Tal vez creas que juzgándote conseguirás mejorar, pero lo que va a pasar es que cada vez te sentirás más pequeño, más culpable, más incapaz. El juicio no te ayuda a crecer, te pone el traje de víctima y de verdugo. No olvides que todo lo que has hecho es lo mejor que podías hacer. Tal vez, en algún momento de tu vida, tuviste que bloquear tus sentimientos y decir no a tu vulnerabilidad para ser aceptado y pertenecer, pero en esa negativa, también rechazaste a tu niño interior, y al hacerlo, dejaste morir la parte más importante de ti. Quizá, ha llegado el momento de atreverte a sentir y a ser desde el corazón para que recuperes tu poder y despiertes a la inocencia. Eso es lo que te dará el verdadero sentido de pertenencia.
Tal vez todavía no estás donde te gustaría, pero continuar fijándote en la falta o en lo que no tienes no va a hacer que llegue antes, será justo al contrario. Mira todo lo que sí has logrado, agradécelo y disfrútalo al máximo. Utiliza lo que tienes para lograr lo que quieres.
Tal vez, si dejas de luchar y aceptas con humildad, todo comience a cambiar. La rendición total es la llave de la espiritualidad, de los milagros y de la plenitud. Tal vez, si sales de tu zona de confort, si por una vez te permites el “y por qué no”, si arriesgas y lo haces diferente, tal vez, si dejas de esperar a que lo de fuera cambie y cambias tú, puedas descubrir una nueva forma de vivir. Quizá, puedas darte cuenta de que todo depende de ti.
Tal vez, hasta ahora, has vivido sometido al miedo, por eso, quizá, si te permites empezar a cuestionar lo que te dice tu mente, a desprenderte de ese murmullo y a observar sin reaccionar, puedas sentirte libre de verdad. Tal vez, si profundizas un poco más, si, temporalmente, dejas de prestar tanta atención a lo de fuera y observas en tu interior, puedas darte cuenta de que todas las respuestas que buscabas fuera, ya existían dentro de ti.
Tal vez, has aprendido que hacer, esforzarse y producir son los verbos que definen esta experiencia, pero a lo mejor, si te atreves a incorporar el placer, el ser, el no hacer, el fluir, el permitir y el dejar ir, descubras que la danza universal solo es completa cuando interactúa la energía Yang y la energía Yin.
Tal vez, tus heridas te han obligado a cerrar con llave las puertas de tu corazón, pero así, nunca tocarás su cicatriz. El amor duele y te expone, sí, te exige vivir sin ningún tipo de defensas, vulnerable y abierto, pero también tiene el inmenso poder de convertir tu herida en sagrada, de hacerte más fuerte, de darle sentido a esta experiencia. Quizá, puedes intentarlo, abrir de nuevo tu corazón, y dejar espacio para que el Amor te sane.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.