CELEBRAR LA VIDA

Ayer escuché a un astrólogo decir que todos los días tendríamos que celebrar la vida y que deberían de ser una fiesta, y pensé: “qué mal lo debo de estar haciendo, porque hay muchos días que no siento ganas de celebrar nada y que podrían calificarse de todo menos de fiesta”.

Estoy segura de que el objetivo final de nuestro paso por aquí es el de ser capaces de vivir esta experiencia desde el gozo, la alegría, la celebración y el agradecimiento con independencia de lo que esté ocurriendo. Lo que sucede es que para llegar a ese estado, para irradiar esa plenitud, antes hemos tenido que aprender a manejar el remolino de sentimientos y emociones que muchas veces nos arrastran y nos hacen sentir tan pequeños y desdichados que todo se convierte en oscuridad.

Queremos estar bien, todos queremos ser felices y tener una vida plena. Estamos buscando lo mismo, y encontrarlo, dar con ese estado de celebración nos obliga a desarrollar una actitud amorosa con todo lo que sentimos. Con nuestra rabia, nuestro miedo, nuestra soledad, nuestra frustración. Con todo lo que nos resulta incómodo.

Acompañarnos, sostenernos, darnos cobijo y no juzgarnos, sobre todo no juzgarnos, cuando no nos sentimos bien, cuando no hay fiesta, cuando estamos tristes o abatidos nos proporciona un estado de plenitud interna, de libertad que nos lleva a sentir alegría y gozo, porque cuando somos capaces de abrazar todo lo que ocurre, cuando no luchamos y no nos resistimos, entonces sí, entonces estamos listos para celebrar la vida, porque convertirla en una fiesta pasa por festejar todo lo que somos, por darle la bienvenida a todo lo que nos está sucediendo, incluido lo que no nos gusta.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Guille Álvarez