Un corazón puro ama por completo porque no juzga y no sabe ver el mal, no contempla la separación ni la diferencia, la mentira o la falsedad. Un corazón puro nunca espera, no espera nada. Un corazón puro emana, da.
Un corazón puro recibe con gratitud, se nutre del dar sin esperar y del recibir con humildad.
Un corazón puro es el que no necesita perdonar porque sabe que no hay culpables. Un corazón puro es compasión porque desea la plenitud y felicidad de todos los demás.
Un corazón puro es humildad, es decir, ausencia de ego, de soberbia y de vanidad.
Un corazón puro puede ver luz donde otros a lo mejor solo ven oscuridad. La queja o el lamento no encuentran cobijo en este corazón. Solo el agradecimiento le puede alimentar.
Un corazón puro es alegría sin justificación, sin motivo, sin razón.
Un corazón puro no es impaciente, está presente. Un corazón puro sabe la Verdad, la siente.
Un corazón puro es libre. Libre del que dirán, de la necesidad, de tener que ser algo distinto de lo que es. Un corazón puro acepta, no corrige.
Un corazón puro observa, nada más.
Un corazón puro se ha desprendido de la personalidad para poder vibrar.
Feliz presente.
Almudena Migueláñez