DE PUNTILLAS

Hoy, mientras revisábamos la última y definitiva versión de mi libro, una de mis amigas, convertida en editora, al leer uno de los capítulos, me hablaba de la dificultad que tenemos para vivir la vida: "pasamos por la vida, pero no la vivimos".

Caminamos por la vida de puntillas, por encima, sin pisarla, sin entrar dentro. Nuestros pies no tocan el suelo, no dejamos que lo hagan. Tenemos miedo a vivir la vida, a experimentarla entera. Pasamos por ella arrastrados por la inercia de los días, por las rutinas establecidas. No nos cuestionamos. Vamos de puntillas porque preferimos la comodidad mentirosa y la protección de lo que pensamos que controlamos. Porque nos hemos creído que ya viviremos mañana. Nos lo hemos creído. Preferimos no escuchar nuestras propias preguntas. Vamos de puntillas intentando que los sentimientos no nos salpiquen, que la vulnerabilidad, el dolor y el corazón no nos alcancen.

Parece como si quisiéramos salirnos de nuestros zapatos. Es una vivida no vivida, no exprimida. Un paseo de puntillas. Preferimos no arriesgar. Anteponemos lo que tiene que ser por encima de lo que sentimos que es. Preferimos sostenernos en el miedo que pisar con valentía la vida. 

Vivimos de puntillas porque vivimos sin ser nosotros mismos, porque nos hemos creído el miedo. Queremos ser felices pero sin correr riesgos, sin jugar, sin estar abiertos. Queremos, queremos, solo queremos.

Pasamos de puntillas por las relaciones, por eso no hay unión, no hay transformación profunda. No entramos. Nos asusta fusionarnos con el otro, tenemos miedo a entregarnos. De puntillas caminamos por nuestras propias sombras, con pánico a descubrir lo que hay en nuestra casa interna. Nos quedamos a medio camino de todo. De puntillas. 

Permitamos que nuestros pies toquen el suelo. Entremos de lleno en la vida, pese al miedo. Hagámoslo sabiendo que todo ha de ser plenamente vivido porque esa es la única forma de experimentar el verdadero sentido de la vida. Porque así, como dice Maria Flavia de Monsaraz, podremos, progresivamente, encontrar aquello que es inmutable, eterno, sagrado en cada uno de nosotros. Un sentimiento de plenitud y trascendencia que no es otro que sentir la Vida completamente.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez.

HERIDO


"Hay heridas que en vez de abrirnos la piel, nos abren los ojos". 
Pablo Neruda


Estás herido. Sientes dolor, hay cicatrices en tu corazón. 

Es incisivo, es un dolor que te encoje, que derrama lágrimas en tu interior. Estás herido porque estás vivo, porque sientes, porque eres vulnerable. La propia experiencia de estar aquí, de compartir, de vivir genera dolor. 

A lo mejor ahora no, pero ese dolor que tanto te duele se apaciguará, se serenará, comenzará a perder fuerza en el momento en el que no te enfrentes a él. 

Tu herida se hará casi invisible, ni siquiera podrás palpar la cicatriz al permitirte la experiencia de sentir dolor. Cuando dejes que se exprese, cuando le preguntes y le hables, cuando lo saques. En ese momento el dolor de paso al aprendizaje, la herida se convierte en un proceso doloroso.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

CON EL MONO


"El mundo está lleno de sufrimiento. La raiz del sufrimiento es el apego a las cosas. La felicidad consiste precisamente en dejar caer el apego a todo cuanto nos rodea". Buda


Como si fuera heroína. Hay algo en tu vida que te hace dependiente, que te engancha, que te atrapa y te miente. Te maltrata haciéndote creer que lo necesitas. Precisas de una dosis de esa persona, de esa expectativa, de ese sueño, o de esa meta. Te apegas, te apegas, te apegas. Te enganchas, te sometes, te reduces, te haces dependiente. 

El apego te convierte en drogadicto. El apego te mata. Sé que ahora mismo crees que sin él no podrás, que sin ella tu vida no tiene sentido, que si no tienes un hijo o no aparece la pareja perfecta, tu presente no tiene significado alguno.

Te has creído esa dependencia, por eso te invito a que te desprendas. A que descubras la libertad y la profunda alegría que esconde el no necesitar.
Es hora ya de que te desintoxiques. Es hora de que tengas el mono y comiences el proceso de desapego. Es hora de que te enfrentes a lo que te engancha. Es hora de que dejes de esnifar sufrimiento.

Cierra los ojos, encuentra tu espacio, tu tiempo y pregúntate cuáles son tus enganches. ¿A qué estoy apegado? ¿Qué es lo que me lleva a pensar que "sin eso no podré"? ¿por qué lo necesito? 

No abras los ojos, observa todo eso que crees que necesitas e imagina que lo dejas ir. Imagina que te permites desprenderte de ello. Que lo sueltas. 
Observa qué ocurre al hacerlo. ¿Qué te asusta? ¿cómo te sientes al soltar ese deseo? ¿qué se mueve dentro de ti cuando dejas ir ese enganche? ¿cuáles son tus miedos?

Date cuenta de que el apego es el reflejo de una creencia erronea sobre ti mismo. El apego está fundamentado en la idea de que eres incompleto, de que te falta algo y de que sin eso que te engancha, no podrás ser feliz. El apego te saca del presente, te llena de escasez. El apego es la mayor de las mentiras, la peor de las drogas.

El apego te invita a que mires dentro y a que te des cuenta de lo drogado que has estado. Te invita a que descubras que todo lo tienes dentro. Porque sí, porque aunque no lo creas, todo existe ya dentro de ti.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

CULPAS

¿Para qué te sirve la culpa? Solo dame una razón por la cual vivir sumergido en ella te pueda ayudar en algo. Solo una razón.

¿Para qué te sirve la culpa? ni siquiera puedes explicarlo, y no puedes hacerlo porque la culpa no responde a ningún "para qué". Porque la culpa no tiene ninguna utilidad, pero estás tan aferrado a ella que ni siquiera has podido darte cuenta. 

La culpa solo es la manifestación del poco cariño y de la poca compasión que sientes hacia ti mismo. 

Cada vez que te culpas y te machacas, lo haces para dejarte claro el odio que te tienes. Es tu forma de castigarte y de dañarte. A través de la culpa, le muestras al mundo el juez castrador que existe dentro de ti. Es el medio para decirle a tu niño interior que no vale, que no sabe. Cada vez que te culpas, te dices que jamás podrás mejorarte, que nunca llegarás a encontrar paz, que no eres capaz porque solo puedes ser culpable.

Seguramente, te gustaría cambiar algo y hacer más bonita tu vida, ¿crees que sentirte culpable por lo que hiciste te ayudará? No, no te ayudará, te lo aseguro. Te diré más, te perjudicará tanto que será imposible que lleves a cabo ninguna transformación. No podrás generar ningún cambio.

La culpa es la energía más tóxica que existe. Es una fuerza que te conduce a la parálisis, a la inacción. Te invita a que creas que no puedes cambiar nada, que no puedes hacer las cosas de otra manera. La culpa es tu mayor enemiga. Es tu miedo a merecerte todo lo mejor. Es la que sin darte cuenta te está dejando anclado en un pasado que ya fue, en un lamento por lo que podrías haber hecho. La culpa aniquila cualquier posibilidad de que puedas vivir en el momento presente, en el día de hoy. La culpa te expulsa de golpe del regalo que es la vida.

Dime, ¿para qué te sirve la culpa? 

No sé si te has permitido decírtelo alguna vez, pero mientras respires, te equivocarás. Es ese el camino, equivocarse. Caer, aprender y volver a levantarnos cada vez con más consciencia. Ese es el camino, equivocarse todas las veces que haya que hacerlo hasta descubrir que cuando te tratas con cariño, cuando te perdonas por tus errores y recuerdas que eres inocente como lo es un niño, es cuando puedes aprender lecciones y cambiar aquello que necesites cambiar.

Cuando dejas atrás la culpa, descubres lo poderoso que eres y la capacidad de amar tan inmensa que tienes.

La culpa te come, y no tiene más utilidad que hacerte pequeño, que castigarte y que mantenerte alejado del presente. La culpa es todo lo contrario a quererte, es el polo opuesto de tu inocencia y de tu capacidad innata para llegar a ser lo que de verdad eres. 

Lo que hiciste ya pasó, ya fue. Perdónate por ello y mira hacia delante, y si no eres capaz, piensa en si ese error lo hubiese cometido un niño. Piensa en si le castigarías como lo estás haciendo contigo. Yo creo que no.

El Universo nunca te vio culpable, recuérdalo.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

EMPODERADO

Estar empoderado es descubrir todo lo que eres, aceptarlo y amarte incondicionalmente. Es ser responsable.

Estar empoderado es lo mismo que permitirte. Es igual que dejar ser lo que siempre has sido, sin limitaciones, sin juicios, sin restricciones. 

Estar empoderado es buscar la verdad dentro de ti y ser fiel a ella. Es creer en ti por encima de cualquier cosa. Es dejar de buscar fuera y darte cuenta de que todo existe dentro.

Estar empoderado es ser tú mismo. Es vivir la vida que siempre has querido. Es vivir desde lo que sientes y no desde tu mente o desde donde los demás dicen que "debes". 

Estar empoderado es estar conectado a tu autoridad interna. Es saber poner límites y decir no cuando lo sientes necesario. Es cuidar de ti y protegerte.

Estar empoderado es tomar decisiones y asumir las consecuencias de aquello que decides. Es sentirte libre siempre y en todo momento. Es ser auténtico.


Estar empoderado es ser tú, sin miedo ni culpas. Estar empoderado es dejar espacio para que tu Alma, tu Esencia se muestre.

Estar empoderado es ser valiente, es reconocer tu valor. Es amar todo lo que sientes.

Feliz presente.

FLOTA

¿Crees que eres capaz de leer un libro dentro del agua? ¿En serio lo crees?

¿Crees que puedes racionalizar lo que sientes? ¿En serio lo crees?

¿Crees que tus sentimientos tienen forma? ¿que pueden estructurarse, incluso entenderse?

Hoy me has dicho que no podías sentir lo que estás sintiendo porque ya deberías haberlo superado. Hoy te has negado, te has juzgado, has rechazado lo que es para intentar cubrirlo de lo que debería ser. Tu ego te está engañando. Te está invitando a intervenir con la mente y estás cayendo en sus brazos. Mi pregunta para ti es: por negarte con la mente, ¿has podido hacer desaparecer lo que sientes? No, no has podido y lo cierto es que nunca podrás.

No sé si te has dado cuenta, pero lo que sientes ya es en si mismo. Ese sentimiento que dices no poder sentir, lo sientes aunque intentes con todas tus fuerzas evitarlo. Ese sentimiento es tu agua intentando salir, queriendo manifestarse, queriendo fluir. Tu mente solo va conseguir frustrarte, estancarte y desconectarte del poder tan inmenso que guarda todo aquello que en este momento sientes. Ese sentimiento tiene información muy valiosa para ti y un gran aprendizaje para darte, pero solo podrás tocarlo si permites, si no evitas, si no lo juzgas, si lo dejas ser tal y como es.

Si intentas acotar y controlar con tu mente aquello que estás sintiendo, lo estás pudriendo. Te estás boicoteando. Estás intentando leer tu agua sabiendo que eso nunca podrá ser. Tus emociones no pueden ser leídas, interpretadas ni juzgadas. Tus emociones y todo aquello que sientes solo puede ser observado, vivido y permitido.

En ese momento, en total unión con lo que eres, descubrirás el poder inmenso que guarda aquello que sientes, da igual lo que sea, tristeza, odio, rencor, alegría, miedo, no importa. Todo tu agua es una fuente de sabiduría y aprendizaje que se revela cuando abandonas el deseo de prohibirla.

Una relación sana con nuestras emociones y sentimientos se parece mucho a lo que hacemos cuando flotamos en el agua. No hay intento, no hay esfuerzo, no hay mente, no hay nada. Solo flotas. Te dejas ser. Para flotar en nuestra propia agua, en nuestro mar de sentimientos hay que ser valiente, hay que amarse incondicionalmente, hay que no juzgar y no poner mente. Para flotar en el agua hay que abrirse, hay que ser vulnerable, hay que permitir, confiar y por fin, soltarse. 

Feliz presente.

Almudena Migueláñez

EN UNA RELACIÓN


"Una relación es un proceso de revelación propia. He estado tratando de explicar que, si lo permitimos, toda relación actúa como un espejo en el cual podemos percibir claramente lo que está torcido y lo que está derecho en nuestro interior". Jiddu Krishnamurti. 

 
No puedes desear que el otro sea lo que tú necesitas. No puedes esperar que te de lo que quieres ni puedes centrar tu atención en intentar que cambie, en que sea algo diferente de lo que hoy es. No puedes luchar porque la relación funcione ni porque vaya hacia delante. Tus expectativas en ella o en él solo son un espejo de la escasez que existe en tu relación contigo mismo. Y eso que hoy tan solo es un deseo, una expectativa, te condenará a una gran frustración y a un intenso sufrimiento. 

Por mucho que te esfuerces, no vas a conseguir que el otro sea lo que tú quieres y si en algún momento logras que se adapte a ti, a tu necesidad o a tu escasez, a tu falta, en realidad no tendrás nada que celebrar. Tu logro será un fracaso. Tu triunfo, una mentira. La mentira que te impedirá descubrir y amar lo que la otra persona de verdad es. Aunque permanezcáis atados el uno al otro toda la vida, estaréis muy lejos de conoceros, de descubriros y de amaros de verdad. Aparentemente estaréis juntos en el día a día pero profundamente separados en el interior de la relación.

Recuerda que con la única persona con la que te relacionas es contigo mismo. La forma en la que cuidas de ti, el respeto que te tienes, el amor que sientes hacia ti mismo es lo que podrás compartir con el otro. Una relación es el mejor medio para mostrar fuera lo que has construido en tu interior. Por eso, a ti, que hoy me has hablado de las ganas que tienes de tener una relación con él, te pido que recuerdes no perder el foco en ti, mantenerte presente, soltando cualquier expectativa, cualquier atisbo de control. Te pido que no olvides abrirte de corazón y permitirte descubrirle y verle desde el respeto hacia quien de verdad es. Te pido que te sientas libre para ser tú, que te quieras lo suficiente para ser vulnerable, para compartir tus miedos y para dejar que la vida, a cada momento, te vaya mostrando el camino.

Recuerda que el otro es un espejo. Refleja lo que existe en tu interior. Si, como me acabas de decir, deseas que te cuide, pregúntate si tú estás cuidando de ti. Si deseas que sea libre y que esté conectado a sus sentimientos, pregúntate si vives en una cárcel y de qué forma te relacionas con lo que dice tu corazón.

Feliz presente.

Almudena Migueláñez