gestión emocional

LUCHAR vs ACEPTAR

Hace unos días me dijeron, en relación a mis cualidades, que yo era una luchadora. Cuando escucho eso de mí siempre hay algo en mi interior que reacciona. Automáticamente pienso: “ ya no soy una luchadora y no quiero volver a serlo.”

Cuando era pequeña y a mi padre le preguntaban: “¿qué tal, cómo estás? Él siempre respondía: “Bien, luchando”. Aprendí a verle tal y como él se definía: como un luchador. Cuando eres pequeña no tienes capacidad para separar, compras y aceptas lo que ves de tus padres. Lo haces tuyo, y yo, de tanto verlo y oírlo, me creí que la vida había que lucharla. Me creí que si algo “malo” ocurría, tenía que enfrentarme a ello. Me creí que para lograr cualquier cosa, tendría que luchar y sobreesforzarme.

Ahora, con la distancia que te regala el paso de los años, me doy cuenta del desgaste tan grande que supuso para mí esa forma de relacionarme con la vida. A veces incluso pienso que muchas de las experiencias desafiantes y dolorosas que he vivido, se han hecho más grandes por haber intentando luchar contra ellas.

En mis primeros años como adulta no tenía ni idea de que podía relacionarme con la vida y con mis experiencias desde otro lugar. Ahora lo sé ( mi padre también) y aunque de vez en cuando todavía surge esa tendencia a la lucha y al sobreesfuerzo,-patrones conectados con la falta de merecimiento-, he ido aprendido a dar espacio a una parte de mí esencialmente femenina, que no se vincula con la vida desde la lucha, sino desde la aceptación.

Cuando lucho contra la que me ocurre, contra mi realidad, o cuando lucho para alcanzar algo, mi vibración está conectada al miedo, también al agotamiento. Con cada reacción en forma de rechazo, negación o lucha estoy ayudando a que la experiencia se cristalice.La estoy reforzando.

Pienso en la enfermedad, en el cáncer. Nunca he luchado contra él, pese a que pueda parecerlo. No es un enemigo. Tampoco me ha declarado la guerra, o por lo menos nunca lo he sentido así. La experiencia de la enfermedad despierta un sinfín de emociones de las que tengo que responsabilizarme, también debo aprender a integrar en vez de excluir, a aceptar en vez de negar, a abrazar en vez de luchar.

Relacionarme con la vida y sus experiencias desde la observación, la integración, la vulnerabilidad, la aceptación, y la ausencia total de resistencia ha sido y es un desafío que me regala milagros cuanto más lo practico. Que me proporciona calma, y conexión interna.

Cuéntame tu opinión sobre este tema. Te leo en comentarios.

Un abrazo,

Almudena Migueláñez.

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