INCERTIDUMBRE

Se mide la inteligencia de una persona por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar
— Immanuel Kant

Nos angustia la incertidumbre de no saber y de no tener control. Nos asusta la “ausencia de” y por eso nos afanamos en encontrar algo en nuestra vida exterior que sea imperecedero, seguro y permanente. Buscamos formas y maneras de lograr certezas creyendo que así sentiremos confianza y fe. Pensamos que certidumbre es sinónimo de tranquilidad, de seguridad y de paz interior. Cometemos un grave error al no darnos cuenta de que es en la capacidad que tenemos para abandonarnos a la incertidumbre de la vida donde reside toda nuestra plenitud, seguridad, libertad y creatividad.

Los seres humanos aprendemos por oposición y, en la mayoría de ocasiones, necesitamos darnos contra un muro una y otra vez, una y otra vez para, después de unos cuantos bandazos, mucho agotamiento y de una dosis importante de dolor, decidir, por fin, soltar y entregarnos por completo a lo que en sí es la vida: incertidumbre y ausencia de control.

Nuestro primer gran error es el de haber creído cierto que el siguiente segundo posterior a este que estamos viviendo, existe. No existe. Mañana no existe. Después no existe, no. Tus expectativas y tus pensamientos futuros te dicen que el mañana es real, te lo crees y es en ese momento cuando comienzas a luchar contra la incertidumbre propia del después, de lo que está aún por llegar. Te abres al desasosiego, al intento de control y a la búsqueda incesante de alguna seguridad y de alguna certidumbre sobre ese futuro imaginario. Tu ego, tú no.

La incertidumbre nos dice: “ven, abrázame que si confías en mí yo tengo para ti todo lo mejor”. Confiar en la incertidumbre de la vida es abrirnos al verdadero sentido de la fe y de la entrega, y es también reconocer que la única posibilidad de certeza reside en el ahora, arriba y dentro.

Te lo explicaré:

En el momento presente, si lo respiramos completamente, si hay atención plena, ¿existe incertidumbre? no, ninguna. Por tanto, el primer paso para conectar con la sensación de seguridad y de certeza es vivir aquí y ahora. Siempre hoy. La incertidumbre del mañana me permite ver la certidumbre del hoy.

¿Qué es permanente, inmortal y absoluto en ti? Tu Alma, tu Ser Superior. Ese punto de luz que habita dentro, que no está fuera, que es paz, certeza y seguridad. Por tanto, si aprendemos a vivir desde ahí adentro, siendo lo que somos, conectados a esa fuente de amor interior, ¿sentiremos incertidumbre, dudas y miedo? no, claro que no. Solo certeza, seguridad y cantidades ingentes de amor. La incertidumbre propia de lo externo me permite ver la certidumbre de lo que hay dentro.

Por último, ahora sin preguntas, te lo cuento yo. La mayor seguridad y certeza que jamás experimentarás te la proporciona tu fe en lo de arriba, en papá Universo, en lo que no ves, en esa Gran Máquina que se escapa a los ojos del ego. La incertidumbre propia de la mente inferior me permite descubrir la certeza absoluta de que hay un Dios.

Un niño solo vive en el presente, entregado por completo a ser quien es y con una confianza ciega en su papá. Sé un niño y la angustia que te genera la incertidumbre desaparecerá.

Feliz presente,

Almudena Migueláñez

Photo by John Simitopoulos

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