SIN RESIGNACIÓN

Distingamos, por favor. No es lo mismo aceptación que resignación. Son vibraciones opuestas. Una brota del amor, la otra del miedo, de la inseguridad y de la falta de conexión interior.

La aceptación es el reconocimiento total y sin fisuras de lo que está sucediendo en este momento. Aceptar es dar visibilidad, es aprobar todo lo que eres y todo lo que es. Es darte amor. La aceptación no existe por mitades, por partes, no sirve aceptar esto pero lo otro no. Eso no es aceptación. ¿Por qué? porque el amor no puede ser selectivo, no sería amor. El amor es sin condición y la aceptación es su extensión.

La aceptación se sustenta en una premisa necesaria y muy importante. Para yo poder aceptar y reconocer tanto lo que hay dentro de mí como lo que hay fuera, tengo que saber toda la verdad y nada más que la verdad sobre mi naturaleza. Si yo no sé que formo parte de un Universo que me ha hecho perfecto y que dirige el curso de la vida a través de la Ley del Karma va a ser muy difícil, imposible creo yo, que pueda ser capaz de aceptar nada. La aceptación es el primer paso para cualquier cosa y es lo que nos otorga un inmenso poder de transformación. Lo que ocurre es que nuestro ego, tan involucionado y tan creído, nos ha dicho que no, que si aceptamos, ya no habrá lucha, perderemos poder y será la rendición. El ego quiere guerra, tú no. ¡Tú no!

Es ahí, entre tanta confusión, cuando identificamos resignación con aceptación. Al dar autoridad al miedo, al creer que la vida está hecha de luchas e injusticias, al imaginar que somos gobernados por un tal dios que da y quita, que juzga, perdona y castiga, y al aniquilarnos creyendo que nada depende de nosotros, es cuando estamos listos para decir sí a la resignación.

Me resigno al creer que lo que me sucede es injusto, cuando pienso que solo puedo luchar o abandonar, cuando tengo la certeza de que nada de lo que yo haga tiene utilidad y, por supuesto, cuando no sé la verdad sobre quién soy, no conozco las leyes (Universales) que me gobiernan y no creo que yo deba asumir ninguna responsabilidad sobre mí.

Si me resigno pierdo todo mi poder para crear, me convierto en víctima, sufro y padezco de una gran frustración. Si acepto, puedo comenzar a caminar, me empodero y asumo mi responsabilidad. Si acepto, soy libre y estoy en paz.

Acepta todo sin ningún tipo de resignación.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by James Hammond

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