dentro porque aunque no lo creas, tú eres un ser completo, un micro Universo.
Cancela. Deja de pedir y vibra, siente dentro de ti lo que quieres materializar fuera. Permite que el Universo sintonice con tu vibración interna.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.
DEFECTUOSO
No. No lo eres.
No te faltan piezas, no eres defectuoso. No existe nada dentro de ti que sea erróneo, que esté equivocado, que sea malo o negativo. No te falta nada. Tampoco te sobra. No te sobra miedo ni rabia, ni dolor. De verdad que no. No te falta voluntad, ni capacidad para perdonar. De verdad que no.
Intentamos arreglarnos. Queremos cambiar piezas como si fueran cromos, un poco de miedo por un poco de amor. Queremos deshacernos de todo eso que creemos que está defectuoso en nosotros. Nos afanamos en buscar a ver si encontramos fuera todo aquello que nos falta. Nos han dicho que vinimos con defecto de fábrica.
Hacemos cursos, vamos a terapia, probamos con Gestalt, Reiki, terapia regresiva, nos cuentan que no sé quién hace un tarot maravilloso y allá vamos, constelamos, vamos al psicólogo, y leemos libros a ver si entre sus páginas encontramos algo que nos haga poner el dedo y decir: "ajá! esto es lo que me falta, encontré la forma de arreglarme". De tapar el defecto que existe dentro. Eso que me hace creer que soy incompleto, imperfecto, defectuoso.
Y eso es mentira. Una poderosa y gran mentira. El punto de partida de todo nuestro trabajo es erróneo porque se basa en la falta de amor y de aceptación hacia nosotros mismos, en la ceguera y la incapacidad para mirar dentro. Nuestra premisa es que hay defecto, es que hay cosas, como el miedo, que son piezas para el desguace. Y eso es mentira. Una poderosa y gran mentira.
Somos seres completos y perfectos entre el caos de nuestra imperfección. Todo eso que vemos como defecto es una pieza clave en nuestro proceso de descubrimiento y de crecimiento. No son defectos para ser cambiados. Son partes de nosotros para ser reconocidas, aceptadas y abrazadas.
Bendita terapia siempre y cuando sea para ayudarnos a crecer y a profundizar en nuestra capacidad para perfeccionarnos espiritualmente. Benditos libros si son para recordarnos que todo lo que buscamos en ellos lo tenemos dentro. Que somos perfectos, que no hay defecto. Benditos talleres y benditos cursos si nos sirven para recordar que el amor y el respeto hacia nosotros mismos es el único camino. Benditos, si al hacerlos, recordamos que somos poderosos, que lo que el ego ve como defecto es una parte perfecta de nosotros mismos, importante y necesaria para nuestro crecimiento.
Nada se transformará de verdad en nosotros si partimos de la idea de que somos defectuosos, de que hay carencia.
Pregúntate si quieres crecer y continuar conociéndote porque te aceptas, te amas y respetas o si lo que estás buscando es ser algo diferente de lo que eres porque no te quieres, te rechazas y te ves defectuoso.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.
DE PUNTILLAS
Hoy, mientras revisábamos la última y definitiva versión de mi libro, una de mis amigas, convertida en editora, al leer uno de los capítulos, me hablaba de la dificultad que tenemos para vivir la vida: "pasamos por la vida, pero no la vivimos".
Caminamos por la vida de puntillas, por encima, sin pisarla, sin entrar dentro. Nuestros pies no tocan el suelo, no dejamos que lo hagan. Tenemos miedo a vivir la vida, a experimentarla entera. Pasamos por ella arrastrados por la inercia de los días, por las rutinas establecidas. No nos cuestionamos. Vamos de puntillas porque preferimos la comodidad mentirosa y la protección de lo que pensamos que controlamos. Porque nos hemos creído que ya viviremos mañana. Nos lo hemos creído. Preferimos no escuchar nuestras propias preguntas. Vamos de puntillas intentando que los sentimientos no nos salpiquen, que la vulnerabilidad, el dolor y el corazón no nos alcancen.
Parece como si quisiéramos salirnos de nuestros zapatos. Es una vivida no vivida, no exprimida. Un paseo de puntillas. Preferimos no arriesgar. Anteponemos lo que tiene que ser por encima de lo que sentimos que es. Preferimos sostenernos en el miedo que pisar con valentía la vida.
Vivimos de puntillas porque vivimos sin ser nosotros mismos, porque nos hemos creído el miedo. Queremos ser felices pero sin correr riesgos, sin jugar, sin estar abiertos. Queremos, queremos, solo queremos.
Pasamos de puntillas por las relaciones, por eso no hay unión, no hay transformación profunda. No entramos. Nos asusta fusionarnos con el otro, tenemos miedo a entregarnos. De puntillas caminamos por nuestras propias sombras, con pánico a descubrir lo que hay en nuestra casa interna. Nos quedamos a medio camino de todo. De puntillas.
Permitamos que nuestros pies toquen el suelo. Entremos de lleno en la vida, pese al miedo. Hagámoslo sabiendo que todo ha de ser plenamente vivido porque esa es la única forma de experimentar el verdadero sentido de la vida. Porque así, como dice Maria Flavia de Monsaraz, podremos, progresivamente, encontrar aquello que es inmutable, eterno, sagrado en cada uno de nosotros. Un sentimiento de plenitud y trascendencia que no es otro que sentir la Vida completamente.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez.
HERIDO
"Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos".
Pablo Neruda
Estás herido. Sientes dolor, hay cicatrices en tu corazón.
Es incisivo, es un dolor que te encoje, que derrama lágrimas en tu interior. Estás herido porque estás vivo, porque sientes, porque eres vulnerable. La propia experiencia de estar aquí, de compartir, de vivir genera dolor.
A lo mejor ahora no, pero ese dolor que tanto te duele se apaciguará, se serenará, comenzará a perder fuerza en el momento en el que no te enfrentes a él.
Tu herida se hará casi invisible, ni siquiera podrás palpar la cicatriz al permitirte la experiencia de sentir dolor. Cuando dejes que se exprese, cuando le preguntes y le hables, cuando lo saques. En ese momento el dolor de paso al aprendizaje, la herida se convierte en un proceso doloroso.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez
CON EL MONO
"El mundo está lleno de sufrimiento. La raiz del sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste precisamente en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea". Buda
Como si fuera heroína. Hay algo en tu vida que te hace dependiente, que te engancha, que te atrapa y te miente. Te maltrata haciéndote creer que lo necesitas. Precisas de una dosis de esa persona, de esa expectativa, de ese sueño, o de esa meta. Te apegas, te apegas, te apegas. Te enganchas, te sometes, te reduces, te haces dependiente.
El apego te convierte en drogadicto. El apego te mata. Sé que ahora mismo crees que sin él no podrás, que sin ella tu vida no tiene sentido, que si no tienes un hijo o no aparece la pareja perfecta, tu presente no tiene significado alguno.
Te has creído esa dependencia, por eso te invito a que te desprendas. A que descubras la libertad y la profunda alegría que esconde el no necesitar.
Es hora ya de que te desintoxiques. Es hora de que tengas el mono y comiences el proceso de desapego. Es hora de que te enfrentes a lo que te engancha. Es hora de que dejes de esnifar sufrimiento.
Cierra los ojos, encuentra tu espacio, tu tiempo y pregúntate cuáles son tus enganches. ¿A qué estoy apegado? ¿Qué es lo que me lleva a pensar que "sin eso no podré"? ¿por qué lo necesito?
No abras los ojos, observa todo eso que crees que necesitas e imagina que lo dejas ir. Imagina que te permites desprenderte de ello. Que lo sueltas.
Observa qué ocurre al hacerlo. ¿Qué te asusta? ¿cómo te sientes al soltar ese deseo? ¿qué se mueve dentro de ti cuando dejas ir ese enganche? ¿cuáles son tus miedos?
Date cuenta de que el apego es el reflejo de una creencia erronea sobre ti mismo. El apego está fundamentado en la idea de que eres incompleto, de que te falta algo y de que sin eso que te engancha, no podrás ser feliz. El apego te saca del presente, te llena de escasez. El apego es la mayor de las mentiras, la peor de las drogas.
El apego te invita a que mires dentro y a que te des cuenta de lo drogado que has estado. Te invita a que descubras que todo lo tienes dentro. Porque sí, porque aunque no lo creas, todo existe ya dentro de ti.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez
CULPAS
¿Para qué te sirve la culpa? Solo dame una razón por la cual vivir sumergido en ella te pueda ayudar en algo. Solo una razón.
¿Para qué te sirve la culpa? ni siquiera puedes explicarlo, y no puedes hacerlo porque la culpa no responde a ningún "para qué". Porque la culpa no tiene ninguna utilidad, pero estás tan aferrado a ella que ni siquiera has podido darte cuenta.
La culpa solo es la manifestación del poco cariño y de la poca compasión que sientes hacia ti mismo.
Cada vez que te culpas y te machacas, lo haces para dejarte claro el odio que te tienes. Es tu forma de castigarte y de dañarte. A través de la culpa, le muestras al mundo el juez castrador que existe dentro de ti. Es el medio para decirle a tu niño interior que no vale, que no sabe. Cada vez que te culpas, te dices que jamás podrás mejorarte, que nunca llegarás a encontrar paz, que no eres capaz porque solo puedes ser culpable.
Seguramente, te gustaría cambiar algo y hacer más bonita tu vida, ¿crees que sentirte culpable por lo que hiciste te ayudará? No, no te ayudará, te lo aseguro. Te diré más, te perjudicará tanto que será imposible que lleves a cabo ninguna transformación. No podrás generar ningún cambio.
La culpa es la energía más tóxica que existe. Es una fuerza que te conduce a la parálisis, a la inacción. Te invita a que creas que no puedes cambiar nada, que no puedes hacer las cosas de otra manera. La culpa es tu mayor enemiga. Es tu miedo a merecerte todo lo mejor. Es la que sin darte cuenta te está dejando anclado en un pasado que ya fue, en un lamento por lo que podrías haber hecho. La culpa aniquila cualquier posibilidad de que puedas vivir en el momento presente, en el día de hoy. La culpa te expulsa de golpe del regalo que es la vida.
Dime, ¿para qué te sirve la culpa?
No sé si te has permitido decírtelo alguna vez, pero mientras respires, te equivocarás. Es ese el camino, equivocarse. Caer, aprender y volver a levantarnos cada vez con más consciencia. Ese es el camino, equivocarse todas las veces que haya que hacerlo hasta descubrir que cuando te tratas con cariño, cuando te perdonas por tus errores y recuerdas que eres inocente como lo es un niño, es cuando puedes aprender lecciones y cambiar aquello que necesites cambiar.
Cuando dejas atrás la culpa, descubres lo poderoso que eres y la capacidad de amar tan inmensa que tienes.
La culpa te come, y no tiene más utilidad que hacerte pequeño, que castigarte y que mantenerte alejado del presente. La culpa es todo lo contrario a quererte, es el polo opuesto de tu inocencia y de tu capacidad innata para llegar a ser lo que de verdad eres.
Lo que hiciste ya pasó, ya fue. Perdónate por ello y mira hacia delante, y si no eres capaz, piensa en si ese error lo hubiese cometido un niño. Piensa en si le castigarías como lo estás haciendo contigo. Yo creo que no.
El Universo nunca te vio culpable, recuérdalo.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez
EMPODERADO
Estar empoderado es descubrir todo lo que eres, aceptarlo y amarte incondicionalmente. Es ser responsable.
Estar empoderado es lo mismo que permitirte. Es igual que dejar ser lo que siempre has sido, sin limitaciones, sin juicios, sin restricciones.
Estar empoderado es buscar la verdad dentro de ti y ser fiel a ella. Es creer en ti por encima de cualquier cosa. Es dejar de buscar fuera y darte cuenta de que todo existe dentro.
Estar empoderado es ser tú mismo. Es vivir la vida que siempre has querido. Es vivir desde lo que sientes y no desde tu mente o desde donde los demás dicen que "debes".
Estar empoderado es estar conectado a tu autoridad interna. Es saber poner límites y decir no cuando lo sientes necesario. Es cuidar de ti y protegerte.
Estar empoderado es tomar decisiones y asumir las consecuencias de aquello que decides. Es sentirte libre siempre y en todo momento. Es ser auténtico.
Estar empoderado es ser tú, sin miedo ni culpas. Estar empoderado es dejar espacio para que tu Alma, tu Esencia se muestre.
Estar empoderado es ser valiente, es reconocer tu valor. Es amar todo lo que sientes.
Feliz presente.