SANTA

Más allá de mis creencias, que como tales no son nada relevantes, la Semana Santa siempre supone para mí un tiempo de introspección y de reflexión, que me invita a traducir la simbología de este momento para, después, adaptarla a mi vida y a mi proceso personal.

La introspección surge al dar espacio al silencio, cuando escucho y atiendo lo que siento y cuando mi acción es pasiva, y por tanto, receptiva. A mí, la Semana Santa me habla de muerte interior, de la necesidad de dejar ir todo lo que me hace daño, los pensamientos y las creencias de miedo, que me juzgan, que me limitan, que me encadenan y que me dirigen al sufrimiento. Me pide limpieza y me invita a renacer a una nueva forma de vivir, más responsable, más consciente e inocente, más alineada con lo que mi corazón siente. Para mí, la Semana Santa es un tirón de orejas para que deje de preocuparme, para que confíe y me entregue; es una vocecita interior que me dice: ¿Cuántas muertes necesitas para vivir plenamente?

¿Cuántas veces necesito creerme el miedo para darme cuenta de que soy lo opuesto? ¿Cuánto tengo que juzgarme para descubrir que soy inocente? ¿Cuántas penitencias hasta darme cuenta de que mi único pecado es el de haber creído que existe el pecado? ¿Cuánto sufrimiento para darme cuenta de que puedo y debo vivir como quiero? ¿Cuántos “no puedes” hasta asumir la responsabilidad de que si quiero, sí puedo? ¿Cuánto rechazo para elegir, de una vez por todas, quererme?

A mí, la Semana Santa me recuerda que la salvación está dentro de mí, y más importante aún, que esa salvación depende de mí. Depende de lo que elijo creer, depende del lugar desde donde elijo vivir, y del respeto y del amor que tengo hacia mí. Depende de que nunca deje de confiar; y de que no vuelva a juzgar. Depende de lo comprometida que estoy con mi plenitud y con mi capacidad para amar.

A mí, la Semana Santa me da esperanza, me ayuda a recordar que a cada momento dispongo de una nueva oportunidad. A mí, la Semana Santa me incita a darte las gracias por estar ahí, y a desearte, de corazón, una muy feliz Pascua de tu resurrección.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez.

Photo by Kazuend

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