Me comprometo a cuidar de mí y a ser fiel a lo que mi corazón me dice.
Me comprometo a tratarme con compasión, a intentar no agredirme y no insultarme. Me comprometo a pedirme perdón cuando me olvide de mi compromiso de no agredirme y de no insultarme.
Me comprometo a permitir mis emociones, sin juicios y sin limitaciones; a aprender a gestionarlas, y así, poder gestionarme. Me comprometo a decir lo que siento, a no tragar, a no guardar, a no dejarme a un lado. Me comprometo a cancelar mi compromiso con el miedo. Me comprometo a dejar de tenerle miedo. Me comprometo a dar amor al miedo.
Me comprometo a darme placer, tiempos de descanso y de juego. Me comprometo a dejar de comprometerme con compromisos que no siento y que no necesito. Me comprometo a sonreír, a intentar hacer todo lo que esté en mi mano, a esforzarme y enfocarme.
Me comprometo a no olvidarme de soñar, de encontrar, en mi día a día, aquello que me ilusiona, que me despierta, que me hace grande. Me comprometo a vivir la vida, a arriesgar y a permitirme.
Me comprometo a confiar. A Confiar con toda la intensidad de la que ahora mismo soy capaz. Y cuando tenga dudas, me comprometo a confiar aún más. Me comprometo a creer que, aunque no tenga respuestas y no entienda, siempre he sido, soy y seré amada, protegida y cuidada. Me comprometo a relacionarme con mi guía interna, a darle espacio, a dejar que actúe. Me comprometo a creer, cada día más, en los milagros.
Me comprometo a no dar más autoridad a lo que no soy: a la preocupación, al control y al desánimo. Me comprometo a dejar de luchar y a aprender a aceptar. Me comprometo a separarme de la resignación y del victimismo. Hoy me comprometo a ser responsable, y nunca más culpable.
Me comprometo a pensar bien, aunque solo sea porque es mucho mejor para mi salud y para la del otro. Me comprometo a vivir hoy y a dejar que mañana sea lo que tenga que ser. Me comprometo a dejar ir al que no está preparado para quedarse. Me comprometo a darme un abrazo diario. Me comprometo a ser cuidadoso, paciente y amable conmigo, al fin y al cabo soy yo quien siempre voy a estar a mi lado.
Me comprometo a buscar espacio para mí, para el silencio, para el reencuentro.
Comienza por crear un compromiso semanal y, a diario, observa y toma nota de lo que va ocurriendo y de lo que has ido sintiendo. Al finalizar la semana, pregúntate dónde estás en relación con tu compromiso.
Feliz presente,
Almudena Migueláñez.