¿Crees que has perdido la conexión? En algún momento de nuestras vidas hemos sentido que la comunicación con el Universo se esfumó, pero verás, eso, en realidad, nunca ocurrió. No sé tú, pero yo, cuando me dejo arrastrar por mi mente, me parece imposible, incluso absurdo, creer que la energía universal me hable, y menos aún que sea capaz de indicarme el camino.
La Vida, el Universo, esa corriente que permite que estés vivo, que respires, que la luna crezca y que el sol salga, te habla a cada momento. La desconexión no es más que una ilusión, es falsa. Es nuestra mente inferior la que nos engaña. Nos dice que estamos solos en esta experiencia, que todo tiene que ver con nuestro esfuerzo y nuestros logros, pero que, a la postre, estamos solos. Y así, creyendo en lo falso, es como comenzamos a hacer oídos sordos.
La conversación con mi Padre, su apoyo y su guía son constantes, un flujo de amor ilimitado, pero si yo elijo aferrarme a las creencias de mi mente, tendré que, indiscutiblemente, tapar mis oídos y negar lo que la Fuente me dice. Evidente. Lo que sale de mi mente es incompatible con lo que la Vida intenta transmitirme. Mientras el Universo me dice que confíe, mi mente me pide que esté alerta, que no me relaje. Mi mente me habla de miedo y de duda. Mi Padre Universal de amor y de certeza. Por tanto, el teléfono siempre suena, pero yo, no siempre quiero o puedo oírlo.
El Universo nos habla, claro que lo hace, pero es probable que no estemos preparados para escucharle. Y no lo estamos porque el diálogo existe en la noche, en el silencio, con los ojos cerrados. Porque nos resulta difícil adentrarnos en el mundo de lo invisible. Porque nos indica el camino a través de la intuición y del corazón. También de las sutiles señales que vemos a nuestro alrededor. De la frase de ese amigo que nos removió. El Universo nos habla por medio de las conexiones, de las aparentes coincidencias, de los insight, de los planetas, de los números y de nuestras proyecciones.
La cuestión es que, a lo mejor, nos resulta más fácil, y también más cómodo, hacer caso omiso, oídos sordos a lo que viene de arriba, del tercer ojo, de nuestra intuición. ¿Por qué? porque la mayoría de las veces, lo que el Universo nos dice no tiene demostración, no se palpa, no se ve con los ojos del ego. Hay que disponer de una gran confianza, tener activa la fe y ser valiente para creer sin ver. Pero el Universo nos habla, claro que nos habla. Es fiel. Siempre escucha, responde, y proporciona guía. Si hago oídos sordos, quizá, debería preguntarme por el miedo que no me deja confiar en lo que el corazón me dicta.
Escucha, y confía.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.